48: Viaje a casa

Capítulo cuarenta y ocho: Viaje a casa

A la hora de subir al expreso de Hogwarts, los profesores zumban a nuestro alrededor controlando que todo esté bien. Hagrid, liberado de Azkaban por una nota de explicación escrita por Dumbledore, viene corriendo a saludarnos y nos da sus famosos abrazos estruja-huesos, de los que solo te curas visitando a Madam Pomfrey. Pero ya no tenemos tiempo para ello. Hagrid logra desearnos unas buenas vacaciones antes de que lo llamen los profesores para informarle la desaprobación de su conducta.

Cuando la inspección acaba, Harry, Ron, Hermione y yo vamos en busca de un buen compartimiento para nosotros. Encontramos uno en los vagones del medio, lejos de los de Slytherin. He vuelto a hablar con Draco y no parece estar enojado por lo que le dije, así que creo que ahora realmente me aprecia como prima. Es una lástima que recién ahora parezcamos soportarnos un poco más, ahora que pasaré gran parte del verano con los Weasley.

El tren comienza a andar y Harry saca unas golosinas para compartir, que están como para chupar hasta los envoltorios. Al poco rato salgo del compartimiento con un paquete bajo el brazo, algo que he separado cuando guardaba todo en mi baúl: un suéter.

Voy mirando los compartimientos a medida que avanzo por el pasillo. Cuando me encuentro a Neville, perdido, le doy un gran abrazo y lo invito a unirse a la fiesta de golosinas con mis amigos, y le prometo unirme pronto.

Cuando estoy sola de nuevo encuentro con rapidez a quien buscaba.

—Hola, George.

Sueno demasiado insegura. Me aclaro la garganta y doy un paso más hacia él. Él me mira con una sonrisa.

—¡Hola! Wood te envía un ramo de rosas imaginario porque ganamos en Quidditch.

—Oh, sí. Es genial, ¿no? —Suspiro—. Mira... vengo a devolverte esto.

Le entrego el paquete y él lo desenvuelve. Cuando levanta la vista, sus ojos marrones están en los míos.

—Creo que es hora de hablar, ¿no?

—Sí... —No puedo creer que de repente tenga tanta timidez frente a él. Incluso me animé a hablar abiertamente con Snape. Mi padre. Si he podido hacer eso...—. Creo que ya tomé mi descanso. Y, sí, yo descanso luchando contra un basilisco.

—Fue impresionante —dice con una sonrisa y sus manos en los bolsillos, con los hombros encogidos—. Ahora te tengo miedo, ¡no vayas a atacarme! —Se pone a reír—. Hablando en serio, fuiste muy valiente. Ganaste el respeto de muchos.

—No es verd... Bueno, sí. Consumí todo mi valor en hacer eso.

—Y, te quería contar... —Se rasca la cabeza, y una parte de su cabello rojo queda levantado y para cualquier lado, tentándome a despeinarlo por completo—. Hablé con Angelina. Me hiciste pensar desde que hablamos por última vez, y le comenté lo que dijiste. Veo las cosas de otro modo, pero ella está bastante contrariada.

—Oh...

—Nada de lo que preocuparse, claro. Ya lo superará.

—Ajá.

Me siento como un globo desinflándose.

—Leyla —dice con una sonrisa irresistible—. Ella y yo terminamos.

Mis ojos se iluminan, y dejo salir la sonrisa más radiante en mucho tiempo, como una verdadera boca de caballo.

—Oh, George, esto es... ¿en serio?

—Sí. Supongo que ya no tendré que preocuparme por las etiquetas y todo lo que me dijiste. Creo que podemos estar más cómodos ahora. Tú me abriste los ojos, me hiciste comprender mi situación... Ahora veo que un error salir con ella, era para cumplir una fantasía que tenía desde hace un tiempo. Pero ya lo superé. Hace tiempo que estaba listo para hacerlo, solamente tenía que decidirme.

Asiento lentamente con la cabeza. No quiero apresurarme a sacar conclusiones. Mi forma de apresurarme todo el tiempo ya me trajo malos resultados el año pasado.

—¿Crees que podremos estar bien juntos? —pregunto con precaución.

—Sí, por supuesto, te prometo que encontraré la manera de que nos veamos.

—Si ese es el caso, creo que debes saber que tu madre me invitó a pasar el verano con ustedes.

—¿De veras? Eso... eso es grandioso, es fantástico. Ahora podremos pasar más tiempo juntos.

—Lo sé. Me alegra que esté todo bien, entonces.

