23: Los campeones
Capítulo veintitrés
Los campeones
El castillo está lleno de decoraciones de Halloween, más que en otros años debido a la presencia de la gente de los otros colegios. Filch ha estado ocupado puliendo armaduras, limpiando cuadros y colgando adornos sin cesar, por lo que supongo que la Sra. Norris lo estuvo reemplazando en la patrulla nocturna de corredores. Son tan odiosos.
Cuando bajamos a desayunar, vemos un gran amontonamiento alrededor de la zona del Cáliz de Fuego. Los alumnos de Beauxbatons se pusieron en fila para introducir uno por uno su nombre en el fuego, y la primera en hacerlo es la veela, a quien todos prestan más atención.
—Ron, tienes un poco de baba —digo.
—¿Dónde?
—Justo en toda la cara.
Los siguientes son los de Durmstrang, que avanzan todos juntos en círculo y echan los nombres casi a la vez. El Cáliz devora los papeles como si fuera un león hambriento y las llamas azules se tornan rojas al recibir los papeles y luego vuelven al color azul y chisporrotean con más intensidad.
—Krum puso su nombre en último lugar, ¿lo vieron? —dice Ron—. Eso es modestia.
Efectivamente, Krum fue el último, y por eso el camino está más despejado para que todos vayan a pedirle un autógrafo.
—Todos lo quieren porque es famoso —se queja Hermione—, pero es solo un alumno más que resulta ser jugador de Quidditch.
—Claramente no estás entendiendo nada del mundo —dice Ron mientras busca una pluma para que Krum le firme algo.
Lee Jordan baja corriendo las escaleras y exclama:
—¡Abran paso! Aquí vienen los Weasley.
Fred y George bajan detrás de él dando saltos y chocan las manos, y cuando me ven alzan los pulgares. Mientras sacan de los bolsillos los papeles con sus nombres, Lee extrae de su túnica un frasco lleno hasta la mitad con la poción que preparé, con lo que dejaron los gemelos, y parece decidirse a tomar él también, pero no llega a hacerlo. De repente una sombra se abalanza sobre Lee y le quita el frasco. Es Selene, que lo mantiene contra el piso mientras bebe (Lee no parece pasarla mal); cuando termina, mi hermana saca un papel de su túnica y se mete en el círculo a la vez que Fred y George, y por un segundo parece que la poción ha servido y que han engañado la barrera de Dumbledore. Pero medio segundo más tarde hay un estallido y los gemelos y Selene salen despedidos hacia afuera del círculo y acaban caídos cada uno en una parte diferente del corredor. Se oye otro estallido y a los tres les crecen barbas largas como la de Dumbledore, y todos nos largamos a reír, incluso los gemelos.
A Selene, sin embargo, no le parece tan gracioso. Se sacude de encima a todos los que se le acercan y sale corriendo escaleras arriba con las manos cerradas en puños.
—Les sugiero, señor Weasley y señor Weasley —dice Dumbledore, que apareció entre los estudiantes—, que ambos sigan a la señorita Blair hasta la Enfermería, donde encontrarán a otros dos compañeros que intentaron envejecer un poquito para pasar la línea. Muy lindas barbas, por cierto; hoy nadie las ha crecido tan pulcras como ustedes.
Lee, que no para de reír y parece aliviado de no haber tomado la poción él también, se lleva a los gemelos arriba.
—Adiós nuestras esperanzas para Gryffindor —dice Seamus.
—¿Disculpa? —dice Hermione—. Solo aguarda y verás.
—¿Te presentarás?
—Obviamente que no, va contra las reglas.
—Harry —dice Dean—, tú querías presentarte, ¿no? ¿No quieres arriesgar unas barbas?
—Ya abandoné la idea —dice él, encogiéndose de hombros—. Pero me gustaría que nuestro campeón fuera de Gryffindor...
—O campeona. Cállense y miren —digo y señalo a Angelina, que camina con decisión hasta el Cáliz y pone su nombre dentro, sin que se active ninguna barrera. Varios la vitoreamos y les saco la lengua a mis compañeros que solamente pueden pensar en campeones varones.
—Mejor ella que Diggory El Hermoso —dice Seamus.
