Capitulo III

“Esos ojos… es como si pudieran ver atreves de mí.
Vacíos y tristes; vi una lágrima… por el momento,
Confundí aquella gota de agua del mar
En su cara como lágrimas”.




La luna marcaba los hermosos cielos con su resplandor mientras las nubes les acompañaban a su lado. Aquella luna se veía como un nuevo planeta, donde se ve compartir juntamente con el planeta tierra. Pero aún así se veía vacío, más nunca deja su majestuoso esplendor por las noches en su momento de luna llena.

Las olas del mar se desplazan pacíficamente hacía la orilla de la playa.

Irbanía, estaba en la orilla de la playa a boca arriba. Abre sus ojos lentamente. Luego de haberlo abierto por completo, parpadea y, nuevamente parpadea. Rápidamente se incorpora de cintura y se pregunta:

—¿Cómo llegué hasta aquí?

Luego pensó:

“Seguro fui arrastrada por las olas hasta aquí. Sin una lesión. ¿Es un milagro?”

Pensaba mientras observaba su cuerpo libre de lesiones. En el momento que se pone de pie, mira un cuerpo en la orilla de la playa desnudo. Irbanía se acerca cautelosamente y, un poco asustada dice:

—Disculpe señor… ¿Está… bien?

No hubo respuesta.

“Oh no. Él no se levanta. Por favor que no esté muerto. Que no lo esté. Bueno, cálmate Irbanía. Tengo que comprobar que aun respira.

Pensaba mientras estaba allí parada. Luego camina hacía él y cuando está a su lado empieza a patalear la arena hacia atrás como las gallinas intentando que se levantara sin tener que tocarlo. Al ver que no hubo resultados, se preguntó así misma en un tono bromista:

—Ahora parezco que estoy intentando encubrir la escena del crimen.

Irbanía, reacciona y, se quita su camisa. Se la tira en la parte de las piernas tapándole su cosa.

De pronto, el cuerpo se estremece y se endereza de cintura quedándose sentado.

—Uff. Gracias a Dios, que estás vivo. Por un momento creí que estabas muerto.

Cuando decía lo último, el chico le mira mientras Irbanía se ponía de rodillas. Ambas miradas se encuentran.

—Wau.

Dijo en voz baja Irbanía. Aún ambos se miraban sin mediar palabras. El chico era de cuerpo muy sexy, un rostro apuesto, atractivo y de piel india.

“En esos ojos… puedo observarme a mi misma. Ese brillo…”

Después de casi un minuto observándose, el chico desliza su mirada hacia las piernas descubiertas de Irbanía y cuando lo hace, toca una de sus piernas. En cuanto lo hubo hecho Irbanía le cachetea la mano. El chico retira su mano medio sorprendido.

—Hey. ¿Qué intentas hacer? No puedes tocar las piernas de una mujer sin tener especialmente su consentimiento.

Le reprochaba y a la vez se ponía de pie.

Luego el chico mira sus pies y mueve las puntas de sus dedos como si fuera que nunca se lo hubiera visto. Irbanía aún continúa deleitada en su magnífico rostro.

—¿No sentiste nada?

Preguntó el chico intentando pararse pero, no logra hacerlo. Se tambaleaba y cae. Irbanía solo le miraba sin ayudarle. Solo estar asimilando aquellas palabras.

—¿A que te refieres?

—Va. No actúes como sino lo sintieras.

Dijo el chico con una expresión en su cara.

—Perdón, creo que me estas confundiendo.

—No. Creo que algo no salió bien.

Decía dudoso y con una mano en la barbilla.

—¿Perdón?

Preguntó algo dudosa.

—Cuando te besé debió salirte aletas de sirena.

—¿Queee? ¿Me besasteee?

Grito sorprendida. Continuó diciendo:

—Eres un descarado.

Le grito mientras le daba la espalda y se marchaba.

—No, espera. Escucha.

Irbanía se detiene y se da vuelta, le mira. El chico al mirarla le da una sonrisa algo burlona, lo que hace que Irbanía se enoje más.

—Graa.

Le da la espalda y empieza a caminar molesta.

—Espera, espera. Oye, espera.

El chico intenta ponerse de pie y empieza a dar pasitos como bebé. Se tambaleaba.

—Tengo que decirte que soy una sirena.

Irbanía al escuchar lo de “Sirena” se tuvo, y miró atrás. Luego el chico cae al suelo.

“Puede ser cierto. Ni siquiera sabe caminar.”

