17: Maddeline

Nota: Estoy viendo de actualizar martes y sábado. Veremos cómo sale. El plazo para ganar una dedicatoria es "hasta que se publique el próximo capítulo".

Capítulo diecisiete: Maddeline

 

 

 

A medio camino hacia la Torre de Gryffindor siento pasos detrás de mí. Me giro rápidamente, esperando a ver a un loco petrificador de gatas, y me encuentro con tres figuras. Ron, Hermione y Harry.

—Vengan.

Nos metemos en un aula y cerramos la puerta.

—Leyla, ¿qué tenías que hablar con Snape?

—¿Te amenazó?

—¿Eres Leyla o te reemplazó por un clon malvado?

—Sí soy yo —digo—, y ya soy malvada sin necesidad de un clon. Vamos, solamente me advirtió que tuviéramos cuidado y que estuviéramos alerta, evitando lugares apartados. Lo común.

—¿Y por qué a ti? —pregunta Hermione con envidia, aunque trata de que no sea evidente.

—Creo que nos entendemos bastante bien.

—¿Creen... creen que debería haber mencionado lo de la voz? —consulta Harry.

Inmediatamente todos negamos con la cabeza.

—Bajo ningún concepto. No es bueno oír voces que los demás no pueden —dice Hermione—, ni siquiera en el mundo de la magia. Y no, Leyla —dice antes de que yo pueda abrir la boca—, las voces de tu conciencia extraña no cuentan.

—Ah, por suerte. Ya me estaba preocupando.

—¿Y qué creen que sea la Cámara Secreta?

Ahora sincronizamos al encogernos de hombros.

—No sé, pero no me suena que sea nada bueno.

—Alguien alguna vez me habló de ella —dice Ron—, de que hay una leyenda sobre una Cámara Secreta en Hogwarts, pero ahora no recuerdo bien. Creo que fue Bill, él siempre estuvo interesado en cosas secretas y encantadas. Trabaja en Egipto deshaciendo hechizos en las tumbas de las pirámides, así que imagínense...

—Ya es medianoche —dice Hermione al oír el ruido de un reloj al final del aula—. Debemos irnos.

—Sí, antes de que nos acusen de algo más.

Al día siguiente me levanto con un sólo propósito en la mente. Como es domingo, Lavender y Parvati duermen como cerdos, y Hermione está demasiado agotada como para abrir un ojo. Me cambio y corro a desayunar lo más rápido posible, esquivando a la gente que me mira con curiosidad. Nadie habla de algo aparte de lo sucedido anoche, sobre la leyenda de la Cámara Secreta, sobre la sangre en la pared y el heredero, aunque nadie sabe bien de qué se trata todo esto. Termino la tostada y veo a Neville, que quiere decirme algo, pero no tengo tiempo, ni siquiera para él.

En las mazmorras comienzo a tantear las paredes, y examino el lugar en busca de algún Slytherin para preguntar por la sala común, pero todos duermen o están desayunando.

Siento unos pasos detrás de mí.

—¿Qué haces aquí?

—Oh, Sna... prof... instructor. —Jamás me pisé tanto al hablar. —Eh... vine a ver a mi hermana.

Snape alza una ceja.

—¿Maddeline?

—Sí. ¿Usted podría entrar a la sala común y decirle? Yo no tengo idea...

—Quédate aquí. No, no aquí, métete en mi oficina y espera. No es seguro que te vean por aquí. Sobre todo luego de lo que pasó ayer.

Me encierra en la oficina y me siento sobre el escritorio a esperar. Como tarda en venir, y no quiero sospechar que me quiso dejar aquí por toda la vida, comienzo a hurgar por el lugar. Siempre me quieren echar cuando revuelvo cosas que no debería, así que eso me asegurará una salida rápida de aquí. En una esquina hay un armario alto mal cerrado. Termino de abrirlo y veo estantes llenos de ingredientes para pociones. Hay todo lo que podría llegar a imaginar, y más: piel de serpiente, hojas de jengibre, hiedra azul, colas de ratón, pimienta negra... También hay todo tipo de ramas, arena de colores y otras cosas que parecen más bien de una colección hippie.

Como había adivinado, están por echarme por revolver las cosas; se escuchan pasos afuera, y cierro las puertas del armario antes de que entre. Algunas cosas se vuelcan dentro, pero ni pienso ver qué son ni arreglarlas.

Snape abre la puerta.

—Tu hermana te espera en el pasillo. No se tarden mucho. Espera... ¿estuviste revolviendo...?

