2: Aventuras acuáticas

Capítulo dos

Aventuras acuáticas

A la mañana siguiente, mientras el fontanero (le llaman así al hombre que trabaja con las cañerías) revisa el baño de abajo y destapa el lavabo de la cocina, Hermione y yo nos quedamos en su habitación, ella leyendo y yo revisando sus libros de pociones. Me sorprende que todo esté tan tranquilo en esta casa a pesar de mi presencia. Los señores Granger no nos preguntaron nada cuando regresaron del consultorio en remodelación y simplemente llamaron al hombre para que viniera lo más pronto posible a revisar los caños.

Una de dos: o Hermione causaba catástrofes similares cuando no sabía que era hechicera y por eso no cuestionan cosas extrañas en la casa, o simplemente son demasiado amables y correctos conmigo como para dejar ver que piensan que soy un desastre. O para echarme a la calle.

Sea como que sea, la señora Granger me preparó una chocolatada deliciosa esta mañana, así que dudo mucho que esté enojada conmigo. Y me dijo que el sábado le gustaría darme una clase de francés. Casi muero al oírlo, siempre lo imaginé como algo lejano que jamás llegaría, pero al final le dije que sí y la vi muy contenta.

-¿Tú no tomarás clases de francés, Herms? -le pregunto cuando devuelvo un libro a su estante, fijándome bien de no cambiar el orden de su biblioteca, porque sé que en algún lado debe tener una espada para decapitar a quien desordene el santuario.

-No muchas. ¿No viste mi horario pegado en la pared? -Niego con la cabeza-. Cuando iba a la primaria muggle, tenía clases de francés en la escuela y mamá me enseñaba todos los fines de semana. Ahora solamente estudio un poco de gramática cuando puedo, pero con los deberes y los libros de clase nuevos, no siempre tengo tiempo. Recién voy por la mitad del libro de texto de Encantamientos de este año, creo que me estoy atrasando -dice con preocupación-. ¿Tú cuándo comenzarás tus deberes?

-Es el segundo día de vacaciones, por todos los cielos, hay tiempo de sobra.

-Yo no diría lo mismo. El tiempo pasa rápido si no planificas qué hacer. ¿Quieres que te prepare un horario?

-No, gracias, no creo que pueda seguirlo.

-Entonces te conseguiré una agenda y al menos pondré lo que debes hacer cada día. La organización es lo básico. Puede ser que después de una semana ya te acostumbres y puedas regularizar los horarios. Cuestión de costumbre.

Al final accedo solamente para que siga leyendo tranquila, porque sé que se pondrá de mal humor si se atrasa en la lectura. Si tiene una espada, también sirve para los que interrumpen el estudio. Quizás, al ser tan buena alumna, Dumbledore le presta la espada de Gryffindor durante el verano. Quién sabe.

Me doy vuelta y sigo husmeando su colección de recetas de pociones. Sus libros son todos nuevos y están muy bien cuidados. Veo que ya tiene algunos para las MHB del año que viene. Yo ni siquiera había pensado en los exámenes. Se me complicará el tema de comprar libros este año, porque no tengo dinero, no puedo pedirle a mi mamá (¡por Merlín, qué locura!), y los Malfoy seguramente no piensan dirigirme la palabra. Podría pedirle a Snape que me consiguiera libros de texto confiscados u olvidados de otros alumnos (no le pediré dinero, me da la impresión de que no le sobra), pero solamente obtendría un montón de libros nuevos con el nombre de Harry Potter, recientemente confiscado por razones ridículas. Quizás debería agregar en mi carta para Cedric (que, a este ritmo, dudo que pueda enviar antes de que acabe el verano) unas líneas pidiéndole si me presta sus libros de Cuarto.

Cedric... Imagino su mano en mi hombro en este momento, su rostro cerca de mi cuello, y el recuerdo me hace sonreír. Realmente lo extraño. No quiero sonar como una tonta enamorada, pero creo que después de todo soy una tonta enamorada. Muy enamorada. Cuando estoy distraída, imagino que estoy de la mano con él o que me abraza, y anoche reviví en sueños nuestro primer beso cerca del Lago Negro. Me decepcioné bastante al despertar y encontrarme sola con Hermione.

Adoro a Hermione, no es para tomarlo a mal. Pero luego de soñar con tu novio, lo que quieres hacer es verlo a él, no a tu mejor amiga. No da lugar a la posibilidad de que lo soñado haya sido cierto, al menos por un segundo.

Cerca del mediodía, cuando el fontanero termina de trabajar y los señores Granger se van otra vez a supervisar el consultorio, Hermione y yo nos ponemos los trajes de baño y ropa de verano encima. Luego pone dos toallas en un bolso.

