—La información es poder, las personas creen que el dinero es poder pero ciertamente, están equivocados.
— ¿Realmente puedo confiar en ti?
—El corazón de Seth está aquí, dividido en todos sus compañeros de clan, dime, ¿crees que me atrevería a hacerle otra cosa a ellos sabiendo que eso lo lastimaría?
Conversación entre Derek Miller y Reed Dickson, una semana después del secuestro.
☆゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★
—Debo hacer algo contigo.
Reed levantó la mirada, ojos oscuros de una tonalidad que casi alcanzaba el café, le observaron con minucioso detalle, todavía no entendía qué era lo que mantenía a Seth firmemente anclado a esta mujer humana, pero Derek no debía juzgar los gustos de sus protegidos, mucho menos de uno que estuvo al borde de enloquecer.
Puede que Seth nunca se diera cuenta de su inestabilidad animal, pero Derek lo anticipó a través del vínculo de sangre que lo unía a su líder de rastreadores. Tal vez, la llegada de Reed Dickson detuvo la inestabilidad, pero de ahí a tener plena confianza en ella... Eso llevaba tiempo.
—Todos me odian aquí —dijo en tono plano.
Ella actuaba diferente a cualquier otro humano, no se doblegaba ni aunque Derek tuviera el lobo a escasos centímetros de traspasar sus ojos. Reed no era como Eleine, dulce pero con carácter, Reed tenía autoridad enfrascada en la más absoluta seriedad, a veces distante, sin embargo, en presencia de ciertas personas se transformaba en una mujer alegre y vivaz... Por supuesto, Derek no entraba en ese grupo, y no le importaba para nada, lo único que quería era que los rumores que rondaban sobre ella se terminaran de una vez por todas.
— ¿Creíste que con solo salvar a Seth arreglarías tus errores? —Derek alzó una ceja, llevó su espalda hacia atrás sin dejar de mirarla y se reclinó sobre el borde del escritorio. Cruzándose de brazos le miró a los ojos, suspiró, no ganaría nada recriminándole todo lo que hizo—. No puedo tenerte en el territorio sin nada que hacer.
De reojo miró la hora en el reloj, debí terminar con esto o comenzarían a armar historias tontas, últimamente cada uno de los ancianos estaban esperando el siguiente desliz de su parte. Aunque eso solo eran falsas perspectivas, todas las decisiones que tomaba estaban bien justificadas.
— ¿Qué es lo que quieres de mí? —Cuestionó Reed con un tono exigente. Ella sopló un mechón de rizado cabello castaño que se escapó de su ordenado peinado, cayendo por su frente.
El lobo apreció la fortaleza de mujer que tenía en frente, pero comparada con Jeanine, Reed tan solo era una humana. Gruñó bajo, imperceptible, debía concentrarse o comenzaría a divagar.
—Vladimir Lébedevich necesita un ayudante que coordine y supervise el equipo de investigadores que trabaja en mi laboratorio. Creo que sería bueno para ti terminar con tus vacaciones y darte algo para hacer, regresarías a tu entorno favorable y estarías contribuyendo al clan.
Los ojos de Reed se redondearon, con un brillo de anhelo fácilmente distinguible, Derek capturó las esencias mezcladas, signo innegable del vínculo que todavía existía entre ella y Seth.
—Me gustaría eso.
Una trémula sonrisa se le escapó, y solo ahí pudo darse cuenta de la fragilidad humana inherente que existía en su interior y ella se esforzaba mucho por ocultar. Reed alegaba que estando entre cambiantes poderosos ella debía mantenerse a la par, de lo contrario la dominarían.
Era un buen argumento, pero sus lobos no eran racistas mucho menos prepotentes y agresivos hacia todos los seres humanos, solo mostraban los colmillos a aquellos que se atrevían a lastimarlos, o adueñarse de lo que por derecho era suyo.
Derek confiaba en que eso siguiera siendo real.
—Bien, hablaré con Seth para coordinar los horarios, pronto volveré a llamarte.
—De acuerdo, ¿eso es todo lo que querías?
Derek asintió.
—Puedes retirarte.
Reed abandonó la oficina, y el silencio retornó mientras Derek rodeaba el escritorio de nuevo. Algo en su interior cambió de forma repentina, el dolor vino tan puro y lacerante acompañado por el pulso acelerado, apoyando ambas palmas sobre la superficie, tomó aire, sus oídos retumbaban los demás sentidos se aletargaron durante varios segundos, el pulso se sintió vibrar en los tímpanos. Inhaló todo el aire que pudo, sabiendo que este malestar pasaría.
