Capítulo 10
—Ella es la luz de mis ojos, pero prefiero verla tomada por otro que sufriendo por alguien roto y condenado como yo.
De los escritos de Derek Miller (16)
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Jessie y Lyra tomaron las bolsas de tela llenas después de haber pagado, una a cada lado de Jeanine, compartieron una alegre sonrisa y le hicieron un gesto, era hora de moverse. La tarde había pasado rápido y ya tenían todo lo necesario para ofrecer la fiesta a Caleb y Eleine.
—Así que... ¿Los rumores son ciertos? ¿Derek tiene una hermana?
La curiosa mirada de Jessie se fijó en ella, suplicante, Jeanine tomó las bolsas que ella cargaba y las dejó en el baúl del todo terreno negro. No iba a responder, aunque conociendo a su amiga, Jessie no desistiría en el tema, era persistente y tenaz, pero molesta cuando algo se le metía en la mente.
—Jeanine...
—Los asuntos del alfa son privados —sentenció cerrando de golpe la puerta.
—Sí, pero ustedes dos son como uña y carne, y esto ha dado vueltas por todos en el clan, algo debes saber.
— ¿De qué hablas? Yo solo soy el lugarteniente, apenas hablamos.
Jeanine capturó el interés en la mirada de Lyra, bien, se estaba enterrando sola en este asunto, era mejor cuidar sus palabras.
—Oh vamos, Jeanine.
Ni en un millón de años pensaría en ventilar los asuntos de Derek, ni siquiera frente a alguien como Jessie, que era lo más cercano a una hermana que podía tener, le quería, pero la confidencialidad era oro para su alfa y ella no le traicionaría jamás.
—No.
Ingresó al interior y cerró la puerta de golpe, el sonido tomó de imprevisto a Lyra, la mujer pegó un salto hacia atrás.
—Lo siento, suban.
Lyra bajó la mirada y sonrió, le agradaba, como cada compañero de clan, pero cada vez que la veía recordaba el castigo de Derek y su loba reaccionaba a eso, Lyra no tenía la culpa por ser elegida, precisamente por tener el pelaje y los ojos grises, tampoco por la condena del alfa. Ella era una dulce mujer sumisa, épsilon, posición que estaba cercana a la base y el corazón de la jerarquía del clan.
— ¿No nos olvidamos de nada?
—No, tenemos todo.
—Bien.
Dos horas y media de viaje desde la ciudad a las tierras forestales del clan, les llevó otra hora más acondicionar y decorar su cabaña para la fiesta de bienvenida. Por ser la más grande, Jeanine la había ofrecido como lugar donde realizar todo. Así que al anochecer, terminó con su nido rebosante de vívidos colores, adornos y carteles.
Las tradiciones del clan no eran todas malas, algunas servían para fortalecer los lazos, las amistades y la unión entre pares, las celebraciones después de las ceremonias de vínculos eran eventos muy esperados cada vez que una pareja se vinculaba.
Y ella había asistido a muchas durante estos largos años siendo lugarteniente. Ya se sabía de memoria el procedimiento, la última fue la de Logan y Emmy, el sentimiento en su pecho era agridulce en cada una de ellas, pues podía sentir lo mucho que le dolía a Derek ofrecerlas sabiendo que nunca obtendría una para él. Ver ese deseo en su mirada era devastador para Jeanine, su puesto le obligaba a estar junto al alfa en la ceremonia, pero de no serlo, estaba segura de que dejaría de asistir para no verlo desmoronarse y seguir de pie, mirando a las parejas jurarse fidelidad y amor.
El llamado de la puerta le distrajo, Jeanine acomodó las cintas de seda azul y fue a abrir la puerta.
Elliot se giró al instante en que ella le recibió, llevaba una bolsa de tela que olía a dulces, le sonrió de forma lenta y suave, Jeanine señaló la bolsa y él le frunció el ceño, aparentemente molesto.
— ¿Noche de películas? ¿Te suena? Es viernes.
Jeanine abrió los ojos, lo había olvidado completamente, con este asunto de Madeleine ella no tuvo tiempo ni para revisar su agenda de pendientes.
—Oh, Elliot...
Una silueta se movió a lo lejos, Jeanine retrocedió en el momento en que Jessie le saltaba encima.
— ¡Santo cielo Jessie! —Se quejó en medio de un alarido—. ¡Deja de hacer eso!
La risa de la mujer llenó el ambiente, antes silencioso.
—Eres tan fácil de atrapar cuando estás con Jeanine, ¿por qué será?
—No de nuevo Jessie, o juro que...
—Las amenazas no funcionan conmigo, a menos que seas Derek.
Elliot se giró, de forma pesada pues Jessie todavía estaba subida a su espalda. El lobo le sonrió con malicia.
