33: Las citas de San Valentín
Capítulo treinta y tres: Las citas de San Valentín
Por la mañana, mientras me desperezo al bajar las escaleras del cuarto de mujeres a la sala común, veo a Lauren Blue con cara larga. Parece que Angelina y ella se han amigado de vuelta, porque Lauren corre a contarle algo. Como soy irremediablemente curiosa, disimulo al pasar cerca de ellas y me escondo detrás de un sofá a oír.
-¿Te dijo que no? -pregunta Angelina-. Pero no entiendo... No eres tan fea.
-Gracias -murmura Lauren-. Igual, creo que si soy fea no tiene nada que ver. Parece que está pensando en otra. Jamás pensé que Cedric Diggory estaría enamorado de alguien sin salir con ella. Es decir, es muy apuesto. Si alguna le gusta, ella acepta de inmediato, y punto.
Oh, no, no quiero escuchar otras de estas conversaciones. Ya espié una el año pasado, en el baño, y me rompió el corazón. No quiero volver a oír nada sobre mis intereses amorosos en boca de esas... esas...
Ugh.
Me he prohibido seguir llamando a nadie zorra, pero parece que se lo buscan. Pareciera que me provocan. Vamos a hacer un esfuerzo mental y a seguir llamándolas como las llama su madre. Tampoco tengo ganas de reemplazar el nombre por Zorrangelina de nuevo.
-¿Habrá sido por lo de Madam Pudifoot? -dice Angelina-. Me parece que las casas de té no son muy atractivas para los chicos.
-No, ni siquiera llegué a mencionárselo. Simplemente me dijo que estaba ocupado. Pero aún no tiene cita.
-¿Crees que será Blair?
-¿La maldita heredera que hizo un tanto en el último partido?
-Exactamente. Estuvo bueno el chiste que hiciste con su nombre en la lista, pero te pasaste conmigo, Lori.
Lori. Puaj. Asqueroso sobrenombre.
¿Si le dijeran Leyla, también te daría asco?
Sí. Cállate.
-Como sea. Tendré que encontrar otra forma de conquistarlo. Es una lástima, porque San Valentín parece la época perfecta; pero ya tendré mi oportunidad.
San Valentín. ¡Lo olvidé por completo! Rayos. Es lo último que necesito. ¿Por qué enero no puede ser eterno?
Lo más probable es que George invite a Angelina para su día especial (según recuerdo, son novios), pero Cedric... Si se llegara a tratar de mí, si yo fuera su gran interés, no soportaría decirle que no. Pero tampoco aceptaría, porque aquello sería suicida. No necesito nada amoroso por ahora, ya tengo suficientes complicaciones con mis intentos pasados, y a eso hay que sumarle todo un colegio temiendo que los petrifique.
Definitivamente, lo único que necesito es tener cabeza de novia en estos momentos.
...
Hermione me sacó de mi escondite, arrastrándome por el piso para no delatar mi ubicación a las Zorras Mayores (eh, Lauren alias Lori y Angelina) y luego me apuró escaleras abajo para la clase de Pociones. La vuelta a clases no me cayó bien, estoy bastante perdida en los horarios, que cambian después del receso.
Lo que me sorprende que me haya olvidado especialmente de aquella clase, cuando siempre estoy alerta a todo lo relacionado con Snape. La primera clase después de las vacaciones. Ya hemos tenido otras lecciones de Pociones en enero y febrero, pero con un reemplazo, la profesora Gillian. Parece que Snape estaba muy enfermo u ocupado, y ahora regresa... Esta será la primera vez que lo veo después de que Dumbledore me contó aquello sobre la climagia, sobre mi madre, sobre Voldemort.
Cuando comienza la clase, estoy toda sudada. Y se nota.
-¿Tienes calor? -pregunta Neville a mi lado, alarmado. Últimamente no lo he visto mucho, porque está ayudando en todo el tiempo libre que tiene a la profesora Sprout con las mandrágoras, pero no nos importa. Ahora al menos pasaré más tiempo con él, ayudándolo a sobrevivir Pociones. Si es que yo sobrevivo la mirada de Snape.
-¿Eh?
-Que si tienes calor -me repite-. Hace bastante frío.
