Demon Days.
Dos guerreros viéndose fijamente, sabiendo exactamente lo que iban a hacer.
- Así que. Reoten Ikari. ¿No? - diría el de piel verdosa, con una sonrisa.
- Sí. - diría serio, aunque con una ligera sonrisa, mirándolo fijamente.
El ambiente era tenso, ese bosque con olor a tierra mojada que algún día fue tranquilo se había vuelto un mar de tensión.
El ambiente de tormenta eléctrica lo hacía único; este momento era especial.
El guerrero más fuerte del barrio cósmico X-Z.
Contra el guerrero más fuerte del barrio cósmico F-H.
Definitivamente sería algo inigualable en cuestión a batallas. Los Reutz llevaban varios años en guerra contra los Valekianos. Específicamente las familias Ikari y Royers.
Esto posiblemente sería el fin decisivo.
Reoten rápidamente daría un salto hacia su enemigo, dando un corte suave pero preciso en su brazo izquierdo, Zek recompondria su postura y utilizaría su ninjaken para forcejear entre ambas espadas, con un rápido movimiento de Zek, este cortaría un poco de Reoten, y rápidamente se daría la vuelta.
Reoten empezaría a ponerse más serio defendiendo mejor y dando más cortes hacia su enemigo, desafortunadamente para el, Zek podía bloquear casi todo, por lo que debió empezar a utilizar su bendición.
Un torrente de sangre prácticamente hirviendo saldría de una cortada de Reoten, tomando por sorpresa a Zek.
- No pensé tener que utilizar esto tan rápido. - Diría, con una risa, antes de lanzarse en los árboles, moviéndose entre las ramas, de una forma tan rápida que seria imposible para Zek notarlo.
Zek daría varias veces vueltas intentando ver a Reoten, hasta que vio un punto exacto.
Zek se lanzó y utilizó su bendición, dando un <Corte singular>.
Este atraveso a Reoten y captó a este por sorpresa, pero se recuperó de forma rápida y se lanzó, dando varios cortes en su enemigo, retrocedió y volvió a atacar, apuñalando a su enemigo en el hombro.
Volvió hacia tras y tiro otro torrente de sangre que Zek esquivo.
- Se ve quien tiene la dominancia, ¿No?
Rápidamente ambos forcejearon con sus espadas, en un choque que dejaba ligeras chispas de fuego.
Los intercambios de cortes de harían más y más notables mientras ambos dejaban de estar a la defensiva y se dejaban llevar por el combate; como una danza que poco a poco se volvía más fluida.
Reoten atraveso a Zek con una apuñalada que haría con su katana. Con la sangre derramada, le daría una capa nueva en el filo de su katana; una capa hirviendo de sangre.
Zek rápidamente soltaría su Ninjaken al cielo, dando una embestida en el contrario para tirarlo al suelo.
La Ninjaken cayó y Zek la agarro con precisión, apuñalandola directamente en el pecho del contrario, haciendolo desangrarse gravemente.
Rápidamente Reoten daría la vuelta y estaría Zek en el suelo, pero en vez de usar su Katana rápidamente sacaría y golpearía en la cara a el de piel verdosa, empezando a golpearlo gravemente una y otra vez
El duelo de golpes empezaría, hasta que ambos recompondrian sus posturas, lanzándose el uno al otro mientras la fluidez del momento hacía sentir a ambos en su máximo
La adrenalina recorrería sus venas, el ruido de la lluvia y el silencio, a la vez de el ruido, crearían una mezcla majestuosa.
Por primera vez, Reoten realmente estaba disfrutando un combate.
Era algo raro, toda su vida fue presionado a eso por su bendición y don.
"El mortal sobresaliente" o "El que hará sangrar a los dioses" eran sus apodos, odiaba esto.
El siempre había querido vivir de forma normal. Tener una familia, una granja, ser realmente feliz.
Todo eso arrebatado por los Ikari. Su propia familia.
Los odiaba, como a nada más en el mundo, con odio puro.
Por el otro lado, estaba aquel de piel verdosa.
Nisiquiera había nacido con buena genética, no era el más fuerte, el más rápido, nada.
Nisiquiera un don, una bendición.
