2: Diagon vs Knockturn
Dedicado a @Corie_Weasley.
Capítulo dos: Diagon vs Knockturn
No hace falta decir que la entrada al sótano quedó completamente prohibida. Por suerte logré sacar suficientes baldes para contener el agua de las incesantes goteras del techo, y cada tanto voy al baño y los vacío, aunque mi espalda ya se está quejando. No sé de qué sirve ser una hechicera si tengo que hacer el trabajo de una mula. Y Dobby ni siquiera está para ayudarme; no sé dónde se habrá metido, pero mis tíos lo retarán en cuanto vuelva a aparecer. No son muy tolerantes, y no quieren a Dobby tanto como yo.
Ya a finales de julio las goteras están un poco más controladas. Por suerte parece que nadie usa el cuarto que está directamente arriba de mi habitación, donde debe seguir ese enorme charco en el piso. Si alguien lo hubiera visto ya me habrían puesto de patitas a la calle. Mientras veo la sección de Poción Multijugos, que parece terriblemente complicada, escucho un ruido contra mi ventana. Hay una lechuza parda volando, tratando de entrar y golpeándose contra el vidrio. Tiene una carta en el pico, supongo que se le habrá desatado de la pata después de tantos golpes. Abro la ventana y la vuelvo a cerrar en cuanto consigo la carta, ya que lo último que necesito es una lechuza pululando por mi habitación. Cuando reconozco la enorme "H" en el sello y la tinta verde esmeralda salto de la emoción. ¡Hogwarts!
No es como el año pasado, claro, porque en ese momento no sabía si me aceptarían, pero igual temía que la carta llegara demasiado tarde. Parece que esta vez se acordaron de mí (es difícil olvidarse de alguien como yo, sobre todo después de tantos llamados de atención...). La primera parte de la carta es la misma, parece que es estándar, diciendo que esperan la lechuza de confirmación antes del primero de agosto. Pero la segunda hoja del pergamino es larguísima, llena de libros y materiales, y no recuerdo que la de primer año haya sido tan extensa. Esto me da el mal presagio de que tendremos que estudiar mucho más.
Los estudiantes de segundo curso necesitarán:
1. El libro reglamentario de hechizos (clase 2), Miranda Goshawk.
2. Recreo con la «banshee», Gilderoy Lockhart.
3. Una vuelta con los espíritus malignos, Gilderoy Lockhart.
4. Vacaciones con las brujas, Gilderoy Lockhart.
5. Recorridos con los trols, Gilderoy Lockhart.
6. Viajes con los vampiros, Gilderoy Lockhart.
7. Paseos con los hombres lobo, Gilderoy Lockhart.
8. Un año con el Yeti, Gilderoy Lockhart.
Parece que tendremos una profesora este año en Defensa Contra las Artes Oscuras. Supongo que será cuarentona, fan enamorada de Gilderoy Lockhart. Si no conociera mejor a mi madre (lo que me encantaría, por cierto) pensaría que ella nos dará las clases. Pero Alesia Black no trabaja con alumnos. Y menos si una de las alumnas soy yo. Oh, solamente espero que esta profesora no tenga a Voldemort en la nuca.
Me guardo la carta en el pantalón y bajo corriendo al comedor, donde el desayuno está preparado.
-¡Dobby! -exclamo al ver al elfo doméstico, y luego bajo la voz-. ¿Dónde te habías metido?
Cuando Dobby me mira con esos ojos verdes y culpables siento que mi corazón se comprime, y justo cuando abre la boca para contestar aparecen mi tía.
-Buenos días, Leyla.
-Buenos días, tía.
-Buenos días, madre -dice Draco, que acaba de aparecer por un costado y se sienta en la silla en frente de la mía-. ¿A ti también te llegó tu carta, Leyla? -Yo asiento. -Bien. Entonces, madre, podremos ir hoy al callejón Diagon.
-Sí, hijo, justamente hablaba de eso con tu padre hace un rato. Aún tiene que preparar un par de cosas, ya que nos quedaremos allí hasta el primero de agosto.
-¿En el Caldero Chorreante?
