5: Relato a medianoche

Capítulo cinco

Relato a medianoche

La señora Diggory está en el umbral de la habitación y nos sonríe desde allí. El parecido con Cedric es innegable.

—Buen día, señora. Un gusto —digo.

—Un placer, Leyla. Me alegra que hayas llegado bien. Hemos oído bastante sobre ti durante las últimas semanas. —Cedric sonríe y se pone colorado—. ¿Tu familia está bien?

—Sí, supongo.

—Leyla suele pasar los veranos en casa de los Weasley —explica Cedric—. Venimos de allí.

—Discúlpame, no pude evitar preguntar; fui compañera de Alesia Black en Hogwarts en varias clases. Entonces me alegro de que haya sido un viaje breve, los Weasley no viven lejos de aquí. ¿Le has mostrado su habitación, Cedric?

—Sí, ya dejamos su baúl.

—En ese caso, lo último que queda es decirte que espero que pases un buen tiempo aquí. Amos, mi esposo, está en el Ministerio y dudo mucho que regrese a casa hasta el día del viaje al Mundial. Yo me quedaré aquí durante el partido, así que podrás dejar tu baúl en la casa. En fin, sabes que siempre puedes pedir comida y que eres completamente bienvenida. Siéntete como en casa, cariño. Estaré en la habitación, si necesitan algo.

—Muchas gracias, señora Diggory.

Ella sonríe y vuelve a su habitación. Yo suspiro con alivio.

—Pensé que conocer a mi suegra sería mil veces peor. Tu madre es un ángel.

Cedric se ríe, cierra la puerta y me da un beso en la mejilla.

...

Más avanzada la tarde, Cedric busca dos escobas y una pelota y salimos a probar terreno. Él ha terminado su ensayo y yo ya he acomodado toda mi ropa.

Frogdays Road, la calle de los Diggory, está en las afueras de Ottery St. Catchpole y su casa tiene un extenso terreno sin vecinos a la vista, así que volar en el jardín no es un problema. Con las botas calzadas, caminamos hasta el centro del terreno. Cuando Cedric encuentra el lugar indicado nos subimos a las escobas.

—Haremos pases —dice—, solo para despejar la cabeza. No me maltrates —agrega—, recuerda que soy solo un buscador.

—Un día te harán un monumento por tu modestia —le digo—. A la cuenta de tres, muchacho. Uno... dos... ¡tres!

Subimos un par de metros y Cedric hace el primer lanzamiento. Tengo la espalda dura de tantas semanas de hacer deberes con Hermione, así que los primeros tiros no salen tan bien. Como era de esperar, Cedric sería un cazador muy decente.

En uno de los pases, me llevo la pelota conmigo hasta la otra punta del terreno. Cedric me persigue, diciendo que rompí las reglas y no sé qué más, y logra alcanzarme y me abraza en el aire para que no me escape.

—Lo siento —me río—, creo que me puse a jugar en serio.

—Vamos, suelta —me dice, haciéndome cosquillas para que deje caer la pelota, y efectivamente abro los brazos y le doy un beso. La pelota cae olvidada al pasto.

—Te quiero —le digo.

—Yo también. ¿Sabías que eres hermosa?

—Mmm, quizás un poco —sonrío—. Pero, por Merlín, soy la hija de Snape, tampoco creas que me trago todo tu cuento.

Damos media vuelta en las escobas y comenzamos a volver a la casa volando lentamente.

—¿Quién te dijo que no eres hermosa?

—Bueno, no es como que alguien vino y me dijo directamente eso, pero hay veces que se sobreentiende. Olvídalo. Hablando de mi padre, ¿aprobaste las MHB de Pociones?

—Sí. Así que lo seguiré viendo durante el año.

—Y yo que estaba asustada por cómo podían ser mis suegros. ¿Y qué nota obtuviste? Él no acepta a nadie con menos de Supera las Expectativas.

Llegamos otra vez a la casa pero decidimos dar una vuelta más.

—Aprobé las nueve materias, en realidad, y obtuve una S en Pociones.

—Y apuesto que tuviste Extraordinario en las otras ocho.

—No, solamente en Encantamientos y Transformaciones. Y Defensa. Luego, sí, tuve S en el resto.

—¿Ningún Aceptable? Con razón la señora Weasley te quería tomar de ejemplo para sus hijos. Ahora será una vergüenza que andes con alguien que aprobó Adivinación de Tercero por decir que iba a estar nublado esa noche.

