EXTRA 🍃

Buenas noches, traje un regalo para mis mentirosos. Si leen alguna de mis otras historias, una disculpa, apenas me alcanza el tiempo.

Las faltas ortográficas son culpa del gobierno.

Warning: it will make you very sad

Sucedió hace un par de semanas, una llamada a su celular que unió y rompió su corazón al mismo tiempo. Cuando contestó, no estaba preparado para escuchar la voz de su ahora ex esposo.

Claro que lo espero, los primeros tres años, Yoongi siempre esperó por esa llamada. Sollozo cada día, abrazando ese suéter olvidado. Aunque ya no había rastro del perfume de Jimin, Yoongi seguía pensando que tenía su escencia, que la calidez que el rubio emanaba seguía impregnada en la suave prenda. Durante tres años lo miró, en cada parte a dónde iba, siempre podía verlo. Cada maldito lugar le recordaba lo que perdió, lo imbécil que fue.

Su corazón se aferró a la esperanza de que Jimin volviera un día, que lo acunara en sus brazos y le dijera que todo fue un mal sueño. Que aún podía evitar cometer el maldito error que lo llevo a perder lo más valioso en su vida... Cosa que jamás sucedió, Jimin no volvió y Yoongi se quedó solo.

Solamente él, acompañado de su dolor.

Ahora, cinco años después. Dos después de haberse rendido y simplemente comenzar a vivir porque tenía que hacerlo, Jimin le pedía verse. Por un segundo sé quedó en blanco y no supo qué responder, para al final, aceptar apresurado. Los nervios le carcomían el alma.

Sentía su corazón bombear a mil por hora, sus manos sudorosas y sus ojos brillantes. Apenas hace seis meses había dejado de llorar en cuanto pensaba en el nombre de su ex, ahora sentía que podría soltarse a llorar en cuanto le viera, casi lo hizo cuando escuchó su dulce voz.

No pudo evitar la ilusión, la esperanza de un nuevo comienzo. Entendía que había errado, que fue el peor de entre los peores, pero aún así... Aunque sabía que no era merecedor de la felicidad, seguía anhelado a Jimin.

Desde su partida, todo se veía sin color. Era una vida monótona, todo era gris. Ya no había colores cálidos que envolvieran su mundo.

Tarde comprendió, lo afortunado que fue de tener a alguien como Min... Park Jimin.

Cierto, Jimin ya no era su esposo. A veces lo olvidaba, porque recordarlo dolía. Saber que toda su historia acabo no hace cinco años, sino el día en que se atrevió a besar otros labios.

Era doloroso, un martirio que no cesaba ni al dormir, porque siempre soñaba con lo mismo. Él lastimando al más precioso ser del mundo, la misma pesadilla una y otra vez.

Se maldice cada día, porque puede recordar la felicidad que sintió el día de su boda. Se pregunta cómo mierda olvidó eso, cómo fue capaz de olvidar todo lo que Jimin le hacía sentir y engañarle de esa forma. Yoongi no creía que tenía justificación, ya no trataba de engañarse. Fue una mierda y lo aceptaba, pero lo seguía amando.

Así que entrar por la puerta de esa cafetería, con el pensamiento de que estaba a segundos de volver a ver al que ahora sabía, era el amor de su vida, le tenía aterrado.

Con las piernas y manos temblorosas, se abrió camino al local. Era su lugar especial... Cuando le llegó el mensaje con esa dirrección, más dolor se sumó a su corazón.

Aquella cafetería donde paso momentos hermosos con su esposo, momentos que arruinó cuando decidió llevar a su amante a aquel lugar que era tan especial. De verdad, no sabía qué mierda pasaba por su mente en esos momentos.

Cambió una vida de amor, por un momento de lujuria. La mayor estupidez de su vida.

Tomando valor, camina sin pensar a la mesa predilecta. Esa junto a la ventana que da una preciosa vista del sol escondiéndose en las montañas cuando anochece. Y justo como espero, ahí está.

Le espera sentando, con una tacita de té, que sabe lleva solo una cucharadita de miel. Un pequeño trozo de pay y uno de esos abrigos que siempre le han gustado, de color crema. Sus pequeñas manitas llenas de anillos como siempre le gustó.