Tía Cissy asiente. Cuando terminamos de desayunar subo a terminar de empacar y vacío todos los baldes para que duren más tiempo sin rebalsar. Me arreglaré de la inundación cuando volvamos de Londres. Lo extraño es que Dobby no aparece cuando lo llamo, a pesar de que hablé con él hace poco. ¿Qué estará haciendo?
Sea lo que sea, no lo menciono por el bien del elfo. Bajo mi baúl con mucho esfuerzo por la escalera, y veo que tío Lucius está sacando bolsas llenas de cosas del sótano.
-¿Para qué son ésas?
-Primero iremos a vender algunas cosas a Knockturn -explica Draco. Por suerte tío Lucius está ahora a mitad de camino hacia abajo, así que no nos escucha.
-¿Por qué?
-Creo que hay cosas que no deberíamos tener. Pero me da igual. No debe ser nada importante. -Noto que sigue resentido por no haberse enterado de nada de esto antes que yo, y no puedo evitar sonreír. -¿Estás lista?
Al poco tiempo nos aparecemos en la calle delante del Caldero Chorreante. Los tres arrugan la nariz al aparecer entre muggles; a mí no me parecen muy geniales, pero tampoco creo que sean tan repugnantes como para reaccionar así. Tom, el tabernero, nos lleva a las habitaciones. A mí me tocó una que tiene balcón hacia la calle, así que puedo ver Londres desde aquí. Lo malo es que no me pude traer ninguno de los viejos libros de la mansión sobre Pociones, así que tengo que contentarme con organizar y reorganizar mis ingredientes de Pociones. Tía Cissy nos informa que tío Lucius está muy ocupado hoy, y que probablemente mañana sea el día de compras.
-¿Y no podemos ir sin él? -propongo. Tía Cissy hace una mueca, pero termina aceptando y nos lleva a Draco y a mí al Emporio de la Lechuza, donde le compra una lechuza nueva a mi primo, porque la del año pasado ya está vieja, parece. Creo que a mí no me vendría mal una lechuza, y podría usar la vieja de Draco, pero solamente se puede llevar una mascota a Hogwarts y yo no pienso abandonar a mi hermosa Barbas de Merlín. Me la regalaron mis tíos, pero supongo que ya se habrán olvidado de ella.
Después de comprar más ingredientes para Pociones y los millones de libros de Gilderoy Lockhart estamos listos para volver al Caldero Chorreante. Justo antes de regresar escucho a una bruja de edad avanzada (una vieja decrépita, seamos sinceros) hablando de fin de mes, y mi cerebro se activa.
-Fin de mes... ¿Qué día es hoy, Draco?
-Treinta y uno.
-¿De julio? -Él asiente. -¡Es el cumpleaños de Harry!
Gruñe al oír mencionar a Harry, pero no me importa. Corro a la tienda de regalos, compro una tarjeta y papel de envoltorio, y luego paso por el puesto de golosinas y compro una bolsa de ranas de chocolate. Ya tengo el regalo y a la vez una actividad para hacer en esta hostería. Me paso toda la tarde tratando de envolver el obsequio y hacer un buen paquete, pero el papel queda casi destruido por tanto doblar y desdoblar. En un último intento lo termino de sellar y queda como resultado final un hermoso bollo que Harry sabrá apreciar. Le escribo algo en la tarjeta y le mando el regalo con la lechuza de Draco. La vieja, por supuesto. Espero que esta vez sí le llegue, porque tengo la sospecha de que sus tíos muggles están realmente chiflados y ponen paneles anti-lechuzas; ya le he enviado como seis cartas este verano y no me contestó ninguna.
Como terminé con el regalo ahora tengo que buscarme otra actividad. Bajo al la parte de bar del Caldero y me siento en una mesa con uno de los libros de Gilderoy Lockhart. Al ver su foto no parece muy inteligente, pura sonrisa y cabello dorado, pero cuando leo sus aventuras y la manera de vencer a aquellas criaturas tenebrosas me siento tan encantada por él como todas aquellas cuarentonas de las que me reí hace poco. Tal vez no esté tan mal charlar de Gilderoy durante las clases de Defensa, después de todo.