—Muchas gracias, profesor Snape, pero no quiero hacerle perder más tiempo. Tenga buen día.

Salgo de la oficina y Snape me deja en paz. En el pasillo está Maddy, pero no como la recuerdo. Tiene delineador oscuro alrededor de los ojos, el cabello marrón tiene ahora grandes mechones blancos, y ya no está tan alegre como la recuerdo. Antes Abby, Maddy y Debby eran un trío inseparable, y era imposible distinguirlas entre sí; siempre estaban riendo y jugando con los animales de casa, cada una completando la oración de la otra al hablar. Vi a Abby y Debby de lejos durante los últimos días, y no cambiaron nada, pero Maddy...

—Hola, Maddy.

Ella sonríe levemente y vuelve a su expresión seria.

—¿Cómo estás? —pregunto, sabiendo que no obtendré respuesta.

—Ahora te entiendo.

La miro sin comprender.

—¿A qué te refieres?

—Que seas diferente. Que quieras ser diferente. Diablos, Leyla, jamás me di cuenta, después de tanto tiempo en casa, de que hay gente diferente. De que la vida puede ser distinta. En casa nadie habla muy bien de ti, y nunca me caíste mal, pero te veía demasiado rara. Todos somos iguales en casa, y eso me enferma, pero no me di cuenta hasta ahora, que me pusieron en Slytherin, que hay otras formas de ser.

—Vaya... ¿Entonces te gusta Slytherin?

—Es duro. Hay que ganarse un lugar y aprender a convivir con gente así, pero me encanta tener un desafío. Al principio creí que Slytherin sería la perdición... Todo fue muy raro durante los primeros días, Leyla, no sabes... Abby, Debby y yo esperábamos ser Ravenclaw y ya, para no sobresalir, para mantenernos como mamá y papá. —Cambia el peso de pierna. —Teníamos miedo de ser repudiadas o algo así, como te sucedió a ti, aunque eso no tuvo nada que ver con Gryffindor.

—Te aseguro que lo mío es de nacimiento.

Ella hace una media sonrisa y vuelve a ponerse seria. Pareciera que olvidó cómo sonreír completamente. Y pensar que antes ella era pura sonrisas...

—Luego las dos salieron Hufflepuff. No podía ser tan terrible si las tres quedábamos en la misma casa, pero luego salí Slytherin... Pensé que moriría. En serio. Encima jamás había hablado con Draco antes, y era la única persona que conocía. Pero las cosas van mejorando.

—¿Hablas con Draco?

—Sí. No demasiado, porque no le gusta que lo vean con chicas menores. Y mucho no nos conocemos. Pero creo que nota que soy diferente, que no soy como las otras dos —dice con asco.

—Oye, Maddy...

—Maddeline. Soy Maddeline ahora. Maddy es un nombre tan tonto. No sé cómo Abby y Debby no se cambiaron el apodo.

—Escucha. Maddeline. Sé lo que es el cambio, sé cómo se siente. Yo no tengo ni tuve jamás ningún apego especial a ninguna hermana, pero ustedes tres eran inseparables. No puedes borrar toda tu infancia por un cambio. Puedes unir tu vida nueva con la anterior, no tienes por qué olvidar todo.

—No quiero tener nada que ver con ellas. Son tontas. Dan lástima. Encima Hufflepuff tenían que salir...

—Son parte de tu vida.

—¡Tú no sabes nada sobre hermanas!

—No sé nada sobre buenas hermanas, y lo lamento mucho. Pero no quiero que hagas como Draco, que trata mal a todos para impresionar, y que luego es un corderito dulce que habla bien con la gente cuando otros no miran. A mí no me trata mal aquí, pero se hace el rudo y no lo es. No quiero que seas puras apariencias, Mad...deline —me corrijo—. Maddeline.

—Tienes carácter —dice, para mi sorpresa.

—Pensé que me echarías en cara más errores, o que negarías todo.

—No, tienes razón. Al menos no estás tan equivocada. Tengo una hermana en la que puedo confiar, ¿verdad?

—¿En mí?

Maddeline asiente, y yo sonrío. Ella tuerce el labio. Parece emocionada.

—Leyla, no sabes lo bien que se siente... saber que puedo contarle esto a alguien. Haberle contado esto a alguien. Gracias.

Abro los brazos para abrazarla, pero ella se resiste.

—Vamos. Seguimos siendo dos niñas.

Finalmente acepta y nos abrazamos.

—¿Puedo preguntarte un par de cosas?

—Claro, claro —dice ella—. De alguna manera tengo que recompensar el tiempo que te hablé de mis problemas.

