El plan del Jedi
Se podían contar con los dedos las veces en las que Plo Koon dejó salir al aire sus emociones ante los Jedi. Esta era una de ellas.
El tema de la reunión había sido los clones. Ellos habían luchando mucho tiempo a su lado y se volvieron sus amigos, hermanos... hasta amantes.
Pero todo quedó en el olvido ante la verdad, aquella que podía ser tan ruda y cruel con las personas buenas como los clones, como si Wolffe.
Un recuerdo lindo se cruzó por su mente al recordarlo. La primera vez que su chispa se encendió.
Estaban en una misión para rescatarlos después de ser acorralados en Khorm. Varias partes de su piel habían quedado rojas por la tortura y las quemaduras a las que fue sometido, pero Wolffe sufrió más. Un Rayo Sith y un sable de luz acabaron con su ojo.
Cuando fue a visitarlo en el Ala Médica, vio que este estaba triste porque existía el riesgo de que su implante no funcionara bien. Cuando la preguntó por qué eso lo entristecía si por su máscara nunca podía ver su rostro, su Comandante respondió:
- Cada rastro de su rostro es algo que atesoro. Si solo pudiera ver con un ojo, no creo que pueda seguir resistiendo. - dijo dejando que el deseo se manifestará en su tono pues estaba cansado de aparentar.
Recordaba que se ruborizó por la palabras. Al ser un telépata, sabía qué era lo que deseaba, lo que ambos anhelaban, pero no podía darse.
Pero si un compromiso. Él junto sus manos a las de Wolffe, entrelazándolas, y las hizo girar en círculo 3 veces. Un acto que en su pueblo natal era la confirmación durarera del amor entre 2 personas.
El vínculo estaba hecho y ya no se rompería. No estaban dispuestos a eso.
Plo ayudó a Wolffe a levantarse y a quitarse la remera negra que tenía. Luego se puso en la cama y Wolffe se acostó en su regazo.
Contaban con la complicidad de 2 jóvenes muy curiosos. Estarían bien, algo que Wolffe confirmó al besar el cuello de su General.
Al salir de ese recuerdo, Plo se dio cuenta de que rompió la lapicera que tenía en sus manos, y se habían ensuciado con el líquido negro.
Al ver la tinta, no pudo evitar el día en el que vio en las manos de su aprendiz la sangre del día en que lo encontró clavándose una navaja.
Siempre estaría en su memoria las lágrimas y la puerta cerrándose mostrando la vergüenza ajena.
Tal vez había estado equivocado. La causa Jedi tal vez estaba mal encaminada. Le había quitado tanto.
Pero no ahora.
Con la bilis en su garganta, fue a hacer lo correcto.
Para su corazón.
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Estaba atado a la pared. Con la mordaza en su rostro y apenas un traje de cuero cubría su intimidad.
Solo se había desmayado en un bar por beber de más y ya lo habían despojado de todo bajo el cargo de ser irresponsable.
Y ahora solo tenía la compañía de sus hermanos, que aunque era tranquilizadora no era lo que deseaba. Deseaba a su Jedi, que lo había dejado atrás junto a todo lo que alguna vez conoció.
Después de su viaje a Vahar las cosas se habían ido al traste para con él.
Vio que el dueño, un besalisco con mirada pervertida, levantaba a un grupo de sus hermanos y los encadenaba antes de entregárselos a un particular.
Esclavitud... pero no cualquiera. Era de las que te quitan algo y ya no sos quien eras antes.
No era tonto ante lo que le pasaría. Latigazos, fetiches que tendrá que vestir, castigos de los más vergonzosos y tener que ver como esa persona gemía de placer.
No podía seguir imaginando eso, y comenzó a vomitar.
Algunos de sus vod'e lo miraron con pena. De repente sintió la electricidad corriendo por su cuerpo y las palabras que le gritaban. Solo pudo escuchar "esclavo".
Siempre lo había sido, solo que bajo otro nombre, y otras normas.
Con la vista nublada, unos brazos lo levantaron y lo empujaron hasta una figura nublosa. Tras un diálogo inentendible, lo llevaron hasta lo que parecía ser un asiento y se sentó cansado y débil.
Nunca pudo ver la figura peluda que lanzó un grito y encendió el speeder.
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Windu miraba al clon con sorpresa. Los muertos eran portadores de malas noticias y este en particular traía algo peor que malo.
Era monstruoso. Un arma capaz de extinguir a millones.
Miró a su compañero verde y arrugado. Éste bajaba la cabeza y golpeaba suavemente su bastón contra el piso de vez en cuando.
- Por está información agradecidos te estamos. - habló al fin - De esto encargarnos haremos.
- ¿Y qué pasará con nosotros? - preguntó el clon con cautela.
Windu miró a Luminara Unduli y Yoda. Los 3 asintieron.
- Te mantendremos oculto. - dictaminó la Jedi de piel verde.
Ponds asintió y se fue desanimado. Toda esperanza que tenía se disipó con la rapidez que tenía un blaster en disparar.
Windu relajó su posición y se puso a observar las reacciones de sus compañeros Jedi. Billaba miraba ceñida y desconfiadamente a la Maestra Luminara. Kolar y Tiin estaban impasibles, algo que Windu valoraba. Shaak Ti, en cambio, se movía incómoda en su sitio.
Obi Wan y Koon estaban ausentes. Se decidió buscarlos pero al no encontrarlos se podía temer lo peor.
Deserción.
Y la verdad no entendía los por qué. Sabía que ellos estaban disgustados de lo que sucedía con los clones, pero tampoco como para que evitarán sus deberes. Esto solo incrementaba sus sospechas acerca del nivel de relación que tenían con sus respectivos generales.
Y si se confirmaban... iba a suceder un terrible escándalo sobre la reputación de la Orden. Y con la agitación existente, no eran algo de lo que podían darse el lujo de ganar.
Se acomodó un poco en el respaldar y lanzó un respingo que solo Yoda escuchó.
El Maestro Yoda bajo la mirada y luego intentó concentrarse en el atardecer de Coruscant. Un truco que siempre funcionaba. Hoy no fue la excepción.
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El amante de Obi Wan esperó por unos momentos que la puerta se abriera. Se tocó la garganta con la sensación de ahogo. A duras penas había logrado salir del Templo Jedi sin sufrir graves altercados. Otros terminaban linchados o asesinados junto al pobre conductor.
Cuando la puerta se abrió, Cody no pudo evitar sonreír que la Senadora Amidala decoraba su casa con belleza pero uniendo una armonía familiar complementaria.
Cuando vio a la figura que estaba a la derecha de la Senadora, pensó que era una de sus damas de compañía, pero cuando puso más atención, por poco se cae al piso de la impresión.
Al parecer lanzó un gemido porque ella se acercó a él y lo tranquilizó con ondas de la Fuerza, como lo hacía Obi Wan cuando tenía una pesadilla.
Al mirar la cara culpable de la Senadora pudo constatar que ella fue la que movió los hilos.
Luego vio la expresión cabizbaja de la otra mujer. No la podía culpar, con el clima de las cosas y lo que había sucedido con ella no era de extrañar.
Aunque se preguntaba adónde iba a llevar todo esto.
Hola!!!😘😘🤗🤗
El modelo de escribir no es el mismo que el de Dramatic pero haré lo que pueda.
Me tardé mucho porque estoy de vacaciones, pero decidí terminarlo como un regalo por Año Nuevo.
Les deseo a todos un feliz Año Nuevo. Y no se preocupen, haré lo que pueda por actualizar más seguido (mi retiro termina el 4 de enero) 😍😘💣💥🎇🎇🌞
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