-Ah... no. Sí. -Su cara de confusión sería cómica si no estuviera tan nerviosa-. Disculpa. No me siento muy bien.
-Te acompañaría a la Enfermería, pero no puedo perderme la clase...
Se oye un portazo. El silencio se hace absoluto cuando Snape pone un pie en el aula. Lo veo tan serio como siempre, con cara de que alguien le ha frustrado la vida, o que ha pisado un regalito de perro. No parece que recién se haya recuperado de una enfermedad.
Cuando llega al frente del aula, que es en realidad una fría y húmeda mazmorra, nos mira con sus ojos entrecerrados, irradiando odio.
-Hoy veremos pociones avanzadas -dice, apenas moviendo los labios al hablar, pero su voz se escucha con perfecta claridad-. Ya terminaron de ver la Volteadora...
-Señor.
-No me interrumpa, señorita Granger.
Hermione levanta la mano y espera. En vano. Snape nos mira a uno por uno, y me estremezco cuando es mi turno, aunque no se detiene por más tiempo en mí.
¿Cuánto sabrá este hombre de mí? ¿Por qué sabe sobre la climagia? ¿Y exactamente qué tiene que ver con mi madre?
-Profesor -insiste Hermione. Él hace oídos sordos, y ella sigue agitando la mano en el aire.
-Creo que Hermione quiere decir algo -digo, en un acto de desesperación. Tengo que hacer algo, por más tonto que sea. Ojalá lo moleste-. ¿Por qué no le da la palabra?
Para mi sorpresa, Snape me mira y asiente sin mover un solo músculo de la cara.
-Rápido, señorita Granger. No tenemos todo el día.
Hermione inhala todo el aire que puede, como si además de oxígeno se llenara de valentía.
-No terminamos de hacer la poción con la profesora Gillian. La poción Volteadora. Quedó incompleta y...
-Y debían haberla terminado de tarea. Tuvieron suficiente tiempo. La profesora Gillian, aparentemente, no es competente para llevar adelante una clase de segundo año. Y ustedes tampoco son suficiente como para seguir el programa asignado, según parece. Bien. Para la próxima clase harán un ensayo sobre el origen de las pociones que se encuentran entre las páginas diez y treinta de su libro de clase. Sin excusas.
Neville pone una mano en mi hombro para tranquilizarme y evitar que haga algo demasiado estúpido, pero la rabia que me da no disminuye. Al hacer la poción, rompo las hierbas con tanta fuerza que se me escapan para aterrizar en el escritorio de Snape. Luego, al destapar la botella de bálsamo rosa, me quedo con el corcho en la mano, mientras que el frasco se hace añicos contra el piso.
-Júntenlo -nos dice Snape, dándonos la espalda.
Neville me consigue un trapo, y entre los dos juntamos el vidrio y limpiamos el bálsamo.
-Longbottom, para la clase siguiente deberás reponer el bálsamo. Y lo harás tú mismo. Cinco puntos menos para Gryffindor por el mal uso de los ingredientes. Y quitaré otros cinco por la falta de respeto de la señorita Granger.
Harry lo mira con odio, y yo siento mi cabello en llamas, pero Neville vuelve a pedir que me calme. Logro llegar al final de la clase sin hacer más estragos, pero cuando salimos no puedo evitar decir un par de cosas.
-Maldito, maldito, maldito. Oh, Neville, lo siento, no quise que te castigaran a ti. Pensé que sabría que fui yo...
-No te preocupes.
-Y la profesora Gillian no es incompetente -dice Hermione, contrariada-. Es humana. Es más; creo que la discrimina así por ser hija de muggles. Como si nosotros necesitáramos más exclusión.
-¿Ahora entienden cuánto lo odio? -dice Harry-. Aunque no entiendo por qué esta vez no me llamó la atención a mí. Nunca deja pasar la oportunidad.
-Quizás nos tenga miedo, Harry -le digo-. Somos los herederos, después de todo, ¿no? Espero que piense que podemos petrificarlo en cualquier momento.
Hermione no aprueba el chiste, y nos envía a la biblioteca de inmediato, y nos disculpamos en el camino. Sé que es un tema delicado para ella, y siente que es despectivo hacia los muggles. Pero no. Solamente tratamos de sobrevivir las acusaciones.
