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Esa noche, a pesar del baño cálido y las cobijas abrigadoras, sentí un frío ligero pero persistente, que no se disipó ni al amanecer. En mi imaginación, eso debía ser una señal de que debía dejar de engañar a mi familia, pero cuando finalmente me levanté de la cama, descubrí que, en realidad, todo el tiempo se trató de un pequeño fuego fantasmal que estaba flotando sobre el dosel de la cama. Al principio no supe cómo reaccionar, era un poco vergonzoso darse cuenta de que alguien te estuvo viendo toda la noche, aunque no fuera un vivo.

Me vestí rápido y sujeté todo mi cabello, ya había tenido suficiente con desenredarlo la noche anterior con el doble de trabajo que lo normal, así que no volvería a ir al bosque peinado con una media coleta de nuevo.

Sí, ya que no había señales divinas que indicaran lo contrario y mi mamá me había prometido no decirle nada a mi papá cuando regresara, al igual que Yue Shun, iría al bosque de nuevo.

El pequeño fuego bajó y me siguió por la habitación, pero se escondió tras de mí cuando Yun Zhan abrió la puerta para dejar el desayuno. Traté de ignorar el frío que se intensificaba en mi espalda gracias a aquel fantasmita y le sonreí a Yun Zhan: —Buenos días, gracias por la comida.

Ella me echó una mirada juzgadora, que me hizo palidecer más rápido que el frío. Pero inmediatamente después me sonrió, aunque muy levemente, como siempre, y dijo: —No hay de qué, joven amo —. Sacó de su manga una bolsa pequeña y la dejó junto a la bandeja sobre la mesa —suerte con su paseo en el bosque.

—Ehm... Gracias —respondí, un tanto confundido. Mientras ella se iba, me senté a la mesa y revisé qué había en la bolsa, encontrando que había medicinas y material de curación. Me sorprendió, y pensé en que tal vez era por si me pasaba algo estando en el bosque, lo cual no sería tan raro.

Desayuné rápido y salí de la habitación, con el fuego fantasma aún detrás de mí. Me dirigí a la habitación de mi mamá para despedirme antes de salir. Ella estaba aún desayunando mientras Yun Zhan arreglaba su cabello en uno de esos peinados elegantes pero complicados, que de sólo verlos me hacían agradecer ser un hombre y no tener que arreglar mi cabello con tanta complejidad. Mamá volteó hacia mí al escuchar que abrí la puerta, y me sonrió: —Buenos días, Hao'er.

—Buenos días, mamá. Ya me voy, trataré de volver pronto —contesté, intentando parecer muy seguro de mí mismo.

—Ve con cuidado —dijo, y noté en su mirada algo que parecía resignación, pero también ¿orgullo? No lo podría asegurar. Asentí con la cabeza y cerré la puerta para irme.

El fuego fantasma me siguió hasta por la calle, y afortunadamente la luz del sol lo hacía menos notorio, pues ya tenía suficiente con mi mala fama para llamar la atención de la gente. Sin embargo, el hecho de que me estuviera siguiendo me empezaba a preocupar, ya que además del frío que irradiaba, si continuaba cerca de mí me haría cansarme más rápido al alimentarse de mi energía.

Por lo tanto, avancé lo más rápido que pude para poder llegar al bosque, y en voz baja le pregunté: —¿Puedes hablar? Si es así, ¿por qué me estás siguiendo?

El fueguito flotó como si estuviera dando saltitos y respondió: —Tich jantáal xi'ipul byuk.

Lo miré, confundido: —Perdón, no entiendo fantasma, ¿no podrías contestar en chino?

—Bu¹.

—¿Te parece gracioso?

—¡Jeol!

Estaba a punto de amenazarlo con llevarlo con Yue Shun para que se deshiciera de él, cuando vi a Ji Lin, que caminaba un poco más adelante, altanera, preciosa y orgullosa. Me quedé quieto, siguiéndola con la mirada, y entonces noté que se dirigía hacia una casa, donde se encontraban los hermanos Yan Zi Wu y Yan Zi Yao, discutiendo entre sí, hasta que se dieron cuenta de su presencia y la saludaron.