—¿De verdad dijiste eso? —se ríe.

—Sí. Entre otras pavadas. Supongo que como luego sí estuvo nublado, me subió la nota y así aprobé.

Aterrizamos, recogemos la pelota y la dejamos con las escobas en el armario de afuera. Ya casi no hay luz y decidimos que lo mejor es quedarnos adentro. La señora Diggory prepara té para los tres y encanta los utensilios para que comiencen a preparar la cena. Cedric y yo estamos un poco transpirados, pero a la señora Diggory no parece molestarle y nos deja sentarnos en el sillón, donde miramos las revistas de deportes donde están los últimos partidos de Quidditch internacional.

Luego de comer, nos duchamos por turnos y Cedric viene a mi cuarto a saludarme antes de dormir.

—Me quedaré levantado para terminar de revisar la tarea, tú duerme —me dice—. Así mañana tendremos tiempo de empacar y planificar el viaje al estadio.

—¿Saldremos el 17?

—Así es.

—¿Tienes las entradas a mano?

Cedric sale de la habitación y regresa con tres billetes dorados con nuestra ubicación. Los tres dicen Diggory.

—No te preocupes por el nombre, al ser menores estamos todos bajo el nombre de mi padre, pero no tendrás problemas para entrar.

—Vaya... Son hermosos de verdad. No puedo creer que en serio vayamos a ver la final, pensaba que nunca podría ir a un partido tan importante. Creo que te conté que los Blair siempre van a los partidos de Alemania.

—Entonces es probable que no los encuentres en la final.

—Eso sería tener suerte, de una vez por todas.

Me da un beso de buenas noches y cierra la puerta al irse. Saco el libro de pociones, que costó quizá demasiado dinero, y lo admiro sobre la cama. Algún día llegaré a hacer las pociones más difíciles sin quemarme ni un pelo ni manchar la mesa. No hay ninguna otra materia que me guste tanto como Pociones, siento que no es simplemente una asignatura, es una ventana a la vida.

A pesar de que no es lo más feliz tener clase con alguien que odia a tus mejores amigos y que es tu padre en secreto, y tenerlas en las mazmorras donde casi no hay oxígeno y el aire es helado, debo admitir que me alegra tener varias horas por semana de clase con él, y sinceramente tengo ganas de esforzarme de ahora en adelante para poder obtener un Excelente en las MHB. Mi papá estaría orgulloso si lo lograra y por fin tendría algo bueno en lo que pensar, y no en mi novio al que quiere desaprobar o a mis amigos a los que quiere castigar y/o matar, dependiendo del humor de cada día. Y Hermione estaría feliz de tener a alguien que no se burlara de sus planificaciones y realmente siguiera sus consejos.

Me duermo con las manos en el libro y sueño al principio con calderos y vapores de todos los colores. Estamos en las mazmorras, solos Cedric y yo, trabajando en una poción. No hay nadie más a la vista. Revolvemos el caldero y corto los ingredientes mientras Cedric me lee del manual. Me indica que agregue pétalos de margarita y al volcarlos sobre el caldero veo que algo se mueve dentro. Quiero gritar y no puedo, así que tiro de la túnica de Cedric; él deja el libro y viene a ver, justo cuando una rata gris sale del caldero disparada por los aires y aterriza sobre la mesa. Es la rata de Ron, Scabbers. Peter Pettigrew, más bien.

De abajo de los bancos salen también Sirius Black y Remus Lupin y se lanzan detrás de la rata en círculos, hasta que la luna se entromete en la carrera y golpea a Lupin. Sirius queda solo y no alcanza a Pettigrew antes de que desaparezca con un suave puf, aún en forma de rata.

Me despierto con el corazón en la garganta. Tengo la frente empapada en sudor y me duele la cabeza. Me levanto y abro la puerta, pero no puedo ubicarme en el pasillo y camino con los brazos extendidos para no chocar con nada, rogando a Merlín que me salve de caer en la escalera.

La puerta del baño se abre y sale Cedric. La luz que sale de adentro es suficiente para verme.

—¿Qué pasó? —dice y baja la voz—. Son las dos de la mañana. Lo siento si te desperté con la puerta... ¿Estás bien?

Lo miro y niego con la cabeza.