Pero estaba ocurriendo con mayor frecuencia, y eso era preocupante. El tiempo se le acababa.
Cerrando los ojos con fuerza, Derek se llevó una mano al pecho que se comprimió por la punzada de dolor que le atravesó de forma implacable, esperó, y esperó, hasta que la respiración volvió a contener aire fresco y sus sentidos regresaron a la normalidad. Era una sensación horrible, la más pura vulnerabilidad apareciendo en cualquier momento para recordarle que su tiempo se estaba acabando.
Eso no le importaba demasiado, la muerte era algo inevitable y que había aceptado que le llegaría más pronto que a los demás. Solo tenía un inconveniente al respecto: la enfermedad L, Derek no podía irse hasta hallar una cura para cada uno de sus protegidos.
Ese era el motivo fundamental por el que ambos, lobo y humano, seguían respirando, ese, además de ella...
Tomando una bocanada de aire, Derek se compuso, ubicándose en tiempo y espacio comprobando que estaba cuerdo, se alejó del escritorio, del mueble ornamental ubicado en una esquina sacó una pequeña botella de licor fuerte, bebió un vaso y regresó todo a su lugar. Vio su reflejo en el vidrio de la puerta, los ojos le arrojaron una imagen débil, deprimente y derrotada, un lobo al borde del colapso.
Gruñó bajo. Sintiéndose patético se dirigió a las puertas, el ambiente en el Centro Comunitario era cálido, amigable, rebosante de agradables emociones que fluctuaban en el aire y lo envolvían, trayéndolo de nuevo a sus propósitos, a su deber, por estos lobos inquietos y feroces él lo daría todo.
Pero luego escuchó una risa baja que se intensificó brevemente, su audición la capturó al instante y el lobo bebió de ella como si fuera su néctar personal. «Ríe, es feliz, pero no por y con nosotros» de reojo observó a Elliot rodear a Jeanine por la espalda, Derek compuso su casi inexistente armadura y siguió caminando rumbo a la salida del Centro.
—Derek —Logan le llamó desde afuera.
El líder de guardianes se detuvo a un par de pasos, frunció el ceño al verlo y ladeó un poco la cabeza hacia un costado. Logan había recuperado su puesto tras servir de enlace con los gatos Ice Daggers, gracias a él y su pareja —quien también era miembro de ese clan—, ahora tenían poderosos aliados viviendo a treinta kilómetros al sur.
Los ojos color café del lobo guardián se estrecharon y Derek supo por su postura que estaba usando sus sentidos expandidos para alcanzarle. Renuente a verse débil, Derek enderezó su postura y fijó su mirada en el lobo frente a él.
— ¿Estás bien?
El tono de preocupación le alteró, ¿qué tan bien estaba su armadura?
—Sí —respondió—. Todo está en orden, ¿ha pasado algo de lo que deba preocuparme?
Logan negó, pero ante su perspicacia nadie estaba a salvo, ni siquiera el alfa.
—Los guardianes están en calma. —Logan se cruzó de brazos, los ojos cafés escudriñaron alrededor, el ambiente se encontraba tranquilo—. Emmy dice que deberías alertar a Liam sobre los oficiales de policía, por si ellos deciden ir al sur.
Derek alzó una ceja.
—Creo que Liam puede cuidarse solo —respondió en tono calmo, pero las palabras sonaron aceradas—. Yo me ocupo de nuestros asuntos, y él de sus gatos.
La tensa mirada de Logan se desvió, pero el lobo percibió algo instintivo que nunca antes había estado ahí. La fuerza de voluntad era rasgo característico de los Deltas, en forma humana tenían obediencia y lealtad, pero sus animales no respondían muy bien a eso.
—Si no lo haces, lo hará ella.
Derek se aplastó el rostro con una mano, Emerald Wilkins era el felino más volátil y poderoso que jamás había conocido, después de Aria Ashburn. Derek no podía esperar una reacción menor de ella, pero no le agradaba otro soplón entre sus filas.
—Si lo hace, me veré obligado a tomar medidas por desobediencia.
Logan lo miró, la incredulidad danzando en sus ojos, sabiendo que nadie dominaba a Emmy, ni siquiera él que era su pareja vincular.
Un cambio sutil, y Logan respondió:
—Creí que éramos aliados.