—O Arif.
Las mejillas se colorearon y la fuerza de Jessie se desarmó, un efímero instante.
—Puedo comerme a ese cachorro de desayuno en cualquier momento.
—Oh sí, todos sabemos que te lo quieres comer.
Jessie gruñó, Jeanine ya no pudo contener la risa.
— ¿Van a pasar o se quedarán peleando toda la noche?
Ambos la miraron con falso enojo, Elliot hizo fuerza hacia arriba dejando caer a Jessie quien se mantuvo de pie con escaso equilibrio.
—Vaya... Esto es... ¿Qué rayos es esto? Parece que un unicornio vomitó un arcoíris en tu sala.
—Eres un bruto Elliot.
Jessie cerró tras de sí la puerta, y con su gran agilidad le arrebató la bolsa con dulces.
—En todo caso, ¿por qué adelantarse tanto? Faltan dos días.
Jessie bufó.
—Es malo hacer todo a último momento —respondió alargando su mano para arrebatarle el control.
—No otra vez...
—Ya conoces las reglas —cantó.
Mientras ambos preparaban los batidos en la cocina, le dejaron la opción de elegir la película a Jessie.
— ¿Vendrás a la ceremonia?
Elliot le miró, en el estrecho lugar parecía incómodo por su porte, desde la confrontación con las facciones Blue Storm, él había ganado un poco de masa y altura, Jeanine no podía explicarlo era como si estuviera pasando por otra fase de desarrollo, o una segunda adolescencia, el punto importante era que Elliot estaba más cambiado, con mayor fuerza.
¿Sería por su condición de alfa?
Ella no entendía por qué Derek se mantenía igual, no es que le desagradara su aspecto, para ella el alfa tenía todo lo que le atraía de un hombre, sin embargo, cada vez que tenía a Elliot cerca, notaba las diferencias que los separaban, y no podía evitar pensar que una confrontación se avecinaba, Derek tenía experiencia pero con su cuerpo haciéndose cada vez más delgado dudaba si podía... No, eran imaginaciones suyas, Elliot estaba seguro y cómodo en su lugar.
—No lo sé... Digamos que no le agrado a Eleine.
El sonido de la batidora eléctrica amortiguó el sonido áspero de su voz.
—Ella solo defendía a Caleb, además tenía razón, debemos aceptar su nueva identidad, ya sabes, darle apoyo.
Elliot sonrió, llevó una mano extendiendo su cabello castaño hacia atrás.
—No solo es eso, dicen que Eleine casi abre la boca sobre asuntos del clan..., y ahora lo que hizo Reed con el torpe de Seth..., creo que Derek se está ablandando.
Su loba se levantó en su mente, ofendida por la duda de Elliot, Jeanine resistió las ganas de darle una reprimenda, por más que fuera lugarteniente del clan, él tenía un dominio mayor al suyo y no tardaría en doblegarla, por mucho que aborreciera la idea. Tan solo era una opinión, Derek no estaba exento de críticas, no obstante, a Jeanine le dolían, porque nadie excepción de ella parecía comprender sus decisiones.
—Tuvo sus motivos.
De la alacena superior sacó una jarra, detuvo el aparato y vertió el batido de frutas. Elliot la estaba mirando de nuevo, de esa forma que le provocaba sensaciones extrañas en su cuerpo, haciendo que el animal reaccionara a la defensiva, no se sometía cuando Derek la miraba con la misma intensidad, y eso le confundía.
—Siempre me imagino cómo actuarías en tu ceremonia —dijo en un tono bajo.
Jeanine tragó duro al conectar con sus ojos oscuros.
—Sigue soñando, eso no va a pasar pronto.
Elliot sonrió.
—Jeanine, yo sé que alguien te mueve el corazón.
Ella abrió los ojos, tratando de ocultar la inquietud, ella era experta en disimular, nadie sabía el interés que sentía por Derek, fingió durante todos estos años, era imposible que Elliot...
—Regresa ese cerebro tuyo a la tierra —respondió a modo de broma—. Y deja de imaginar cosas.
La sonrisa del lobo fue más amplia.
—Solo me falta el nombre.
— ¡Elliot!
Ella le empujó el tazón con frutas cortadas en el pecho, tomó la jarra y un par de vasos de plástico y salió de la cocina. Si no tuviera un refinado control sobre sus emociones, el lobo ya se habría dado cuenta cada vez que mentía, lo mucho que le afectaba cuando hablaban del alfa, y ella no debía dejar que nadie lo supiera, porque terminaría en los oíos del Consejo y entonces Derek tendría problemas, y Jeanine perdería su puesto.