Doy un paso hacia delante. Él también se acerca. Nos quedamos congelados los dos, mirándonos a los ojos.

—Gracias por darme tiempo —digo.

—A ti, por perdonarme. Y por mostrarme la verdad. Lo que te dije el año pasado... yo... fui un tonto. No lo decía en verdad, tenía miedo, ya te dije...

Tomo su mano y sonrío.

—Está bien. Ya olvídalo. Empecemos de cero. —Él asiente, yo sonrío. Seguimos mirándonos—. Soy Leyla Blair, mucho gusto.

George estalla en carcajadas.

—Estaba pensando en hacerte ese chiste, pero creí que me tirarías algo por la cabeza.

—¿Y que te asegura que no lo haga de todos modos? —digo, sacándole el suéter de las manos, y luego le dedico una sonrisa.

—No te librarás de mí.

Amagando hacia la izquierda, intenta sacarme el suéter y aparece por el otro lado, y me rodea con sus brazos. Mi espalda está contra su pecho, el suéter entre nuestras manos, y ambos reímos. Su aroma me impregna, no me sorprendería soñar con su perfume, y me siento como cuando me dio su suéter por primera vez. Siento su respiración acelerada, sus pulsaciones, y también las mías resuenan en mis oídos.

—¡Tórtolos! —Fred se asoma desde la puerta del vagón contiguo y finge estar avergonzado—. Cuánto pudor siento al ver esto... Lamento interrumpirlos, pero los dulces se están agotando.

—Sí, sería una lástima que Leyla no llegara a comer ninguno —dice y sale corriendo sin previo aviso.

—¡Oye, espera!

Los dos gemelos y yo llegamos a la carrera al compartimiento donde están Ron, Hermione, Harry, Lee Jordan, Neville y Luna. George se sienta y me hace lugar a su lado, y juntos comemos las ranas de chocolate y nos retamos a probar las grageas de Bertie Bott de todos los sabores. El viaje a casa resulta ser el mejor de toda mi vida, rodeada de amigos, riendo y comiendo.

—Mira —me llama la atención Neville, y saca algo de su bolsillo. Barbas de Merlín, tan escurridiza como siempre.

—Adivino: estaba con Trevor. —Él asiente—. Siempre se escabulle con él, ¿no es cierto, lagartija traviesa?

Barbas se sube a mi cabeza y da vueltas por el compartimiento hasta que se mete en un bolsillo de la túnica de Ron. Scabbers sale corriendo y se persiguen por todo el lugar.

—Neville, escucha. Hermione y yo queríamos darte las gracias.

—¿Por qué? —se extraña—. Ustedes son siempre las que salvan al mundo.

—Y yo también lo destruyo —digo—. Hablando en serio, lo que hiciste con las mandrágoras nos salvó la vida. No estaríamos aquí de no ser por ti.

Neville se sonroja y baja la vista, pero veo que una sonrisa aparece en su rostro. Hermione le da unas palmadas en la espalda y le sonríe.

—En verdad que nos salvaste.

—Tal vez tengan razón —admite—. Gracias, chicas.

Katie Bell y Dala Henderson pasan a saludar (Dala besa a Fred con disimulo) cuando ya estamos en King's Cross.

La última vez que vi esta plataforma, mi vida era completamente distinta. No puedo creer todo lo que ha dado un giro en mi vida, y sé que me costará aceptar algunos cambios, pero al ver a George a mi lado y a todos mis otros amigos riendo y divirtiéndose a mi alrededor, y al señor y la señora Weasley con Ginny esperándonos cerca del tren, sé que podré afrontarlo.

—Oh, ahora que lo recuerdo —dice Fred una vez que cada uno tiene su baúl—, Ginny me contó algo interesante.

Ginny suelta una risita por lo bajo.

—No digan nada, pero es lo que Percy creyó que les quería contar aquel día —dice ella—. Él tiene novia. —Todos nos miramos con los ojos como platos—. Se había estado besando con Penelope Clearwater, la prefecta de Ravenclaw, y yo los pillé. Estaba aterrado de que le contara a todo el mundo.

—Tranquila, no le diremos a nadie —dice Fred con una sonrisa maliciosa, y George lo imita. No me sorprendería encontrar la noticia en la nueva edición de Hogwarts, Hoy que Hermione quiere publicar en el verano.

—A mí nunca me gustaron las parejas —digo y le guiño un ojo a George. Él sonríe y me guiña también.

Creo que me espera otro verano interesante.



....


ESTOY QUE LLORO

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top