Es igual de hermoso que la última vez que le vió, Yoongi podía decir que lucía aún más maravilloso. Su cabello rubio ahora era de un precioso rosado. Lucía como un hada, brillaba intensamente cual luz entre la oscuridad.

Y dolía, la forma en que ya no podía acercarse, robarle un beso que lo dejaría sonrojado y sostener su mano sin pensarlo. Para luego sentarse aún con sus manos unidas y hablar de cualquier cosa que los haría sonreír como los tontos enamorados que eran. Sería perfecto, Yoongi deseaba tanto poder hacerlo... Pero no podía, porque ya no era suyo, no lo cuido como debía y lo perdió.
Ahora solo podía verlo a la distancia, deslumbrante, tan lejano.

— Hola. — Yoongi murmura, apenas encontrando su voz cuando por fin está frente al ahora pelirosa.

Jimin alza su mirada y Yoongi cree que casi se cae hacia atrás, porque ver sus ojos de nuevo es como una avalancha de emociones que no sabe cómo controlar.

— Yoongi. — Escuchar su voz decir su nombre frente a frente le da una nueva oleada de emociones. Un cúmulo de sensaciones que se propagan por todo su cuerpo y un puñado de recuerdos que le golpean el rostro sin piedad. — Siéntate, por favor.

Jimin señala el asiento frente a él, el pelinegro toma asiento enseguida, sabiendo que si permanece un minuto más de pie, posiblemente caiga al suelo.

Apenas toma asiento, no sabe qué debe hacer a continuación, así que con la voz temblorosa pregunta lo primero que le viene a la mente.

— ¿Cómo e-estás? — Se arrepiente al segundo, no por la pregunta. Sino por el tartamudeo que le hace sentir como cuando eran apenas unos chiquillos y le pidió una cita por primera vez al ojiazul.

Jimin le mira un poco confuso, como si no esperara esa pregunta. Y no lo hace, momento antes su mente estaba trabajando para adivinar qué sería lo primero que Yoongi le diría.

Por un momento creyó que sería cruel y le diría algo que lo haría sentir mal. Sabía que el Yoongi que él conocía jamás lo lastimaría, pero ese Yoongi dejó de existir hace años y el que veía frente a él, era uno del que Jimin no sabía nada.

Seguía luciendo como Yoongi, con el cabello negro y esos mismo ojos que siempre amó, la piel pálida y los labios delgados, rosados por el crudo invierno. Seguía viéndose igual, pero entendía que era solo su apariencia. Después de tanto llanto, Jimin se dió cuenta que ya no sabía nada sobre él. Que ese Yoongi al que antes conocía como a nadie, se había marchado con los años, entendió por qué por mucho tiempo no logró entender la razón de su engañó.

Ya no conocía nada de Min Yoongi, así que no podía imaginar qué pasaba por su mente.

— Bien. — Jimin murmura, realmente sin saber cómo entablar una conversación verdadera. Habían pasado cinco años sin hablar, sin saber del otro y por su parte, Jimin estuvo tratando de olvidarlo para siempre, de sanar el dolor. Así que era difícil verlo y no sentir nada, no pensar por momentos si en realidad sí fue su culpa. Pronto olvida tal tontería, habían pasado cinco años, no podía seguir con eso. Jimin sabía la verdad. — ¿Y tú?

Yoongi rasca su nuca avergonzado, preguntándose si esa respuesta no es muy obvia ante sus ojeras marcadas y su semblante decaído, pero se igual forma responde. Como si fuera verdad.

— Bien.

Luego se sumergen en un silencio, lo suficientemente incómodo. Como nunca antes. Ninguno sabe cómo comenzar a hablar, Yoongi está a punto, pero entonces una mesera se acerca y le pregunta su orden. Yoongi que es el único sin ninguna bebida o pastel, pide un café bien cargado, esperando que el líquido le ayude en este momento.

Cuando la mesera entrega el café y Yoongi apenas alcanza a dar un sorbo, Jimin alza su mirada decidido.

— Yoongi.

— ¿Si? — El mayor le mira enseguida, alejando su atención de sus manos que sostienen la taza como si fuera su salvavidas. Le mira, a la vez que trata de no perderse en el azul de sus ojos.

Jimin carraspea, tratando de no pensar en la fija mirada que el mayor le da. ;— Te cité aquí porque quiero que hablemos de nosotros, de lo que sucedió. Quiero que arreglemos esto.

