41: Cierre
Cuarto día de la maratón, en el aniversario de la Batalla de Hogwarts
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BMW
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Capítulo cuarenta y uno
Cierre
En la Enfermería hay mucha gente, Harry está en alguna parte, veo a Dumbledore unos segundos y parece estar discutiendo con alguien. Al parecer Madam Pomfrey tiene instrucciones porque me lleva directamente a una camilla, coloca biombos alrededor y me da una poción para dormir sin soñar. Ahora vivo a base de pociones.
Antes de quedarme dormida, entre los biombos veo unos segundos a Hermione y Ron, a Fred y George, a la señora Weasley y Bill, que ya han saludado a Harry. Creo que me miran preocupados. Llego a hacerles un saludo con la mano antes de caer pesada sobre la almohada, pero antes de estar dormida del todo siento un beso en mi frente y luego nada más.
Cuando despierto, es de día y tengo el pecho pesado como si un elefante se hubiese sentado encima. Madam Pomfrey me oye llorar y viene a traerme agua y ropa limpia y trato de aceptar que no hay vuelta atrás. Y de repente pienso en algo y le digo a la enfermera que Sprout me había dicho que tenía que verla antes del almuerzo. Salgo corriendo de la Enfermería y llego sin aire al séptimo piso, al retrato de la Dama Gorda, a nuestra habitación vacía, y abro mi baúl de golpe.
—No, esto no... Dónde está... Dónde está...
Tengo la respiración más pesada y no puedo ver bien, revuelvo todo adentro y pareciera que las cosas se multiplican y nunca hallaré el retrato de Cedric que no pude terminar, el que quería regalarle cuando finalizara el Torneo. Cuando lo encuentro y lo miro, siento un carraspeo detrás y doy un salto en el lugar.
—Señorita Blair-Black, por favor, tiene instrucciones claras de no caminar sola —dice la profesora McGonagall con seriedad—. El profesor Snape dijo muy claramente cuál era el modo de proceder, no puede simplemente irse de la Enfermería sin escolta en estas condiciones y no...
La miro a los ojos y veo que ella mira el dibujo en mi mano y no puede hablar más. Nos miramos en silencio y ella cierra la puerta detrás de sí y se sienta en la cama de Lavender, al lado de la mía, se saca el sombrero y pone las manos sobre las rodillas.
—Lo lamento tanto, Leyla —dice finalmente, mirando el suelo—. Es muy duro lo que tienes que vivir. Creo... creo que los tiempos como los conocíamos estos años han acabado, y a tu edad... es muy injusto.
Me pongo de pie y apoyo el retrato sin terminar sobre la cama y me seco las lágrimas con la manga de la túnica.
—Yo entiendo cómo te sientes —me dice—. El dolor de perder a tu compañero... Hay gente que cree que el dolor de los jóvenes no es real, pero sé qué sientes.
No entiendo a dónde va, pero no tengo fuerzas para decir nada, así que me siento en mi cama frente a ella y la escucho mientras pongo mi mano alrededor de la pulsera.
McGonagall suspira.
—Si me permites... quisiera contarte... yo perdí a mi prometido. Dougal. Créeme que han pasado más que muchísimos años y aún me conmueve decir su nombre. Una nunca deja de amar a quien amó hasta el final. Él... él no era un mago, era un muggle que vivía cerca de mi casa en mi pueblo natal, lo conocí luego de mis estudios en Hogwarts. Nos enamoramos. Aunque no lo crean los estudiantes, fui joven una vez. Nos íbamos a casar, pero al final tuve que rechazarlo —dice con la voz más grave—. Mi madre era bruja y mi padre era muggle y no quería repetir ese matrimonio, ella había tenido que ocultarle a mi padre sus dones hasta que yo nací y empecé a hacer magia accidental, y ella tuvo que renunciar a hacer magia y cuidar todo el tiempo que no hubiera problemas por romper el Estatuto del Secreto. Yo no quería esa vida para mí, ni para él. Rechazarlo fue lo más difícil que había tenido que hacer hasta entonces y todavía me duele pensarlo. Pero lo hice y me fui, sin poder darle ningún motivo porque si rompía el Estatuto iba a perder mi puesto en el Ministerio. Pronto dejé de trabajar allí, igualmente, porque no soportaba ese ambiente anti-muggle, y me vine a Hogwarts como profesora de Transformaciones. Fue aquí, más tarde, cuando recibí la noticia de que Dougal se había casado con otra muchacha del pueblo y me sentí muy mal. Pero luego apareció el Innombrable, y sus seguidores, en un ataque anti-muggle, se llevaron la vida de Dougal... Fue poco antes de la tragedia de los Potter y su caída. Luego de la guerra, parecía que todo estaba calmo y todos tratamos de recomponer nuestras vidas. Me casé con un excompañero del Ministerio, vivimos tres años juntos en Hogsmeade, pero falleció por un accidente con una planta venenosa. Y desde ese momento vivo aquí en Hogwarts, permanentemente, y aprendo a vivir con el dolor... Esto no se lo he contado a casi nadie. Pero tú eres una joven muy valiosa y creo que debes saber que no estás sola. Imagino que la relación con tu familia no debe ser fácil... teniendo en cuenta todas las cosas... pero puedes contar conmigo. Se puede vivir con el dolor, no desaparece, pero te haces fuerte y sigues adelante.