Probablemente iba a ser simplemente alguien de poder, un diplomata, un fracasado.
Pero no, el desde pequeño sabía que iba a ser.
Siendo tachado de fracasado, error, inútil. Había superado cada una de esas acusaciones, había sido más, era más, sería más; haría más.
No necesitaba de nadie más que el mismo, nadie.
Los Royers, la élite carmesí. Nada.
Todos querían crear un camino para el. Pero él estaba cansado de esto.
Haría las cosas a su manera.
La dualidad del hombre.
Querer sin poder. Y poder sin querer.
Ambos se miraban fijamente, desangrados, heridos, destruidos.
Ambos habían sufrido de alguna manera.
Eran tan parecidos, y a la vez, diferentes.
La lluvia hacia el ambiente más tenso, el vapor que formaba el ambiente de forma majestuosa.
Con una fluidez casi divina, ambos continuaron su pelea, cada golpe, corte, intento de defenderse se sentía majestuoso como nunca; era probablemente el combate más disfrutable que habían tenido.
El dolor ya no se sentía, era un baile fluido con un sentimiento enorme dentro, cada uno de sus intentos para ser mejor de lo que pudieran ser jamás.
Todo su dolor había desaparecido, su baile glorioso de intercambios de cortes casi parecía perfectamente hecho a la medida exacta.
En un momento de gloria pura. Reoten paro en seco.
- Nunca había disfrutado esto como antes. - dijo con una sonrisa en su cara - Es la primera vez que siento realmente satisfacción por esto.
Es momento de dejar de poner más "peros".
"Transfusion de terreno, cambio de lugar. Karma, dame tu fuerza está vez, que ahora; «Haré sangrar a los mismísimos dioses»"
Con una expresión de confusión al inicio, no paso demasiado para que Zek lo entendiera, dando una sonrisa.
El terreno cambiaría drásticamente, una masiva cantidad de sangre rodearia a ambos en forma de círculo, avanzando y dando una corteza de sangre que dejaría a ambos en un lugar vacío, donde se derramaba sangre.
— Esquiva esto.
Dijo antes de que un pincho de sangre atravesará directamente el pecho del de tez verdosa.
Una ráfaga de golpes continuaría entonces, golpeandolo directamente, sus puños estarían cubiertos de una sangre que haría los golpes las difíciles de resistir.
Reoten se haría atrás, entonces una ráfaga de cortes sangrientos azotaría a Zek.
El dominio había dado su uso, quedaba tiempo y fuerzas aún. Podía rematar esto.
Reoten metió sus manos en el océano de sangre bajo sus pies, absorbiendo todo.
Mientras que Zek estaría difícilmente de pie, tambaleándose de un lado al otro. Su Ninjaken había sido destruida completamente.
— “Con todo lo que me diste, no me queda nada más que rematar. Haré de tu nombre un honor y continuaré con tu legado...
...Lluvia de sangre; «mortalidad al siguiente nivel».”
Con su mano izquierda al aire, una bola amalgamica de sangre se elevaría, mientras pequeñas astillas de este caerían en el suelo, atravesando cada parte de lo que quedaba del moribundo Zek.
La lluvia acabaría. El cuerpo de un semi-muerto Zek yacía en el piso.
Había llegado su momento. Todo por lo que trabajo, todo por lo que peleó, todo lo que desafío.
¿Para terminar perdiendo contra alguien que nunca quiso eso?
No. No, no, no.
No.
No iba a permitir eso, no iba a permitir ser derrotado tan fácilmente, el no era débil. El era más.
El de piel azulada se alejaba de lo que pensaba que era un cadáver a ese punto.
«“Segundo impacto.” »
Algo no andaba bien.
Sus sentidos se lo decían indirectamente.
El de pelo blanco no había nacido paranoico. Sabía exactamente cuando algo iba mal.
Pero se dio cuenta demasiado tarde.
Se dio la vuelta para intentar ver el cuerpo del verdoso. Sin darse cuenta que ese mismo estaría en su espalda.
— “Camino equivocado.” — Exclamó el de piel verdosa.
La Ninjaken de Zek rápidamente atravesó el pecho de Reoten, antes de que este pudiera reaccionar, Zek la saco y se la clavo en el hombro.
