30: Charla

Capítulo treinta: Charla





Después de tanta agua, la sala común en la Torre Gryffindor se ve como el desierto del Sahara: seco. Y caluroso, al menos durante el día. Las chimeneas están prendidas, y la sala está vacía. Todos están pululando por las mazmorras, muertos de miedo.

-¿Te hiciste daño? -pregunta George.

-No.

-¿Respiras bien?

-Creo que sí. No te preocupes.

-Siéntate en el sillón y descansa. Te traeré agua.

-No, no más agua, por favor. Sólo quédate aquí conmigo.

Se sienta a mi lado y cruza las piernas sobre el almohadón.

-El regalo que me hiciste te salvó la vida -dice.

-Sí. Por suerte no me hiciste caso y seguiste llevando las bengalas a todas partes.

-Es que no siempre es tan bueno ser obediente. Sobre todo cuando tú das las instrucciones.

-Buen punto. -Río débilmente, trayendo una tos que me sacude el pecho. George parece preocupado, así que trato de no darle importancia a eso y me trenzo el cabello mojado-. ¿Cómo supiste dónde estaba?

-El imbécil de Diggory subió para contarle a McGonagall que estabas haciendo algo prohibido.

-¿Me delató? -pregunto sin mucha sorpresa. Ya pensé antes en todas las autoridades que podían venir a descuartizarme.

-No exactamente. Percy y una chica de Ravenclaw vinieron a avisar que había agua saliendo de un armario en las mazmorras.

-¿Qué estaban haciendo allí abajo?

-No quiero saberlo. Como sea, la chica de Ravenclaw lo relacionó con los ataques, porque siempre se inunda el lugar cuando encuentran a alguien petrificado. Ahí fue cuando Diggory les contó que estabas allí. Todos estaban seguros de que habías abierto la Cámara Secreta, y que ibas a atacar. El rumor más esparcido es que la Cámara se encuentra cerca de la sala común de Slytherin, en los cimientos del castillo, y todo indicaba que eras la heredera a punto de atacar.

-¿Y aún así te atreviste a acercarte?

-¿"Aún así", preguntas? No hay manera de que tú seas la heredera, pero en ese momento tuve la duda. Con más razón debía sacarte de ahí. Estos tontos son capaces de convencer a cualquiera, con todo el miedo que tienen. A pesar de eso, fui el primero en reaccionar; corrí a las mazmorras mientras los otros temblaban e inventaban rumores. Lavender Brown, o como se llame esa rubia compañera tuya, empezó a decir las estupideces más increíbles. Lamento mucho que compartas la habitación con alguien así.

Logro sonreír, y parece aliviado de que aún pueda hacerlo.

-Ahora, no me preguntes por qué llevaba las bengalas. Creo que pensaba hacerle una broma a Filch. Sí, ya sé lo que me dijiste. Justamente por eso. Durante estos días estás actuando más responsable, y es divertido llevarle la contraria a gente así.

-Pobre Percy.

-Nosotros somos los que tenemos que aguantarlo. ¿Te traigo algo? ¿No quieres un abrigo?

Yo niego con la cabeza, pero él se saca su suéter Weasley y no hace caso a mis protestas. Me pasa el agujero por la cabeza, despeinándome, y luego hace un gesto aprobatorio.

-Tu madre me envió uno. Azul marino.

-Pero el tuyo no tiene una "L" para que recuerdes tu nombre. A Fred y a mí siempre nos escribe las iniciales. -Señala la "G" en el suéter que llevo puesto-. ¿Ya entraste en calor?

Vacilo antes de contestar.

-Sí. ¿Pero cómo fue que las bengalas...?

-Oí los gritos de la gente cuando hablaban sobre ti y la Cámara Secreta, y entonces fui a buscarte. Las bengalas se prenden con humedad, y lo que había allí abajo era una inundación. Incluso antes de que forzara la puerta, el agua se filtraba por debajo. Eso es lo que la chica de Ravenclaw vio.

No le diré que la puerta cedió en parte porque tengo poderes de lunática, sobrenaturales y antes buscados por Voldemort.

-Entonces no te agradecí como debía.

-Te salvaste tú misma. Fue el regalo más inteligente que vi en años.

Se acerca aún más en el sillón, y pone una mano en mi espalda.

-No está bien.

-¿Qué cosa? -pregunta, perplejo-. ¿Algo no anda bien?

-Esto. Nosotros. Mira, estoy bien con que seamos amigos; podemos hacer bromas, reírnos de Percy, te puedo regalar bengalas y hasta podemos compartir una tostada. Podemos jugar al Quidditch juntos y pasar las vacaciones en la misma casa, pero esto...

-Creí que te gustaba pasar tiempo conmigo.

Estoy temblando. No sé si por el frío o por el miedo. Por la perspectiva de decir la verdad de una vez. Tengo que ser cuidadosa.

-George... Por supuesto que me gusta pasar tiempo juntos. De verdad, es genial, y eres muy gracioso y simpático y amable... -Debo morderme la lengua para no seguir enumerando cualidades-. Pero tú estás con Angelina. No me siento bien estando tan cerca si sé que hay otra chica que te ama. Una chica a la que amas, también. Tienes un compromiso con ella.

Otra chica que te ama. Además de mí.

-No estamos casados...

-Pero están juntos. No me siento cómoda así. ¿En serio te gusta? -Lo miro a los ojos.

