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Al despertar, de lo primero que se percató fue que unos dedos pasaban por su cabello y le enviaban escalofríos por toda la columna.

Inmediatamente una sonrisa invadió su boca al darse cuenta de que muy probablemente quien le regalaba las caricias era su JungKook.

Sus párpados revolotearon un par de veces y al abrirlos por completo, se encontró a JungKook sentado a su lado en la cama, efectivamente con la mano sobre su cabeza.

Sintió un calor instalarse en su pecho al ver la sonrisa que le regaló JungKook al verlo despertar.

— ¿Dormiste bien? — Preguntó JungKook sin detener las caricias sobre su cabello.

—Sí, Señor. Muchas gracias por dejarme descansar. — Respondió JiMin e inconscientemente cerró sus ojos y movió su cabeza, como acariciándose a él mismo en la mano de su poseedor.

—No hay porqué agradecer, pequeño. — Murmuró JungKook, enternecido al ver la acción del menor.

Su sonrisa se fue borrando de su rostro al recordar de lo que debía hablar con su esclavo.

— ¿Cómo siguió su dolor de cabeza? — Preguntó JiMin al abrir los ojos y ver la seriedad en el rostro de su poseedor.

—Oh, bien, ya se me quitó. Gracias por las pastillas. — Respondió JungKook recuperando un poco la sonrisa. — Te traje el almuerzo, ¿tienes hambre?

JiMin frunció su ceño un poco; se suponía que era él quien debía atender a JungKook, no al contrario. A pesar de esto, asintió pequeño y se acomodó hasta quedar sentado.

—Pero antes, necesito hablarte de algo. — Habló JungKook y JiMin se congeló en el lugar al escuchar la seriedad en la voz de su dueño. — Necesito decirte algo, pero primero necesito dejarte en claro algunas cositas. ¿Prometes no asustarte antes de que termine de hablar?

JiMin lo miró directo a los ojos y después de dudarlo, asintió. JungKook se movió hasta quedar sentado al frente del menor y le tomó las manos.

— ¿Recuerdas cuando te dije que nunca te devolvería y que siempre te protegería? — Preguntó JungKook y JiMin asintió. — Necesito que recuerdes que eso siempre. Nunca te devolveré ni permitiré que te quiten de mi lado o que te lastimen.

JiMin se relajó al ver la genuinidad en el rostro del mayor y sonrió un poco, pero su sonrisa cayó al escuchar las siguientes palabras de JungKook.

—Bueno, esta mañana llamaron del C.A.E. — Empezó a decir JungKook y JiMin apretó de manera casi dolorosa el agarre en las manos de su dueño. — Debemos ir esta tarde para testificar que todo va bien y saldremos de allí tan pronto terminemos. — JiMin solo asintió al escucharlo y JungKook no pudo aguantarse más. — ¿Me dirías qué opinas?

—Sabía que lo llamarían, Señor. — Dijo JiMin con los ojos aguados y JungKook lo miró confundido. — Es parte del protocolo después de una devolución. A mi segundo poseedor lo llamaron para lo mismo... P-Pero odio ese lugar Señor...

—Lo sé, pequeño. — Murmuró JungKook y jaló a JiMin para envolverlo en un abrazo. — Lamento tener que llevarte de nuevo a ese lugar, pero si no vamos, tratarían de llevarte y jamás permitiré eso.

JiMin asintió contra su pecho y luego se separó muy despacio. Se quedó con la mirada baja al darse cuenta de que salir era sinónimo de contacto con personas en compañía de su nuevo y diferente dueño...

—Señor. — Dijo JiMin alzando la mirada y JungKook se sobresaltó al ver la seriedad en su rostro; de pronto no se veía tan joven. — ¿Me permite decirle algo?

—Por supuesto, sabes que no tienes que pedir permiso.

—Señor, cuando estemos afuera, no puede tratarme así. — Dijo JiMin y JungKook frunció su ceño. — Afuera tiene que recordar que yo soy solo un esclavo...

—No, pequeño, no me importa la gente.

—No quiero que le hagan daño, Señor, por favor. — Interrumpió JiMin y lo vio directo a los ojos.

A pesar de estar muy en desacuerdo, JungKook sabía que JiMin tenía razón. Si lo trataba afuera de la manera en que lo trataba allí, los pondría a ambos en peligro.

A la vez, sintió su corazón inflarse por ver la confianza que le tenía el ojiazul como para decirle algo así.

—Bien. — Murmuró JungKook y JiMin le sonrió. — Pero no creas que te andaré tratando como una mierda.

—Sé que no será así. — Respondió JiMin con una amplia sonrisa y JungKook se relajó al verlo volver a ser su pequeño. — Mi JungKook es bueno y jamás me haría daño, eso lo sé muy bien.

Una brillante sonrisa se asomó en JungKook y le volvió a tomar las manos al ojiazul, atrayéndolas hacia su boca y dejando un beso en cada mano.

—Exacto pequeño, tu JungKook jamás te hará daño.

4/10

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