36: Entre las sombras
Capítulo treinta y seis
Entre las sombras
Así que soy un mero experimento. Soy la salvación de mi madre, que terminó siendo fuente de arrepentimiento para todos. De todas formas, después de todos estos años, estoy más aliviada que enojada. Los tratos extraños de mi madre conmigo ahora tienen un poco más de sentido. Pensé que iba a estar furiosa, pero solo me siento triste. No sé cómo me imaginaba que había sido mi historia, qué había pasado entre ella y él, y ninguna versión me hubiese gustado. Pero no hace que esta duela menos.
¿Pero realmente era lo mejor dejarme ignorante de todo? Creo que merezco saber si mi climagia me pone en peligro, yo no sabía todo esto... Habría sido mucho más cuidadosa todo el tiempo. ¿Cuál era la necesidad de mentirme en absolutamente todo? ¿Y por qué ella y él se mandaban cartas acerca de dónde debía pasar yo los veranos y de los cuidados en el mundial, pero ni siquiera se ocupaban de mí y de contarme las cosas más básicas de mi vida?
Los chicos ven que me pasa algo, y Cedric también, pero cada vez que preguntan, hago un gesto de que no quiero hablar sobre eso. Tengo que procesar muchas cosas. Vengo de la familia más podrida del universo. De todas formas, Harry y Cedric tienen ya suficiente con preocuparse por la Tercera prueba. No debo decir nada, y no debe circular más ninguna información sobre mí.
Quizá solo necesito tiempo. Trato de ocupar mi cabeza con las clases y otras cosas, y consigo comida para Sirius cerca de las cocinas cuando visito a Cedric y luego se las doy a Harry para que la mande por lechuza, pero siempre al final del día termino pensando en que mi familia está llena de gente mala, la peor gente del mundo, y que todo el malestar que tuve con mi madre hasta ahora solo era porque ella había perdido sus poderes por mí, cuando en realidad yo la había salvado.
En la semana de Pascuas, llega una lechuza de Percy en la que le escribe a Ron, contestándole unas preguntas sobre Crouch que Sirius había sugerido, para explicar las cosas raras que pasaban en el castillo. Junto con la carta hay un paquete de la señora Weasley con huevos de chocolate para Harry, Ron, Hermione y para mí, aunque el de Hermione es especialmente chico.
—¿Acaso tu madre lee por casualidad Corazón de bruja? —le pregunta a Ron.
—Sí, la compra por las recetas.
—Odio a Rita Skeeter, en cuanto sepa cómo diablos hace para oír las conversaciones ajenas, y en cuanto sea evidente que lo que hace es ilegal, ¡ja ja, la voy a tener en mis manos! Estas pobres manos rociadas en ácido por las malditas lectoras de la revista que creen que le rompí el corazón a Harry en un triángulo amoroso con Viktor. Ya verá...
Percy en su carta dice brevemente que recibe las instrucciones de Crouch por correo y que no lo ha visto en mucho tiempo porque está muy consumido por el trabajo, pero que de todas formas sabe perfectamente que esa es la letra de su jefe y que todo está bajo control y que no lo molestemos con cosas así. Ron hace un bollo con la nota y la arroja al fuego, y procedemos a comer los huevos dulces. Eso me levanta un poco el ánimo. Luego vamos en grupo a enviar una lechuza a Sirius para contarle esto sobre Crouch, con una lechuza que no sea Hedwig para que no sea rastreada fácilmente, y nos encontramos en la torre de las lechuzas con Fred y George, que están mandando una carta también y están de espaldas a nosotros.
—Te digo que ponerlo por escrito es chantaje...
—Bueno, ya hemos tratado de otras formas y no resulta nada. Es hora de que entre en juego que el Ministerio se entere...
—Pero esto nos puede meter en líos...
Hermione carraspea, ellos nos ven y dan un salto en el aire por la sorpresa.
—Ricos los huevos que mandó mamá, ¿no? —dice George señalando el mentón de Ron, que está lleno de chocolate, y luego me mira a mí y pasa un dedo por mi mejilla—. Tú... tú también tenías chocolate. Justo ahí.
Los gemelos se van rápidamente y Hermione me mira con mala cara.
—Mira —le digo—, lo último que necesito es que le cuentes esto a Ced...
—¡Están haciendo negocios ilegales, estoy segura! —dice ella para mi sorpresa.
—¿Otra vez con eso? ¿Ahora todo el mundo es un criminal?
—No sé, pero somos tan pobres que sé que harían cualquier cosa por conseguir dinero —dice Ron, pensativo.
—¡Hablaban de chantaje! ¡Y del Ministerio! Ay, por todos los cielos, ¿en qué se están metiendo...?
—No le digas a nadie —le pido—. De verdad, no se preocupen ustedes, yo sé en qué andan, más o menos.
—¿Tendrán información de Crouch?
—Es que quieren abrir la tienda de Sortilegios Weasley —explico y Ron asiente.
—Sí, y mi familia no puede ayudarlos... —dice él.