Las dos estamos llorando. Ella me da su mano fría y la estrecho en la mía y nos quedamos unos segundos.
—Gracias —murmuro casi en un susurro.
—Ese es un retrato maravilloso —dice, secando sus lágrimas—. Yo tengo una fotografía de Dougal en mi despacho. Conserva el retrato y verás que te acompañará. Y hay algo más que me ayudó en los primeros tiempos.
Saca su varita y en el aire conjura una libreta roja y dorada y me la da.
—Es un diario. Estaba en mi oficina. De todos los que tuve, este nunca llegué a usarlo porque ya no lo necesitaba, y por eso te lo doy a ti. A veces, cuando no hay nadie a quien contarle las cosas, cuando nadie te va a entender o no quieres que nadie lo sepa, contárselo a un amigo de papel puede ayudar.
...
Los siguientes días hasta el final del curso no tenemos clase, los exámenes han pasado y hay un ambiente pesado en el castillo. ¿Cómo recuperarse de algo así? Nadie habla mucho conmigo. Alguna chica me sonríe al pasar pero todos deben temer que empiece a hablar, me siento una viuda que todos compadecen pero nadie quiere cerca, para que no expanda mi dolor.
Las palabras de McGonagall me acompañan siempre que me voy a dormir, y puedo creer que voy a descansar bien, pero luego tengo sueños que quiero olvidar. Pero no quiero vivir siempre de las pociones, es todo muy difícil. Hermione me mira mucho pero también se mantiene callada. Luego de unos días así, agradezco el silencio, en realidad. No salgo de la habitación salvo para comer en horarios no poblados, y cuando como no tengo mucho apetito, y voy a todos lados acompañada de algún profesor.
Hoy es el banquete de fin de curso. Antes de ir al Gran Salón, acompañada por McGonagall, le pido parar un segundo en el baño del tercer piso y ella espera en el pasillo. Cuando me lavo las manos, trato de manipular el agua, pero confirmo que la última vez que pude usar mis poderes fue la noche terrible, cuando creé ese círculo de fuego a nuestro alrededor, y luego se apagaron por completo. Es lo que mi papá quiere, después de todo, pero siento como si mis poderes hubiesen muerto con lo que sucedió.
Cuando cierro el grifo, decepcionada por comprobar que no tengo más mis capacidades, veo en el espejo a Cho, con la cara hinchada, que me mira también en el espejo.
—Yo... —dice ella.
Por alguna razón pensé que me iba a enojar al verla. La vi llorar otras veces. Pero no sé por qué me enojaría. Saco la mirada del espejo y la miro directamente y nos abrazamos sin decir nada, y luego vamos juntas con McGonagall al Gran Salón, donde muchos nos miran al entrar, antes de que vayamos cada una a una mesa distinta.
Me siento sin ganas en la mesa de Gryffindor entre Ron y Harry, que me dan una palmada en la espalda, y siento que los chicos y chicas de otros años evitan mis ojos. Dumbledore pide silencio y con la copa en alto pide que todos brindemos por Cedric. Ron me da la mano para ayudarme a levantarme y me uno con todos, con las copas altas, y trato de no romper a llorar.
Dumbledore les cuenta a todos lo que sucedió, que Voldemort regresó, que Harry se enfrentó a él y pudo traer el cuerpo de Cedric de vuelta... cosas que ya he escuchado y siguen lastimando mis oídos. Que el mal divide, engaña, traiciona, separa, que debemos estar juntos y sacar nuestras mejores cualidades en estos tiempos que se avecinan, y que siempre recordemos a Cedric Diggory. ¿Cómo olvidar a Cedric Diggory?
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