19

JungKook necesitó de 3 días viendo a JiMin caminando por la casa con su ropa guindando al cuerpo para convencerse de que era hora de que salieran a comprarle ropa.

Lo había retrasado porque le daba terror salir y exponer a su pequeño... pero mayormente lo había retrasado porque amaba ver a JiMin usando su ropa y ver lo adorable que se veía con sus camisas grandes.

JiMin poco a poco recuperaba peso y se veía cada vez más sano, pero JungKook pudo notar que el chico era por naturaleza de contextura delgada, así que nunca le quedaría con comodidad la ropa de JungKook.

Ahora, igual que la vez que tenían que ir al C.A.E, se encontraban en medio de la habitación con las manos entrelazadas, ambos de pie uno frente al otro.

A diferencia de la vez anterior, esta vez a JiMin se le podía notar un poco de preocupación en el rostro.

—Te protegeré con mi vida.

—Lo sé, Señor.

—Tendrán que pasar sobre mí antes de tocarte.

—Lo sé, Señor.

—Te quiero mucho, ¿sabes?

—Lo sé, JungKook. — respondió JiMin con una sonrisa tímida y mordió su labio con inocencia. —Yo también te quiero mucho.

— ¿Estás listo, pequeño?

—Estoy listo siempre que tú estés listo. — respondió JiMin valiente y JungKook lo atrajo a su cuerpo para abrazarlo.

—Te cuidaré siempre, lo prometo.

El viaje en el auto fue silencioso y un poco tenso. JungKook no quitaba sus ojos de la carretera pero por el rabillo de su ojo podía ver a JiMin jugando con sus dedos en el asiento del copiloto.

Se había rehusado a enviarlo atrás.

El ojinegro le había pedido a su madre que lo acompañara, pero ella solo había sonreído con una mezcla entre dulzura y lástima y JungKook entendió lo que su madre dijo con solo la mirada; debían empezar a enfrentar el mundo entre ellos dos solamente.

Estaba haciendo un poco de frío pero JungKook sentía el sudor correr por su espalda y sentía la necesidad de cubrir los brazos desnudos de JiMin.

En ese momento maldijo la ley de que los esclavos debían andar por la calle con la piel de los brazos al aire para mostrar el tatuaje que los identificaba como pertenencias del sistema.

Unos minutos después, y a pesar de ir manejando a una velocidad absurdamente baja, JungKook se encontró estacionando el auto en el parqueo del centro comercial.

Al apagar el auto, volteó su rostro y clavó sus ojos en el menor, quien tenía la cabeza gacha y tenía sus manos entrelazadas en su regazo.

JungKook alzó su mano y la pasó por el cabello del menor, dando una ligera caricia.

JiMin se relajó con la acción de su dueño y sin articular palabra alguna, ambos salieron del auto y caminaron uno al lado del otro hacia la entrada del centro comercial.

En la entrada se toparon con los típicos guardas que chequeaban los brazos de las personas y JungKook recibió una mirada confundida por parte del guarda que recibió a JiMin, dado que JungKook tomó el brazo del menor y lo mostró al guarda antes de que este tuviera tiempo de tocar al joven esclavo.

Una vez atravesadas las barreras, ambos caminaron y se fueron relajando cada vez más al ver que nadie los sumaba o les prestaba atención; eran simples dueño y esclavo ante los ojos del mundo.

Caminaron en silencio hasta una de las tiendas y JiMin entró con la cabeza gacha siguiendo a su poseedor.

La tienda estaba cómodamente vacía y los vendedores estaban todos ocupados, así que JungKook respiró tranquilo y miró a JiMin con una sonrisa.

 —Vamos a ver, ¿cuál sería tu estilo de vestir? — murmuró JungKook con una mano en la barbilla y JiMin se sonrojó al sentir la mirada observadora del mayor sobre él. — ¿Cuál es tu color favorito?

La pregunta sobresaltó un poco al menor, dado que nunca se lo había preguntado a sí mismo.

—No lo sé, Señor. — susurró JiMin con la mirada clavada en el suelo y JungKook deseó poder ser libre de poner sus dedos bajo la barbilla del menor y alzar su cara.

— ¿Cuál era tu favorito cuando eras niño? — susurró JungKook y JiMin tardó unos segundos en contestar.

—Rojo, Señor.

—Bien, eso es bueno. — respondió JungKook y caminó hacia la fila de camisas, buscando todas las que se encontrara rojas. —Estoy seguro que te verás increíble de rojo.

Rojas se pusieron las mejillas del joven esclavo y JungKook rió con ternura.

Sin interrupciones, escogieron entre ambos, sutilmente por parte de JiMin, unas cuantas camisas que fueran de una talla similar al cuerpo de JiMin y después de pagar, salieron de la tienda.

JiMin casi que le arrebató la bolsa al mayor y JungKook no objetó; sabía que atraerían miradas si JungKook cargaba las compras por sí mismo.

Entraron y salieron de un par de tiendas más con más compras y cuando se encaminaban a la salida satisfechos con los resultados del día, pasaron frente a una tienda de fajas y cinturones y JungKook se detuvo frente a ella.

Los pantalones que le había comprado a JiMin eran una talla más grande puesto que JungKook esperaba que el menor subiera un poco más de peso. Un cinturón era necesario para que en el proceso, JiMin no estuviera caminando por la casa con los pantalones guindando.