Derek permitió que su lobo trabajara para identificar eso que era nuevo en Logan. Iba más allá del mero instinto protector, era diferente.
—Eso no significa que los meta en cada asunto, podemos ayudarlos si lo necesitan, pero al mismo tiempo debemos mantener los límites: Moon Fighters e Ice Daggers, somos clanes diferentes y eso debe permanecer así, de lo contrario habría conflictos de autoridad y yo no quiero que mi lobo tenga el cuello de Liam Gallagher.
Garras salieron expuestas, pero se ocultaron inmediatamente. Derek sonrió al tener la respuesta a sus dudas.
—Tu período fértil está por activarse —murmuró.
Logan retrocedió. Sacudió su cabeza confundido.
— ¿Cómo lo sabes? Yo no he...
—Ellos se comunican de forma diferente —prosiguió—. Pero pasaré por alto que protejas al gato alfa, solo te haré una pregunta, si me encuentras peleando con Liam ¿a quién salvas?
Logan vaciló. Luego se enderezó con confianza.
—A ti.
—Correcto. Pero tu lobo saltaría en favor de Liam.
Logan rió por lo bajo, negando.
— ¿Por qué...? —Dudó—. No actúa solo, no me controla...
—Lo sé, pero es instinto Logan, el lobo tiene a Emmy grabada en cada parte de él y protegerá todo lo que se relacione con la salud física y emocional de su pareja reproductiva, familia, amigos, una figura paterna...
Logan quedó en silencio, Derek le ofreció una sonrisa amable y pasó por su lado, golpeándole el hombro suavemente.
—Deberán empezar a cuidarse si todavía no quieren cachorros.
Derek siguió su camino dejando al sorprendido Logan de pie en la entrada del centro. Se hizo un recordatorio de visitar a la pareja para aclarar algunas cosas con respecto a la nueva alianza y cuestiones de jerarquías. Eso era lo complicado de las uniones entre cambiantes de diferentes clanes, la lealtad era un sentimiento poderoso y a veces un obstáculo, pese a que el lobo de Derek quería exigir la completa lealtad de Logan, Derek no iba a forzarlo, debía mellar la cuestión a base de palabras, se supone que la violencia es el último recurso y luchar contra sus protegidos no estaba en su lista de recurrencias.
Sintió algo de nostalgia, y algo punzante cerca del corazón, ¿envidia tal vez? Sí, era eso, ver cómo los demás resolvían su vida mientras él caminaba solo, pronto las nuevas parejas traería sangre nueva al clan, lindos y adorables cachorros para llenar sus arcas. Y Derek debía sonreír y alegrarse, al menos en un cincuenta por ciento, el otro porcentaje restante era el dueño de la más cruda amargura al saber que no estaba resolviendo nada y que no tendría descendencia pronto.
Ni en un par de años...
Respiró, levantando la mirada y se detuvo. Su aislada y solitaria cabaña le recibió con el mismo vacío, la soledad oscura de siempre, la frialdad del entorno y no era por el invierno abrazando el bosque. Dirigiéndose a la habitación, tomó un par de toallas del armario, un baño de agua fría le asentó bien para neutralizar estos malos y amargos pensamientos que no le servían de nada.
El agua también ayudó a aliviar los resquicios del dolor que quedaron en su piel luego de descompensarse, resistir era lo primero, el alfa debía estar bien.
Al momento de vestirse, un tono de llamada se escuchó desde la sala, apresurado Derek se colocó la camiseta negra y un suéter gris, acomodando su cabello húmedo fue hacia la sala, tomó la computadora y aceptó el vídeo llamado de Eleine.
La mujer morena apareció en la pantalla, una suave sonrisa le contagió algo de alegría.
—Hola Derek, ¿es un buen momento?
Por el brillo que inundaba sus ojos oscuros, Derek intuyó que tenía algo interesante.
—Por supuesto —respondió—. ¿Qué necesitas?
—Tengo buenas noticias, ¿recuerdas a Harry Atwood?
—El contrabandista.
—Utilicé todos mis recursos para convencerle, y ya lo tenemos, vendrá con su jefe.
Derek entre cerró los ojos.
—Creí que actuaba solo.
—Yo también, pero resulta que el jefe de Harry es al mismo tiempo su mejor amigo y ambos son como uña y carne, uno distribuye y el otro provee.
