Capítulo 36

Un lobo sabe cuándo debe ser cauteloso, en tiempos de calma debe prepararse para la tormenta.

Reglamento de normas y conductas. Clan Moon Fighters.

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Fue imposible aislarse del todo, por más que quisieran evadirlo, siempre les llegaba, como un susurro que en todo momento les recordaba lo que estaba pasando y lo que ellos estaban haciendo.

Derek se aferró a la rutina mientras que Jeanine intentaba seguirle el paso y tratar de copiar su actitud desinteresada, hacer la vista a un lado y aplicarse a mantener su nueva vida. Sin embargo, no podía, la preocupación era más fuerte que esto, creció más y más después de que se enteró que Arif había encontrado a Derek.

Desde ahí, todo empeoró.

El clan atravesaba la peor crisis jamás vista desde la revuelta a mediados del siglo anterior, el número de miembros bajaba de forma crítica por las deserciones y los conflictos internos los ponían en boca de todos los informes en los portales de noticias electrónicos. Estaban siendo apaleados no solo en el plano jerárquico y social, Wired Tech se dirigía al quiebre inminente ahora que todos los contratos con otros clanes y empresarios humanos fueron revertidos y cancelados, la empresa solo trataba con cambiantes lobos... Los críticos economistas llamaron a esa movida como el acto suicida, pues miles de dólares se perdían en acciones y contratos si continuaban cerrándose a la mayoría de los mercados.

Sin embargo, a Jeanine poco le importaba que la fuente de sustento del clan estuviera colapsando, pues sus amigos y familiares eran ahora refugiados que abandonaron todo lo que llamaban hogar para buscar un lugar mejor donde vivir.

Caleb y Eleine se fueron al sur, hacia Spokane, donde la mujer humana consiguió empleo como secretaria de un detective que servía al escuadrón de policía estatal. Logan y su hermana, Raven, fueron acogidos en el clan Ice Daggers luego de que fueran expulsados con violencia de sus casas acusándoles de impuros y transgresores.

Las parejas mixtas volvieron a estar prohibidas. También las del mismo género. Por eso, su hermano Calvin ya no vivía en Paradise City, decidió desertar llevándose a su pareja e hija. Dashiell hizo cuanto pudo para mantener los ánimos fuertes y tratar de retener a sus compañeros, pero a la tercera semana de mandato, Elliot rechazó a su hijo y ordenó separarlo del padre por ser mestizo, el secreto del médico salió a la luz. Dash luchó para defenderlo y fue vencido como cada uno de los que se atrevieron a contradecirlo, parecía que no había rival para la fuerza del alfa.

La última gota de lealtad hacia los Miller abandonó el clan, y como la gran mayoría, se dirigió al sur.

De los tres hermanos poco se supo, Arejay se los llevó la misma noche que Derek fue derrotado. Fue mejor así, o habrían sido el objetivo principal del nuevo líder.

Los días pasaron y, lentamente, los expulsados y desertores comenzaron a hallar las pistas que los condujeron hasta Arklow, pero no se atrevían a acercarse después de que Arif hiciera correr la voz de que los había abandonado a todos.

O al menos, eso era lo que escuchó Jessie.

— ¿Has visto a Arif?

La pregunta salió esperanzada de los agrietados labios de Jessie, ella había logrado remontar el camino luego de sufrir un violento ataque por parte de los Cazadores de Elliot, fue expulsada por apoyar la revuelta de lobatos jóvenes e instructores que se negaron a aceptar el regreso de los emparejamientos arreglados. Si Jeanine hubiera estado en el momento del conflicto, los habría apoyado sin dudar, no había nada bueno en decidir con quién pasarían el resto de su vida.

—No, ese día llegué tarde y ya se había ido.

Peor aún fue encontrarse con la casa llena de estelas emocionales de agresión y amenaza, hubo un enfrentamiento entre Derek y Arif, pero él insistía en que no fue nada importante.

—Intento llamarlo pero el idiota nunca responde —Jessie gruñó bajo, sobre la vieja mesa de madera se puso a jugar con la botella de cerveza vacía, haciéndola girar—. Creo que peleó con Elliot... —Levantó la mirada, sus ojos avellana se humedecieron—. ¿Por qué cambió de esa forma? Si siempre fuimos buenos amigos con Elliot, ¿por qué se volvió tan malo?

—No creo que sea malo.

Jessie cortó el giro de la botella, había incredulidad en su mirada.

—Está destruyendo el clan desde adentro, es agresivo y violento, y está haciendo todo lo que no se debe hacer para liderar un clan, los hace sufrir, ¿y todavía crees que no es malo?

—Sé todo lo que hace —replicó entre labios apretados—. Pero crecimos juntos y... Maldición, estoy tan confundida... Nunca dio señales de creer en esas absurdas reglas que ahora les impone.

