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En mi cultura, es sabido que cualquier animal o cosa es capaz de adquirir forma humana, poderes mágicos, inmortalidad o incluso divinidad, si recibe suficiente energía mágica. Así es como se forman los yaos y los monstruos, pero a pesar de sus nombres, no siempre son seres malos. Como ejemplo, les contaré mi historia, así que acomódense y yo me encargaré del resto.

Los seres mágicos de este territorio son muchos y muy diferentes entre sí. Existen los dragones, los fénixs, los jiangshis, las jiaorens, los qilins, el nian... pero los huli jing, tan a menudo temidos como reverenciados, han desatado la fascinación y la incertidumbre en el Celeste Imperio a lo largo de los milenios.

Durante la dinastía Tang, una época ampliamente reconocida como la Edad de Oro de las artes y la cultura chinas, la adoración del espíritu del zorro era comúnmente practicada. Los hogares albergaban santuarios dedicados a estos seres, donde las ofrendas de comida y bebida se realizaban buscando su favor. Incluso se popularizó un adagio en aquellos tiempos que afirmaba: "donde no haya demonio zorro, ninguna aldea puede establecerse".

En los mitos de esa época, los huli jing eran en su mayoría espíritus naturales y benevolentes que ayudaban a las personas siempre que fueran tratados con respeto. Sólo se volvían contra aquellos que los maltrataban. Incluso cuando fue prohibido durante la dinastía Song, el culto al huli jing aún persistió. Los altares erigidos en los hogares eran testigos de la devoción hacia estas criaturas, mientras que los perros eran desatados para perseguir a los zorros sospechosos cada vez que se les avistaba. Es innegable que esta entidad, merecedora de acciones tan contradictorias, es verdaderamente compleja y cautivadora.

Pero los tiempos cambian como el agua corriente... Y a mí me tocó la mala suerte de nacer en una época cuando los zorros eran demasiados para la seguridad de mi ciudad. Nadie sabía por qué ni cómo, pero los huli jings eran tantos que fácilmente encontrarías uno diferente cada día.

Debo mencionar que mi ciudad es Yue'an, construida en una isla dentro de uno de los grandes lagos de China, junto al manantial de donde viene el agua del lago. Fue fundada por una tribu que se resguardó allí después de una sequía en las llanuras centrales, así que estar en medio de un lago les pareció una garantía de que no volverían a pasar por lo mismo de nuevo.

Sin embargo, los lagos no son tan transitados por los barcos como los ríos, por lo que el problema de los huli jing, aun siendo bastante relevante para nosotros, para el imperio no fue objeto de mucha atención, ni recibimos suficiente ayuda por estar algo aislados. 

Así pues, Yue'an se tuvo que enfrentar sola a los huli jing, que no parecían acabarse nunca. La isla era lo bastante grande para la ciudad y había aún un gran bosque alrededor nuestro, de donde ellos venían. Un líder más radical lo hubiera incendiado para terminar con todos los zorros espirituales, pero mi padre, el gran Wang Ya Kuang, quien justificadamente había recibido el título de Dà ShèngJūn, sabía que los humanos también dependíamos del bosque, y por lo tanto, bajo su liderazgo la mayoría de los hombres del pueblo se habían entrenado exclusivamente para cazar a los huli jing.

No era una tarea sencilla, y no sólo por la cantidad de zorros, sino porque los que venían a Yue'an ya eran capaces de camuflajearse, aparentando ser humanos. Había que ser cuidadosos y astutos, asegurarse de que realmente estabas matando un huli jing y no a un humano real, pero sin darle oportunidad de escapar si sí se trataba de un zorro espiritual.