Con un suspiro cansado, puesto que ya quería que estuvieran de nuevo en casa, JungKook caminó dentro de la tienda y JiMin lo siguió.

— ¿En qué le puedo ayudar, Señor? — Preguntó una de las vendedoras, una de las evidentes esclavas, sobresaltando a JungKook.

—Solo estoy mirando, gracias. — respondió el ojinegro y suspiró aliviado al ver a la chica asentir y alejarse en silencio.

Caminaron unos segundos por la tienda hasta que JungKook se detuvo frente a una fila de lindas fajas negras.

— ¿Qué te parece esta? — preguntó con suavidad JungKook sin quitar la mirada de la faja en sus manos, pero no obtuvo respuesta. — ¿JiMin?

JungKook alzó su mirada al no recibir respuesta y sintió el miedo recorrer por su espalda al ver a JiMin temblando a su lado, con la respiración agitada y lágrimas brillando en sus ojos.

— ¿Qué pasa? — JungKook empezó a preguntar en un susurro pero se interrumpió al ver a un hombre caminar con aires de grandeza hacia ellos, seguido de una sumisa chica.

El hombre se detuvo frente a ambos y tenía los ojos clavados en JiMin.

— ¿Se le ofrece algo? — Preguntó JungKook con voz firme y se colocó muy cerca del hombre.

— Arrodíllate, bicho. — Dijo el hombre sin quitar su mirada de JiMin y JungKook vio como las rodillas del menor temblaron.

JungKook sintió su pecho arder en furia.

—Le voy a pedir respetuosamente que se aleje inmediatamente de aquí. — Dijo JungKook con la voz grave, llena de un evidente enojo.

El hombre clavó sus ojos sobre él y JungKook no se dejó intimidar.

A pesar de que el hombre era de un cuerpo más cuadrado, JungKook era de la misma estatura y casi que un poco más alto.

—Te engañaron cuando te entregaron al bicho. — Espetó el hombre burlón. — Ese no sirve, no sabe seguir órdenes.

En ese momento y con aquellas palabras, JungKook comprendió.

—Usted fue su último poseedor. — el ojinegro susurró y sus manos se cerraron con fuerza en puños, clavando sus uñas en su propia piel.

—Y lo devolví porque no sirve. — escupió el hombre y selló sus ojos de nuevo en el pobre JiMin, quien tenía el cuerpo en un manto de temblores y las lágrimas corrían libremente sobre sus mejillas. El hombre rió al verlo y alzó una mano, dirigiéndola hacia el joven esclavo. — Deberías hacer lo mismo, chico, estos no sirven...

Las palabras del hombre fueron interrumpidas por el puño de JungKook impactándose contra su mejilla.

La fuerza del golpe fue tanta que el hombre cayó de bruces al piso.

JiMin levantó la cara asustado y se sorprendió al ver a JungKook temblando de furia, las dos manos hechas puños y respirando agitadamente.

— JungKook... — susurró JiMin pero se interrumpió al ver a JungKook arrodillarse al lado del hombre.

—No me gusta que toquen lo mío, bicho. — murmuró JungKook con su rostro muy pegado al del hombre, quien lo miraba con temor. JungKook rió con ironía al verlo. — Me temes a mí pero te crees muy valiente frente a alguien que no puede defenderse. Das lástima.

JungKook se incorporó y miró a la joven esclava, que tenía los ojos muy abiertos y miraba a su dueño congelado en el suelo.

—Lamento mucho tu suerte, niña. — dijo JungKook mirando a la chica y vio como los ojos de esta se llenaron de lágrimas.

JungKook miró alrededor y vio que estaban empezando a llamar la atención, así que miró a JiMin y caminó hacia él, tocando con suavidad su brazo.

Se sintió enfermo al ver a JiMin sobresaltarse con su toque.

—Vamos ya, pequeño. — murmuró JungKook y empezó a caminar en dirección a la salida.

No articularon palabra alguna hasta llegar al auto y estar seguros dentro de él.

Tan pronto cerraron las puertas del auto, JungKook se quebró en llanto y escondió su rostro en sus manos.

El auto tembló con la fuerza de sus sollozos y se sobresaltó cuando sintió una mano sobre su espalda.

Destapó su cara con rapidez y miró a JiMin, quien mordía con fuerza su labio y tenía los ojos rojos llenos de lágrimas.

—Lo lamento, pequeño. — murmuró JungKook con las lágrimas rodando libremente por sus mejillas.

JiMin frunció su ceño al escucharlo y sintió su corazón explotar al entender.

—No te tengo miedo, JungKook. — susurró JiMin y JungKook lo miró directo a los ojos. —Jamás podría temerle a mi JungKook.

—Pero-

—Mi JungKook me estaba defendiendo. Sé que nunca me harías daño. — susurró JiMin y sonrió pequeño entre sus lágrimas. Con timidez, abrió sus brazos. — ¿Me regalas un abrazo?

JungKook se sintió jodidamente enamorado al escuchar sus clásicas palabras salir de la boca del joven esclavo.

—Mis abrazos son tuyos, pequeño. — respondió JungKook y envolvió al menor en sus brazos. —Todo yo soy tuyo, JiMin.

9/ 10

Ya se va a acabar el maratón TnT

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