Jeanine dio un sorbo a su botella, nada podía aplacar el nudo de emociones que a cada minuto que seguía pensando en eso parecía apretarse más y más. Jessie suspiró del otro lado del gabinete, estaba pálida y retraída, su rostro denotaba cansancio y tristeza. Por supuesto, todo su mundo había sido sacudido y ahora estaba por su cuenta, convertida en una loba solitaria por la fuerza.

—Mierda —masculló mirando de reojo por la ventana—. Ya me encontró.

— ¿Quién?

—El gato —Jessie se encorvó en su asiento, tratando de quedar fuera de vista de cualquiera que se pusiera a mirar esa ventana.

Jeanine frunció el ceño.

— ¿Cuál gato?

—El que me persigue como un loco diciendo que soy su compañera.

De inmediato comprendió a quién se refería.

— ¿Sawyer?

Jessie asintió.

—Si no estás interesada en él, puedes rechazarlo.

—Ese es el problema —la voz de Jessie se tornó insegura—. Es insoportablemente arrogante y confiado y me mira como si yo... —Una pausa, Jessie miró la botella vacía—. Por desgracia para mi cordura, la loba lo aceptó y yo todavía...

— ¿Todavía esperas a Arif?

La frágil tristeza cambió su rostro por completo, pero luego volvió a mirar por la ventana y esa tristeza se transformó en ganas de salir huyendo.

—No tengo tiempo —masculló—. Debo moverme.

—No podrás evitarlo por siempre —Jeanine quiso detenerle—. Es un depredador y si sales huyendo solo conseguirás que quiera perseguirte hasta el cansancio.

Jessie tomó la mochila azul desteñida y se la colgó al hombro.

—Tenemos problemas más importantes que resolver antes, ¿no te parece?

Eso era correcto.

— ¿Ahora serás una errante?

Jessie se encogió de hombros y luego se despidió de ella con un beso en la mejilla.

—Ya arreglaré esto —afirmó, pero su inseguridad era notable—. Y tú tienes que traer a Derek de regreso del país de las maravillas.

Jessie se escabulló por la cocina en donde armó un revuelo de exclamaciones de los trabajadores de la cafetería. Después, las campanillas de la entrada sonaron con una melodía dulce y un hombre alto y fuerte entró claramente buscando algo, o alguien. Jeanine se refugió en el anotador digital, la señal era terrible y la conexión mucho peor, extrañaba la rápida red que les permitía acceso ilimitado a internet. Sawyer Arwall se detuvo a mitad del pasillo, sin importarle las miradas curiosas de los demás clientes que lo veían como si fuera un loco.

Por la posición en la que se encontraba ella podía ver parte de su rostro, la expresión podía compararse a la que tiene un niño cuando le quitan su dulce favorito. El hombre estaba decepcionado, y luego de unos minutos se dio cuenta de la realidad y trató de actuar normal, giró sobre sus pies acomodando los pliegues de su camisa de franela negra, ¿qué clase de felino usaba solo una camisa con siete grados bajo cero?

Se refugió en el anotador cuando la mirada gris del hombre recayó sobre ella, afortunadamente no le reconoció, de haberlo hecho tendría que idear un entramado de mentiras y no quería tener que ser la tapadera de Jessie una vez más.

Sawyer dejó el bar y se quedó en el estacionamiento, esperando que ella apareciera.

—Pobre hombre —murmuró.

Luego el pensamiento se esfumó cuando comenzaron a caer más de setenta notificaciones provenientes de la casilla de mensajes de red, fueron acumulándose en los días que no estuvo conectada a la señal y ahora estaba colapsando la aplicación. Los abrió, múltiples pedidos de ayuda, informes que delataban las acciones de Elliot, hilera tras hilera de preguntas sobre si estaba viva, bien y si había encontrado a Derek. Su corazón se encogió dentro del pecho al leer uno de los mensajes de Laila, la niña humana se había encariñado mucho con el alfa que le salvó la vida y ahora estaba preocupada porque no lo había vuelto a ver y debían mudarse otra vez.

Ella imaginó a Seth, desesperado entre la furia de su lobo y la necesidad de proteger a su creciente familia.

Debía hacer algo al respecto, no podía dejar las cosas seguir este curso o pronto el nombre Moon Fighters sería otro recuerdo en la historia, y pasaría a ser parte de la lista de clanes desintegrados y destruidos.

Miró su reloj hecho de correas de hilo, el turno de Derek estaba por terminar. Fue inevitable que al traerlo a su memoria una sonrisa apareciera en su rostro, solo recordar que lo tenía para ella sola le hacía sentir en paz... Pero esa paz estaba acechada por los lamentos lejanos de aquellos que pedían el orden que el antiguo alfa supo imponer.