— ¿Ya elegiste? —Le preguntó a Jessie mientras dejaba las cosas en la pequeña mesa central.
—Sí, espero que les guste un espectacular thriller psicológico.
— ¡Excelente! —Exclamó Elliot—. Me dormiré a los primeros diez minutos.
Después de una hora y media, ambos se fueron, de no tener turnos se habrían quedado hasta tarde. Jeanine lavó las cosas usadas y al acostarse luego de apagar las luces, ella pensó en las palabras de Elliot. Treinta y cuatro años, solo un par de relaciones fallidas por tener solo a un hombre en el corazón, ella veía parejas formar sus lazos, al clan crecer en número con nuevos cachorros, y sin embargo, estaba ahí, como detenida en el tiempo, ¿era correcto lo que estaba haciendo, dejar pasar el tiempo por esperar una mínima oportunidad?
Su loba le susurró que podían esperar mil años, el animal confiaba en las señales que le había dado el lobo de Derek, pero Jeanine estaba segura del férreo control que este ejercía sobre su animal, y la enorme lealtad hacia el clan, el alfa no abandonaría todo por ella, de querer lo habría hecho hace tiempo. Jeanine se estaba cansando de esto, quizá era el momento de seguir adelante con su vida, buscar un buen lobo y formar una pareja.
No tenía que ir muy lejos, el clan tenía un saludable número de hombres solteros y disponibles.
Era tiempo.
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Tras días de sol, llegó el clima nublado anticipando esas largas tormentas que cubrían todo con su manto. Jeanine inspiró el aire y luego regresó a Eleine. Como parte de la Ceremonia de Vínculos, Derek debía hablar con Caleb y ella con Eleine, de esa forma establecían los pasos a seguir y los significados de cada cosa.
—Pero no estoy muy segura de que sea el momento —dijo Eleine un poco angustiada—. ¿No es mejor que sea el turno de Seth y Reed?
Jeanine se cruzó de brazos.
—Eleine, ¿cuál es el problema? ¿No quieres a Caleb?
Eleine se tensó.
—Claro que sí, es solo que..., no me siento aceptada por todos aquí, ya sabes, todo lo que hice...
—Oh, no te preocupes por eso, haces feliz a Caleb y cumples bien con tu trabajo, ya pocos recuerdan tus errores. Y no es como si te juzgaran constantemente, algunos son así de reservados.
Eleine asintió, un poco más relajada miró alrededor.
—Sí, tienes razón, debo dejar de vivir en el pasado.
—Correcto. Ahora unos detalles de la ceremonia. —Jeanine hizo una pausa cuando una gota solitaria cayó en su mano—. Se realiza bajo la luz de la luna, en cualquier fase, pero si es creciente mejor. Derek iniciará recitando las palabras de bienvenida y luego ustedes dirán los votos oficiales. Es necesario que no sueltes a Caleb ni dejes de mirarlo a los ojos. Una vez que terminan, Derek les dará su bendición y ambos se unirán con los anillos y una muestra de afecto.
Eleine se veía confundida.
—Es mucho por hacer..., ¿qué sucede si hago algo mal? ¿Si me equivoco? Oh Jeanine estoy tan nerviosa.
Jeanine alcanzó sus manos, intentó llegar a ella con su habilidad empática. Debía admitir que le agradaba la bondad de Eleine, cuando la conoció en circunstancias adversas ella le tuvo reticencia, más allá de ser humana, Eleine llegó a profesar odio hacia los cambiantes como Jeanine. Los prejuicios no conocían raza, y la mujer frente a ella los acogió durante mucho tiempo, sin embargo, en el transcurso de su relación laboral con Derek y personal con Caleb, había cambiado.
—Lo harás bien, todos sienten nervios frente a esto.
—Sí, pero... ¿Cuántos son humanos?
Jeanine le sonrió.
—Saldrá bien, lo verás.
Después de darle las últimas indicaciones, Eleine abandonó su cabaña, Jeanine ocupó parte de la mañana resolviendo una rabieta menor entre dos adolescentes, luego del almuerzo en el Centro comunitario, Derek apareció y le llamó con un gesto.
Todo en lo que había pensado durante la noche se esfumó al estar a solas en su oficina, Derek, tan agotado como siempre le recibió con esa suave sonrisa que solo le daba a unos pocos privilegiados, cachorros, ancianos, jóvenes, un par de madres, y ella.
— ¿Qué es lo que sucede?
Derek cruzó los brazos a la altura del pecho, se apoyó sobre el borde del escritorio.
—Quería hablar contigo sobre unos cambios de último momento en la Ceremonia de esta noche.
—Te escucho.
—Madeleine —dijo sin más—. La presentaré como mi hermana frente a todo el clan.
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