32: El diario en el inodoro, y Hermione está de vuelta
Créanme que la foto de multimedia tendrá sentido.
Capítulo treinta y dos: El diario en el inodoro, y Hermione está de vuelta
Harry, Ron y yo creíamos que estábamos solos en el pasillo, ya que todo el mundo está en la Enfermería, pero ahora una voz espantosa nos indica lo contrario.
-Ya pagarán... ya pagarán...
Se oyen pasos pesados que acompañan al que refunfuña. No hay duda de que es...
-Filch. Rápido, por aquí.
Escondidos detrás de una estatua, vemos pasar al celador, que arrastra los pies y murmura por lo bajo.
-No te preocupes, señora Norris; ya pagarán... ya pagarán...
-Habla de nosotros -dice Harry. Cuando no hay peligro, salimos de atrás de la bruja de piedra-. No soportaré esto por mucho tiempo. Siempre hay alguien que quiere que pague por algo que no hice.
Para volver a la Torre tenemos que pasar por un atajo para evitar a Filch, aunque aún así podríamos encontrarlo, ya que él conoce muchos pasadizos. Llegamos sanos y salvos al segundo piso, que está inundado. Ya tuve demasiada agua por una semana.
-Otra vez Myrtle estuvo llorando.
-No es bueno que pasen cosas extrañas allí dentro. Creo que hay evidencia suficiente como para atraparnos -dice Ron.
Miramos bien para asegurarnos de que no esté Percy detrás de nosotros para confirmar sus sospechas de Ron y el baño, y luego entramos. Nuestros pies están empapados, y nos salpicamos las túnicas con cada paso.
-¿Myrtle?
El baño está muy inundado, y el agua sale de uno de los cubículos del fondo.
-Ah, no, yo no abriré eso -dice Ron-. Estoy harto de que me manden a ver inodoros tapados. ¿Es que ya olvidaron el de Lockhart?
-Lo recuerdo. Cada. Día -digo entre dientes-. De todos modos iré yo. Ugh, qué asco. -Camino dando pasos largos, salpicando y chapoteando, y tiro de la puerta-. Tienes razón, está tapado. Pero no por lo que crees -digo ante la expresión de horror de Ron, que parece que se desmayará-. Miren esto.
Harry y Ron se asoman sobre mi hombro.
-Desconfío -dice Ron.
-No, en serio, es un cuaderno. Está tapando el agujero y por eso rebalsa. El inodoro está como loco.
-Debe ser un cuaderno poseído por el diablo -dice Ron-. Ahora, escuchen: yo propongo que movamos nuestros traseros hacia otro lado y salgamos corriendo de aquí. No quiero tener nada que ver con cosas extrañas. Hay un papel rosa flotando por aquí, y no me gusta nada.
-¿Y qué propones? -le digo-. ¿Que llamemos a un exorcista de cuadernos?
Harry nos hace a un lado y valientemente tira del botón. El agua rebalsa de la taza del inodoro, y el cuaderno, más chiquito de lo que parecía, sale disparado hacia arriba. Antes de caer al suelo, pasa a pocos centímetros de mi cara.
-Asco. Ya les dije que sería un asco.
-Calla, Ron. Ninguno hable. -Me acerco y lo miro, sin tocarlo. Está seco, ni una página parece mojada, a pesar de haber estado tapando el inodoro-. Me parece que ya he visto este diario en otro lado.
Sí, una vez en un sueño.
¿De qué hablas?
Eres tú la dulce ilusión
que yo soñé.
No, calla, ¡calla!
Eres tú,
brillando en tus ojos el amor pude ver.
Sin embargo sé...
-A veces tengo ganas de coserle la boca -comento.
Harry y Ron se miran con preocupación.
-El ser malévolo del cuaderno la poseyó -dice Ron-. ¡Estamos perdidos, Harry!
-No se preocupen, pensé en voz alta nada más -les digo.
-Eh, fíjense en eso. -Harry se arrodilla y observa el cuaderno.
-No, no lo toques -dice Ron-. ¿No entienden cuando hablo? As-que-ro-so.