Por la mañana oigo al tío Lucius despertando a Draco en la habitación contigua, así que me apuro a vestirme y peinarme un poco mis cabellos negros y alborotados antes de que venga por mí. Poco después nos encontramos en el Callejón Knockturn, caminando los tres en fila. Mi tío está llevando las bolsas negras con los objetos del sótano, y no puedo evitar pensar en aquel diario. ¿Qué podía tener de malo? Ni siquiera contiene secretos, está completamente vacío.
Una bruja anciana, mugrienta y encorvada pasa por delante de nosotros y nos mira con su único ojo. Escalofriante. Hay todo tipo de personas, o casi personas, en este Callejón. Me han dicho que está dedicado a las artes oscuras, pero jamás pensé que sería tan tétrico. Por suerte no tardamos mucho en llegar a un negocio llamado Borgin y Burkes. Tío Lucius abre la puerta sin dudar y mira dos veces hacia atrás antes de cerrar firmemente la puerta y guiarnos al mostrador.
El local está en penumbras, supongo que para que los curiosos no puedan ver por la vidriera, por lo que adivino que pasan cosas poco legales aquí dentro. Y si la oscuridad y el comportamiento de tío Lucius no fueran suficiente evidencia, siempre está la mercadería para reafirmarlo; hay estanterías y vitrinas llenas de objetos raros y espeluznantes: una mano cortada puesta sobre un almohadón, un juego de cartas manchado de sangre (supongo que cuando cortaron esa mano), un ojo de cristal que nos observa fijamente, máscaras espantosas que se parecen a lo que sería Filch sonriendo, huesos humanos... Lo más normal que hay aquí es un armario grande y negro, y no quiero imaginarme lo que contenga.
Lo que realmente me sorprende es que mi tío confíe en mí lo suficiente como para traerme aquí. Incluso nos ha dejado entrar sin darnos indicaciones especiales como a dos niños.
-No toquen nada, muchachos. -Hablé demasiado pronto.
Mi tío apoya las bolsas sobre el mostrador y sobre el suelo y hace sonar el timbre que hay al lado de una exposición de extrañas orejas peludas. Parecen las de Greyback. Qué asco.
-Creía que me ibas a comprar un regalo -rebufa mi primo, mirando al ojo de cristal.
-Te compraré una escoba nueva de carrera, ya te lo dije. Te hubiera dejado con tu madre, pero tiene que ir al Ministerio a arreglar un par de cosas. Ahora, compórtate.
Con razón también me trajeron aquí. Puedo hacer mucho menos lío entre todas estas cosas que en el Ministerio.
-¿Cuánto tarda este hombre? -se impacienta mi tío. Mientras yo miro la leña consumiéndose en la chimenea del local, Draco vuelve a la carga.
-¿Para qué quiero una escoba de carrera si ni siquiera estoy en el equipo de la casa? Harry Potter tenía el año pasado una Nimbus 2000.
-Yo te compraré una 2001. Ahora, cállate.
Pero Draco no se da por vencido. Debe estar rabiando por Harry. Ahora dejo de mirar la leña y veo la escena de capricho de mi primo.
-Y también obtuvo un permiso especial de Dumbledore para jugar para Gryffindor.
-Los de Gryffindor no saben cómo armar un buen equipo.
-¡Ey! -me quejo, pero ninguno de los dos me hace caso.
-Pero ni siquiera es tan bueno, solamente es famoso por esa ridícula cicatriz en la frente.
-Estás celoso... -canturreo, y él me saca la lengua. Si nos van a tratar como niños al menos aprovechamos a actuar como tales.
-Draco, por lo menos intenta... cambiar tu visión sobre él y haz de cuenta de que lo admiras como el resto de tus compañeros. Si todos dicen que es el héroe del siglo por derrotar al Señor Tenebroso, entonces tú también créetelo... Ah, señor Borgin, aquí está.
Oh, ¡se acabó la escena de celos y berrinche! Bueno, supongo que podré ver más espectáculos durante el mes de agosto. Ahora un hombre encorvado y con el pelo canoso está apoyado en el mostrador, mirando a mi tío.
-Señor Malfoy, es un placer volverlo a ver... Veamos, ¿qué maravillas me trae hoy?
