Capítulo VI

“Puedo escuchar el océano, en la forma en
La que me llama. ¿Podría yo cambia
Mi vida por aquello?”




Amanecer.
Las flores del amanecer se ven de lujos. Con sus brillantes pétalos las hacia únicas en sus aparentes vidas. Pues están llena de hermosura, de brillo, serenas y con una fervor vida.

Irbanía estaba con una regadera rociando las flores casi cerca de la entrada. En tanto que lo hacía, soñaba despierta:

—Mañana no podré venir ayudarte. Iré con Niar al doctor…

—Esta bien. Si tienes que ir ve.

“No sé que debería decirte. Siempre estás en mi mente. Tu generosidad hacia mi da mucho de que hablar.”

La campanilla de la entrada suena y, Irbanía reacciona.

—Hola, buenos día chicas. ¿En qué le puedo ayudar?

—Hola. Y Seldrís, ¿Está?

—No. Hoy no vendrá. Je.

—Hoy no está, ¿Que dices nos vamos?

Susurraba una de las chica a la otro.

—Oye cariño, ¿Qué tal me queda esto?

Preguntó Lían mientras se dirigía hacia Irbanía. Ella le mira al igual que las chicas. Las caras de las chicas se alteran sorprendidas.

—Wawauu. Él es exactamente el tipo de chico que busco. Se ve tan caliente.

—Creo que este chico supera a Seldrís. Pues, tiene un aura de chico malo.

Se decía las chicas mientras se agarraban una con la otra.

—Ya te he dicho que no soy tu cariño. ¿Es que no entiendes?

Le golpe en el pecho mientras estaba ya cerca de ella. Lían se veía atractivo en la ropa que llevaba puesta. Un abrigo sin manga con gorro y bolsillos en la parte de abajo centralizado. Y, unos shorts cortos.

—Auh. ¿Por qué siempre eres tan agresiva conmigo? Por lo que veo tu no eres así con el tal Seldrís.

—Ya cállate con eso.

—Dime algo. ¿Verdad que me veo más apuesto con su ropa que él?

Dijo tomándola por detrás. Irbanía se molesta y le pega un fuerte codazo.

—Pareces un turista depravado. Debiste darle las gracias a Seldrís por traerte algo de ropa.

—Uuh. Oye, me quieres matar ¿O qué? Además, se me olvidó hacerlo.

Decía algo molesto. En cuanto hablaban, la campanilla suena. Ambos miran hacia la entrada. Una chica de pelo rojo camina hacia ellos. Es hermosa y atractiva. Cuerpo de modelo.

—Hey, guapa. Por aquí.

Cuando decía aquello Irbanía le pega otro codazo, mientras dice:

—Es la novia de Seldrís.

Lían se agarraba el estómago.

—Hola Niar. ¿Ya fueron al doctor?

—Seldrís hace turno por mi. Se me había olvidado el monedero en casa y volví por él. Y, de paso, pasé por aquí.

—Ah que bueno. Je.

Ambas se quedan en silencio.

—Oye, guapa. ¿Te gustaría mirar el océano conmigo?

Preguntó Lían en una postura seductora. Cuando preguntaba, Irbanía reacciona y le pega nuevamente un codazo. Esta vez en el costado.

En cuanto él dijo aquello, Niar le miró. Ambos se miraban fijamente. Irbanía lo mira a ambos mirarse de esa forma.

—Ah, bueno. He… Lían ve atraerme un poco más de…

—Bueno, ya me iré. Seguro ya mi turno se acerca. Nos vemos luego.

Interrumpió Niar.

—Si, hasta luego.

Ambos se quedan observándola mientras sale.

—Esa chica tiene el corazón roto.

Dijo Lían. Irbanía le mira cuando dijo aquello.

—¿A qué te refieres?

—Tiene un pasado frío y sombrío. Pude verlo en sus ojos. Creo que su novio es un reemplazo.

Irbanía queda boquiabierta sorprendida de lo último que dijo Lían.

—¿Estas seguro de eso Lían?

Preguntó dudosa.

—Un corazón roto es cuando ama a alguien o, amabas a esa persona. Ella trata de olvidar el pasado con su novio. Pero, el dolor que lleva no puede ahogarlo.

Mientras decía aquello, levanta su mano y aprieta su puño, luego dice:

—Esta es mi oportunidad. Debo atraerla hasta el océano y, allí hacer el intercambio.

—Te has vuelto loco. No puedes hacer eso…

—Acéptalo que te estoy ayudando con tu amor secreto… Aaaauuuh.

Irbanía le cae a golpe.