Con el pie levanto la tapa azul marino del pequeño cuaderno, y dentro están las páginas secas y vacías. Debe ser un diario. Al comprobar que realmente está seco me animo a agarrarlo con la mano para inspeccionarlo.
-¡Ajá! Aquí está: T. M. Riddle. -Les muestro la inscripción-. Pero no entiendo cómo pudo llegar aquí. No tiene sentido.
-¿De qué hablas? ¿Sigues pensando en voz alta?
-Ahora no estoy pensando. Eh, quiero decir... Vi ese diario en la casa de mis tíos, en el sótano de la mansión. Pero mi tío no me dejó conservarlo.
Harry lo revisa y mira las páginas.
-Si tiene dueño, no sé por qué está en blanco. No parece exactamente nuevo, las páginas están un poco amarillentas. Y debe ser de alguien de familia muggle, aquí dice que lo compraron en la calle Vauxhall...
-Una observación digna de Hermione -dice Ron-. Ahora, ¿podemos ir a la biblioteca, como hace ella? O a cualquier otro lado, pero salgamos de este lugar. Es asqueroso.
-Mmm... Tiene razón-digo-. Yo tampoco quiero que venga Myrtle. No, Harry, puedes quedártelo. No tocaré esa cosa otra vez.
No puedo sacarme de la cabeza la idea de que T. M. Riddle pudo haber sido amante de tío Lucius. Ahora sí me imagino a mi tío, con su cabellera perfecta (mejor que la de Lockhart), cantando otra vez la canción:
Eres tú
la dulce ilusión que yo soñé...
Nos aseguramos de que no haya moros en la costa y salimos del baño para refugiarnos en un aula en desuso, el viejo salón de Encantamientos, y nos sentamos alrededor del diario, sobre el pequeño escritorio del profesor Flitwick.
-¿Crees que tu primo haya traído esto? -me pregunta Harry.
-No. No, lo dudo. Además, ¿cómo llegaría hasta el baño de niñas?
-Quizás se lo regaló a Parkinson -intenta Ron- y ella lo tiró... al... inodoro. No. Pésima teoría. Ustedes dos son mejores para esto.
-No hoy. Lo único que puedo hacer es relacionar ideas tontas con películas de princesas.
Ron me mira sin comprender.
-¿Algo como lo que mi padre quiso mostrarnos en esa caja con imágenes?
-Sí. Es lo que me pasa por esconderme un día en la habitación de Karen cuando ella practicaba para el curso de Estudios Muggles en el verano. Las canciones de la Bella Durmiente me quedaron grabadas.
Durante un rato miramos el diario en silencio absoluto. Incluso mi cabeza está muda. Todos intentamos pensar.
-Mi primera teoría, en lo de mis tíos, fue que T. M. Riddle era amante de tío Lucius.
-Podría ser. Supongo que T. M. Es Tomasina Mallory Riddle, o algo así -dice Ron-. O Teresa María Riddle. Dicen que cada vez hay más inmigrantes por aquí. O Tamara Mónica Riddle...
-Ron, podríamos estar toda la vida probando con nombres.
-¡T. M. Riddle!
-Ron. -Respiro pacientemente y lo miro a los ojos-. T. M. Riddle tiene iniciales. T no es un nombre. Y es exactamente lo que dice en el diario.
-No, no, ¡T. M. Riddle está en la Sala de Trofeos!
-¿Qué? ¿Cómo sabes que está ahí? ¿Sabes quién es?
-¿Ya olvidaron mi castigo con Filch? -Mira a ambos lados, como para asegurarse de que el celador no se haya metido de alguna manera en el aula y nos esté espiando-. Tuve que pulir hasta las pelusas de ese salón, y había un Trofeo por Servicios Especiales al colegio, ¡a nombre de T. M. Riddle!
-Ron -digo-, ¡eres un genio! -Lo abrazo con emoción, y Harry se une.
-Pero es muy viejo -dice él-. Ya hace como medio siglo que sucedió eso. Dudo que alguien lo recuerde.
-LA recuerde, Ron, LA -lo corrijo-. ¿Por qué siempre tienen que ser chicos? Las mujeres también valemos.