Como Madam Pince no me dejaría entrar solamente con Ron y Harry, Hermione acompaña, y una vez adentro no puede resistirse. Toma seis libros de un estante y los deja sobre la mesa.
-Lectura ligera -explica-. Ustedes mientras hagan sus ensayos de Pociones.
Harry y Ron refunfuñan y se van a otra mesa.
-Neville, ven. Voy a ayudarte. Sácale ese libro a Hermione, vamos a buscar cómo se hace el bálsamo.
Él sonríe, al fin, y comenzamos con la receta. Pero luego suena el timbre, y Hermione da un salto.
-Defensa.
-¿Qué dices?
-Tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras -dice-. ¿Vamos?
-No vamos a ir -digo-. No hay suficiente tiempo en el mundo para hacer lo de Pociones y el bálsamo. Saltearé la clase.
-No -dicen Neville y Hermione.
-Sí. No pasa nada, Lockhart no lo notará. Y si lo hace, no dirá nada, porque estará feliz de no verme.
Hermione abre la boca para contestar, pero parece que se quedó sin argumentos, o que decide que estoy loca. Con los locos no se discute, es ley universal.
-Bien. Pero no te pasaré lo que hagamos. -Mira a Neville, pero el niega con la cabeza.
-Me quedo con ella.
Como le faltan argumentos para protestar, Hermione se conforma con patear el piso y tambalearse hasta la salida bajo el peso de los libros de "lectura ligera". Dos horas más tarde, vuelve, ceñuda.
-Espero que les haya encantado ratearse -escupe.
-Sí. En realidad no estuvo nada mal.
-Debí haberme quedado con ustedes -dice, y Neville y yo abandonamos el ensayo de la tercera poción. Esto es nuevo-. Lockhart se pasó las dos horas hablando del festival de San Valentín. Lo organizará él, y dice que cada uno debe tener una cita.
-Ooooooooooh -digo, en un momento de iluminación. Es ahora o nunca-. Neville, por favor... ¿quisieras ir conmigo?
Neville está estupefacto. Durante unos segundos se queda así, y luego sacude la cabeza, como saliendo del shock.
-Eh...
-No estás obligado -me apuro a explicar-, es sólo que...
-Sí.
-...y solamente si tu quieres. Entiendo si no...
-Sí.
-...porque sé que soy muy molesta... Espera, ¿qué dijiste?
-Dije que sí, que iré contigo.
Sin poder contenerme, salto de la emoción y le doy un beso en la mejilla.
-¡Tengo pareja! ¡Sí! ¡Sí! Por las barbas, pensé que esto no sucedería.
Ahora no tengo que preocuparme por Cedric. No tendré que responder si quiero ir con él o no, porque directamente no puedo. Oh, sí. Leyla Blair está reservada.
Vuelvo a saltar, pero esta vez no le doy un beso a Neville, por el bien del chico. Cuando la mirada de Madam Pince me recuerda dónde estoy, me siento otra vez. Y es entonces cuando veo a Hermione, con lágrimas en los ojos.
-¿Qué sucede?
-¿No te das cuenta? -solloza ella-. Jamás conseguiré una cita.
-No digas tonterías. Yo misma conseguí una cita.
-Para ti es fácil. ¿No te acuerdas de -mira a Neville con duda, y luego me mira a mí-... de la simbiosis?
La simbiosis, cómo olvidarla. Hermione y yo pactamos el año pasado que ella me ayudaría en el colegio con las materias, y que yo la ayudaría en relaciones sociales con "M", como ella llamaba al sexo masculino. El acuerdo fue haciéndose cada vez más débil, hasta hoy, que Hermione nos ayuda un poco a todos, y yo trato de integrarla a las conversaciones o a los grupos.
-Mmm...
-¡Di algo más que "mmmm"! Estoy desesperada. No puedo fallar en esto, no después de todas las cosas que logré.
Ella entierra la cara en sus manos y sigue llorando por lo bajo, así que me cambio de lado en la mesa y me siento junto a ella. Le doy unas palmaditas en la espalda para reconfortarla.
-Tranquila, Herms. Creo que conozco a tu alma gemela.
...
