Prefacio
Pero que mediocre es el que juzga,
Más, es sabio el que comprende.
Lo que parece malo, no siempre será malo.
Y lo bueno, no siempre será bueno.
Todo tiene doble cara, pero el ignorante nunca notaría cambio.
Toda cosa buena tiene lado malo.
Y todo lo malo tiene un lado bueno.
No hagas cosas buenas que parezcan malas.
Y no hagas cosas malas que parezcan buenas.
El sabio analizará su próximo paso.
Más el necio lo dará en falso y caerá.
T.L.
POV Mateo
La lluvia golpea el techo de mi auto mientras me dirijo felizmente a mi trabajo. Parece que hoy será un buen día.
Muchos odian la lluvia, pero yo la disfruto. La lluvia refresca mi mente y me llena de energía. Para mí la lluvia es como la suerte, siempre que llueve me pasan cosas buenas. Las tormentas me inspiran a seguir adelante, me llenan de vigor y optimismo. Desde niño amo la lluvia. Aquí llueve casi todos los días, así que se podría decir que casi siempre estoy inspirado.
Me bajo de mi coche y me interno en el edificio de mi trabajo. Todos me saludan, sé que muchos lo hacen por obligación, reflejando la viva amargura en sus rostros, mientras que otros lo hacen con buena intención.
Subo al elevador con los demás, nunca me ha gustado usar el elevador para mí solo, es aburrido ir solo, por lo menos aquí puedo darme cuenta de lo que pasa en las oficinas inferiores, en estas oficinas hay tantos chismes que me hace pensar en ocasiones que la gente vive en una telenovela todos los días. Además que se escuchan conversaciones entretenidas y también que me puedo dar cuenta de las situaciones de los trabajadores y si necesitan ayuda, hablo con Benjamín a ver si podemos hacer algo.
Llego al piso de mi despacho, saludo con una sonrisa a mi secretaria Serena e ingreso a mi oficina, me acomodo en mi silla dispuesto a empezar a revisar el contrato con las empresas Winsalt cuando tocan la puerta.
— Adelante —digo dejando mis papeles aún lado para prestar atención a la persona que entraría.
Cuando Bruce entro le sonreí, se miraba nervioso. ¿Qué hizo está ves?
Él es mi mejor amigo, siempre nos apoyamos desde niños y durante pasan los años la amistad se fortalece, somos casi como hermanos.
— ¡Valla! Amigo mío ¿Qué tal tu fin de semana en Vialla? ¿Qué tal están tus padres? —preguntó sentándose en el sofá de cuero blanco de mi oficina.
En ese momento recordé lo feliz que me sentí de ver nuevamente a mis padres y a mi hermanita alocada. Estire mis labios en una sonrisa ante el recuerdo y le respondí.
— Fue genial, estaban muy felices de verme y desde luego yo también, me preguntaron por ti y prácticamente ordenaron que la próxima vez que yo valla, tú tienes que ir, sino pues que ni me asome.
Bruce soltó una carcajada, mis padres le quieren como un hijo.
— Pues hombre, la próxima vez iré, de eso no hay duda —A pesar que está sonriendo todavía se mira tenso.
— ¿Qué hiciste Bruce? —le pregunte moviéndome al sofá de cuero negro y tome asiento a su lado.
Cuando está nervioso, no deja de golpear el pie contra el suelo y que coincidencia que no ha dejado de hacerlo desde que entro.
— Está vez no he hecho nada, te lo aseguro, pero... —me miró nervioso— El Señor Durant quiere hablar contigo... así que deduzco que el que la rego esta vez fuiste tú.
Oh no, lo llamo por su apellido, así es como lo nombran sus trabajadores y para que lo llame así y no padre, quiere decir que efectivamente algo hice y al parecer él se dio cuenta de mi regada mucho antes que yo supiera que hice algo mal y que al parecer no está contento por eso.
Trague saliva y respire hondo tratando de poner a un lado la tensión.
— ¿Qué crees que quiera? —me aventure a preguntar, tal vez él sepa en qué royo me metí esta vez.
Ya hace mucho que no me meto en problemas, mientras que Bruce lo hace cada semana y yo le ayudo a cubrir la evidencia.
— Ni idea, Mateo, ni idea — por su cara puedo saber que su padre realmente está molesto— Te está esperando en su oficina y desde ahora te advierto que está bravo, así que ten cuidado compañero, hemos perdido a muchos hombres en ese territorio —intentó bromear, pero me es imposible seguírsela en estos momentos.
Asentí con la cabeza y suspire pesadamente para luego ponerme en pie y dirigirme a mi posible condena de muerta con su padre y mi actual jefe.
Entre al elevador y presione el botón para subir al siguiente piso. Mi oficina, solo está un nivel menos que la de él.
Su padre se ha hecho cargo de mis estudios desde que tengo memoria, él es como mi padrino, desde una crisis económica que sufrieron mis padres y por la cual dejaría mis estudios debido a que mi educación no podría ser cubierta. Bruce le hablo de mí, a su padre y el sin que nadie se lo pidiera, me brindo una gran oportunidad y se hizo cargo de prácticamente todos mis gastos hasta la universidad, me matriculo en las mejores escuelas y me compró de los mejores útiles y como agradecimiento saque las mejores notas del salón, me aplique para aprender y conseguí una beca en una de las mejores universidades del país. Ahora él es mi jefe y yo soy su mano derecha.
Claro que no solo hice cosas buenas, también cometí una que otra travesura con su hijo Bruce durante mi infancia y juventud, ese señor realmente tuvo aguante con los dos. Recuerdo que una vez le metimos fuego a una de las champas, que Benjamín había comprado ese día en la playa. Nos tocó regresar todos a la casa con la ropa mojada y arenosa ya que todo se quemó y por poco y el fuego se pasa a otra de las champas, sino llegan los bomberos el fuego se hubiera esparcido.
Sin la ayuda del Sr. Benjamín Durant, no sería el hombre que soy, hoy en día.
El sonido de la puerta del elevador abriéndose, me saco de mis pensamientos para recordarme que cometí otro error y debo pagar por ello y lo peor es que no tengo ni idea de que rayos hice.
Su secretaría no está y sé que él sabe que llegaré, pues él me mando a llamar. Me pare delante de la puerta de la oficina que decía Sr. Durant y toque la puerta. Escuche que hablo, dándome el permiso de entrada y suspiré profundo antes de poner un pie allí dentro.
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