Yoongi le observa atónito, boqueando como un pez. La esperanza se avalancha en su corazón y de repente cree que pueda ver una luz al final del oscuro camino por el que ha estado caminado. La ilusión crece sin que pueda detenerla.

— ¿De verdad? ¿Hablas enserio?

Jimin asiente, pasando la mano por su cabello. Mira sus manos sobre la mesa de forma nerviosa, pensando en lo que dirá.

— Mira, no quiero que me expliques por qué lo hiciste o alguna de esas cosas, solo quiero olvidarme de eso ¿Si? — Con cada palabra, la esperanza de Yoongi crece. ¿Será posible? Quiere pensar que sí. — Quiero que-

— Te amo, Jimin.— Yoongi suelta sin pensar, dejando a Jimin sin habla. Aprovechando la impresión del menor, Yoongi toma su mano y le mira a los ojos con súplica. Trata de no perderse en el cálido tacto que hace que todo brille, que la vida tenga color y su alma suspiré en alivio. — Aún te amo. Cada día desde hace cinco años, he pagado mi condena con tu ausencia, te he anhelado en silencio y he llorado cada noche pidiendo al cielo una oportunidad más. — Para ese punto, Yoongi casi está llorando. Suplicando con el corazón en sus manos —. Sé que fui un idiota, que cometí un error, pero te amo con todo mi corazón y si tú me dieras una última oportunidad yo..

Antes de que pueda seguir hablando, Jimin aparta su mano. El cálido tacto abandona al pálido y todo vuelve a ser frío, gris. La esperanza se va como llegó.

Y Yoongi se siente un estúpido cuando observa la forma incómoda en que el pelirosa se aleja lo más posible.

— No, Yoongi. — Jimin niega, manteniendo sus manos juntas en su regazo y su mirada gacha. Al levantar la mirada de nuevo, la decisión brilla en sus preciosos ojos azules. — No hay y no habrá otra oportunidad. Porque, aunque me dolió mucho aceptarlo, entendí... Que si tú me hubieras amado como tanto dices, jamás me hubieras engañado. — Su ceño se frunce y las lágrimas traicioneras se amontonan en sus ojos. Jimin sabe que no debería llorar, pero aún duele. La traición siempre duele. Porque te destruye el autoestima, te hace dudar de ti mismo y es algo que no se repara fácilmente, no es unos días por lo menos. Algunas veces ni en años. Aunque Jimin cree que lo ha superado, sigue lastimando. Es un peso que ya no quiere llevar sobre sus hombros —. Si tú me hubieras amado una mínima parte de lo que yo te amé, nunca hubieras siquiera pensado en engañarme, nunca. Nunca hubieras hecho todo lo que tú hiciste.

Yoongi no puede hablar, porque sabe que tiene razón. Pero tampoco lo entiende, porque sabe, sabe que lo ama. Que lo ama tanto. Se sigue preguntando por qué demonios hizo aquello.

Y le duele verlo llorar de esa forma, ver que el daño que le hizo, le daño tan profundamente. Le duele no poder consolarle, porque él es el causante de su dolor.

Así que prefiere no decir nada más, ya no quiere seguir arruinándolo.

— Yoongi, yo voy a ser feliz. — Jimin habla con firmeza, limpiando las traicioneras lágrimas y encarando al mayor. Con una seguridad que hace que Yoongi se sienta orgulloso de alguna forma. Sigue viéndose como Jimin, pero sabe que ahora es más fuerte, que ha crecido para bien. — Seguí con mi vida y no planeo volver con alguien que me hizo tanto daño.

Yoongi asiente de inmediato, apenado de sus palabras. Es un idiota, el mayor de los estúpidos.

¿Cómo se le ocurrió tal cosa?

— Lo siento, lo siento. Lamento haberte pedido algo así, perdóname, yo no sé... Solo perdón, por todo. Por esto y por lo que hice. — Pasa sus manos por su cabello con frustración, sin encontrar las palabras adecuadas. — Perdóname por todo, lo que hice no tiene perdón, lo sé. Pero, por favor.

Suspira, frustrado con él mismo. Preguntándose por qué le es tan fácil arruinarlo todo.

