Capítulo 35
—Cierra los ojos y dime que ves.
—Nada.
—Esa es mi vida si no estás aquí.
Conversación entre Derek Miller y Jeanine Du Blanche (34)
☆゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★
Las siguientes seis semanas se escurrieron como agua entre los dedos, su rutina se resumía en ir contento a trabajar, atender a todo tipo de clientes en el supermercado y regresar a su casa en donde le esperaba Jeanine.
No había una sola cosa que le pudiera cambiar esta increíble racha de buen humor, ni siquiera el peligroso encuentro que tuvo con un par de cambiantes osos. Seguía vivo otro día más para disfrutarlo al máximo, esto era todo lo que quería y necesitaba, cero problemas y responsabilidades, por fin era dueño de sí mismo y de su tiempo, podía hacer todo lo que le prohibieron y más.
Derek intuía que faltaba muy poco para lograr vincularse con Jeanine, en el último encuentro, donde ambos se movieron en una danza lenta, había sentido al lobo listo, la confianza estaba ahí solo era cuestión de buscar el momento adecuado. Sentía algo de impaciencia, el lobo lo deseaba más que todo el chocolate del mundo y aunque Derek le repitiera hasta el cansancio que no podía forzarlo a voluntad, el animal solo quería una cosa: pertenecerle.
Si algún Alfa se enterara de este deseo suyo, lo más probable era que se le rieran en la cara y lo ficharan como un lobo débil. Porque un lobo alfa reclamaba, casi nunca era al revés. Bien, Derek estaba orgulloso de ir contra corriente.
Tuvo la mala suerte de pinchar una de las ruedas de su bicicleta, extrañamente el día expresaba un sol radiante como si fuera de primavera, enfilándose hacia un limpio atardecer, y el cambio a una temperatura templada resultó un poco molesto para el lobo. Derek dejó la bicicleta en el único taller mecánico del pueblo, el dueño, un viejo oso pardo, tenía algunas nociones sobre bicicletas y le aseguró que la tendría lista en cuarenta y ocho horas.
Mientras regresaba a su casa, Derek volvió a estructurar sus horarios de llegada y salida, tendría que levantarse más temprano para estar a tiempo en el trabajo, y tardaría más en volver con Jeanine. Una persona normal no lamentaría tanto eso último, pero para un hombre que estaba ante las puertas de la muerte, cada minuto perdido merecía un duro lamento. Tener a Jeanine de vuelta en su vida no estaba compensando tanto tiempo de privación afectiva, y su lobo no daba señales de mejorar, más bien, parecía estancado en un estado en donde no tenía suficientes reflejos y fuerza para enfrentar otra pelea, la recuperación era tan lenta que desesperaba.
Mientras descendía por la pendiente, la pequeña estructura comenzaba a divisarse a lo lejos. Derek sonrió, respiró el raro aire tibio, olor a hogar llenó sus pulmones y entonces comenzó a acortar la distancia con un trote relajado. Saltó el portón de metal pero se detuvo de golpe al percibir algo que fuera de lugar. Había otra persona además de Jeanine, involuntariamente sus instintos defensivos se activaron y el maltrecho lobo se levantó en su mente, cuando se trataba de ella podía sacar fuerzas desde donde no tenía, sin embargo, Derek lo retuvo mientras tomaba la perilla de la puerta, ya tenía la identidad del dueño de ese olor cítrico mezclado con madera mojada.
Arif Anyelev.
Lo encontró sentado en la mesa, de espaldas a la puerta, llevaba el cabello negro más largo de lo que recordaba. Completamente sorprendido de verlo, Derek buscó a Jeanine, pero no encontró ruidos en la estrecha cocina del otro lado, aunque sentía su presencia, ella debía de estar en la casa.
Regresó su atención al hombre en la sala.
— ¿Qué haces aquí, Arif?
Trató de sonar desinteresado, pero no tuvo mucho éxito, verlo aquí en su refugio fue un golpe de realidad acertando justo al pecho.
Derek estaba impactado al saber que lo había encontrado, mientras pasaron los días sin saber nada de ellos, creyó que estaba por su cuenta, aunque claro, Derek esperaba que el único capaz de seguirle las huellas fuera Seth. Y el rastreador no aparecía todavía.
Quizás estaba subestimando las habilidades de Arif.
El que una vez fue su líder de Vigilantes, no respondió, y su silencio fue un peso que estaba golpeándolo junto a las amargas emociones que expresaba sin decir una sola palabra, Arif estaba afligido y volátil, guardando ese iracundo temperamento como una granada al borde de estallar.
Eso le había otorgado su apodo dentro del clan, la bomba, imperturbable pero impredecible, calmo pero extremadamente violento en las situaciones correctas, Arif era un lobo que merecía tomarlo en cuenta. Ante su tamaño, nadie debía bajar la guardia si se lo encontraba irritado.
—Responde —ordenó, acercándose con cautela—. ¿Qué haces aquí?
