Capítulo 27: ¡Vida nueva!
MARATÓN (2/3)
Capitulo dedicado a: AimeeBatista
Narra Addeline
Habían pasado dos días. Dos días desde que me separé de las personas a las que consideraba más que unos amigos.
Eran mi familia.
Como prometieron, no me volvieron a buscar. Ni si quiera me habían llamado al móvil para preguntar cómo estaba.
Matheew y Max vivían juntos en un departamento con dos habitaciones. Al parecer ellos eran de New York pero habían venido a Italia de vacaciones.
Al principio quería quedarme en un hotel, seguía sin fiarme de ellos. Ellos insistieron y prometieron darme unas llaves de la casa por si pasaba algo que pudiera huir sin problemas.
El piso era bastante grande y iluminoso. Los muebles eran totalmente modernos. Blancos y celestes. Lo que mas me gustaba era el salón.
Me había quedado en la habitación de Matheew. Este insistió diciendo que el dormiría en el salón.
La habitación no estaba nada mal. Tenía una propia televisión con un aparato de videojuegos y un propio baño.
Con las pocas cosas que había comprado en el centro comercial me cambiaba y aveces hasta dormía.
Ahora llevaba una camiseta de Matheew por que al parecer 'era más cómodo' dormir con una camiseta que con una blusa.
Y realmente tenía razón.
No había parado de pensar en cómo me miraba Dan. Realmente me odiaba a mi misma por haberle hecho todo esto.
Negué con la cabeza y me acomodé más en el sofá.
Una puerta se abrió y Matheew totalmente mojado y con el torso desnudo se asomó al salón.
—Señorita Westh, ¿podría salir esta noche conmigo? –Me preguntó en tono burlón.–
Matheew se había encariñado mucho conmigo. Me abrazaba cada vez que me veía mal y me sacaba tema de conversación.
Era un ángel sacado del cielo.
—Claro, ¿dónde iremos?
Matheew apoyó su peso en la puerta haciendo que sus abdominales se vieran mas irresistibles.
Mordí mi labio inferior.
—¿Qué te parece una cena en un sitio alejado de todos? –Propuso con una sonrisa.–
—No me violarás o algo de eso, ¿verdad? –Bromeé.–
—Mas quisieras pasar tus manos por mi cuerpo, cochina. –Dijo dándose la vuelta y soltando una carcajada.– Vístete, ya son las ocho.
Yo solo asentí aún que no me viera y entré en la habitación que solo por el olor sabía que era de Matheew.
Cerré la puerta con seguro y me acerqué a las bolsas que seguían en el suelo. Saqué unos pantalones largos pegados a mis piernas y una blusa celeste.
Hacia bastante frío, pero una chaqueta vaquera solo me daría más frío. Me conformé con mi blusa y salí de la habitación lista.
Mi pelo totalmente suelto llegaba hasta mas abajo que mis hombros, totalmente liso.
—¿Estas lista, hermosa? –Preguntó Matheew saliendo de la habitación de Max.–
Asentí y este me agarró de la cintura mientras salíamos del departamento.
—¿Dónde está Max? –Pregunté confundida al no verlo con nosotros.–
—Él trabaja hasta la madrugada. ¿Algún problema por ir solo conmigo? –Soltó con voz grave.–
Negué divertida y salí del ascensor que nos llevó hasta el garaje del edificio.
Max y Matheew no eran para nada como yo me esperaba. Tenían la pinta de ser unos creídos que solo piensan en si mismo, pero me había equivocado.
Eran totalmente transparentes. Se preocupaban por mi y hasta la noche en la que llegue al departamento la pasaron conmigo despiertos.
Ya que me sentía mal por abandonar a los que consideraba mis amigos. Ellos me animaron y me dijeron que si no me daban libertad muy amigos no serían.
Era cierto que ellos no sabían toda la historia, realmente sabían bien poco. Temía que si les decía la verdad se volvieran como Alexandro de obsesionado con protegerme.
El coche que ya conocía de cuando los conocí se encontraban en un espacio bastante alejados de los demás.
Matheew le dió al botón y este se abrió. Se acercó al maletero y dejó una bolsa que había traído del departamento.
Me senté en el asiento de copiloto esperando a que Matheew me hiciera compañía. No tardó mucho en sentarse a mi lado.
—¿Qué quieres cenar? –Me preguntó mientras encendía el motor.–
—Por mi podemos ir hasta a un McDonald's. –Sonreí.–
Este negó con la cabeza divertido mientras encendía la radio.
Lo que mas me gustaba de Matheew era el sentido de humor que tenía. Era de estos hombres con esa habilidad especial de hacer reír a carcajadas a las personas.
Y eso me recordaba a Dan.
Puse mi mirada en la ventana del coche. No había mucho que ver ya que era un garaje, pero eso me tranquilizaba.
La radio comenzó a sonar y la canción me sorprendió.
Es la que todos cantamos en el coche antes de subir al avión.
«Entre lujos y dinero me arropaba el frió entre cámaras y fama me sentía vacío, y cuando todo mi mundo se ahogaba en lo hondo llegaste tú justo antes de que yo tocara fondo.»
Intenté aguantarme las lágrimas pero estas no me hicieron caso.
Dos pequeños hilos de agua bajaban de mis ojos hasta mi barbilla.
—¿Qué ocurre preciosa? –Matheew paró el coche para levantarme el mentón y quitarme el mismo las lágrimas.– Las princesas no lloran, pequeña. –Susurró.–
Me volví a quitar las lágrimas que volvían a bajar y le miré.
—¿Podrías quitar la radio? –Pedí con un hilo de voz.–
Este rápidamente me hizo caso y la apagó.
Volvió a conducir y al momento paró en un McDonald's.
Se bajó y rápidamente y al instante lo tenía a mi lado abrazándome.
—No me gusta verte llorar, reina. –Susurró mientras me acariciaba el pelo.– Tranquilízate por favor.
Las lágrimas no paraban de salir de mis ojos.
Estaba rompiendo en llanto solo por escuchar una canción.
Una canción que cantaron contigo en un momento de felicidad.
Echaba de menos a Dan, extrañaba a mi mejor amiga.
Hasta me hacía falta Alexandro.
Matheew me abrazó con más fuerza. Agarré su camiseta de la rabia que tenía mientras mas lágrimas bajaban y humedecían mis mejillas
Un sollozo salió del fondo de mi corazón.
Me dolía.
Me dolía mucho.
Mas tarde el capítulo 28.
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