Pensaba Irbanía. Luego se le acercó y se pone en cuclillas. Ambos se miran.

—¿En serio, eres una sirena?

—Si.

—Y, ¿Dónde están tus aletas?

Preguntó Irbanía mirando hacia los pies del chico.

—Va, eso quisiera saber yo.

Dijo algo chistoso. Irbanía se molesta de la forma en la que lo dijo.

—Me voy.

Se enderezó.

—No, no espera. Puedes hacer algo por mi. Méteme al agua.

Irbanía se detiene y voltea. Se queda pensativa sin nada de que pensar. Luego suspira y camina hacia él. Le ayuda a levantarse y caminan hacia el agua. Cuando entran al agua el chico le hala cayendo ambos hasta zambullirse. Irbanía tragó agua salada. Luego sale tomando aire. El chico observa debajo del agua y, se da cuenta que los pies de Irbanía están normales como de costumbre. Al mirarla, mira los de él. Aún tenía sus aletas de sirena.

“No puede ser. En tierra tengo pies, y en el mar las aletas”.

Pensó el chico arrastrándose hacia la orilla. Al salir, observa a Irbanía caminando toda la orilla de la playa.

—Oye cariño, espera. ¿Dónde vas?

Decía mientras aleteaba por las aguas.

—No soy tu cariño…

Irbanía voltea y mira al chico en el mar.

Observa sus aletas azules. Queda impresionada llevándose las manos a la boca.

—Eres una sirena macho.

Dijo ahogando lo que dijo entre sus manos.

—¿Sirena macho? Ja ja. ¿Qué tan sexy me veo en el agua? ¿He?

Decía exhibiendo sus músculos. Irbanía se queda con una cara de tonta mientras piensa:

“Muy… sexy.”

Luego reaccionó molesta y se agacha para tomar un lata vacía, y se la arrojó.

Le da en la frente.

—Aaauuch.

—Desnudista exhíbista tonto.

—Oye, ¿No te gustó el beso?

Irbanía se detiene y le mira enojada.

—Eres muy impulsivo y espontáneo. Lo de las sirenas es una metodología…

—Pero ya visto que es cierto.

Irbanía se le queda mirando, luego desvía su vista y dice:

—Necesito asimilar lo que he visto.

—Sabes, tu has cambiado mi destino.

Dijo saliendo del agua y sus aletas dejaron de ser. Irbanía lo observa.

—¿A que te refieres?

Dijo Irbanía colocándose en cuclillas.

—Originalmente, las sirenas fueron antes humanos. Todo empieza con el fin de la vida de un humano… cuando su corazón esta roto se lanza al mar para ahogar su dolor, y… he hay donde una sirena le da una oportunidad intercambiando algo entre ambos…

—Espera, espera.

Dijo Irbanía cerrando sus ojos y haciéndole parar.

—A ver si entendí. ¿Crees que yo me lancé al mar para ahogar mi dolor?

—Sip.

Dijo algo cómico. Irbanía se le queda observando, luego continúa:

—¿Tu era antes un humano como yo?

—Sip. Pero no como mujer.

Irbanía se enoja.

—Lo sé tonto.

Se calma y luego dice:

—Entonces… ¿que era lo que quieras intercambiar conmigo? Por lo que he podido entender.

Cuando dijo aquello Irbanía se le quedó mirando a los ojos y él también le miraba. Luego de algunos segundos en silencio, aún mirándose, Irbania suspira y se levanta.

Ella le mira mientras el chico se pone de pie. Ahora se queda estable.

—¿Cómo te llamas?

—Antes me llamaban “Lían.” En el mar me llaman “Lían.” En lo profundo del mar también me llaman…

—Ya, ya, ya. Ya sé que en todas parte te llaman Lían. Si quiere que sea hospitalaria contigo debes comportarte. ¿Entiendes?

—Claro cariño.

—Deja de llamarme cariño.

Grito Irbanía molesta.

—Pues, como sea.

—¿Vas a venir conmigo o te quedarás aquí?

—Pues, voy contigo mami.

—Graaaaa. Idiota.

Le empujó. El chico cae a la arena y mira a Irbania marcharse.

—¿No quieres saber lo que quería intercambiar?

Le grito el chico. Irbanía se detiene a lo muy lejos con sus dos manos estéricas del enojo.

—No. Ya lo sé.

Gritó y se dio vuelta. El chico se sorprende y luego sonríe mientras se hecha su pelo hacia un lado.

“La sirena se vuelve en un humano y el humano se convierte en una sirena.”



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