— Te perdono, Yoongi. — Jimin le sonríe de medio lado, una sonrisa apenas perceptible pero que le deja en un estado de trance. Así, con los ojos un poco rojizos y los labios rojos a causa de las mordidas constantes, con esa pequeña sonrisa. Jimin luce hermoso y no puede evitar perderse. — Pero después de hoy, no quiero volver a verte. — Y ahora sabe que todo era demasiado bueno para ser verdad. Sabe que es algo que debía esperar, pero duele mucho. — Ya pasé muchos años reparando los pedazos rotos que dejaste de mi corazón, ya no quiero seguir sufriendo por ti. Así que te perdono, pero no te quiero de nuevo en mi vida. — Jimin suspira, sintiendo una culpa sin fundamentos que pronto olvida. No debe sentirse así, porque esto es por su bien. Ya pensó en el bienestar de los demás demasiado tiempo. Es su turno de ser feliz, sin nada que se lo impida. — Si te pedí verte, fue porque sabía que necesitaba un cierre real, ya no quiero huir, ni mucho menos esconderme. Quiero vivir en paz, porque no fue mi culpa, Yoongi. Porque te amé lo mejor que pude y si no funcionó, era porque ya no estaba destinado.

Yoongi le observa, con la garganta apretada y el corazón hundido. Sabe que tiene razón y las palabras, las suplicas por perdón se atoran en su garganta, impidiéndole decir cualquier cosa.

Jimin ha crecido tanto y él, él sigue siendo el tonto que se enamoró del príncipe más hermoso del reino. Es obvio que no merecía terminar con él. Yoongi no era el protagonista de ese cuento, no merecía tanto, siempre debió saberlo y por eso lo arruinó de la peor forma.

— Hace un año conocí a un buen hombre, su nombre es Hoseok y... Me hace feliz. — La voz de Jimin sale temblorosa, pero Yoongi sabe que es verdad. Lo sabe por el brillo en su mirada. Y duele, imaginar a Jimin con alguien más es devastador, aunque no debería. Porque él no tiene derecho de sentirse dolido. — No sé si debería contarte esto, no quiero que creas que es un intento de venganza o algo parecido. — Jimin niega un poco asustado de que crea eso, pero Yoongi ya sabe que no es así. Ese pequeño ángel jamás haría algo para lastimarlo, aunque lo merece. —. Simplemente quiero que entiendas el motivo de esta reunión, si quiero acabar con esto de una vez, es porque ya no quiero un pasado que me atormente. Quiero ser completamente libre y cerrar todo esto, porque... — El pelirosa pausa sus palabra, muerde sus abultados labios, esos que Yoongi sabe que son tan suaves como la seda. Sus manos van hasta su abdomen acunandolo con cariño. Yoongi hubiera querido escuchar lo siguiente, en otras circunstancias, en otro contexto. Siendo él parte de esa preciosa experiencia que Jimin pronto viviría. — Voy a tener un bebé.

La felicidad en sus palabras es obvia, Yoongi sabe que Jimin siempre amó a los niños con todo su corazón, así que no le sorprende en demasía. Pero saber que tendrá un bebé con alguien que no es él, le deja en shock.

— Wow. — Yoongi muerde su labio, pero sonríe un poco. No pudiendo evitarlo ante la evidente felicidad del menor. — Un bebé... Felicidades.

Jimin ríe risueño, sonrojado ante el pensamiento de que en unos meses, tendrá en sus brazos al bebé que permanece protegido en su vientre.

— Sabes que siempre quise uno, entendí en su momento que no quisieras que fuéramos padres tan pronto y te lo agradezco. — Jimin habla, con real agradecimiento. No podría imaginar cómo hubiera sido todo con un pequeño niño en medio de aquel desastre. — No me hubiera gustado que un bebé sufriera con esto de nosotros. — Frunce su ceño ante el pensamiento, sin notar la mirada que Yoongi tiene sobre sus manos en su vientre. Un bebé de ellos dos, el pelinegro casi quiere llorar ante el pensamiento que solo lo hace anhelar más algo que ya no puede tener. — Pero ahora tengo un esposo que me ama y ama a nuestro bebé, así que todo debe ir bien ¿No?

Ante las palabras del menor, Yoongi se prohíbe a si mismo seguir anhelando algo que no es y no será suyo. Jimin está casado, esa es una nueva información que no se esperaba. Observa sus manos y se da cuenta del anillo que luce diferente a los demás, un anillo de bodas que ni siquiera notó.