—Entonces discúlpenme mientras me voy a engañarlos con el enemigo, Diggory El Hermoso —digo y me voy a buscar a Cedric, y llego a ver cómo Paula, la mayor de las hermanas que tengo aún en Hogwarts, pone también su nombre en el Cáliz. Por un segundo pienso que sería lindo tener a una campeona en la familia, pero después me da asco pensar en el resto de los integrantes y borro la idea, y para aliviar un poco el gusto amargo que me queda por ellos, pienso en Selene con su barba y me río con ganas.
Por la tarde, todos están preparando el Gran Salón para el banquete de Halloween y, más importante, el anuncio de los campeones. Cedric está nervioso pero a la vez seguro de que tiene oportunidad. Cuando se hace la hora de la cena, me siento a su lado en la mesa de Hufflepuff, para apoyarlo y no oír más a los de mi casa, que se pusieron hasta las orejas con este tema.
La comida está deliciosa y la veela no viene a molestar para pedir fuentes de nuestra mesa, así que pasamos un momento bueno, aunque Cedric casi no come.
—No te preocupes —me dice con una sonrisa—, luego de saber el resultado estaré bien.
—Eres el mejor —dice Hans, su mejor amigo—, y podremos decir que éramos tus amigos desde antes de ser campeón de Hogwarts. Y del Torneo, claro. Es obvio que ganarás.
—Es una lástima que este año no haya Quidditch —dice Catherine Buswell—, habríamos ganado sin dudas, contigo como capitán otra vez.
Miro el suelo y zapateo un poco para no ponerme celosa por los comentarios de Catherine. Es solo una amiga, solo una amiga...
Volvamos a Selene con barba.
Ah, sí, una de las mejores imágenes de mi vida.
Cuando los platos desaparecen y quedan las mesas limpias, todos miramos expectantes a Dumbledore. Han traído el Cáliz hasta la mesa de profesores y el silencio reina en el salón.
—Espero que hayan disfrutado mucho de nuestro banquete de Halloween —dice Dumbledore—. Ha llegado el momento de anunciar a los campeones de los tres colegios. Ahora, cuando cada campeón escuche su nombre, camine hasta la mesa de profesores y pase a la cámara adyacente a esta. Allí recibirán las instrucciones pertinentes para los siguientes pasos.
En la mesa están también Crouch y Bagman, como ayer, aunque sin Fudge. Madame Maxime está sentada junto a Hagrid (juntos parecen dos montañas) y Karkarov al lado de Moody, cuyo ojo no para de girar hacia todos lados.
Todos clavamos las miradas en el Cáliz de Fuego. Luego de unos segundos, las llamas azules cambian a rojo y de su boca sale disparado por el aire un trozo de pergamino. Dumbledore lo atrapa mientras el fuego recupera el color azul.
—Y el campeón de Durmstrang es... ¡Viktor Krum!
Se oyen aplausos y gritos, los de Durmstrang zapatean desde la mesa de Slytherin mientras Krum se levanta, camina hasta Dumbledore con los brazos colgando a los costados, le hace un gesto a Karkarov y se va a la sala de al lado, cerrando la puerta detrás.
Vuelve el silencio y todos miramos otra vez la copa. Unos segundos más tarde las llamas vuelven a realizar el ciclo de colores. El pergamino disparado vuela por el aire y cae en manos de Dumbledore, como el anterior.
—La campeona de Beauxbatons... ¡es Fleur Delacour!
De la mesa de Ravenclaw se levanta la veela y absolutamente todos los ojos están sobre ella. Fleur camina agraciada hasta la mesa de profesores, mientras su cabello rubio plateado se mueve como un junco detrás de ella, y también se va a la cámara de al lado; mientras, casi todos los de Beauxbatons tienen caras largas y dos o tres chicas lloran desconsoladas. Selene (ya sin barba) parece contenta de verlas mal.
Por un momento creemos que hay un terremoto en el castillo, pero luego vemos que es Madame Maxime aplaudiendo.
—¡Bggavó! ¡Bggavó, Fleur! —exclama.
Solamente queda el campeón de Hogwarts. Le aprieto la mano a Cedric y le sonrío. El Cáliz escupe el tercer pergamino y Dumbledore lee:
—El campeón de Hogwarts... ¡es Cedric Diggory!
—¡Síiii! —exclamo y le tomo la cara para darle un beso ruidoso antes de que se levante.
