4: La Madriguera

Sigo con espíritu de Navidad, así que aquí viene mi regalo. ¡Espero que les guste! Por favor, disculpen si hay algún error o alguna cosa no tiene mucho sentido, pero no tengo tiempo de editar :/. Tengo que terminar la historia antes de arreglar nada. Muchas gracias y dejo de distraerlos, ¡a leer!


Capítulo cuatro: La Madriguera


Compartir habitación con Ginny es mucho mejor de lo que hubiera imaginado. Parecía que agosto iba a ser un aburrimiento incomparable, estando con una chica tan tímida, pero en realidad ella no es así, y no sé por qué no se mostró así de abierta desde el comienzo: podemos charlar sin ningún problema, nos reímos, me hace preguntas de Hogwarts y comentamos el álbum de fotos que tiene de una banda de música que ella adora, llamada "Las Siete Blancanieves". No sé a qué se debe el nombre, porque son tres chicos realmente hermosos. Pero no cuestionamos el nombre y nos dedicamos solamente a admirarlos.

Harry y Ron también se la están pasando bien. Hoy por la mañana le llegó el espantoso bollo que le envié a Harry, su regalo de cumpleaños, y me puse roja cuando lo abrió (creo que es por pasar tanto tiempo con Ginny). Me lo agradeció mucho, sin darle importancia a que llegara tres días después de su cumpleaños, y ahora estamos en la mesa del comedor de los Weasley repartiéndonos las ranas de chocolate. Animé a Ginny a sentarse al lado de Harry, y ahora no parece tan aterrada por su presencia. Creo que Harry tiene la sospecha de que ella lo odia o le tiene miedo. Pobre. Está tan equivocado.

-Riquísimo, Harry -comenta Percy.

-Agradécele a Leyla -dice él.

-Sí, tuviste una idea sensacional -dice George, y yo lucho contra mis instintos para no sonrojarme. Amigos. Amigos. Vuelvo a repetírmelo varias veces.

-Bueno, pero no se coman todo -nos reprende la señora Weasley-, es el regalo de Harry.

-No se preocupe, quiero compartirlo con ustedes.

Harry es tan bueno... A veces quisiera aprender de él. Cuando terminamos de comer, Ron y Harry me invitan a su habitación. Nos sentamos sobre el suelo. Es la segunda vez que entro aquí y todavía no me acostumbro a los pósters naranjas.

-Chudley Cannons, ¿eh?

-Sí, es mi equipo de Quidditch favorito -explica.

-Mi mamá lo odia. Así que creo que es genial.

Ron parece extrañado ante el comentario, pero como decide que no es una ofensa a su equipo no dice nada.

-Disculpen si la casa es un poco chica... -comienza a decir, pero Harry y yo replicamos al mismo tiempo:

-¡Es perfecta!

Ron parece sorprendido, pero es verdad. La casa tiene dos partes: la original y la agregada. Es una casa común, bastante acogedora, a la que le fueron agregando cuartos encima, haciendo varios pisos. Parece a punto de derrumbarse, pero como aún no lo ha hecho el efecto sigue siendo lindo a la vista. Es evidente que agregaron los cuartos a medida que fueron naciendo los hijos. Los de Ron y Ginny están arriba de todo.

-Harry, ¿por casualidad recibiste alguna de mis cartas? -pregunto.

-No, pero digamos que ya resolví el misterio. Un elfo doméstico apareció en mi casa... Había estado robando mi correo porque quería que yo creyera que se habían olvidado de mí.

-¿Un elfo doméstico hizo eso? ¿Para quién trabaja?

-Malfoy.

-¿Dobby?

-¿Lo conoces?

-Por favor, Ron, estuve viviendo con los Malfoy hasta hace unos días. Claro que lo conozco, ¡crecí con él! Y con Kreacher, el espantoso elfo de la casa de mi abuela. Bueno, al menos ahora entiendo qué hacía en esas horas de desaparición.

-Pero... -dice Ron-, ¿por qué haría eso? Entiendo que trabaje para Malfoy, pero...

-No, no estaba cumpliendo órdenes. Quería salvarme porque cree que soy alguien importante y que debe permanecer a salvo.

-No comprendo -digo, y Ron niega con la cabeza. Ambos estamos perdidos.

-No quería que volviera a Hogwarts, quería hacer que me quedara con los muggles. Me dijo que habrán sucesos tenebrosos... Parece que hay una amenaza en Hogwarts. Y también... -Parece dudar y me mira, tratando de leer mi expresión. -También dijo algo de Lucius Malfoy. Dice... dice que en su casa practican las artes oscuras. Que en la mansión Malfoy se enteró de las cosas terribles que pasarán en Hogwarts este año.

