Introducción


Una lágrima cayó por su mejilla, viéndose al espejo como un fantasma, notó el lamento del lobo en sus ojos color miel. El cabello que le permitieron crecer por la ocasión, estaba trenzado con garras de cristal negro, símbolo de sus raíces animales, arraigadas en lo profundo. Pero ahora toda esa preparación carecía de sentido.

Derek observó cada detalle que tenía, desde los dibujos del sol y la luna pintados delicadamente en su pecho, hasta el dije que colgaba de su cuello atado a un hilo negro, un lobo solitario que pronto se uniría a una luna, la amargura subió por su garganta cuando recordó que eso jamás sucedería.

La angustia creció en su pecho y quiso llorar con todas sus fuerzas, derramar en lágrimas todo el dolor y la injusticia que llevaba dentro. No se suponía que debía ocurrir esto, pero por años le forzaron a cumplir su deber de heredero, Derek anhelaba tanto poder ser otro lobo de clan, de cualquier posición eso no importaba, nunca quiso con tanta fuerza dejar de ser el hijo del alfa.

Pero todo era tan injusto... Las cosas no debían ser así y sin embargo lo eran, Derek no podía cambiar las cosas, el destino que le habían truncado desde un principio, mucho antes de que pudiera comprenderlo. Y dolía. Tanto como para querer encogerse, ocultarse en el hueco más profundo y echarse a morir ahí, dolía, porque de ahora en adelante todo cambiaría para siempre.

¿Se arrepentía de haberlo hecho?

Rompió un corazón en mil pedazos, por su juramento de fidelidad, por honestidad y tal vez, por el deber de hombre. Derek era apenas un joven de quince años, pero las promesas eran algo sagrado para él, y las cumplía, todas ellas, pero había una por encima de todas, que era la más valiosa e importante, la que hacía que todo este sufrimiento que estaba sintiendo mientras miraba su reflejo en el espejo fuera un poco más ameno, porque esa promesa era la que jamás iba a romper.

Algún día entregaría su corazón a su verdadera dueña. Y ya tenía nombre y apellido aunque ella no lo supiera todavía, aunque todo un clan los alejara, él cumpliría su promesa. Derek jamás estuvo tan seguro de algo en toda su vida.

Necesitaba hacerlo, su alma, su lobo, la necesitaban.

— ¿Derek?

Al oír la voz de su mejor amigo, se apresuró en limpiar sus lágrimas.

— ¿Qué haces aquí? —Exigió—. Se supone que ningún lobo puede verme por tres días.

Aunque fuera duro para los demás, ese castigo extra no significaba nada para él. No cuando ya le habían arrancado de sus garras la posibilidad de ser feliz algún día, ¿no podían exiliarlo o negarle su derecho a ocupar el puesto de su padre? Eso sin dudas era mucho mejor.

—No me importa, necesitas a un amigo.

Elijah saltó desde la ventana, Derek retrocedió hasta sentarse al borde de su cama.

— ¿Tú también vendrás a darme un sermón? ¿O quieres convencerme de retirar las palabras que dije?

Elijah se dejó caer, haciendo que Derek rebotara.

— ¿Para qué? Es sabido que siempre haces lo que quieres y hoy no ha sido la excepción.

Oh, el buen y recto Elijah estaba enojado, al igual que cada lobo adulto y adolescente que tuvieron que presenciar esa desastrosa ceremonia. Bien, por él todos podían irse al demonio, no iba a pedir perdón ni a arrastrarse para reanudar lo que cortó abruptamente, no iba a arrepentirse jamás de hacer lo correcto, de seguir a su corazón.

—Sabes por qué lo hice.

Derek giró para ver a Elijah a los ojos.

—Sí, ese siempre ha sido tu mayor virtud y defecto, hacer lo correcto.

—Y ahora estoy condenado —murmuró con amargura.

—Y Jeanine será enviada a Paradise City.

Subiéndose a la cama, Derek juntó las piernas al pecho y las rodeó con los brazos para descansar ahí su mentón. Estaba conteniendo las lágrimas que picaban como dagas en la parte trasera de sus ojos, no poder estar con ella era una tortura para el lobo, pero la distancia era peor. Ellos eran amigos aunque Derek la viera como algo más.

Algo que jamás podría tener...

— ¿Quieren emparejarla con algún lobo de su altura? —dijo con la ironía lastimando su alma.

Elijah dirigió sus ojos almendrados al techo.