-Tú misma me diste la razón cuando dije que no te comportabas como una chica -se defiende-. Así que ahora no te hagas la feminista.
-Si tú llamas feminismo a eso, es tu problema. Yo solo digo lo que me parece.
-¿Ah, sí? -digo, incitándolo a pelear, pero luego miro a mi derecha y veo que Harry se ha evaporado-. Pobrecito Harry. Creo que lo espantamos.
-Uh, creo que en serio se ha ido esta vez. Mira, creo que es mejor esperar a que Hermione escuche lo del diario de Riddle y luego decidamos qué hacer.
-Está bien. Pelea pospuesta hasta nuevo aviso, ¿sí? -propongo, y Ron asiente-. Qué amigos raros le tocaron a Harry.
-Bah, es su culpa. Él no está obligado a ponernos en riesgo cada dos por tres por un troll, o un profesor con dos caras, o una planta que te estrangula, o un perro de tres cabezas.
-O una partida de ajedrez gigante y letal. Fuiste valiente, Ron.
-Lo sé -es lo único que contesta. Yo le pego un puñetazo en el brazo.
-¡Ahora tienes que decir que yo también fui valiente!
-Claro. ¿Y qué es lo que hiciste tú?
-Vencí a un troll del doble de altura y de ancho que el primero. Y sin elementos de baño, como hicieron Harry y tú, arrancando caños.
-No me menciones nunca más nada sobre ese tema -ríe cuando salimos del aula-. Tuve suficiente de baños en estos meses.
-Ya lo creo -dice una voz severa detrás de nosotros. Percy Weasley, el Prefecto Perfecto.
"Ugh... Patéale el trasero".
"No haré eso".
"Sí que sí".
"Eso ni siquiera está bien dicho".
-¿Qué estaban haciendo allí?
Ron y yo nos miramos, inevitablemente con cara de culpables.
-Eh... yo...
-¿Estaban... besándose? -Vacila al preguntar, como si fuera una palabra prohibida.
-¿Sabes que sí, Percy? Nos estábamos besando. Mmmm. Ron, oh, Ron, vuestros labios encienden la luz de mi camino, las estrellas de mi cielo... Oh, Ron, oh.
-Oh, Leyla, oh -dice él, siguiéndome el juego-, vuestras palabras alumbran mis días oscuros, porque oh, Leyla, oh, mi hermano aquí conmigo tiene razón: soy...
Percy abre los ojos como dos huevos fritos ante la palabra.
-Oh, Ron, oh, mi noble caballero. Su selección de vocabulario no sería la más apropiada para la ocasión, y creo que os gustaría elegir unas palabras más poéticas.
-Eh... claro, intentaré. Oh, Leyla, oh, visto ropajes de mu...
-¡YA BASTA! -dice Percy-. Le quitaré cinco puntos a Gryffindor, y hablarán con la profesora McGonagall. Y con el director Dumbledore.
Resoplo.
-Ya sabemos cómo se llaman -le digo-. Y no creo que Dumbledore tenga algo contra los travestis. Hay cosas mucho peores en el mundo.
Ron asiente, pero Percy gruñe.
-Otros cinco puntos menos para Gryffindor.
-Estás restando puntos de tu propia casa.
-Y no me importa. Estoy cumpliendo con mi papel de prefecto.
-Es muy triste. Oh, Ron, oh... ¡corred, mi honorable caballero!
-Oh, Leyla, oh, lo haré...
-Lo digo en serio, ¡CORRE!
Riendo como loca, salgo al trote al lado de Ron, y logro mantener el ritmo hasta el tercer piso. Ya hemos perdido a Percy de vista cuando frenamos a tomar aire, y volvemos a reír.
-Hay que... hacer... eso... otra vez -jadeo. Él asiente.
-Debo leer... el diccionario... de sinónimos... antes.
Harry parece un poco molesto con nosotros, pero volvemos a juntarnos los tres al día siguiente, sin rencor, para recibir a Hermione, que sale de la Enfermería completamente curada. Ni siquiera le quedaron las uñas largas.
-Me siento horrible -dice ella-. Todavía tengo pelo en la garganta. Espero no tener que escupir una bola dentro de poco.