A veces estoy convencida de que soy una genio, pero esta vez admito que mi idea no fue tan genial.
Resulta que Hermione quiso conocer a su alma gemela, aunque yo lo decía en chiste, y tuve que llevarla por medio castillo en busca de su cita. Y cuando le dije que él era un prefecto, para aplacar su entusiasmo, su rostro se iluminó aún más. Así estuvimos cuarenta minutos hasta que lo encontramos.
Era Percy. El maldito Percy Weasley era la pareja ideal para Hermione, al menos en mi chiste, pero él no tiene sentido del humor. Nos recibió con el ceño fruncido, porque mis últimos encuentros con él no fueron demasiado agradables, y casi quita más puntos de Gryffindor antes de que pudiera decirle nada.
Cuando al fin quiso oírnos, nos explicó que él ya tenía una cita: una chica de Ravenclaw. Anónima, por supuesto. No fue muy buena idea decirle luego que dudaba de la existencia de su cita; nos significó cinco puntos menos de Gryffindor.
Y entonces, en un ataque de furia, se le escapó que la chica se llamaba Penelope Clearwater. Y, para su sorpresa, me quedé callada.
Sí, porque Penelope Clearwater es la chica que estaba con él en las mazmorras cuando sucedió el desastre de Parkinson y todos creyeron que había abierto la Cámara Secreta, cuando en realidad solamente había inundado un armario podrido (y casi me había ahogado en el intento de escapar).
Percy siguió la misma línea de pensamiento y su rostro volvió a transformarse. Antes de que Gryffindor tuviera puntos en negativo, tiré de la túnica de Hermione y nos volvimos a la sala común.
Y ahora Hermione vuelve a sollozar, aunque más calmada, porque quedó cansada de la corrida.
-¿Qué se supone que haré?
-Hermione, te das cuenta de que estás preguntándole a la que no pudo distinguir entre un frasco y un corcho en Pociones, ¿verdad?
-¡Pociones! Leyla, no has terminado el ensayo del bálsamo. Ni todos los otros. Vamos, no podemos perder más tiempo.
La miro con incredulidad. ¿Cómo puede recomponerse en un segundo, despejar la mente, centrarse en otra cosa...? Debo aprender de ella. Creo que tenemos que renovar la simbiosis.
-¡Vamos!
A mitad de camino hacia la biblioteca, nos encontramos con Lockhart en el pasillo. Si lo hubiera visto antes, habría encontrado la manera de escabullirme para que no me viera. Pero ahora viene caminando directamente hacia nosotras...
-¡Señorita Granger! Qué gusto ver a mi mejor alumna otra vez. -Hermione se pone roja y baja la vista, sonriendo levemente-. Y a... Blair.
-Hola, profesor -rezongo.
-¿Dónde se había metido hoy?
-¿No notó que los ataques cesaron por un tiempo? -pregunta Hermione de repente, dejando a Lockhart perplejo, como si los cables de su cerebro tuvieran que desconectarse y volver a ubicarse de otra forma para cambiar de tema.
Se hace un silencio. Luego, los cables se enchufan de nuevo.
-Ah, ¡pero por supuesto! Tengo la sensación de que he logrado espantar al monstruo lo suficiente.
-¿No lo ha espantado el monstruo a usted? -pregunto sin poder contenerme-. Porque bien recuerdo cómo actuó ese día en las mazmorras.
Lockhart, como de costumbre, hace oídos sordos a lo que digo.
-Espero verlas en mi festival de San Valentín. Habrá puntos extra para la clase por ayudar en la decoración.
Los ojos de Hermione brillan.
-Pociones... -le susurro al oído místicamente, como si fuera su conciencia-, pociones... po...
-Basta, me estás haciendo cosquillas.
Finalmente nos libramos de Lockhart, pero Hermione insiste en el tema de los ataques.
-Creo que dejaré pasar el tema de Pociones esta tarde y nos sentaremos a investigar.
-¿Dudas que Lockhart haya intimidado al monstruo? Si es así, te felicito por al fin abrir los ojos.
-No, qué va. Supongo que todo está más tranquilo con un hombre como él por aquí. Pero no es suficiente. Hay que encontrar la manera de terminar con esto. Nadie está a salvo.
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