—Cállate, cállate, cállate, cállateee. Graaa.

—Oye, ya cálmate. Que pesada eres.

Se tranquilizan. Lían se le queda viendo. Parecía algo exhausta. Suspira y dice:

—Iré a la cocina.

Cuando Irbanía está en la cocina se siente algo mareada y se agarra del borde de una meseta.

“¿Seldrís es un reemplazo?” “¿Niar tiene el corazón roto?” “Es mi oportunidad” “Acéptalo que te estoy ayudando con tu amor secreto” “¿Qué hago?”

Luego se desmaya.

“Puedo escuchar el océano… las olas vibrantes, las aves… el olor… el olor… olor.

—… Siempre hay algo que hacer en casa, pero… prefiero caminar a tu lado por la orilla del mar.

“¿Por qué a mi? ¿Por qué?

—Si hay algo que desees con todo tu corazón dímelo y te apoyaré Irbanía.

—Hay una cosas que deseo en mi. Es enamorarme de…

—… Un día abrirás tus ojos y, encontrarás a alguien que te amara como dices.

—Nada es seguro en la vida Seldrís.

—Lo sé. Pero, esta vez lo estoy. Eres de esas tipa de chica que lo merece todo. Tendrás lo que siempre quieres.

“Solo son recuerdo que vagan en mi cabeza. Aquellos días, que solíamos ir a la orilla del mar, junto a la persona que siempre has soñado… son difíciles de borrar.”

“El sonido del océano… el dulce olor de Seldrís, y el calor de sus brazos…”

De pronto, Irbanía empieza abrir sus ojos. Parpadea. Al hacerlo, siente que alguien le acariciaba las mejillas y ve que alguien al igual le sostiene. Le mira. Lían. Ambos se quedan observándose. Irbanía mira fijamente aquellos cuyos ojos brillaban y la hacia verse a sí misma.

—¿Ya te mejoraste?

Preguntó Lían. Irbanía se le queda aún mirando.

—Bueno, ya sé lo que vas a decir.

Lían se levanta soltándola en el instante.

—Ay. Oye, ¿Qué te pasa?

Se quejaba mientras se apoyaba de sus codos.

—Ahora soy yo el que se siente mal.

Dijo pasándose una mano por la cara. Irbanía le mira cuando hubo dicho aquello.

—Debo ir al mar. He pasado bastante tiempo fuera de las aguas saladas.

Irbanía al escucharlo se queda sentada en el suelo y pregunta:

—¿Hay más sirena con tu en el océano?

Lían le mira y dice tras guardar algo de silencio:

—Hay muchas más.

Irbanía ahora le mira. Lían se pone de cuclillas frente a Irbanía. Le mira y continúa:

—Las sirenas casi no tenemos amigos. Solo lo tenemos cuando estamos en problemas. Mayormente, siempre vagamos por el océano solos. Como lo tiburones, solitarios.

—¿Es por eso que estás aquí?

Preguntó Irbanía. Lían se queda en silencio. Continúa:

—Te sientes solo siendo sirena. ¿Por qué sientes miedo de estar solo?

Lían suspira cerrando sus ojos, y luego abriéndolos dice:

—Cielo, ¿crees que un rostro como el mío debería estar siempre solo?

Irbanía al escuchar lo que dijo se molesta y empuja hacía atrás. Cuando lo hace se pone de pie.

—Cada vez estas más insoportable.

—Cariño, vamos. Solo bromeaba. Je je.

Dijo levantándose. Irbanía buscaba un vaso para tomar agua.

—Que no me digas cariño, que no soy tu cariño.

—Como quieres que te llame. Cielo, luna…

—Nada de eso.

—Ah, ya sé. Mi carnada favorita. Por eso me atrapaste en tu anzuelo…

—Calla.

Le lanza el agua que tenía en el vaso en la cara. Estaba muy molesta, que hasta esta roja del enojo. Lían saborea el agua y dice:

—Unn. Rica.

Dijo algo sonriente.

—Graaah.

Irbanía sale de su lado y Lían le sigue diciendo:

—Oye, en serio tengo que ir al océano. Ven conmigo y verás lo hermoso que es.

—Tu te sabes el camino, así que, ve tu solo.

—Es que… siempre me he sentido solo.

Cuando hubo dicho eso, Irbanía se detiene y quedándose de espalda suspira dejando caer sus hombros, dice:

—Déjame dejarle una nota a Seldrís por si quizás viene.

—Esa es mi…

Irbanía le mira entre ojos algo amenazante.

—He, si. He… Je je.






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