-Ah, no te preocupes, es lo más posible -digo-. Ya viste que fueron a vender a Borgin y Burkes todos esas cosas.

En realidad, nunca pensé en mi familia como una amenaza, como gente de artes oscuras... Simplemente me parecían excéntricos. Pienso en la casa de mi abuela, la casa Black, de Grimmauld Place, y me aparece una imagen del mismísimo Voldemort. Jamás vi una fotografía de él, pero mi imaginación crea las cosas más terribles. Y luego recuerdo a mi tía, Bellatrix Lestrange...

No, no. No puedo permitir esto. Mi tía Bella es una de las mejores personas que conozco, una de las pocas que siempre me apoyó, a pesar de la distancia. No debo confundir las cosas. Sacudo la cabeza para tratar de acomodar estas ideas extrañas que tengo y le aseguro a Harry que mi familia es un poco excéntrica, pero que tampoco creo que sean seguidores de cosas malas. De Voldemort.

Y luego me siento terriblemente mal por mentirle.


...


Los del Caldero Chorreante me enviaron mi baúl, así que ya no tengo que usar la ropa de Ginny, aunque eso me hizo sentir agradecida por primera vez de ser pequeña para mi edad. Esta tarde tenemos planeado ir a un campo desierto que nadie visita a jugar Quidditch, salida organizada por Ron y los gemelos. Percy se quedará estudiando, y probablemente lamentándose de que yo esté aquí en lugar de Hermione, con quien se llevaría de maravillas. Ginny me pidió ir para quedarme con ella a observar, ya que no se anima a jugar delante de Harry, y yo acepté; soy tan desastrosa que solamente perjudicaría a mi equipo, y Ginny me cae demasiado bien.

Cuando estamos preparando las escobas para salir apenas terminemos comer aparece la señora Weasley pidiendo que desgnomicemos el jardín. Y su pedido es prácticamente una orden amable, así que no se cuestiona.

-¿Que qué? -dice Harry-. ¿Desgnomizar?

-Eso significa sacar los gnomos del jardín -explica Fred-. Es divertido, y cuenta como una tarea, así que nos libraremos de poner la mesa.

Salimos al patio trasero y, con la ayuda del magnífico libro de Gilderoy Lockhart, "Una aventura contra los Gnomos", Harry y yo logramos captar la idea. Parece divertido: hay que tomarlos por la cabeza, que se parece a una papa, y lanzarlos bien lejos. Lo ideal es que caigan fuera de los límites de la casa, pero... bueno... mi puntería hace lo que puede.

-¿Jamás habías hecho esto? -me pregunta Harry.

-Oh, ¿tan mal lo estoy haciendo?

-No, no. Es solo que pensé que tú... Ya sabes, eres de familia de magos, de las familias antiguas. Y tu padre trabaja en el Ministerio, ¿verdad? Con criaturas mágicas.

Bufo al lanzar el siguiente gnomo. Pensar en mis padres me da mucha rabia, que se canaliza en la fuerza al lanzarlo.

-Buen tiro.

-Gracias. Y, no, en realidad mi padre jamás nos mandó a sacar los gnomos del jardín. Quizás a mis hermanos sí, pero jamás compartí alguna actividad con ellos. No sabes lo bien que la paso aquí, Harry. Todos juntos, cooperando, ayudándonos... A pesar de que seamos máquinas de trabajar, pero hay voluntad.

-Tú no sabes lo que es estar con los Dursley cada verano. Ya no me encierran en el armario debajo de la escalera, pero este año me encarcelaron en mi propia habitación. Fred, George y Ron tuvieron que volar los barrotes de la ventana para rescatarme de ahí. En un auto volador.

-Lo sé, Harry, estamos conectados. -Apoyo una mano en su hombro y le dedico una mirada seria. -Debe ser por la cicatriz que tengo en la frente, como tú, ¿la recuerdas? Me la hice el año pasado cuando vi a Snape y Quirrell en un pasillo y Quirrell se desmayó y me abrí la cabeza contra el piso y...

Dejo de hablar, porque recuerdo que George fue quien me rescató y me llevó a la enfermería. Ah, viejos momentos. Por suerte no se nota mi pequeño flashback interior, porque la señora Weasley está frente a nosotros con el libro de Lockhart en la mano. Supongo que se lo ha confiscado a los gemelos por maltrato de libros celestiales.

-Leyla, ¿tú también viniste a desgnomizar? -dice la señora Weasley-. Querida, vamos adentro, esta actividad es para los chicos. Preparé té para antes de almorzar, y Ginny también está adentro.