Hay pasos en la escalera y en el umbral aparece Cedric.
—Hola, ¿lista para dar una vuelta? —me pregunta.
—¿Cómo sabías que estaba aquí?
—Vi a Fred y George en el camino y me dijeron dónde encontrarte. Y no sé por qué uno de ellos me dijo que viera si no tenías una mancha de chocolate... Yo no veo ninguna.
—No es nada, no es nada, ya me la quité con una servilleta que me prestó Hermione y ya se la devolví y estoy limpia y no pasó nada, vámonos —digo con la cara roja y saludo a mis amigos antes de irme.
Nos paramos a descansar cerca de una de las ventanas que dan hacia el Bosque prohibido y Cedric me acaricia la espalda.
—¿Qué te pasa estos días?
—Hay cosas muy extrañas... Pero no tienes que preocuparte por esto. ¿Tienes idea de qué habrá en la Tercera prueba?
Él niega con la cabeza.
—Tú no tienes que preocuparte por eso —me dice—. Ya han pasado dos, falta solo una. Y no quiero que tu cumpleaños quede opacado por la prueba, espero que la hagan lo más tarde posible.
—Mi cumpleaños... Ya ni me interesa.
—¿Qué dices?
—El día en que nací, mi madre, mi padre... No sé, no me dan ganas de pensar en todo eso y un cumpleaños es básicamente recordar cómo empezó toda esta cosa enroscada...
Rompo en llanto y Cedric me abraza y me promete que voy a estar bien, pero siento el peso de todos los familiares oscuros sobre mis hombros y no sé cuándo se me irá esto.
Mis días van alternando entre rayos de esperanza, cuando me olvido de todo esto, y sentimientos horribles. Hay días en los que la varita directamente no me responde y tengo más ganas de lanzarla lejos y no verla nunca más que de seguir intentando. McGonagall me mira muy mal en clase cuando tengo mala cara y creo que me mandará horas extra de Transformaciones pronto, es lo último que necesito ahora...
Al menos no me siento peor que cuando me enteré, estoy igual. No he vuelto a hablar con Snape y por suerte logro evitar a mis hermanas; las veo, cómo no, si estamos en el mismo castillo, pero Selene ya no me molesta y las otras son muy fáciles de ignorar.
Todo sigue así, hasta que a finales de mayo Cedric viene a buscar a Harry por la tercera prueba, cuando estamos con Ron y Hermione cerca del Gran Salón.
—¿Ahora les dirán qué tendrán que hacer? —pregunto.
—Sí, ya era hora, la verdad estoy durmiendo mal por esto —dice Cedric—. Luego te cuento.
—Yo también les cuento —les dice a Ron y Hermione.
Los saludamos con la mano mientras se alejan, y yo me excuso y me voy a dormir más temprano. Pocas horas más tarde, Hermione me despierta sacudiéndome el hombro.
—¡Tienes que escuchar lo que le pasó a Harry!
—¿A Harry? ¿Ya pasó la prueba? ¿Cuánto tiempo dormí?
—No, no, ven, vamos a la sala.
Harry está muy pálido junto a una ventana apartada de la Sala Común. Ron está con él, callado, y lo mira con intriga. Hermione y yo nos sentamos y trato de despabilarme.
—¿Cedric está bien?
—Sí, él sí. Escuchen, lo quiero contar una sola vez —dice Harry con voz intranquila—. Había empezado y Hermione fue a buscarte.
—Gracias.
—Bajamos a la pista de Quidditch y resulta que están haciendo crecer setos para armar un laberinto, estará listo para el 24 de junio.
—¿Eso hicieron en la pista?
—Sí. Hay una copa en el centro, hay obstáculos... No importa. Escucha. Es peor que esto. Cedric y Fleur se volvieron al castillo luego de ver el laberinto...
—¿SOLOS?
—...y Bagman, que nos explicó la prueba, vio que Krum quería hablar conmigo a solas y no le gustó mucho, pero nos dejó alejarnos. Estaba muy misterioso el tipo, pero solo quería hablar de Hermione.
—¡Oh, cielos! —dice ella, sonrojada, y Ron pone los ojos en blanco.
—Chicas, no quiero ser malo —dice él—, pero no estamos hablando de sus vidas amorosas, claramente a Harry le pasó algo y tenemos que llegar al final de la historia.
—Perdón.
—Disculpa, Harry.
—Gracias. —Harry suspira y retoma la historia—. Quería saber si había algo entre Hermione y yo, le dije que no, para nada, la verdad fue un alivio que ese fuera su tema porque me daba miedo cuando me llevó aparte, pero luego de ver que Hermione no es mi novia y nunca fue mi novia ni nada, se puso mejor y me dijo que había volado muy bien en la primera prueba y yo le dije que lo vi en el mundial... La verdad que alguien como Krum, un jugador internacional de Quidditch de dieciocho años, me considere un rival...
—Harry, tampoco estamos para alabar a nadie, sigue —insiste Ron con los dientes apretados.