—Ven, te acompañaré adentro, puede ser que falte oxígeno en la habitación. —Pasa su brazo por mi cintura y me ayuda a caminar derecha hasta la cama—. ¿Quieres que abra las ventanas?

Niego otra vez y me freno; tomo su mano y tiro de él para que se siente conmigo. Cedric prende una vela en mi mesa de noche y me mira con preocupación.

—Tengo algo que contarte —le digo.

—Te ves muy mal, ¿quieres que llame a alguien...?

—Olvídalo, solo escúchame. Debo contarte... lo que pasó el último día de examen. No temas, sé lo que digo, no estoy en un trance.

Cedric se acomoda sobre el acolchado y asiente.

—Lo siento mucho —le digo—, pero te mentí cuando te conté lo que pasó, no fue nada personal, pero estaba muy confundida y todavía tenía que elaborar lo sucedido.

—¿Alguien te atacó ese día?

—No... Los golpes que tenía me los di con el Sauce Boxeador, como te dije.

—Muy bien, me callo, habla tranquila —dice dándome las manos y mirándome a los ojos.

—Esa tarde —comienzo—, luego del examen de Defensa y de Adivinación, fui con Harry, Ron y Hermione a ver a Hagrid. Era la ejecución del hipogrifo que atacó a mi primo. Nosotros habíamos quedado en encontrarnos al finalizar los exámenes, lo recuerdo. Lo que sucedió fue que en el camino de regreso al castillo nos encontramos a la rata de Ron, Scabbers, que había desaparecido por mucho tiempo y todos lo creían muerto por el gato de Hermione... Cedric, te juro que la historia tiene sentido, no estoy alucinando.

Él asiente y me escucha como todo un caballero.

—Decía: Ron tenía la rata consigo hasta que se le escapó de las manos, luego todos fuimos tras la rata, apareció el gato de Hermione y luego también Sirius Black.

Aquí me dan ganas de morderme la lengua. No puedo revelarle a nadie que Sirius es un animago, por más que quiera decir la verdad.

—Ron recuperó su rata y Black se llevó a los dos por un pasadizo hasta la Casa de los Gritos. Nosotros (Harry, Hermione y yo) los seguimos. Creímos que era una trampa para matar a Harry, pero no podíamos dejar a Ron así. Sé que deberíamos haber pedido ayuda en el castillo, pero en ese momento era imposible. Cuando llegamos a la Casa de los Gritos, Black nos encerró y al poco tiempo apareció el profesor Lupin para rescatarnos. Al final ambos nos contaron una historia increíble pero cierta: Sirius Black no cometió los crímenes por los cuales lo encerraron. No mató a Peter Pettigrew, que sigue vivo y es, bueno, era la rata de Ron. Era un animago. Black, Pettigrew, Lupin y el padre de Harry eran amigos en Hogwarts, y siguieron juntos hasta el final, pero Pettigrew vendió a los Potter al Innombrable, cuando todos creían que Black lo había hecho. Cuando Black quiso vengar la muerte de los padres de Harry, el cobarde de Pettigrew fingió su muerte en una zona muggle abriendo la calle y matando a quienes estuvieran alrededor. Se transformó en rata y huyó por las alcantarillas sin dejar rastro de sí. Black quedó como el asesino de él y de todos los muggles y se lo llevaron a Azkaban.

Cedric levanta las cejas en sorpresa.

—¿Entonces Pettigrew no murió? —Niego con la cabeza—. ¿Y el dedo?

—Casi lo olvido. Se cortó el dedo antes de transformarse en rata. Todos creyeron que era lo único que quedaba de él. Es ridículo que Black matara a trece personas y destruyera a Pettigrew dejando un dedo atrás. Pero la gente se lo creyó.

Cedric asiente.

—Black sí había regresado a Hogwarts para matar a alguien, como todos creían —continúo—, aunque no era Harry. Todos creían eso porque supuestamente era aliado del Innombrable y la meta de todo el mundo es matarlo; pero Black quería matar a Pettigrew y a nadie más que a él. De cómo se enteró de que estaba en Hogwarts y que era la mascota de Ron es una larguísima historia, el punto es que todas sus intenciones estaban mal comprendidas.

—¿Y qué pasa con el día de Halloween, cuando se metió en la Torre de Gryffindor con el cuchillo? Me costó dormir por varios días pensando que Black podía volver a estar tan cerca de ti. En verdad te agradezco que no me hayas contado esto a fin de curso, verte lastimada y saber que Black estaba en el medio hubiese sido demasiado.