Derek pensó muy bien sus movimientos. Pero con el acuerdo de la última reunión con los pumas, estaba obligado a proceder aunque no estuviera confiado de obtener algo bueno.
— ¿Qué tan seguro es?
Eleine tomó un anotador digital.
—Sawyer Arwall es un cambiante, pero no hay registros del animal en que se transforma, es un negociante experto pero no un delincuente. Sin embargo, sugiero que no vayas solo a la reunión, lleva apoyo.
Derek rió por lo bajo, por supuesto, Eleine Mirianni siempre iba un paso por delante. Al principio, ese detalle en su forma de trabajo le incomodaba, sobre todo porque no siempre tenía el control, pero después de meses de buenos resultados, terminó por aceptar que la mentalidad de la mujer humana era una verdadera joya que funcionaba con precisión y rapidez.
—Puedo concluir que ya lo tienes acorralado.
—Así es —Eleine sonrió de orgullo—. Pacté un trato, la valiosa información de sus nubes de datos pirateadas por una reunión contigo.
Derek se reclinó hacia atrás en el sillón, esto iba a ser interesante.
—Bien, dime cuándo y dónde.
—Seis de la tarde, en la oficina central de Wired Tech.
—Excelente, tendré más seguridad.
Una risa baja se oyó del otro lado, supo que era Caleb. El corazón de Derek volvió a latir comprimido. Recordó el plan que venía detallando y todos los problemas que asomaban cerca de ellos. Caleb y Eleine debían mudarse a la seguridad del territorio.
— ¿Han considerado mi pedido? —Preguntó.
La sonrisa de Eleine se tornó triste.
—Este es nuestro hogar.
Definitivamente ese era un no.
—Lo sé, pero no quiero a dos de mis lobos en medio de un conflicto territorial, no es seguro.
Ahora la risa se hizo más suave, femenina.
—Soy humana Derek, sobreviviremos, no somos débiles. —La mujer se arregló el liso cabello negro que escapó a su moña—. Seis en punto, lleva apoyo, y sé amable, el orgullo de los felinos es muy potente, ¿de acuerdo?
Derek sonrió.
—Entendido.
Tras cortar la vídeo llamada, Derek tomó el teléfono del mueble se detuvo antes de marcar el primer número que se le vino a la mente. No iba a llevarla, debía darle un poco de tiempo libre....
Dos horas antes de la reunión, Arif, Jessie y Logan acudieron a su llamado, los tres se plantaron firmes y obedientes, a la espera de sus órdenes.
—Vendrán como apoyo a una reunión importante en Wired Tech.
Jessie fue a responder, pero Arif se le adelantó.
— ¿Por qué no va Jeanine?
Derek miró al alto lobo de ojos gélidos y cabello negro, un vigilante solitario diestro en defensa y tan calmo como témpano de hielo.
—Decidí darle tiempo libre, ahora ella tiene pareja —contuvo el gruñido del lobo que casi sale a la superficie—. Y en este caso quiero una barrera defensiva.
— ¿A quién vas a ver? —Inquirió Jessie—. Debe ser alguien peligroso.
Derek no hizo movimiento alguno, alarmarlos no era adecuado.
—Solo... Mantengan sus sentidos en alerta, y guarden silencio.
Haciendo un gesto, Derek los incitó a emprender la marcha. El viaje hacia Paradise City fue tranquilo. Arribaron al edificio en una hora y media, antes de ingresar Derek se aseguró de que no hubiera cambiantes extraños alrededor.
—Vamos.
Le avisó a Tammy sobre quiénes vendrían a la reunión, pero ella ya estaba al tanto gracias a Eleine, la asistente le informó que en su oficina estaba guardado la unidad extraíble con información sobre los dos visitantes.
Minutos después, Derek acomodó las cosas en el escritorio, los tres lobos se quedaron detrás en posiciones de defensa, extrañamente Jessie estaba alejada de Arif, y Derek extrañaba la confiada presencia de Jeanine.
— ¿No dirás nada? —Preguntó Logan.
—Ya se enterarán.
Tammy avisó sobre la llegada, tiempo después las grandes puertas de caoba y metal se abrieron, revelando las elegantes y gráciles figuras de dos hombres adueñándose de todo lo que pisaban. El lobo se agazapó, reconociendo los poderes.
Las diferencias entre ambos eran abismales, uno era alto, de ojos grises y cabello largo hasta el cuello, avellana. El otro bien podría ser de su estatura, quizá un centímetro más alto que Derek, de ojos verde pálido aclarándose alrededor de las pupilas, el cabello oscuro cruzado con partes rojizas.