—Hasta hoy sus padres estaban considerando la idea de enviarla a estudiar al internado, pero ahora es definitivo, ella se irá mañana por la tarde.

Hubo un gemido lastimero en su mente, ¿acaso el lobo también lloraría?

— ¿Deberíamos huir los dos lejos de todo y empezar una vida nueva?

Elijah lo miró con horror.

— ¿Y dejar el clan en manos de Elliot? No, por favor, no.

El exceso de dramatismo le hizo reír, solo Elijah podía bromear en un momento tan duro como este.

—Dame una respuesta.

De verdad la necesitaba.

— ¿Yo qué rayos sé Derek? No soy bueno dando consejos, para eso tienes a Dash, si yo estuviera en tu lugar ya habría mandado todo a la mierda.

Elijah pensaba de esa forma porque él no dependía del clan, no encajaba, él era más del tipo solitario al que nada le importaba. Su vida era mil veces más sencilla, y habían muchas ocasiones en que Derek lo envidiaba, el pobre Elijah no tendría el peso de doscientas vidas sobre sus hombros, podría irse si quería, encontrar pareja y vincularse, tener cachorros, una vida...

Todo lo que a Derek le habían negado esta noche.

—Debo hablar con ella.

—Espera un momento, esa es una pésima idea.

Elijah trató de disuadirlo con una mirada, pero ese truco no funcionaba, ya no. Decidido, salió por la ventana y utilizó sus garras para bajar por el balcón, apenas sus pies tocaron la tierra blanda, comenzó a correr en dirección de la casa en donde vivía Jeanine. La desobediencia era castigada, eso lo sabía bien, pero el dolor que sentía no se podía comparar con ningún castigo físico, ya nada podía hacerle más daño. Y en la inmensa pena que le atormentaba, solo quería una cosa, verla por última vez. Con tan solo una mirada de sus ojos oscuros él tendría un pedacito de calma en medio de la tormenta de emociones que aprisionaban su corazón herido, Jeanine no le negaría eso, no ella.

Sin embargo, sus esperanzas de poder acercarse fueron destruidas por siete lobos adultos rodeando la casa de madera. Derek frenó de golpe, encontrándose con siete pares de ojos furiosos, heridos, todos lo estaban, y eso le pegó duro al alma del lobo. Se sentía como un traidor, era como si al rechazarla hubiese rechazado a todo el clan.

— ¡Jeanine! —Gritó con todas sus fuerzas.

La luz de su habitación se encendió, y en el momento en que vio su silueta a través de las cortinas, Derek sintió la luz llevarse la oscuridad que amenazaba con asfixiarle.

Fue efímero, un instante, y luego esa luz se apagó, Derek fue arrastrado por los brazos, a lo profundo del bosque. No tuvo miedo, y en medio del castigo por desobedecer las órdenes del alfa, y del mismo Consejo, en medio de los golpes que los guardianes jóvenes le propinaron sin piedad alguna, soltó sus lágrimas en silencio, sintiéndose como la peor basura jamás creada, un lobo débil, traidor.

— ¿Por qué lo hiciste? —Oyó preguntar a uno de ellos—. ¿Por qué? ¿Quién te crees que eres para ir en contra de la tradición?

Una persona que amaba, pensó, pero no tuvo la energía para materializar las palabras en sonidos, toda su energía le había abandonado de repente, ni siquiera el combativo lobo quería rebelarse contra sus atacantes.

Tan solo quería dormir, y despertar pensando que todo esto no era más que una cruel pesadilla, que todavía contaba con la mirada de Jeanine y la amistad de sus compañeros de clan, que ya no tenía que cargar con el horrible destino que le imponían a la fuerza.

Derek quería despertar, y lo hizo varias horas después, cuando el brillo del sol calentó su rostro. Se levantó con la boca seca y el dolor pinchando en su cuerpo, al sentarse sobre la tierra escupió sangre, estaba de regreso en la realidad. Poniéndose de pie, algo tambaleante, Derek miró su reloj, eran más de la una de la tarde.

Ella debía estar yéndose.

Un pequeño lobo negro de ojos azules salió de un arbusto, reconoció a Seth de inmediato, él junto a su hermano, Shane, era uno de sus amigos cercanos, con los que solía pasar el tiempo. Seth se acercó bajando la cabeza al suelo, mostrándose apenado.

Sí, cualquiera podía sentir lástima por él, Derek era miserable.

—Rastrea para mí —le pidió—. Jeanine se está por ir del clan.