Como yo soy un hombre, habría sido lógico que me entrenaran también para esta tarea, y más aún siendo el único hijo del líder de la ciudad. Pero ser un hombre también tiene la desventaja de que somos más propensos a las enfermedades incluso desde antes de nacer. Por ejemplo yo desde ese entonces ya venía un poco más frágil de lo normal y, para rematar, nací antes de tiempo, por lo que mi mamá temió muchas veces que no sobreviviera. Aun así, mi papá confió en que lo haría y me dió el nombre de Wang Li Hao, y, de paso, también un matrimonio arreglado.

No conocí a mi prometida más que de nombre durante mucho tiempo. Debido a lo enfermizo que resulté, aunado a un accidente que dejó a mi madre incapacitada para caminar y el peligro de los huli jing, hasta los doce años estuve encerrado en mi casa. No me aburría aun así, ya que ella y Yun Zhan, su fiel amiga y servidora, me criaron durante mis primeros ocho años, pasados los cuales, Yue Shun, el mejor amigo de mi padre, se convirtió en mi maestro particular.

Gracias a Yue Shun aprendí el qin qi shu hua¹. No muy bien, pero lo aprendí, que es lo importante, y si bien en el examen imperial sacaría a lo mucho un punto, al menos si conocía a algún erudito en el futuro, yo no quedaría como un completo ignorante. Y así es como llegamos a la época en que inició la aventura por la cual estoy escribiendo este libro para ustedes. El año en que cumplí quince años fue cuando por primera vez salí de casa, con la idea de mi padre de presentarme a mi futura esposa.

Guiado por la ciudad por Dà ShèngJūn, el exterior de mi casa y el de las otras construcciones, así como la vista de caras nuevas y lo verde del bosque a lo lejos, me dejó maravillado. Pero la mejor parte fue al llegar a la casa de mis futuros suegros, cuando después de las formalidades, finalmente ví a mi prometida.

Ji Lin me pareció la chica más bonita del mundo, capaz de ganarle a las princesas de los cuentos que mi mamá y Yun Zhan me contaban. Aunque eso en cuanto a su físico, pues en personalidad, no tardé en encontrarla parecida a Turandot.

Sus primeras palabras para mí, después de mirarme fría y calculadoramente, fueron: —¿Y entonces tú eres Li Hao? Te había imaginado mejor.

Yo, como buen Calaf, hice de tripas corazón y respondí: —En cambio, tú eres mucho más magnífica de lo que imaginaba.

Mi elección de palabras no le gustó, y en retrospectiva, me parece completamente entendible. Sin perder tiempo, Ji Lin se giró hacia su padre y con una reverencia, dijo: —Ahora que conoces en persona a mi prometido, estarás de acuerdo con lo que te pedí. Quiero recibir el mismo entrenamiento de los varones para cazar huli jings, y puedes ver que aunque me case, será mejor que pueda defenderme sola.

Lo último lo dijo volviendo su vista hacia mí, con bastante desprecio. Era evidente que no me veía capaz de defenderla ante el peligro, y honestamente, tenía razón. Sin una palabra más, se fue a su habitación.

Creo que esa fue la primera vez que Wang Ya Kuang se avergonzó seriamente de su hijo. Aunque no tanto como yo me avergoncé de mí mismo.

Ji Lin tenía algo de razón, ¿para qué me iba a servir el qin qi shu hua, si con eso no iba a poder proteger a mi esposa, y mucho menos a nuestra familia?

Así que permanecí callado durante el resto de la visita. O más bien, mi boca permaneció callada, pues mi mente se ocupó de debatir con mi espíritu, y así llegué a la resolución de que yo también debía aprender a cazar huli jings.

¹ Las cuatro artes fundamentales, resumidas como Qin qi shu hua (琴棋書畫), que debía tener un erudito chino: saber tocar el qin (琴)(instrumento chino tradicional de cuerda), jugar qi (棋) (ajedrez), escribir caligrafía (書) y componer poesía (shu incluye ambos) y hua (畫) es la capacidad de pintar.

Actualización los domingos (⁠ノ⁠◕⁠ヮ⁠◕⁠)⁠ノ⁠*⁠.⁠✧

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