Antes de entrar al comedor pasamos por delante de un espejo que exclama:

-¡Péinate, salvaje!

-¿De verdad fue el espejo? -pregunto.

-Sí. -Al verme perpleja agrega: -Está encantado, y suele ayudar a que mis hijos usen la remera en el pantalón. Es tan horrible cuando la ropa está mal puesta... ¿En tu casa no tienes uno así?

-No, y tampoco tenemos uno de esos relojes que dicen dónde está cada uno.

-Bueno, eso es realmente útil cuando se trata de una familia grande -explica-, y es casero.

Me siento a la mesa al lado de Ginny, que me sirve té en una taza pintada a mano.

-Todo es tan lindo aquí, parece la definición de "hogar".

-Me alegro de que te guste -dice la señora Weasley, sentándose en frente de nosotras-. Y, dinos, ¿cuántos son en tu casa?

-Catorce hermanos.

Por suerte se sentó antes, porque sino se hubiera caído al suelo al oírlo.

-¿Catorce? Pero... ¿entonces eres hija de Joseph y Alesia? -Asiento. -Me acuerdo de tus padres, estuvieron conmigo en Hogwarts. Los dos de Ravenclaw. Yo era Gryffindor, pero me llevaba bien con tu padre. No tanto con tu madre, pero eso es algo personal de mí, no quiero que te ofendas.

-Tranquila, señora Weasley, yo no soporto a mi madre.

Ginny nos escucha con atención mientras se sirve más té. Eso me recuerda de que el mío está enfriándose, y me apresuro a tomarlo. Mala idea. Nunca aprendo.

-¿Te quemaste? -se alarma la señora Weasley cuando alejo la taza, respiro agitada para ventilar mi lengua dolorida y salpico la mesa con té. Todo a la vez. Soy toda una acróbata.

-Lo siento, lo siento -digo mientras busco un trapo para secar todo, pero la mujer se levanta y se acerca a mí. Me debe estar odiando: hija de alguien a quien no soporta, irrumpiendo en su casa para quedarme todo un mes, salpicando la madera de la mesa...

Pero para mi sorpresa ella solamente se queda mirándome.

-¿Te has hecho daño? ¿Te quemaste? -insiste-. Olvídate de la mesa -dice, y con un movimiento de la varita seca la madera-, quiero saber si tengo que sacar el libro de Lockhart "El Curandero Encantador" o no.

-Oh... -digo, pensativa-. No, creo que estoy bien, gracias. ¿En serio que no hay problema por la mesa?

-¡Pero querida! ¡Si ya lo sequé con magia!

-Es que en mi casa... siempre... siempre causo problemas por cosas diminutas.

-No la pasas muy bien con tu familia, ¿no? -pregunta Ginny, y su madre la reprende, pero yo las interrumpo.

-No, no, está bien; es la verdad. Por eso me quedé todo julio en casa de mis tíos. Sé que no se llevan muy bien ustedes y ellos, pero conmigo son bastante amables y siempre aceptan mis visitas. Claro que luego de lo de Flourish y Blotts.

-No me gusta decirlo, pero Lucius Malfoy fue y es una persona despreciable. Pero tú, Leyla, lo que hiciste... Te opusiste a sus órdenes y nos defendiste. Eso es suficiente para nosotros. Eres bienvenida siempre que quieras a esta casa.

-Señora... por favor... creo que lloraré. Gracias. Muchísimas gracias. Son maravillosos. -Vuelvo a mi taza de té. Ginny la vuelve a llenar y me dedica una sonrisa al igual que su madre. -Tranquilas, esta vez prometo no salpicar.

-Muy bien, entonces volvamos a la conversación. ¿De qué hablábamos? Ah, cierto. Bueno, Leyla, debo admitir que saber quiénes son tus padres me sorprendió bastante.

-Lo noté -digo con una sonrisa.

-Es que en verdad no te pareces a Joseph, y créeme que lo conozco bien. Perdimos contacto hace unos años, antes de que tú nacieras, creo. Pero yo... Ginny, ni una palabra a tu padre sobre esto, pero en el colegio estaba enamoradísima de él. De Joseph Blair.

-¿En serio? -preguntamos Ginny y yo a la vez.

-Sí. Y él tenía varios amigos en Gryffindor, era bastante popular entre las casas. Muy buen muchacho. Pero luego se empezó a ver con Alesia. Lo que diré es verdad, dejando de lado que no me llevaba muy bien con ella: Alesia Black era unida a Bellatrix, su hermana. Bellatrix Lestrange, una convicta, maldita... Oh, cierto, prometí no incluir opiniones demasiado personales, lo siento.

¿Tía Bella? Debe ser una equivocación.