—Yo... Alguien me ha dicho que estabas cambiada, pero no para bien. Yo creo que algo de ti todavía se puede rescatar. —Ella suelta una carcajada, como las viejas risas. —Pero me dijeron que andabas en cosas extrañas.

—Ah, no hagas caso a eso. Seguro te lo dijo alguien de otra casa.

—De Hufflepuff, sí.

—Eso es porque no nos entienden a las serpientes. Simplemente estoy... experimentando.

Alzo una ceja, pero decido dejarla. Ya me ha dicho suficiente, no quiero seguir presionándola. Aunque ha largado una catarata de información sin haber dicho nada, sé que quiere algo de privacidad en su vida.

—¿Y tú qué estabas haciendo ayer cuando petrificaron a la gata? —pregunta con ojos brillantes—. ¿Cómo hiciste? ¿Es un hechizo que se aprende en segundo?

—¡Yo no he sido!

—¿Segura?

—Segura.

—Sigo pensando que eres genial.

Ambas reímos, pero ella calla cuando pasa un chico de Slytherin por el corredor, saliendo de la sala común.

—Bueno, no tenemos mucho tiempo. Además, Snape no quiere que esté demasiado aquí debajo.

—Sí, todos los de Slytherin murmuran que Snape tiene algo contigo —dice Maddeline—. Nada pervertido, tranquila, sólo que te tiene afecto.

—Afecto —repito, incrédula.

—Snape tiene su forma de mostrar afecto. En verdad, yo también creo que deberíamos movernos de aquí. ¿Vienes a desayunar?

—Estaríamos en mesas separadas —digo—. Y ya comí.

—De acuerdo, entonces nos vemos luego. —Se da la vuelta y camina hacia las escaleras, pero frena a mitad de camino y vuelve corriendo. —Ahora que lo recuerdo, leí el periódico.

—¿Eh?

Hogwarts, Hoy. Nada mal, eh. Avísame la próxima vez que haya que colgar anuncios, así pongo en la sala de mi casa.

—Oh... Gracias.

—Y no sabía que andabas en algo con el apuesto Diggory. Espero que Selene no se entere.

Me pongo roja y miro hacia otro lado, esperando que se pase.

—Cedric y yo solo somos amigos. Hacemos cosas juntos, como practicar Pociones o hablar o, qué sé yo... ¿Alguien te dijo algo?

—Solamente leí el artículo de Quidditch —dice, encogiéndose de hombros—. Es obvio que se la pasaron bien escribiéndolo. Ah, y no olvides que te derrotaré el año que viene cuando me dejen unirme al equipo de Slytherin. Teme mi habilidad.

—Ya estoy temblando.

—Ahora sí me voy a comer. Nos vemos luego. —Hace una media sonrisa y sale corriendo escaleras arriba hacia el Gran Salón.

Una corriente de aire que pasa por el corredor de las mazmorras me hace temblar, y recuerdo que no debería estar aquí. Supongo que Snape oyó toda la conversación y saldrá en cualquier momento de su oficina, por lo que me vuelvo a la Torre de Gryffindor. En el camino pienso sobre la intensa conversación que tuve, sobre toda la información que obtuve y la que adiviné.

Maddy, ahora Maddeline, es rara. No es lo que uno espera de la tercera trilliza, luego de Debby y Abby. Siempre la vi como una más del paquete, jamás pensé que tuviera esas ideas, que quisiera ser diferente, que no se sintiera como Abby y Debby. Pero quizás lo hacía, quizás no se dio cuenta  Pero la quiero. Es auténtica y me ve a mí, más allá de todos los prejuicios que rondan por mi familia en casa.  

En la sala común está Hermione creando un nuevo plan para Hogwarts, Hoy. Lavender mira desde lejos, y se acerca solo cuando ve que Hermione no me ladró.

—Hola, chicas. —El cerdito ya se despertó luego de su siesta dominguera.

—Hola, Lavender —dice Hermione con tono aburrido.

—Eso es para el periódico, ¿no?

—Mira, si vienes a burlarte, puedes irte ya mismo —digo, y Hermione asiente en apoyo.

—¿Acaso creen que soy tan mala? Solamente quería saber si me puedo unir. Leí la última edición, la de Halloween...

—La de ayer.

—Sí, eso, y me gustaría ayudar. Quizás quieran incluir una columna de consejos sobre amor. Ya saben, siempre hay una columna de la señorita Betty o algo así, y todos piden ayuda con su amor.