Todos en la mesa festejan fervientemente, aplaudiendo y zapateando parados, y también festejan ruidosamente desde otras mesas. Cedric camina hasta donde está Dumbledore con una gran sonrisa, hace un gesto a los profesores y a Bagman y Crouch, saluda a los otros alumnos del salón (y no faltan suspiros de respuesta) y se va como los otros dos campeones.
—Qué genio —digo, moviendo la cabeza de un lado a otro, orgullosa como pocas veces.
Los aplausos tardan en callar. Cuando hay silencio, Dumbledore dice con una gran sonrisa:
—Excelente, ya tenemos a nuestros tres campeones. Quiero que cada escuela apoye a su campeón sin importar las diferencias de casas; cada uno de los tres los representará respectivamente y necesitará todo el ánimo que puedan darle...
De repente se calla y mira al Cáliz, cuyas llamas están rojas de nuevo. A los pocos segundos escupe un cuarto pergamino y Dumbledore lo atrapa con sorpresa. Todos lo miramos expectantes y lee:
—Harry Potter.
Se hace silencio en el Gran Salón. Miro la mesa de Gryffindor y veo a Harry hablando con Ron y Hermione, muy pálido y con los anteojos torcidos.
—Harry Potter —repite Dumbledore—. Ven, Harry, pasa al frente.
Hermione tira de la túnica de Harry para que se pare y él recorre el pasillo que hay entre las mesas de Gryffindor y de Hufflepuff sin mucho ánimo, y empiezan a crecer los abucheos. McGonagall mira a Harry con preocupación y le señala la puerta a la cámara contigua, para ir con los otros campeones. Siento un calor en el cuello que al principio no puedo identificar más que como rabia, rabia de que Harry Potter, el que siempre llama la atención, el famoso, quiera sacarle la atención a mi novio que cumplió con todas las reglas, que ganó su puesto con todo derecho. ¿En qué pensaba cuando se anotó? ¿Qué usó para engañar al Cáliz? ¿Se dio cuenta de que este año no podía llamar la atención en Quidditch y decidió probar suerte con los mejores magos de los tres colegios?
Pobre Cedric, debe estar bastante confundido al ver que alguien quiere usurparle el lugar de campeón de Hogwarts. Espero que a esa Fleur ni se le ocurra acercarse a él al mejor estilo Selene mientras están en esa cámara, ella y su veelidad sobre mi novio son lo último que necesito ahora.
Dumbledore, McGonagall, Bagman, Crouch, Madame Maxime y Karkarov se levantan de la mesa de profesores y van a la cámara. Snape se levanta último, echa un vistazo a la mesa de Gryffindor y parece preocupado. Hago un gesto con la mano desde la mesa de Hufflepuff y, cuando me ve, continúa su camino hasta la cámara.
—Leyla —me llaman los gemelos—, tenemos una consulta.
Los miro sorprendida, pensando que quizá notaron el intercambio de miradas con mi papá.
—Ya que tienes el cabello más rojo que el cáliz... ¿crees que podemos poner nuestros nombres otra vez, por si salimos como quinto y sexto campeón?
—Por el orificio de preferencia, claro.
—¡Basta! —digo y veo que Moody mira en nuestra dirección, luego se levanta y entra él también a la cámara de campeones.
Los profesores restantes llaman al orden y piden que los delegados y prefectos organicen la retirada a las habitaciones de cada casa. Los alumnos de Beauxbatons y Durmstrang esperan a sus directores en las mesas ya vacías, y yo, simulando buscar algo en el suelo, voy hasta un rincón del salón donde hay una gran calabaza de Halloween y me escondo detrás.
Ahora que los extranjeros y yo somos los únicos aquí, el silencio es casi total, excepto por algún sollozo de una chica de Beauxbatons y algunos gruñidos de los de Durmstrang, que hablan por lo bajo en algún idioma eslavo que no comprendo, pero adivino que están tan furiosos como yo por la aparición de un cuarto campeón.