Definitivamente me habría gustado intentar hablar con Ji Lin, pero incluso con sus amigos parecía ser un poco fría, y yo estaba consciente de que no era apreciado por ninguno de los tres. Me dí vuelta para regresar una calle y desviarme para llegar al bosque sin que ellos me vieran.

El fuego fantasma chisporroteó, como si estuviera furioso, y gritó en voz baja: —¡Mejdi letu'obe! ¡É taanech! ¡É taanech! —Dió algunas vueltas en el aire mientras lanzaba chispas, y luego pareció calmarse un poco, volviendo a seguirme.

Quise ignorarlo, pero esa palabra, letu'obe, me pareció reconocerla. Entonces deduje quién era ese fantasma: —¿Eres la pequeña huli jing de ayer?

—¡Jeol! —contestó bailando frenéticamente de arriba a abajo, así que interpreté que estaba asintiendo.

Sonreí levemente, y como ya estábamos cerca del bosque, hablé con más confianza. —Yo soy Wang Li Hao, ¿tienes un nombre?

—Jeol, manae le Bai Lan Hua.

—¿Bai Lan Hua? ¿Orquídea blanca?

—Jeol, Bai Lan Hua.

—Entendido. De hecho te queda bien.

En ese momento ya habíamos entrado al bosque, y Bai Lan Hua flotó alegremente por el camino, así que apresuré mis pasos para seguirla. Las sombras de los árboles eran lo bastante oscuras aún para que su luz se destacara por todo el sendero, y de esta manera recorrimos la isla; pronto llegamos al claro donde había caído y encontrado al Zorro Negro la noche anterior.

Bai Lan Hua se detuvo en el centro del claro y comenzó a bailar, iluminando el lugar con su resplandor. Era un baile suave y elegante, que parecía imitar el movimiento de las hojas en el viento. Me quedé observándola, maravillado por su gracia y belleza. Pero después ví otro brillo, que venía de un hueco en la pequeña escarpadura donde me había caído cuando intentaba volver a Yue'an. 

Aquel brillo se movió hacia delante, y salió del hueco. Eran los ojos del Zorro Negro, quien caminó con sus pasos elegantes y firmes hasta llegar frente al fuego fantasma. Sus colas largas y peludas se balancearon graciosamente detrás de él, contrastando con su mirada recelosa. A la luz del día pude ver que la quemadura que le había causado al lanzarle la lámpara era larga y aún estaba roja. Atravesaba su cara en horizontal, y ya tenía ampollas. pero algunas moscas aún se atrevían a rondar cerca de él y a posarse en la piel quemada, algo que se esforzaba por ignorar. Parecía querer cuidar a Bai Lan Hua de mí, y podía entender el por qué. Sin embargo, traté de no retroceder ante su imponente presencia.

Me planté firmemente y lo reverencié, manteniendo la cabeza baja como hacía Yun Zhan respecto a mi mamá. —Zorro Negro, sé que no soy alguien que quisieras volver a ver. Te hice daño, pero me arrepiento —. Tomé la bolsa que Yun Zhan me había dejado y se la mostré. —Déjame curarte, por favor.

Naturalmente, me siguió mirando con recelo, pero Bai Lan Hua se acercó a su oído y le murmuró algo en su idioma. Entonces el Zorro Negro avanzó despacio hacia mí, y después de olfatearme y a la bolsa de medicina, dió un leve respingo, retrocediendo rápidamente. El fuego fantasma lo empujó de vuelta hacia mí, y entonces, después de gruñir un poco más, el Zorro Negro se sentó y movió su cabeza hacia mis manos. 

No perdí tiempo en hacer preguntas y saqué las cosas de la bolsa, curando su herida con cuidado y lo más rápido que pude. Él se mantuvo lo más quieto posible, aunque noté que estaba haciendo un gran esfuerzo para no quejarse ni atacarme, así que en cuanto terminé, lo solté para no incomodarlo más.

¹ Bu (不) significa "no" en chino, y pues en español es el sonido clásico de los fantasmas. 🤣

Dije que no les voy a traducir el idioma huli jing, pero para que se den una idea de lo que Bai Lan Hua estaba diciendo cuando vió a Ji Lin:

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