Le informamos todo lo que sabemos, y también nuestras sospechas poco probables, sobre el diario de T. M. Riddle. Ella propone ir algún día a revisar la Sala de Trofeos, pero Ron repite que hace como medio siglo le dieron el trofeo.
-¿Medio siglo? ¡Eso significa cincuenta años!
-Sí, Hermione -le digo-. Aunque parezca sorprendente, ya lo sabíamos.
-Pero no lo relacionaron con nada. Hace cincuenta años, chicos, ¡piensen!, abrieron la Cámara Secreta por primera vez. ¿No les parece extraño que justo ahora aparezca esto? Oh, debe ser tan interesante lo que tenga para contar... -Pero cuando abre el diario, se desilusiona.
-Sí... Olvidamos decirte que estaba vacío. ¿Ups?
-Mmmm... -Saca su varita y le echa un conjuro a las páginas. Nada. Siguen tan amarillas y vacías como antes-. Creí que se revelaría algo escrito.
-¿Y si es tinta invisible? -propone Harry-. Pero no mágica. Como la de los muggles, la de jugo de limón.
-No. No, no tiene nada escrito. Es una lástima -se lamenta Hermione-, porque me hubiera gustado saber cómo atraparon al monstruo y quién era el heredero. En fin, no todo se puede.
-Claro, porque el diario iba a servir de bola mágica -dice Ron.
-¿Es que aún no entienden? ¡Servicios Especiales a Hogwarts! Es obvio que Riddle, hombre o mujer, es quien atrapó al heredero y detuvo al monstruo hace cincuenta años.
-Ooooooooooh -decimos Harry, Ron y yo a la vez.
-Ustedes pueden tener oro en la mano y creer que es yema de huevo, aunque estén dentro de una mina.
Hermione se queda inspeccionando el diario durante la tarde, pero luego Harry lo reclama y se lo da. Una vez que está libre, me siento con mi amiga, que parece contenta de al fin poder hablar conmigo.
-Leyla, hay mucho por decir. Mira, allí está. -Mueve la cabeza a un lado, señalando donde están sentados George y Lee. Fred fue a buscar algo a la habitación hace un rato-. ¿Hablaste con él?
Hermione está al tanto de mis catástrofes amorosas, pero quizás cree que se ha perdido algo en los últimos días.
-Mmm... El día en que te convertiste en gato... -Ella frunce el ceño, pero yo me río-. Lo siento. Ese día innombrable, él fue quien me rescató. -Hago una pausa.
-Tu príncipe azul. Ya -me apresura-. Sigue hablando.
-Conversamos un poco... Es un poco doloroso recordar ese día, así que te contaré rápido: básicamente hablamos de por qué está con Angelina. Dice que ella era su mejor amiga, que hacían bromas, y que él estaba un poco enamorado. Y que luego vine yo. Como nos empezamos a divertir juntos, pensó que todo estaba cambiando en su vida y que terminaría reemplazando a Angelina. Y ellos son amigos desde pequeños, y no quiere sacarla de su vida. Así que decidió que yo solamente sería su amiga y Angelina solamente su novia.
-Pero... esas etiquetas no sirven. Cada uno es lo que es. Y las relaciones van creciendo como se dé.
-Eso es exactamente lo que le dije. No puedes ponerme en el lugar de amiga y pretender que me quede ahí porque sí.
-¿Y qué respondió?
-Dijo que entendía, y que estaba dispuesto a cambiar. Pero le dije que ahora necesitaba estar con ustedes tres. Sé que somos amigos y que probablemente nos quedemos así por mucho tiempo.
-Oh, Leyla, eres... eres mi mejor amiga.
-Y tú la mía.
-¿De verdad?
-¿Cómo te atreves a dudar?
Sé que a veces podemos resultar de lo más excéntricos, y hasta un poco pesados, pero creo que Harry tiene suerte de tenernos, después de todo.
————
Justo en los sentimientos...
Aparte; ¿vieron? En la multimedia están Lucius y Tomasina Riddle bailando. :) Noten su perfecta cabellera. Y recuerden la voz interna de Leyla cantando Una Vez En Un Sueño...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top