Mientras parlotean como dos viejas chismosas yo paseo la mirada por los objetos, tratando de ver si hay algo asqueroso para enviarle a mi madre en Navidad, así lo tengo comprado de antemano, y me estremezco al ver un par de ojos verdes mirándome desde la rendija entre las puertas del armario negro.
-¿Dobby? -susurro, pero los ojos desaparecen. Supongo que me lo habré imaginado.
Vuelvo a prestarle atención a la conversación.
-¿Pero por qué alguien querría deshacerse de estos tesoros? -pregunta Borgin con sorpresa.
-Vea, el Ministerio va a inspeccionar mi casa. Es una orden general de allanamiento, como ya sabrá... y estas cosas me podrían meter en un aprieto si las encontraran. -Borgin asiente repetidamente. -Al principio no creí que vinieran a mi casa a molestarme, pero el apellido Malfoy ya no impone tanto respeto, vio... Supongo que el inútil amante de los muggles Arthur Weasley está detrás de esto.
De nuevo aparece el par de ojos verdes en el espacio del armario. A menos que esté oficialmente loca, hay alguien ahí. Y están a demasiada altura como para ser de Dobby, que no me llega ni a la cintura con las orejas.
-Greyback también vino a mi casa -sigue tío Lucius-, hicimos un par de acuerdos... pero hay cosas que no se las confío a él. Quizás pueda dárselas a usted como... alquiler... y luego pueda recuperarlas.
-Claro, claro, señor Malfoy...
-Padre, ¿me puedo quedar con esto?
Todos nos volteamos a ver la mano cortada que está señalando. ¿Ese es mi primo? ¿El coleccionador de pedazos de cadáveres?
"Puaj."
Y aquí esta de nuevo mi voz interna. ¡Hola!
"Me das vergüenza."
-Oh, su hijo tiene muy buen gusto, señor -dice Borgin con una sonrisa-. Es la Mano de la Gloria. Si se pone una vela en ella alumbrará solamente a su portador. ¡Especial para ladrones y saqueadores!
-Sí, pero esperemos que mi hijo sea algo mejor que un ladrón o un saqueador. -Antes de que el señor Borgin responda, agrega: -Claro que si sigue teniendo las mismas calificaciones que el año pasado...
-¡No es mi culpa! -se defiende él-. Todos los profesores tienen favoritos. Esa Hermione Granger...
-Creo que debería darte vergüenza que una nacida de muggles sea mejor que tú.
"Obviamente que Hermione es mejor."
Esta vocecita me cae cada día mejor.
"Sinónimos, Leyla, ¡sinónimos! Si hablas como piensas todos dirán que sabes solamente tres palabras... Que repites como un loro."
Otra vez me apresuré a sacar conclusiones. Me está cayendo mal de nuevo.
-Sí, qué triste, ¿no? -se lamenta Borgin-. Cada día vale menos pertenecer a una estirpe pura de magos...
-Para mí no pierde valor la pureza -repone fríamente tío Lucius-. Además, mi sobrina Leyla -dice, señalándome- es la mejor en Pociones. Tiene un don innato. Debe
Vaya, por primera vez se hace el orgulloso. No como cuando aparezco de improviso en su casa y me ven sus amigos licántropos asquerosos. Me las pagará caro.
-Bueno, señor Borgin, espero que mañana venga a recoger el resto. Ya sabe dónde estoy. -Agarra una bolsa de dinero que le da el vendedor y se dirige a la salida. Draco arrastra los pies, siguiéndolo, pero yo me escondo detrás de una vitrina con el vidrio tan sucio que es imposible que Borgin me vea. En efecto, una vez que se cierra la puerta y se van, el vendedor gruñe, murmura algo en contra de mi tío y se va a la parte trasera del local.
Me acerco al armario para ver quién está y veo a un aterrado Harry Potter saliendo de él.
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¡Este capítulo es en celebración de los más de 500 seguidores! Unas personitas muy queridas me apoyaron en la fiesta (lo lamento si se lo perdieron, hubo cerveza de mantequilla, fuegos artificiales y bengalas del Doctor Filibuster y unos Weasley encantadores).
Gracias por votar y comentar, se aprecia.
Besos,
Madame Weasley.
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