—Pero no fue Black el que me lastimó. Aún no llegué a esa parte, pero Black no me hizo nada. Y la noche en que se metió en la Torre, no había nadie, estábamos todos en el banquete y él solo trataba de buscar a Pettigrew. En forma de rata, claro.

—Entonces quise decir la otra noche, cuando sí entró a una habitación mientras todos dormían.

—Esa vez pudo acceder porque consiguió las contraseñas, no tuvo que sabotear la entrada. Parecía que quería matar a Harry, es cierto, pero fue a ese cuarto porque Ron tenía a Scabbers consigo. Pobre Ron, debe estar traumado todavía por haber dormido con Pettigrew tantos años sin saberlo.

—¿Dices que Black no te atacó para nada el día del examen?

—No. Y no llevó a Ron a la Casa de los Gritos como rehén para matar a Harry, sino porque Ron tenía la rata. Comprobamos que la historia era cierta cuando Black y Lupin obligaron a Pettigrew a transformarse de vuelta en hombre. Era él, te lo juro, Cedric. Gordo, pelado, sucio, horrible. Se seguía comportando como rata. Un poco antes había aparecido mi padre para intentar salvarnos y quiso entregar a Black a las autoridades, hubo muchos malentendidos, mi padre quedó desmayado y salimos todos de la Casa de los Gritos con Pettigrew encadenado para demostrar la inocencia de Black, pero era luna llena y, ya sabes, el profesor Lupin... no volvió a su forma humana hasta el día siguiente. Pettigrew aprovechó la distracción que genera un hombre lobo descontrolado para escapar y le perdimos el rastro. Harry está seguro de que ya volvió al lado del Innombrable. Eso es porque en su examen de Adivinación escuchó una profecía... también es una larga historia; decía simplemente que el más devoto vasallo del Innombrable se reuniría con su amo esa noche. Y así desapareció toda la evidencia de la inocencia de Black. Logró escapar, sin embargo, y no dar su alma a los Dementores.

Tampoco puedo narrar la parte del giratiempo. Dumbledore nos lo prohibió rotundamente, y entiendo que es por la seguridad de todos. Pero le he contado todo lo que estaba en mi poder, y me siento aliviada.

Cedric se queda mirando el suelo unos instantes, ordenando toda la información que le lancé. Luego me abraza.

—Es terrible lo que me contaste.

—Sé que parece de locos.

—Pero te creo. Y te agradezco que me lo hayas contado.

—Me desperté soñando con esto. Debí habértelo contado desde el principio, no me gusta mentir.

—Lo que no puedo creer es que nadie haya hecho nada para cambiar la situación.

—Nadie nos cree, Cedric. Solo mis amigos y yo somos los testigos, y Lupin hasta cierto punto. Ni siquiera está mi papá para atestiguar. Ahora el maldito de Pettigrew está libre y al lado de su señor... como sea que eso sea posible.

—Prestaré especial atención a lo que diga mi padre sobre el Ministerio, quizá diga algo sobre el tema.

—Ojalá. Pero no podemos hacer nada.

—¿Me habías dicho que Sirius Black es tu tío?

—Tío segundo.

—¿Lo sigue siendo?

—Sí. Y es inocente.

Cedric asiente.

—Ya me siento mejor, gracias —le digo, acostándome en la cama—, perdón por robarte tiempo de sueño.

—Ni lo menciones, vales mucho más que una hora de sueño. Está bien que me hayas hablado de esto. ¿Pero nadie te lastimó? ¿Nadie te tocó?

—No me sucedió nada —le digo y me quedo en silencio por unos segundos—. Cedric...

Tomo su mano y él me da un beso. Luego apaga la vela y la habitación queda a oscuras. Parece que se irá, pero al instante se acuesta a mi lado, me da la mano otra vez y la besa.

—Quizás así dormirás mejor. Despiértame si necesitas algo.

—Sabes que no lo haré —le digo.

Apoyo mi cabeza en su hombro y nos dormimos con las manos entrelazadas.

....

Espero que les haya gustado. Muchas gracias por los mensajes sobre mi salud, tengo neumonía pero estoy mejorando.

El próximo capítulo lo publicaré el viernes 6 de octubre.

Besos,

Madame Weasley.

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