Se movían como gatos... Le recordaba a los Ice Daggers.
—Bienvenidos —dijo levantándose de la silla.
El de ojos verde pálido se le quedó mirando, en una expresión seria, rayando en la indiferencia, una imagen se le vino a la mente y entonces supo que debía de tratarse del leopardo de las nieves, Harry Atwood.
—Es un gusto conocerlo —dijo el otro hombre—. Aunque las condiciones son en verdad extrañas.
Derek se dirigió a él, ese tono le recordó a Vladimir Lébedevich.
—Usted debe ser Sawyer Arwall.
Este asintió, luego la mirada recayó más lejana, precisamente en uno de sus lobos que se tensó con la agresividad latente. Jessie gruñó bajo.
— ¿Soy o me parezco? —Inquirió.
Sawyer Arwall salió del estupor que le mantuvo fija la atención en ella.
—D-disculpa —carraspeó—. Es solo que... —Sacudió la cabeza—. No es importante, siento... —Recurrió a Harry como pidiéndole ayuda.
Harry bufó. Una sonrisa letal se dibujó en su rostro.
—Quiere hablar contigo después —le dijo a Jessie con una sonrisa burlona.
—Que siga soñando...
Arif gruñó. Derek emitió un suspiro, tal vez no fue buena idea traer al dúo problema a esta reunión.
—Vamos directo al asunto —se impuso cortando la tensión—. Sé que mi informante les ha sustraído información valiosa y que la quieren de vuelta.
—Así es —dijo Sawyer, ahora más calmado.
—Ella los atrajo hasta mi territorio por una razón.
— ¿No podías hacer una llamada o enviar un correo? —Preguntó Harry con burla.
—El asunto es complejo y no me fío de los medios de comunicación convencionales.
—Y manejas una empresa electrónica —Harry rió por lo bajo—. Qué linda ironía, lobo.
El gato no le agradaba.
—No quiero a la ley humana detrás de mis asuntos —concluyó—. Necesito armamento.
Sawyer levantó la mirada.
—Pues si ese es el caso, has escogido los proveedores correctos. —Sawyer arregló los pliegues del fino traje negro que no le quedaba para nada bien—. Somos los más eficientes y confiables dentro del mercado.
— ¿Cuánto de eso es ilegal?
Sus lobos se miraron entre ellos, la inseguridad se filtró en el aire. Harry volvió a reír bajando un poco la mirada, la mezcla de rojo y negro acompañó el movimiento ocultando sus ojos de forma momentánea.
—Trabajamos según las normas y leyes —respondió. La mirada se transformó en el gris oscuro, Derek estaba en frente del leopardo—. Pero nos adjudicamos la fama de ilegales.
— ¿Por qué?
—Para disfrazar el hecho de que estamos armando a nuestra raza —respondió Sawyer—. Trabajamos lo suficientemente bien para no ser el objetivo de la policía humana, sin dejar huellas, todo legal.
Derek se reservó sus dudas.
—Estoy dispuesto a pagar muy bien —dijo—. Pero antes de hacer negocios, quiero una muestra de que puedo confiar en un gato —miró a Harry, luego a Sawyer—. Y en ti.
—Por supuesto, la confianza de nuestros clientes es muy valorada.
Derek esbozó media sonrisa.
—Bien, tengo entendido que nadie sabe qué tipo de cambiante eres —le dijo a Sawyer—. Prueba tu confianza, dime lo que eres.
El gris dio paso a un dorado opaco con pupilas rasgadas, afilándose en una línea. Derek intentó adivinar, lo indudable era que estaba lidiando con un felino, pero ¿cuál, leopardo, jaguar, puma, pantera, un león quizá? Ninguno de ellos rasgaba las pupilas.
—Sawyer —murmuró Harry, como en un tono de advertencia—. No.
—Todos, estén alertas —dijo haciendo uso de la comunicación sub-vocal—. Lo que de verdad quiero es armamento, para el clan, y también para los Dark Spines.
— ¿Por qué habrías de darle armas a un clan que no es aliado nuestro? —Preguntó Logan.
—Porque ellos me ayudarán a liberar a mis hermanos.
Sawyer volvió a Derek luego de un debate que se esforzó por ignorar.