—Puedes hacer la columna de la señora Norris —propongo yo, pero a Lavender no le causa mucha gracia.

—Bueno... —afloja Hermione—, si quieres puedes unirte. Pero te aviso que los encuentros son en la biblioteca, y allí no puedes chillar ni hacer otros ruidos molestos. Y tampoco cuchichear. Nada de ronda de chismes. Y no debes distraerte con la otra gente que va.

—Ya sé, no estaré todo el día arriba de los chicos, no estoy tan desesperada. —Tengo mucho que objetar—. Pero tampoco está mal socializar de vez en cuando, ¿no, Hermione?

Es obvio que quiere ir por Cedric. Maldita. Se puede unir tranquilamente al séquito de seguidoras de la Zorra mayor: Zorra Johnson. Tendrá buena compañía con Cho Chang y Lauren Blue.

Finalmente le decimos cuándo será la próxima reunión para que nos deje en paz y se vaya.

—Al fin —digo. Suelto un suspiro y me dejo caer junto a Hermione en el sillón.

—Leyla, estuve en la biblioteca...

—Qué novedad.

—...buscando información sobre la Cámara Secreta. Pero no hallé nada.

—¿Y sobre petrificadores?

—Nada en absoluto. Pero sospecho de Malfoy.

Yo la miro con sorpresa.

—Herms... Sabes bien que mi primo no es capaz. No digo que moralmente sea incapaz de hacer daño, pero no tiene la habilidad para petrificar.

—Sí, pero ya oíste lo que dijo.

Lo recuerdo bien. "Los próximos serán ustedes, sangre sucia". Hermione no puede haber quedado indiferente, sobre todo porque es la segunda vez que usa el término delante de ella.

—¿En verdad crees que tiene algo que ver?

Ella asiente.

—¿No podrías averiguar algo sobre él? ¿Si está haciendo algo sospechoso, o si tiene algo que ver?

—No podría. Los de Slytherin son muy cerrados, y jamás cooperarían con una Gryffindor. Y Draco y yo... digamos que no quedamos en los mejores términos luego del día de la práctica de Quidditch.

—Qué lástima. Tendremos que averiguar por otra parte. —Tacha algo en su pergamino y sigue revisando el texto para el periódico—. ¿Dónde estuviste por la mañana? No estabas cuando desperté, y tampoco te vi en el desayuno.

Vacilo antes de contestar.

—Fui... fui a visitar a mi hermana.

—¿Cuál de todas?

—Maddy. Maddeline.

—¿La de Slytherin? —pregunta con ojos brillantes.

—Sí.

—Ahora te hablas con ella.

—Parece que sí.

—Y es de Slytherin.

—Sí. ¿Te sientes bien, Hermione?

—Y puede colaborar contigo y sacar información de su casa.

—Probablemente... Ah. Ya comprendo. Mira, Herms, no sé... Maddeline es un poco extraña (bueno, es mi hermana) y no sé si quiera colaborar. O si pueda. Aún no tiene un puesto sólido en Slytherin. Quizás más adelante ella se logre la confianza de algunos y pueda pedirle que me cuente algo.

—Bien. Solamente no lo olvides.

—¿Qué estás escribiendo allí?

—Una protesta. Escondida en un artículo informativo sobre las clases sociales y la igualdad de derechos. Estoy dándole voz a los nacidos de muggles. Sabes, en realidad no me interesa tanto que todos se enteren sobre sucesos históricos y Aritmancia (aunque son realmente interesantes ambos temas), sino que se me ocurrió la idea del periódico para que todos se enteren de que los nacidos de muggles somos tan mágicos como ustedes, los puros. Si recibieran información directamente, sin todos los prejuicios, la discriminación acabaría.

—Dudo mucho que alguien como mi primo lea eso y cambie. Y dudo que Crabbe y Goyle sepan leer, así que tampoco recibirá información de sus gorilas.

—Pero vale la pena intentarlo, ¿no?

—Totalmente.



-------- Ganadores del capítulo 16 --------

Primer comentario: @aimerchuvife

Mejor comentario: @Magic-is-real, porque los calzones de la tía Tessie siempre ganan. ;)

Muchas gracias a todos los que me leen, y quería decirles a todos los que se empacharon de Leyla leyendo las dos novelas en menos de dos días, ¡LOS AMO! Sí, y ¡LEYLA LOS AMA! ¡DUMBLEDORE LOS AMA! ¡Y SNAPE...! No, Snape no. Lo siento.

Saludos, y hasta el sábado, supongo. :)

PD: ¿Qué piensan de Maddy... eh, Maddeline?

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