Tras pagar las dos cervezas, Jeanine salió de la cafetería, el cambiante felino que asediaba a Jessie ya no estaba pero en lugar quedó su esencia fuerte, una mezcla de almíbar y ceniza caliente. Extraño. Ajustando la capucha de su gabardina, emprendió el camino hacia la parte sur del pueblo, en donde estaba el edificio del supermercado en donde trabajaba Derek. Ella todavía no tenía mucha suerte en su búsqueda de empleo, Arklow no ofrecía muchas opciones para una graduada en comunicaciones y tecnología avanzada.

Al llegar, se detuvo ante la gran cerca de barrotes de hierro que rodeaba toda la construcción, era de un tono azul oscuro que hacía juego con el logo del establecimiento, a lo lejos, más allá de la zona de estacionamiento, podía ver a través de los pulcros ventanales a la gente haciendo fila en las cajas.

Decidió esperar en el estacionamiento. Quince minutos después tenía a un lobo sonriéndole mientras se acercaba, ella también le correspondió, sin embargo, cuando quiso abrir la boca para saludarlo, Derek se le adelantó con un oscuro beso que le desconectó por completo, fue crudo y largo, un choque posesivo del lobo que le había extrañado tanto. Derek nunca perdía una chance de probar sus labios, y ella no se quejaba de esa manía.

—Hola Jeannie —dijo al separarse, todavía sostenía su rostro con ambas manos y por la cercanía del lobo en el color ámbar sabía que estaba satisfecho de dejarla desarmada.

— ¿Cómo está el cajero favorito de Arklow?

Derek le besó de nuevo, corto y suave, con un ligero mordisco.

—Te extrañé.

—Solo pasaron seis horas.

Una sonrisa lobuna se hizo amplia.

—Me he vuelto adicto a tu presencia, no me regañes.

Derek rodeó su cintura con un brazo, ambos comenzaron a caminar.

— ¿Viniste a verme trabajar?

—Algo así..., vengo de la cafetería, pero ya tomaron el puesto disponible.

—Oh..., mala suerte —Derek dirigió su vista al frente—. Supongo que seguirás en casa.

Ella le gruñó.

—No seré una loba casera.

Derek le miró de reojo, hizo una mueca triste.

—Moriré de hambre.

—Tú sabes cocinar —replicó.

—Pero no tan bien como tú.

El lobo le abrazó. Ella rió bajo mientras sentía el calor en las mejillas, luego se percató de varias mujeres mirándolos por la ventana.

—Tienes mucho público admirador.

—Lástima que las mujeres humanas no puedan sentir mi esencia en tu piel.

Se detuvieron frente al poste de alumbrado en el que dejaba anclada su bicicleta blanca. Derek se quitó la mochila y luego colocó allí la cadena y el candado.

—Adelante, señora Miller.

Jeanine alzó una ceja.

— ¿Ahora soy tu señora? —Inquirió entre risas, pero a la loba le fascinaba la idea tanto que se hallaba inquieta por encontrarse con el lobo.

—Sí. Ya te lo dije, tengo toda mi vida resuelta.

Jeanine se subió a la bicicleta.

—Imagina esto: tú y yo, vinculados, eventualmente emparejados, con tres o cuatro cachorros...

—Wow, Derek, ¿alguna vez tu codicioso corazón descansa?

El lobo jugó con el lóbulo de su oreja, tirando un poco hacia abajo. Las cosquillas aparecieron y casi pierden el equilibrio.

—Has estado con Jessie —dijo, su voz se tornó seria—. Dejó huella en tu mejilla.

La preocupación volvió a cobrar un lugar en su mente.

— ¿Encontró la casa?

—No, me encontró a mí en la tienda de electrodomésticos.

—Y... ¿Qué te dijo? ¿Cómo está ella?

—Jessie está bien —afirmó.

El pecho de Derek vibró por un gruñido, le erizó la piel.

— ¿Qué pasa Jeannie?

—Te lo diré cuando lleguemos.

Con las primeras gotas de lluvia cayendo sobre ellos, arribaron a la casa en un incómodo silencio que ella supo anticiparía una tensa charla, pero no podía seguir evadiendo el tema, y pretender que todo estaba bien no era el mejor modo de vivir, Jeanine tenía consciencia, la de Derek se estaba trastocando...

—Ya estamos aquí —habló, Derek fue directo al punto, caminó al centro de la sala y se plantó firme frente a ella—. ¿Qué sucede?

— ¿No lo sabes? Creí que era obvio.

Derek se cruzó de brazos.

—Explícate.

—El clan está en crisis.

Una mirada depredadora, carente de todo afecto y despojado de humanidad, le observó con detenimiento, la presencia del lobo fue firme, pero ella no iba a bajar la mirada.

— ¿Y?

Jeanine parpadeó, la aparente tranquilidad del lobo era desconcertante.

—Deberíamos...

—No —cortó con voz grave—. No te atrevas a sugerirlo, no volveré.

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