Seth se puso en marcha de inmediato, cuando se echó a correr, Derek le siguió hasta alcanzar el camino interno que conducía hacia la ruta principal. Pronto, oyó el ruido del motor y su mundo, junto con su corazón, tembló. El tiempo se acababa.

Ambos salieron a la ruta, la camioneta se alejaba de él, llevándose consigo todo lo que le importaba, su amiga, su confidente, la chica con la que planeó su futuro. Y ahora la distancia los separaba para siempre.

— ¡No!

Con la rabia doliendo en lo profundo, las lágrimas amenazando con desbordarse, Derek corrió detrás de la camioneta, rogando porque Sully se detuviera. No lo hizo.

— ¡Jeanine! —Gritó con la voz rompiéndose, tal vez era su corazón el que lo hacía— ¡Jeanine! —Suplicó, la energía lo hizo detenerse para no colapsar—. No me dejes.

Del pecho a la garganta, el doloroso aullido salió de una sola vez, largo y triste, un lamento que venía de lo profundo. Pero que nadie siguió, estaba solo, eterna e irremediablemente solo.

Cayendo de rodillas, dejó salir el llanto, hasta que no pudo más y se arrastró hasta la banquina. El dolor pronto se convirtió en rabia, cruda y visceral, Derek la acogió con gusto, gritando al aire para que todo aquel que tuviera la desgracia de oír la furia de un lobo herido supiera que no había perdido la batalla.

Iba a levantarse, pues no estaba acabado aún, él todavía tenía un futuro como alfa del clan Moon Fighters, y se aseguraría de cumplirlo, no porque quisiera, poco le importaba el puesto, lo único que quería era cambiar esas absurdas normas, esas estúpidas creencias, para que nadie más sufre la horrible condena que le dieron..., para que ningún otro lobo tenga que caminar solo el resto de su vida...

Seth se sentó a su lado, pero Derek no aceptó más lástima.

—Olvida todo esto —ordenó mirando al lobo negro—. ¡Olvídalo!

Seth bajó la cabeza, y gimió bajo, sometiéndose.

—Jamás digas nada —exigió en un murmullo—. Nadie debe saberlo.

Seth gruñó y levantó la mirada, Derek le llevaba cuatro años de distancia, podía ser una obviedad que el joven rastreador no supiera lo que pasaba frente a sus ojos, el dolor agonizante que su futuro alfa estaba sintiendo por dentro, pero Derek necesitaba confiar en alguien, porque ahora estaba muy solo y las cosas serían tan malditamente difíciles..., necesitaba armarse de amigos leales que no lo traicionaran, que vieran más allá de su rango, del futuro que le plantaron desde la cuna.

Tal vez Seth comprendía, tal vez no.

No había forma de saberlo realmente, porque él no podía hablarle y Derek estaba seguro que seguiría esa orden, como todos los demás. Estaba incomunicado por tres días.

Solo y aislado.

—Vete, volveré después.

El joven dudó un instante, pero luego, tan distraído como era siempre, desapareció del otro lado del bosque persiguiendo un rastro que a él no le importaba saber.

Mirando hacia el lejano horizonte con tristeza, Derek se levantó, recién ahí se dio cuenta de lo sucia que tenía la piel y el pantalón negro. Borró las lágrimas y se enderezó, fuerte, inflexible, como debía ser todo alfa, caminó en sentido contrario de regreso al territorio forestal del clan. Algún día llegaría a lo más alto, cambiaría las reglas, las leyes, algún día haría del clan Moon Fighters algo mejor de lo que era, lo guiaría por la senda del bien, de lo correcto, para que Jeanine estuviera orgullosa de pertenecer a un clan justo y compasivo. Él podía darle eso, estaba seguro y convencido de que lo haría, el resto... No sabía si en algún momento de ese distante futuro, ellos dos terminarían juntos rompiendo con todos los impedimentos, o las cosas finalizarían con ella felizmente emparejada y él caminando solo...

Porque ese fue su castigo, por rechazar a su pareja destinada...

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¡Hola, bienvenido/a!

Estás en la cuarta historia de la serie Moon Fighters, si te interesa seguir el orden de la serie, es el siguiente:

Salvame
Quiéreme
Atrapame
Liberame ▶️
Amame

Esta parte es autoconclusiva pero tiene ligeros spoilers de las anteriores.

¡Gracias por estar aquí! Espero que disfrutes la lectura.

PD: no dudes en votar, comentar o dejarme alguna crítica :) 

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