-Creo... creo que no sería correcto amar a alguien a esta edad. Pero...

-¿La amas? ¿Te gusta estar con ella?

Se muerde el labio. Encuentra un hilo que sale del sillón y comienza a tirar de él, distraído.

-Escucha... Angelina y yo somos amigos desde primero. Siempre hacíamos muchas cosas juntos; jugábamos al Quidditch, hacíamos alguna broma, a veces la invitaba a casa... Luego Fred empezó a salir con Dala, y parecía obvio que yo tenía que salir con Angelina. Era lo más lógico. Pero luego te conocí a ti. Tú eres todo lo que era ella, pero distinta. No lo sé, quizás más alocada. Empecé a pasar más tiempo contigo; Fred, tú y yo te mostramos algunos pasadizos, hicimos bromas... incluso pasaste el verano en casa y ahora te uniste al equipo de Quidditch.

-¿Y eso te molestó?

-No. Pero tuve miedo. Sentí que estabas reemplazando a Angelina, y ella también se dio cuenta. No quise cambiar, pensé que quizás tú podías ser mi compañera en bromas y Angelina mi novia. Para controlar la situación. Quizás podía dividir lo que era Angelina en dos personas.

-Pero no puedes hacer eso. No puedes etiquetar a la gente, ponerla en un lugar y esperar que se quede allí. No todo tiene que encajar en tu vida. O en clasificaciones. Una persona puede ser muchas cosas.

George baja la cabeza. Sé que me está prestando atención. Ahora no tengo que achicarme.

-¿Crees que cuando te conocí a ti pensé que serías algo? Simplemente eras una persona. Dejé que las cosas fluyeran. Cuando conocí a Neville, no sabía que luego se convertiría en mi mejor amigo, que luego saldría con él, que luego no me hablaría durante mesas por creerme peligrosa...

Sus ojos se dilatan. Quizás no sabía esa parte de la historia. En ese caso, bien que se entere ahora.

-A veces hay que soltarse. No tenía idea que terminaría siendo amiga de Harry Potter y de tu hermano, pero sucedió. Y creí que podría amigarme con Lavender y Parvati, pero no pasó. -Tomo aire, indecisa de cómo seguir. Pero ya empecé, y no voy a parar-. Y... odio hablar de esto, pero no sabía que te besaría, ni que luego de eso haríamos de cuenta que nunca sucedió. Y que me dejarías de lado. Y que te acobardarías para volver con Angelina.

-Yo no...

-Eso es exactamente lo que sucedió. George, no sabes cuánto agradezco la confianza que tienes en mí. Jamás dudaste cuando oíste los rumores, y aún así, cuando hoy te convencieron, viniste por mí. Pero que tengas miedo de que las cosas cambien... No sé, no esperaba eso de ti. No sabía que te daba miedo el cambio.

-Es que todo en mi vida es estable. Mi mejor amigo es Fred, y es mi gemelo. Llevamos toda la vida juntos. A Lee Jordan lo conozco desde que tenía cuatro o cinco años. La magia es conocida para mí. El Quidditch. Tú estás acostumbrada a las cosas nuevas, a arriesgarte. Yo hago travesuras, pero jamás dejaría que un cambio tan grande pasara en mi vida. Sé que es un error. Pero es mi forma de vivir.

-Lo entiendo. Pero quiero que sepas que el año pasado me rompiste el corazón.

-¿Qué...?

-En la Enfermería. Yo estaba enamorada de ti, locamente enamorada.

-¿Y por qué me dijiste que te gustaba Cedric?

-Porque me gustaba. No estaba loca por él, pero me atraía. Y no quería decirte nada sobre ti porque tenía miedo. Pero no dejaré que el miedo domine mi vida.

-Entonces...

-No quiero nada ahora. Me cansé de los chicos. Tú tienes miedo a cambiar y no me dices del todo la verdad, y Cedric planea entregarme a las autoridades porque cree que petrifico gente. Son los dos unos malditos psicópatas.

Para mi sorpresa, George sonríe un poco.

-Tienes razón. ¿Crees que podemos seguir viéndonos la cara? ¿O debo llevar una bolsa de papel?

-¿Cómo puedes estar bromeando?

-Es mi forma de vivir. Creí que tú también hacías eso.

-Yo no hago tantas bromas. Simplemente digo tonterías que se me ocurren. Y no cambiemos de tema. Esto es serio.

-Claro que lo es. Si no, no tendría que empezar yo con las bromas. Ahora en serio, ¿crees que podemos seguir siendo amigos?

-No sé. Dame tiempo -pido, levantándome del sillón.

-Te prometo que no me importará el cambio de ahora en más. No quiero perderte.

-Ni yo a ti. Pero ahora tengo que irme.

-Entiendo. Pero quédate con el suéter, y devuélvemelo cuando quieras volver a hablar.

Suspiro, pero luego asiento. Al salir, no puedo dejar de sentir la lana de su suéter, impregnada en su esencia.


--


Awww, el suéter huele a él. (Soy Madame Weasley, no la voz de Leyla).


¿Les gustó?


Este es el último de los capítulos cortos, ya vendrán más largos :) Y puede ser que haga una actualización extra durante la semana para compensar el largo de las partes anteriores.



GANADORES DEL CAPÍTULO 29


Primer comentario: Nombredeusuario8335


Mejor comentario: anny4000

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