—Negociar con el alfa del clan de lobos más poderoso de occidente es una oferta que no puedo rechazar —dijo, la mirada del cambiante se desvió sospechosamente hacia Jessie—. Yo... —Tomó aire—. Soy un leopardo de Amur.
Intrigado, Derek se le quedó mirando fijo, intentando oler algún rastro de engaño en las palabras de Sawyer, pero para su mayor sorpresa no detectó nada más que una aparente fragilidad desvaneciéndose casi de inmediato en el contacto visual. Entonces, era verdad, tenía en frente a uno de los últimos leopardos de Amur en el mundo, Vladimir Lébedevich no era el único.
—De acuerdo. Te creo, ahora cerremos el negocio, ¿les parece?
Tras firmar un montón de papeles, Derek tuvo asegurado el abastecimiento de armamento de bajo calibre, tanto para sus lobos como para los pumas. Las armas tardarían de dos a cuatro días en llegar, y pese a que estaba desesperado por poner en marcha su plan, aceptó el plazo, los dos leopardos redujeron el tiempo de envío lo máximo que pudo.
—Ha sido un placer hacer negocios con usted —dijo Sawyer.
Derek los acompañó a la salida, el leopardo de ojos grises le hizo un gesto, intuyó que quería hablar, haciéndole una señal a sus tres escoltas, Derek salió también afuera. Ahí la situación cambió y el aire se tornó tenso, Sawyer se acercó mirándole, como midiendo su fuerza y Derek sintió el lobo moverse.
—Aceptaré todos los términos que quieras —murmuró—. Te daré armas de todo tipo, las que desees, solo si me dejas estar cerca de ella.
Derek entre cerró los ojos.
— ¿De quién?
Sawyer sonrió.
—La chica de ojos avellana.
Un gruñido se construyó en su pecho, Derek no iba a ofrecer a Jessie a un completo extraño.
—Eso no será posible.
—Sawyer, dime que estás bromeando —dijo el leopardo.
Harry bufó detrás mientras Sawyer miraba a Derek con pena.
—Oh vamos, soy un hombre decente.
—No.
—Tienes que hacerlo.
Garras salieron. Sintió el cambio querer dominarle, la fuerza animal bullir debajo de la piel.
— ¿Por qué el interés?
Sawyer miró alrededor, tomó aire.
—La reconoció —respondió a media voz—. Ella... Resulta que es mi compañera.
Oh santa madre... Eso no sonaba nada bien.
—Eres un felino.
Sawyer se encogió de hombros.
— ¿Y eso qué? Mi gato ha elegido a una loba como pareja, ¿hay algún problema en eso?
Nudillos sonaron, como una advertencia.
—Ella te destrozará.
—Puedo con eso.
—Te hará arrastrarte.
—Puedo con eso.
—Y te dirá que ya tiene a un pretendiente en la mira.
Los ojos grises adoptaron un matiz dolido.
—Puedo... —La voz de Sawyer sonó frágil, pero luego se enderezó orgulloso—. Yo puedo con eso, de verdad, solo déjame estar cerca de ella.
Derek pasó una mano sobre el rostro, indeciso, no podía ignorar un reclamo de pareja, esos asuntos estaban fuera de sus límites, alejar a Sawyer de Jessie iba contra el Código y no era muy honorable de su parte, incluso sería un poco hipócrita, pero por otro lado... Jessie sentía cosas por Arif, y estaba seguro que rechazaría a Sawyer ante la primera movida.
Maldijo en su interior... Él había acudido a esta reunión para distraerse de los dilemas amorosos que le carcomían el alma, ya ahora estaba en medio de otro...
—Bien... Déjame pensar una forma segura y te avisaré.
—Oh... Gracias —Sawyer le estrechó la mano—. Nosotros nos quedaremos en Paradise City.
Oh genial, ahora tendría que tramitar dos permisos para un par de cambiantes extranjeros...
—Oye lobo —Harry le llamó, Derek giró para mirarlo—. Todavía no nos has dado la información que robaste.
Derek le ofreció una sonrisa afilada. La unidad extraíble solo fue una fachada, Derek nunca optaba por lo fácil, mucho menos regalaba su confianza a cualquiera.
—Nunca la tuve —respondió—. Ella la guardó en una nube oculta, ISTY, que solo se abre con clave.
— ¿Y cuál es esa? —Preguntó Sawyer.
—Lo sabrán después de concluir la entrega. —Derek se despidió—. Sean honestos, caballeros.
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