Está casado, tendrá un bebé y es feliz. Eso es todo lo que necesita saber para entender que él ya no tiene cabida en su vida.

— Lamento mucho lo que te hice Jimin, de verdad. — Yoongi habla, reteniendo el llanto que se acumula en su garganta. Avergonzado de su comportamiento. — Cada día me arrepiento más y más.

— No debes, Yoongi. — Jimin niega, siendo tan amable como solo él puede. — Supongo que no estábamos destinados a ser... Pero ahora soy feliz, de verdad. Soy feliz y voy a formar la familia que siempre quise.

Yoongi observa su felicidad y suspira. Es un alivio.

Verle feliz es un alivio a su corazón. Aunque sigue pesando su ausencia, saber que es feliz, le ayuda a calmar el dolor. Sólo un poco, lo suficiente para seguir viviendo.

— Me alegro por ti, de verdad. — Le sonríe, mostrando esas rosadas encías y los ojos achicados, de esa forma que antes era la perdición del ojiazul. Es su primera sonrisa verdadera en cinco años. — Lamento lo que dije antes, sé que fui muy descarado al pedir otra oportunidad, yo-

— No te preocupes, está bien. — Jimin niega con sus manos. Suspira y con precaución, posa su cálida mano sobre la del mayor. Con voz dulce y los ojos en los del mayor, le desea lo mejor. Jimin nunca guardó rencor hacia Yoongi, pero le alegra poder decirle frente a frente lo que siempre deseo para él. — Espero que tú también puedas encontrar la felicidad, Yoongi.

— Gracias, Jimin. — Yoongi aprieta los ojos, apreciando el cálido tacto y los sinceros deseos. Queriendo soltarse a llorar, pero reteniendo el llanto, sintiendo la despedida llegar a pasos agigantados. — Por perdonarme e incluso desearme algo que no merezco.

Jimin aprieta su mano una vez más y le suelta.

— Todos merecemos ser felices, Yoon. — Jimin le sonríe. De esa forma dulce y cálida que solo él puede, Yoongi le mira, grabando cada fracción en su memoria por última vez. Porque sabe que se terminó. Jimin se levanta de su lugar con calma, con esa gracia que sólo él posee y antes de caminar a la salida, le da una última sonrisa.— Adiós, Gigi.

— Adiós, Mimi.

Yoongi creyó que no haberse despedido de Jimin había sido lo más doloroso de su divorcio. Pasar la noche con la incertidumbre de saber a dónde había ido o si volvería a verlo, fue desgarrador. Creyó que nada dolería más que esa angustiante incertidumbre.

Ahora sabe que verlo salir por esa puerta, con la firme idea de que no vuelvan verse. Le duele mucho más.

Y solo puede aceptarlo.

Yoongi sabe que nada va a cambiar. No cree que pueda ser feliz, pero ya no importa. Para este punto ya nada lo hace. Lo único que le consuela es saber que el menor es feliz.

Él va a vivir porque no puede morir, pero eso es todo.

La felicidad se fue por esa puerta y jamás volverá.

Y es lo correcto. Es la sentencia que debe pagar ante su pecado.

¡Holaaa!

Este es el final definitivo, el anterior fue muy ambiguo. Aquí podemos ver que Jimin pudo superarlo y eso me deja satisfecha.

(Broma, hay un extra en la siguiente parte)

Entiendo que es Yoonmin y amo el Yoonmin... ¡Pero que viva el Hopemin!

Ahora, con seriedad. Un engaño no es algo que tenga perdón, te lastima de formas que nadie puede entender hasta que les sucede. Te rompe y no se lo deseo a nadie. Si pasas por una situación así, por favor, piensa en ti. No dudes que tu felicidad va primero y que no es tu culpa, tú no fuiste quien falló.

Hay ciertas cosas que no mencioné, pero si tienen dudas, pregunten y yo respondo.

Esto ya no da para otro extra, pero creo que con este es suficiente.

Dejar a Yoongi sin ser feliz puede ser un poco cruel, pero equis.

POR INFIEL.

ADIUSSS

-Siempre de mis homies mentirosos, Namchos


Yoongi tiene un perro y vive con su perro, el Yoongi de está linea temporal no merece más, ni modo. Jimin todavía ama a Yoongi, pero igual es feliz con su pareja y sí lo quiere, ok, pero eso es en está línea temporal. (2023)

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