Arif se enderezó, y al ver su rostro... Se quedó paralizado. Una larga herida bajaba de su ojo derecho que estaba cubierto por un parche negro con gasa blanca debajo, el corte tenía las características de un fuerte arañazo producido por garras de lobos, y por el resquicio de olor a sangre supo que llevaba días así, Derek tragó el bolo de amargura al saber que Arif había perdido su ojo.
El lobo giró, su movimiento casi mecánico le infundió un escalofrío que por poco le mueve todo el cuerpo, el cristalino color azul de su ojo izquierdo brillaba con rabia animal mientras se enfrentaba a su mirada.
—Estaba buscándote.
Estaba en presencia del frío y tenaz lobo gris, quien se levantó de la silla, la altura le otorga la mayor fuerza y poder, era grande y estaba enojado.
— ¿Para qué? —Cuestionó, Derek reunió sus fuerzas cruzándose de brazos.
Arif movió la cabeza de un lado al otro, lentamente, mientras avanzaba, Derek tensó su cuerpo y ambos comenzaron a girar en un círculo, despacio, como tentando los movimientos de un posible enfrentamiento.
—Eres el único que puede frenar todo esto.
Derek gruñón, fuerte y claro, reconociendo la insinuación detrás de esas palabras.
—Si tienes algo que decir, hazlo de una vez.
—El clan es un caos, tienes que volver.
«No... No, no, no, ¡no! » Derek había encontrado su pedazo de cielo y no estaba dispuesto a dejarlo ir así de fácil.
—Las transiciones nunca son sencillas, ya se acostumbrarán a Elliot.
—Elliot es un maniático, ciego y estúpido, ¡nos destruirá a todos! ¡Mira lo que hizo conmigo! ¡Me desfiguró el maldito rostro!
Derek retrocedió, el enfado de Arif era ácido y crudo, un poderoso incentivo para el lobo bajo su piel que veía la amenaza desplazarse en el único ojo bueno del vigilante.
— ¿Por qué hizo eso?
Una media sonrisa rota se dibujó en su rostro.
—Quiso restituir los emparejamientos arreglados, los jóvenes se rebelaron, y Jessie, junto a un gran grupo de instructores los apoyaron en la revuelta. Elliot los doblegó usando a los Cazadores, expulsó a Jessie y...
— ¿Y?
Arif respiró profundo.
— ¿Recuerdas a Sawyer Arwall?
—Sí, es el que nos vendió las armas.
—Tomó la pésima decisión de querer unirse al clan y pedir la mano de Jessie.
—Rayos, ese tipo es un idiota, ¿qué dijo ella?
La mirada de Arif fue triste.
—Aceptó. Pero al otro día sucedió esto y Sawyer se puso como loco al no encontrarla, y..., quiso atacar a Elliot, terminó en la enfermería con heridas graves, Dash lo salvó de milagro.
Derek se estiró la piel del rostro con una mano.
—Entonces, ¿cómo conseguiste esa herida?
—Elliot puso en vigencia de nuevo la ley que prohíbe las parejas mixtas y quiso expulsar a Sawyer, Dashiell se interpuso, yo también, lo defendí pero su fuerza es demasiada y... El maldito me venció, sus Cazadores se llevaron a Sawyer y lo abandonaron en la entrada de Woodstone City.
Bien, eso no sonaba agradable y por la alarma que expresaba el lobo frente a él, la cosa era seria. No pudo evitar sentirse decepcionado, Derek había luchado tanto para llevar justicia, igualdad y futuro a las personas que vivían en el clan, le costó horrores hacer que comprendieran que los matrimonios forzados no eran saludables para los lobos, y que el afecto y el amor trascendía las barreras del género y la raza, porque adentro todos eran iguales, un conjunto de órganos, sangre y tejidos funcionales.
— ¿Por qué lo defendiste? —Cuestionó—. Creí que tú y Jessie iba a...
—Eso no importa —cortó—. Te necesitamos para que le pongas un freno a toda esta locura.
Derek retrocedió, chocó contra el respaldar de una de las sillas, volvió a sentir esa presión dentro del pecho, esa molestia que surgía cada vez que lo acorralaban y no encontraba una buena salida. El lobo se inclinaba, lamentablemente, hacia sus instintos primarios de protección, todavía le quedaba los vestigios de poder y dominio del alfa que alguna vez fue, sin embargo, el lado humano gritaba que su tiempo se había acabado y esto... Lo que tenía con Jeanine... Era su nueva vida.
—Arif, yo... No voy a volver.
La mirada del lobo fue dura, ocultando un trasfondo de sorpresa enredado con decepción.
—No puedes estar diciendo eso —murmuró—. Tú no... Derek... ¡No puedes abandonarnos así! ¡¿Eso en qué clase de persona te convierte?!
Arif avanzó, Derek le esquivó por poco.
— ¡Habla! ¡¿Qué rayos te sucede?!
— ¡Nada!
— ¡¿Entonces por qué no quieres ayudarnos?!