—...y cuando ya íbamos a volver escuchamos algo en el bosque y de entre los árboles... sale Crouch...
—¡Crouch! —digo con un hilo de voz.
—Sí... estaba todo desaliñado, tenía sangre en la túnica, en la cara, el bigote ya no era lo que siempre fue... nos mira... habla solo... Les juro que era rarísimo. Hablaba del Torneo como si fuera septiembre, como si no hubieran llegado los colegios todavía, y luego pedía por Dumbledore. Hablaba con el aire como si fuera Percy, le decía Weatherby. Hablaba de Bertha Jorkins, que estaba muerta, y que... que Voldemort volvía... se volvía más fuerte.
Harry está muy pálido y siento que me zumban los oídos.
—Hablaba de su hijo también. Fui a buscar a Dumbledore, primero Snape no me dejaba acercarme, pero al final Dumbledore vino conmigo y lo llevé al bosque. Y encontramos a Krum en el suelo, inconsciente. Dumbledore mandó un mensaje a Hagrid, despertó a Krum, dijo que Crouch lo había atacado por detrás mientras me esperaba... Crouch no estaba por ningún lado ya. Llegó Hagrid, Dumbledore quería que él llamara a Karkaroff para decirle que habían atacado a Krum y luego a Moody, pero Moody apareció solo.
—¡Maldito Moody, siempre metiéndose donde no lo llaman! —digo con los puños apretados.
—Tu papá no dejaba que Harry hablara con el director —me dice Ron, sin saber las pesadillas que estoy teniendo por mi familia—. Y sí lo llamaron.
—Eso no es lo importante, por favor —dice Hermione—. Sigue, Harry.
—Bueno, Moody dijo que escuchó a Snape hablar de Crouch y por eso vino, luego se metió en el bosque solo a buscarlo. Karkaroff llegó y dijo que esto era un complot contra él, una traición, le escupió a Dumbledore, Hagrid lo ahorcó un rato hasta que Dumbledore le dijo que lo soltara... y luego Hagrid me trajo al castillo. Y tengo órdenes de no salir más de la Torre por hoy. Y me dijo especialmente que no mande lechuzas.
—Esto es terrible —digo.
Por suerte todos en la Sala están lejos de nosotros y muy ocupados con sus cosas.
—Yo no creo que Crouch haya atacado a Viktor —dice Hermione—. Alguien seguramente los atacó a los dos por atrás.
—Sí, tú defiéndelo —dice Ron.
—Es verdad —dice Harry—, Crouch estaba muy débil.
—Entonces Krum atacó a Crouch —concluye Ron.
—Qué hipótesis absurda.
—Y se aplicó a sí mismo un encantamiento aturdidor para disimular —agrega él.
—¿Y Crouch se evaporó luego de ser atacado? —dice Hermione—. No lo creo.
—Oigan, chicos —digo—, yo no sé qué habrá pasado ahí, pero me preocupa mucho lo que dijo Crouch. ¿Creen que estemos en peligro de que pase algo malo?
—Eran tonterías de un viejo que desvaría —dice Ron.
—No, no —dice Harry—, en esas partes parecía muy cuerdo, hablaba en oraciones enteras cuando hablaba de Voldemort. Cuando decía que él tenía la culpa de algo y hablaba como si su hijo estuviera vivo. Creo que si el maldito Snape no me hubiese detenido... perdón, Leyla... pero hubiésemos llegado a ver quién era.
—¿Y si Snape lo atacó porque se les adelantó a ustedes? —dice Ron.
—Chicos, Leyla parece bajo tortura, dejen de hablar así de Snape por un minuto —dice Hermione y me da la mano.
—Lo siento —dice Harry.
—Creo que tenemos que preguntarle a Moody si no vio todo en el Mapa del Merodeador, seguro que algo pudo ver —dice Hermione—. O al menos después no le hubiese resultado difícil encontrarlo en el bosque, teniendo todo ahí en el pergamino.
—Pero si Crouch se había ido de los terrenos de Hogwarts, ya no iba a figurar ahí —dice Ron.
—¿Creen que ya es muy tarde para ir a ver a Moody? —insiste Hermione.
—Sí, nos echaría un maleficio si le golpeamos la puerta ahora —dice Harry—. Aparte Dumbledore realmente quiere que no salga de la Torre ahora. Mañana a la mañana iremos después de Historia de la Magia.
—Chicos, disculpen, yo sé que Moody puede darles información muy buena pero no puedo estar cerca de él.
—¿Los vio a Cedric y a ti haciendo cosas a través de la pared? —se ríe Ron.
—Sí, sí, es eso. Disculpen. Vayan ustedes. Espero que les vaya bien.
...
Sí, realmente volví. Tengo todas las ganas de terminar este libro, quedan muy pocos capítulos.
Espero que les haya gustado, sé que llevan meses esperando la actualización.
Gracias por sus buenos deseos de siempre. :)
Felices fiestas y nos seguimos viendo por aquí. ¡Siempre que puedo leo los comentarios!
BMW
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