Desde atrás de la calabaza, veo que el señor Crouch es el primero en salir, seguido por Madame Maxime, que tiene su brazo gigante sobre los hombros de Fleur, a quien le habla rapidísimo en francés. Los alumnos de Beauxbatons se ponen de pie y siguen a su directora y a su campeona hasta desaparecer de vista. Los siguientes en salir son Karkarov, que pisa fuerte y furioso como un elefante gigante, y Krum, que no parece afectado por nada, sino que tiene su cara seria de siempre, el cabello negro despeinado y su andar de pato fuera del agua. Los alumnos de Durmstrang aplauden a su campeón, zapatean otra vez y marchan en grupo hasta salir. Espero unos segundos hasta salir de mi escondite, me aseguro de no tener una llamarada en la cabeza en lugar de pelo y me acerco a la puerta de la cámara.
Cedric y Harry salen con Dumbledore y le sonrío al campeón legítimo de nuestro colegio. Los acompaño hasta el corredor frente al Gran Salón y ahí nos despedimos de Dumbledore.
—Parece que volvemos a competir —le dice Cedric a Harry con buen humor—. ¿Es tu revancha por el partido del año pasado?
—Podría decirse... —responde él, distraído.
—Dime, ¿cómo pusiste tu nombre?
—Sí, Harry, ¿cómo? —digo con amargura.
—Ya dije que no fui yo —responde él—. No tengo idea de qué sucedió, yo no lo hice.
—Claro —dice Cedric mirando el suelo.
McGonagall, Snape, Bagman y Moody salen del Gran Salón y las puertas se cierran detrás de ellos.
—A dormir —gruñe mi papá al vernos.
Harry va cabizbajo hacia una escalera y Cedric y yo tomamos otro camino hasta la Torre de Gryffindor.
—Al parecer el plan de fama no le salió tan bien —digo cuando pasamos el primer piso—. A nadie le cayó bien su trampa. ¿Pero qué necesidad había de meterse? Ya teníamos un campeón —digo, tomándole el brazo.
—¿Tú no sabías nada de esto?
—No.
—Pensé que era tu mejor amigo.
—Era uno de mis mejores amigos, pero ahora no sé qué se le subió a la cabeza. Olvídalo, todos sabemos que tú eres el verdadero campeón de Hogwarts. Ahora dime, ¿qué te dijeron en la reunión?
—Bueno, la primera prueba es el veinticuatro de noviembre...
—¡Eso es muy pronto!
—...y solamente podremos usar nuestras varitas.
—¿Y qué tienen que hacer?
—Es secreto. Es para probar la valentía y el pensamiento rápido. Es gracioso que haya salido yo y no alguien de Gryffindor o de Ravenclaw. Además de Harry, claro.
—Sabes muy bien que estás preparado para esto. ¿Dijeron algo más?
—Nada que valga la pena mencionar. Moody comentó algunas teorías conspirativas para explicar quién puso el nombre de Harry, que alguien lo puso como alumno de una cuarta escuela falsa, entre otras cosas. Karkarov casi abandona la competencia.
—¿Y qué hay de esa Fleur? —Él se encoge de hombros—. Es linda —agrego.
—¿Ah, sí? Bueno, ahora que lo dices, creo que es un poco linda.
—Te daría un golpe en el brazo, pero ahora eres propiedad privilegiada de Hogwarts y me colgarán si te hago daño.
—Por mi parte, a mí me pareció que estabas bastante contenta cuando salió elegido Krum...
—¿Otra vez?
—Te estoy cargando. Ya casi llegamos a la Torre, dame un beso antes de que nos crucemos a alguien o que la Dama Gorda comente.
—Guau, un beso del campeón de Hogwarts, no me sorprendería que saliera en los diarios —me río.
Vemos a la distancia que Harry entra a la Sala Común y dejamos pasar un rato antes de que yo vaya para no cruzarnos.
—¿Alguna novedad de Pettigrew y Sirius Black? —me pregunta para hacer tiempo.
—No... Nada nuevo. Rayos, casi me había olvidado estas semanas.
—Perdón, no quiero traerte una pesadilla ahora.
—Solo hay una manera de curarme de las pesadillas.
—¿Otro beso?
—Ajam...
La Señora Norris se mete entre nuestras piernas y nos separa a los pocos segundos.
—Hora de irme —le digo—. Descansa mucho.
—Nos vemos mañana —me dice con una sonrisa y se da la media vuelta para ir a la sala de Hufflepuff.
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Espero que les haya gustado. La historia avanza rápido.
Hasta el próximo capítulo. :)
BMW
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