—Porque no me corresponde —replicó.
Arif movió los hombros, las garras negras quedaron expuestas.
—Claro que te corresponde —soltó entre dientes apretados—. ¿Qué ha pasado contigo Derek? ¿Dónde está mi alfa que corría directo al fuego para salvar a los necesitados?
—Murió en la pelea. —Por primera vez uno de sus argumentos quedaba sin ser debatido ferozmente—. Esto que vez aquí —extendió los brazos—. Es lo que queda de ese hombre, solo restos, los pedazos de un lobo que quiso traer el futuro igualitario a un clan demasiado viejo para aceptar lo correcto.
Una oleada de tristeza le impactó, por supuesto, el fuerte Arif no lo demostraba, pero la estaba sintiendo tan potente y enorme que incluso si tuviera una mínima parte de la habilidad empática activa la hubiera sentido de la misma forma, como un estallido.
—Elliot está acabando con el clan más antiguo y respetado del mundo, ¿y tú qué, te quedaras aquí sonriente y de brazos cruzados, escondido y jugando a la gran familia feliz?
Derek explotó, en un arranque de energía animal que Arif no supo contener, lo empujó en brusco giro y con gran violencia hizo chocar su cuerpo contra la puerta, un crujido resonó por el impacto, Derek gruñó fuerte, mientras el lobo se movía por debajo dispuesto a someterlo.
— ¡Nunca! ¡¿Me oyes?! ¡Nunca, cuestiones esto! —Derek se acercó, su mirada se desvió directo al cuello expuesto Arif ladeó la cabeza en un gesto de rendición—. Me negaron lo más importante para un lobo —dijo, su voz al borde del quiebre—. Me condenaron a la muerte más horrible y lenta que puedes imaginarte por no seguir esas estúpidas reglas, ¡perder a mi lobo! ¡Tú no entiendes nada de todo lo que he pasado en mi maldita vida por quedarme en ese maldito puesto!
Lo soltó, retrocediendo, sus pulmones exigiendo el aire que le faltaba, sentía la garganta en carne viva. Las lágrimas de rabia pinchar en la parte trasera de sus ojos.
—No eres más que un cachorro, Arif.
El silencio inundó la sala, por completo, Arif estaba desarmado, los hombros caídos y la mirada baja, había resignación en el aire y eso dolía.
—Te desconozco Derek —murmuró, la decepción de esas tres palabras caló en lo más profundo—. Tú no eres así... Ya no eres el Alfa que una vez seguí...
—Genial, ya lo entendiste.
Arif se incorporó.
—Maldito imbécil —masculló al abrir la puerta—. ¡Púdrete!
El sonido azotó haciendo la estructura temblar, parte de la furia de Arif quedó impregnada en el ambiente. Derek cerró los labios, tensando la mandíbula contuvo el gruñido de impotencia que clamaba salir al aire, todo estaba yendo tan bien... El pasado no tenía por qué volver para atormentarlo una vez más.
— ¡Maldita sea! —Gritó, tomó una silla y la arrojó con fuerza contra la pared que separaba la habitación de la sala.
El estruendo resonó como un eco en la sala vacía, Derek esperaba por la aparición de Jeanine, pero ella nunca lo hizo, la extrañaba tanto... Fue hacia la cocina y la encontró igual de vacía, sus sentidos le engañaron como un inocente y crédulo cachorro, solo vio al gato atigrado que le regaló como mascota al terminar la primera semana.
Retrocedió, la pared le sostuvo y lentamente se dejó caer, el gato se sentó en la entrada de la cocina y lo observó desde la distancia con sus ojos verdes.
— ¿Dónde está tu dueña Sissy Paw?
El animal maulló una respuesta y luego solo se dedicó a ignorarlo mientras lamía su pelaje. Derek inclinó la cabeza hacia atrás, obligando al lobo a recobrar la poca cordura que le quedaba, desde el fondo sentía que había hecho lo correcto, que no tenía nada de qué avergonzarse, había escogido esta posición, quería esto, sin embargo esa pequeña y molesta parte también le hizo sentir como una basura egoísta y desconsiderado.
Dobló las piernas, rodeándolas con los brazos, pensó en silencio una opción, una salida que resultara bien para ambas partes, pero ya estaba cansado de todo esto, de los clanes y sus problemas, de la enfermedad y el dolor...
—A la mierda con todo esto —masculló entre dientes.
Derek se levantó, había claridad en su mente, caminó hacia donde quedó tirada la silla y la levantó para regresarla a su sitio. Luego fue a la cocina, había una nota pegada al refrigerador blanco, sonrió al leerla, este definitivamente era su lugar en el mundo, y no iba a sentirse culpable por ni una sola maldita cosa.
Después de todo, era su vida.
"Fui a comprar algo para cenar, regresaré pronto. Te quiero"
Con sus sentidos bajo control y la calma retornando a su cuerpo, Derek se preparó un chocolate caliente y le esperó, actuando como si nada hubiera pasado...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top