-Bueno, tu madre era Ravenclaw pero se juntaba muchísimo con los chicos de Slytherin. Eran todos sangre pura, o casi todos, y tenían unas ideas... Son los que luego se unieron al Innombrable. -Un escalofrío nos recorre a las tres, y nos sacudimos. -Me alegro tanto de no haber hecho contacto con ninguno de ellos, de haberlos evitado desde el primer momento... Pero no se puede decir lo mismo de tu madre. Narcissa Malfoy también estaba en ese grupo, aunque solamente por Lucius. Ya sabrás que tiene todo tipo de cosas embrujadas, oscuras y peligrosas en su casa. Arthur se está encargando de todo eso ahora mismo...

-Mamá, te fuiste completamente de tema -dice Ginny.

-Ah, sí, sí. Bueno, tu madre estaba muy metida en todo eso, pero creo que, a pesar de ser una Black, no la incluían tanto porque por alguna razón no resultó ser Slytherin. Y esa razón desconocida los hacía dudar.

No sé cómo Molly Weasley sabe tan bien cada detalle si jamás hizo contacto con esas personas, pero no digo nada.

-Alesia estaba siempre un poco afuera del grupo, y tenía un amigo en Slytherin unos años menor que ella. Pasaban tiempo juntos cuando el chico estaba triste, según los rumores, por una Gryffindor, aunque yo estaba en esa casa y jamás me enteré de quién era. En fin, después Alesia empezó a salir con el respetable Joseph y se alejó de ese mundo oscuro. Luego se unieron a la Orden del Fénix... Así se llamaba la organización que luchaba contra el Innombrable, pero no tienen por qué saberlo, ya no existe. Como sea, tu madre se unió al "lado bueno", que digamos, pero jamás logré que me cayera bien. Y lo lamento, porque creo que es una mujer que se salvó de un gran error. Pero primero estaba en su época oscura, luego salía con Joseph (que me interesaba ligeramente...), y luego Joseph dejó de hablarme a mí por ella. Así que creo que es resentimiento...

El tema fue interesante hasta hace como un minuto, cuando esto todavía era contar chismes. Ahora parece que la señora Weasley vino a confesarse y recordar su juventud al mismo tiempo. Ginny y yo nos miramos con caras divertidas mientras su madre sigue hablando, y solamente deja de contarnos anécdotas y confesiones cuando los chicos llegan.

-¡Injusticia! -exclama Fred-. Mamá nos da un montón de trabajo para hacer, pero ella se queda charlando y tomando té con Ginny y Leyla.

-¡Injusticia! -se une George, y pronto se suma Ron. Harry los mira sin estar seguro de qué hacer.

-Bueno, chicos, al menos se divirtieron -dice la señora Weasley-. Además, nosotras estuvimos en un debate de temas importantes que ustedes no entenderían, así que fue perfecto para todos que ustedes se quedaran afuera.

Se escuchan pies en la escalera y, antes de que alguno replique, la cabeza de Percy Weasley se asoma.

-¡Dejen de hacer tanto ruido! Soy un prefecto y estoy tratando de estudiar.

-Sabe que no puede quitarnos puntos aquí, ¿verdad? -le digo en voz baja a los gemelos, quienes ríen. Percy me fulmina con la mirada. Al parecer tiene mejor audición de lo que pensaba.

Mientras ponemos la mesa y esperamos a que llegue el señor Weasley del trabajo, escucho a Percy preguntando por qué me trajeron a mí y no a Hermione.

-Ya sabes que Hermione tenía que volver con sus padres y quería estudiar para las materias de este año -oigo que responde Ron. A Percy eso le parece maravilloso, por supuesto-. Y, además... no creo que ya seamos tan amigos como para invitarla a pasar el verano. Ya sabes, es una chica.

-¡Ey! -reclamo sin pensar. Ron abre los ojos como platos por la sorpresa, y Percy me mira con el ceño fruncido.

-Tú también eres una chica, lo sabemos -dice-, pero actúas más como chico. -Se da cuenta de que ese no es el halago más hermoso del mundo y se corrige. -Eh, quiero decir... que no eres tan tonta y delicada como el resto de las chicas. No, no quise decir eso, en realidad...

-Está bien, Ron. Ya me di cuenta de que soy diferente.

-A George le gusta lo diferente -dice Fred, y George asiente.

-¿De veras? Gracias -dice la señora Weasley, creyendo que hablan de su receta-. "Lo diferente" que notaron es pimienta roja, sabía que les gustaría.

Ginny y yo nos miramos y nos reímos, y todos nos miran sin comprender.

-Cosa de chicas -le digo a Ron, y ahora todos reímos.

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