O4
No se había dado la libertad antes, pero ahora que lo observaba detalladamente pudo notar que el chico tenía una carita sumamente bonita.
Tenía unos labios prominentes y brillantes. Sus ojitos pequeños y alargados, además de que su nariz era una bolita muy pequeña, mejillas gorditas que a pesar de la delgadez seguían resaltando. Su cabello rubio y esponjoso caía un poco sobre su frente. Era sencillamente precioso.
JungKook sintió el impulso de mover el mechón de cabello y colocarlo detrás de su oreja.
— ¿Cómo te llamas? — Preguntó JungKook al rato de mirarlo.
—Soy el esclavo C-301 pero usted puede llamarme como desee, Señor. — Respondió el chico en un susurro. JungKook frunció su ceño.
—No... tu nombre, el que te pusieron tus padres antes de... — JungKook empezó a decir pero no pudo continuar. En el C.A.E le habían informado que el chico había sido vendido por sus padres como esclavo para salvar la hipoteca de la casa.
— ¿Mi nombre? — Preguntó el chico desconcertado. — ¿...JiMin?
—JiMin. — dijo JungKook, dejando el nombre rodar en su lengua y sus labios. — Me gusta tu nombre.
—G-Gracias. — Respondió el joven esclavo tartamudeando y con un sonrojo en sus mejillas.
— ¿Tienes hambre? — Preguntó JungKook y cuando vio que el chico iba a negar, lo interrumpió. — Recuerda que no puedes mentirme.
—Un poco, Señor. — Respondió en un susurro y JungKook sonrió satisfecho.
—Quédate ahí, te traeré algo. — Dijo JungKook y se levantó de la silla. Antes de irse, le hizo caso a su impulso y movió el mechón de cabello que tapaba la frente del esclavo, metiéndolo detrás de su oreja. Aprovechó y acarició su mejilla. A pesar de la vida que había llevado, tenía una piel muy suave.
Con un último suspiro, JungKook se volteó y salió de su habitación, cerrando con suavidad la puerta tras de sí.
—Mamá. — Dijo JungKook cuando llegó a la cocina y vio a su madre sentada con una taza de café en sus manos. — ¿Hay algo que le pueda dar de comer a JiMin?
— ¿JiMin? — Preguntó su madre con confusión.
—Oh... el esclavo. — Respondió JungKook y movió sus manos nervioso.
Su madre se quedó unos instantes observándolo y luego esbozó una pequeña sonrisa.
—Claro que sí, cariño. Quedó un poco de sopa del almuerzo, puedo pedirle a Hye que la recaliente.
— ¿Hay algo más? — Preguntó JungKook mirando alrededor de la cocina en búsqueda de algo más que darle al delgado chico.
— No creo que sea buena idea que le des más que sopa por los próximos días. — Respondió su madre y JungKook la miró confundido. — No sabes cuándo fue la última vez que comió y con cuáles cantidades lo alimentaban. Como está tan flaquito, es probable que lo alimentaran poco y si le das más de lo que su cuerpo está acostumbrado a recibir, se puede enfermar.
JungKook sintió ganas de llorar al escuchar las palabras de su madre. Realmente vivía en un mundo de mierda.
— ¿Ya atendiste los moretones que tiene en la espalda? — Preguntó su madre, cambiando de tema mientras tocaba una campanita que llamaba a su esclava, Hye. Segundos después, la esclava llegó a la cocina y sonrió al verlos. — Recalienta un poco de la sopa del almuerzo y llévala al cuarto de JungKook, por favor.
Hye asintió y sonrió mientras sacaba la sopa del refrigerador para calentarla.
—Lo había olvidado por completo, gracias mamá. — Dijo JungKook con los ojos muy abiertos al recordar el estado en que se encontraba la espalda el chico y se volteó para salir de la cocina.
—Espera JungKook. Hye, ¿podrías salir un momento? — Dijo su madre y Hye salió sin articular palabra. — Sabes que opino igual que tú con todo esto de los esclavos, pero JungKook... no puedes tratar así a tu escl—... a JiMin frente a las demás personas. Eres libre de tratarlo como lo tratas aquí dentro, pero sabes que tratarlo así en la calle te traerá muchos problemas.
Lleno de tristeza, JungKook asintió y empezó a subir los escalones.
Por más que le doliera aceptarlo, sabía que su madre tenía razón.
Cuando entró a su habitación, JungKook se encontró a JiMin en la misma posición en que lo había dejado. Parecía que el joven esclavo no se había movido ni un centímetro.
JiMin lo miró cuando entró a la habitación, pero rápidamente bajó la mirada y se tiró al suelo arrodillado.
JungKook se estremeció al escuchar el golpe seco de las delgadas rodillas chocando contra el suelo. En ese momento, agradeció que su casa tuviera piso de madera.
Muy despacio, JungKook se acercó al esclavo y lo observó un instante. Luego se agachó y se arrodilló frente a él.
JiMin tenía la cabeza agachada pero de igual manera pudo ver como su dueño se arrodilló frente a él. Sus ojos se abrieron como platos. Nunca en su corta vida había visto a un poseedor como él.
—Mírame, JiMin. — Susurró JungKook y JiMin obedeció. — Regla #2: no te lances contra el suelo para arrodillarte. Es más, arrodíllate la menor cantidad posible, ¿entendido?
Muy desconcertado, JiMin asintió lentamente y bajó de nuevo su mirada, agachando su cabeza.
—Mírame. — Volvió a pedir JungKook y JiMin de nuevo obedeció. — Esto no es una regla, pero necesito que sepas que puedes mirarme a los ojos cuando quieras. Tienes unos ojos muy bonitos como para que los tengas sellados al suelo, ¿sí?
—S-Sí, Señor. — Respondió JiMin sonrojado, tartamudeando y con los ojos muy abiertos y brillantes.
JungKook consideró en decirle que tampoco estaba en obligación de decirle "Señor" siempre, pero sentía que ya estaba pidiéndole muchas cosas y prefería darle un par de días al chico para que se adaptara.
—Bien. — Dijo JungKook y se levantó y tendió una mano para ayudar a JiMin. — Ahora sígueme.
Una vez más, JiMin solo observó la mano tendida pero se levantó solo.
Con un suspiro, JungKook caminó hacia su baño con JiMin siguiéndolo cerca.
El capítulo más largo de acá hasta ahora dkbdldkdn, uwu como ño, si yo les amo mucho, mucho. Y por eso hoy toca doble actualización uwu ♡♡
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