Reoten reaccionó y uso su sangre para alejar a el de piel verdosa.
Zek empezó a reírse de forma algo maniática.
Pero Zek no acabo ahí. Se lanzó de nuevo hacía Reoten, una y otra vez, cada vez Reoten se cansaba más, pero Zek solo se veía más entusiasta.
— ¿Que? ¿No puedes seguirme el ritmo? — exclamó en un tono burlón.
Reoten jadeaba cada vez más, no quería admitirlo, pero lo que dijo era cierto, estaba siendo muy complicado seguirle el ritmo.
Zek aprovecho al ver un espacio libre, se lanzó pero no atacó enseguida como antes.
Anticipo el bloqueo de Reoten, y aprovecho esto muy bien.
— “Corte singular: Punto vacío.”
El corte fue a la oreja de Reoten por los rápidos reflejos del azulado. Pero este corte la había cortado en la mitad perfectamente.
Dio un pequeño gemido de dolor, antes de que de un ataque impulsivo de furia empezará a darlo todo.
Los cortes se volvían más seguidos, ambos danzaban en sincronía. A la luz de la luna de forma fluida, su intercambio de cortes era casi perfecto, las chispas pequeñas invadían el campo arruinado en donde ambos estaban.
Rápidamente de una gran patada combinado con un estallido de sangre, reoten logro mandar lejos a Zek.
"¿¡Como mierda pudo revivir?!" Se preguntaba en su mente. Esto era visible para el Zek que se acercaba, que decidió responder la duda.
— La energía vital que nos suplee el alma es energía negativa, puede dañar el cuerpo pero no regenerarlo, entonces, multiplicas está energía negativa en contra de si misma para crear energía positiva, ese es el «Ritual Del Control Vital Inverso.», ¡Y un impacto es una sobrecarga de energía positiva, tan grande que puede regenerar las energías y el cuerpo entero en segundos! — Definitivamente se veía entusiasmado, algo que confundía al peli blanco.
— Lo que sea, te acabaré de igual manera.
Ambos se lanzaron el uno al otro en un intercambio de cortes de espada y golpes.
Zek empezó a dar varios cortes singulares seguidos, que aumentaban y superaban la fuerza de los anteriores.
Reoten se mantenía en combate, aunque más herido, podía seguir dando combate.
Poco sabía lo que esperaba.
Zek arremetió con toda su fuerza, golpeando gravemente a Reoten con todo. Cortando todo lo que podía de este mismo.
Reoten agarro la Ninjaken con fuerza y de una hervida de sangre la destruyó completamente. Pero un pequeño sello había quedado en el suelo.
Zek lo agarró, y se lo coloco en su puño.
— Je. Vas a arrepentirte de eso.
Su puño podía verse ser rodeado temporalmente por una pequeña aura azul.
“Es hora de cobrar por tus pecados.”
El de tez verdosa azotó contra Reoten, pero había algo diferente.
Sus golpes dolían como acero puro.
Cada golpe hacia desangrar más y más a Reoten. Intentaba seguir el ritmo pero era prácticamente imposible.
— ¿Se ve quien tiene la dominancia, no?
Zek tiro a Reoten al suelo, donde empezó a darle golpe tras golpe en la cara. Dejándolo con heridas casi mortales.
Lo agarraria con furia y lo llevaría de espalda contra un árbol, donde arremetaria contra el con toda su fuerza.
Luego de sus golpes, le daría unas cuantas patadas para finalmente agarrarlo de su cuello con sus piernas y tirarlo al suelo.
Agarraria su cabeza para decirle unas palabras.
“¿Que sucede, camarada? ¿Demasiado para ti?”
Diría antes de darle un golpe en la cara que lo empujaria varios metros atrás.
El peliblanco había sentido por primera vez un sentimiento que nunca había podido tener.
Miedo.
Pero. Algo más.
Un sentimiento de responsabilidad, que aunque había tenido, nunca le había dado importancia.
De tanto tiempo siendo un dios entre su raza, alguien omnipotente, invencible, inmortal incluso.
Había olvidado lo que era sentirse mortal.
Era un momento de demostrarse a si mismo a que podía llegar.
Podía ser alguien más que un caprichoso niño con un don. Podía volverse más.
Odiaba desde siempre pelear, pero ahora que le tocaba.
Iba a demostrar quien era realmente.
“Ja. Vamos a jugar esto una última vez.”
Ambos guerreros se miraban fijamente, sin necesidad de contarse nada, entendían perfectamente.
Esto sería algo que sería recordado por siglos.
Reoten utilizo el RCVT. Curandose y estando más que listo.
— El RCVT no es solo una curación, de igual manera. Mejora las características del cuerpo temporalmente a cambio de un suplimiento constante de energía.
Tienes realmente un gran potencial al poder aprender una técnica así de forma tan rápida. No es sencilla. — dijo con una sonrisa.
— Siempre he sido un dios entre los mortales, nunca le ví la necesidad. Hasta este momento.
Ambos rieron.
Ambos embistieron el uno al otro. Golpes dándose perfectamente, todos siendo bloqueados de forma fluida. Hasta que Reoten aprovechó un hueco en su defensa para sostenerlo con una mano de sangre.
Saco su Katana desde la sangre, que la estaba portando este tiempo.
La clavo en su pecho, dio unos cuantos golpes y dio una patada directo en su cara, que empujó a Zek hasta atrás.
Zek logro ponerse de pie rápido, y agarro a Reoten por la espalda, haciéndole una llave.
Ambos se mantenían bastante firmes y teniendo un buen combate. Reoten agarro a Zek desde el cuello y lo paseo por el lugar con su cabeza en el suelo, hasta llevarlo cerca de un lugar más lleno de bambú.
Se camuflo entre estos mismos. Dando varias vueltas al rededor de Zek.
Este no caería en lo mismo dos veces.
Cuando menos se lo esperaba.
Zek agarro su mano, lo tiró al suelo.
Puso su pie bajo su pecho, y empezó a golpearlo en la cara directamente.
Varios rastros de sangre aparecían en la tierra, un sabor sangroso quedaba en toda la boca de Reoten.
“Y por último...”
“Corte vacío singular; Punto cero.”
Atravesó directamente a Reoten, un hoyo en su pecho.
Cayo el moribundo Reoten al suelo.
— Fuiste un digno rival. Pero mi restricción divina actuó.
Lentamente se retiraría de ese lugar.
¿Qué?
¿Como?
El era el dios entre los mortales, un mortal sobresaliente en todo aspecto. Alguien que superaría todo.
¿Como había muerto ante alguien sin bendición?
El no podía morir, no debía.
Tenía gente en su pueblo.
Tenía gente en la cual tener responsabilidad.
No la amaba, no la quería.
Pero tenía que estar ahí para ellos.
¿Porque, quien estaría ahí si él no?
La sangre salía de su cuerpo.
Con su poca energía, la mantuvo lo más dentro posible. No podía regenerarse completamente, apenas y se podía mantener vivo. Se regeneraba de a poco.
Empezó a caminar lentamente por ese bosque de bambú, que era más extenso de lo que jamás habría recordado.
¿Podía realmente confiar en su pueblo?
Lo habían amado y glorificado toda su vida. Un error no estaría mal, ¿Verdad?
¿Verdad?...
Lo único que vió al llegar a su pueblo, fue gente. Enojada. Apenas y se podía haber regenerado a un 50%.
La gente del pueblo, todos tenían opiniones diferentes. Pero había una que resaltaba y desmotivaba al peli blanco sobretodo.
“Decepcion.”
Hasta que llegó la madre de aquél peli blanco, la que lo había apoyado, aunque puesto a hacer cosas que no quería.
¿Esta lo curaría, verdad?
¿Verdad?
¿Verdad?...
— Años, años de criarte para ser perfecto.
Entrenamiento puro, con los mejores hombres de la armada. Perfeccionando cada simple detalle.
¿Y me dices que un plebeyo sin bendición te dejo casi muerto?
Eres una decepción.
Vete.
No era posible, no era posible.
El no había hecho todo eso para ser exiliado.
El no lo merecía esto.
Un destello de luz lo rodearia donde estaba, la par que el tiempo parecía detenerse, estaba visualmente confundido.
Estaba por gritar, hasta que.
Se desvaneció.
O bueno, no totalmente.
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