-Ya no te queda lugar para libros -me río, pero ella alza una ceja y mete un tomo entre las toallas, donde claramente no había espacio suficiente-. No le hiciste un hechizo de expansión, ¿verdad? Eso iría en contra de las reglas.

-Claro que no. Solamente tengo práctica en empacar, son años de llevar libros en cualquier tipo de bolso. O en la mano. No sabes cuánto más se puede leer cada año con tan solo llevar un libro a todas partes. Deberías intentarlo.

Le doy toda la razón y salimos a la calle, sin decirle que eso es lo último que una chica con dislexia como yo haría. A las pocas cuadras pasamos por delante de un edificio pequeño de ladrillos marrones. Biblioteca Jane Austen, se lee en el cartel del frente. Hermione sonríe al verlo.

-Pasaba muchas tardes aquí durante la primaria -me dice-. La bibliotecaria, la señora Green, siempre apartaba un sillón para mí, aunque nunca le hablaba a menos que fuera a pedirle que me anotara los libros que me llevaba.

-¿Venías directamente desde la escuela muggle?

Ella asiente.

-Yo también fui a la escuela muggle -digo pensativa-, pero creo que solo por dos años, o incluso menos. Un día hice un desastre en el aula, aunque te sorprenda, y tuvieron que borrarles la memoria a cerca de veinte personas. Creo que ese fue mi último día allí. No lo lamenté mucho, nadie era malo conmigo pero no podía hablar de nada con ellos. Era peor que estar en casa. Ni Quidditch, ni varitas, ni hipogrifos, nada. No fui más al colegio hasta que me llegó la carta a Hogwarts... que, por cierto, tardó una eternidad. Solamente iba a la casa de los Malfoy cada tanto y pasaba los veranos con ellos, ya sabes, para evitar a Selene y compañía.

-Es gracioso, siempre creí que tener hermanos sería lo mejor del mundo, pero desde que te conocí me hiciste cambiar de idea.

-Supongo que es solo mi caso. Mira a los Weasley. Incluso Percy es mejor que Selene. -Me encojo de hombros-. Sospecho que todos mis hermanos me odian tanto porque, se sepa o no, hay algo que me delata como externa a la familia. Soy la oveja negra, después de todo -digo, mostrándole un mechón de pelo negro.

Hermione pone una mano en mi hombro y niega con la cabeza.

-Tus hermanos deben ser muy afortunados de tener a alguien como tú en su familia, y si no te aprecian, son unos tontos. Nunca creas lo contrario.

-Gracias, Hermione.

Caminamos en silencio hasta que, al doblar la esquina, se oye un gran barullo. Me hago sombra en los ojos para ver la piscina más claramente; es inmensa y está llena de chicos y chicas, de entre cuatro y veintialgo de años.

-Aquéllos podrían estar haciendo cosas más productivas, a su edad. De verdad, ¿nadie les enseñó lo que es un trabajo? -Hermione sacude la cabeza y sigue inspeccionando el lugar-. Mira, hoy están los helados, tuvimos suerte.

Media hora más tarde, con los helados felizmente en nuestros estómagos, nos sentamos al borde de la piscina y metemos los pies en el agua. Alrededor de nosotras los niños corren como una tropa de soldados confundidos, acompañados por las órdenes de sus madres.

-¡Mike, deja a tu hermana en paz!

-¡Devuélvele el sombrero a la señora!

-Si sigues corriendo te lastimarás, espera, cariño...

-¡Johnny! Si no te pones la malla otra vez, no habrá helado a la salida.

-Pídele disculpas a la abuela, no debes decirle hipopótamo a la gente... Sí, las viejas también son gente.

-¡Luann, no hagas eso en el suelo!

-¡Johnny!

-¡En el suelo no! ¡Tampoco en la piscina! ¡Nooo!

-¡Johnny!

-¡NOOO, LUANN!

Ni me quiero imaginar qué es lo que la pequeña Luann hizo.

Descartamos inmediatamente la zona del borde y nos mudamos a unos bancos alejados del campo de batalla, para evitar golpes, ruido, salpicaduras y olores de todo tipo. Hermione saca su libro y yo miro alrededor en busca de algunas chispas que se escapen de las manos de algún chiquito, pero... nada. Aquí son realmente todos muggles. Lo que no es algo malo. Simplemente es un hecho. Son muggles. Y nunca había estado entre tantos.

Me acomodo en el banco y cierro los ojos, y de inmediato veo a Cedric en mi imaginación. Como si me leyera la mente, Hermione dice:

-¿Sabes que puedes enviarle la carta por correo normal?

Abro los ojos. No ha levantado la vista de su libro.

-¿Quieres decir correo muggle?

-No puedes usar la palabra aquí -me dice entre dientes.

-Lo siento. Correo. Correo común, del que uso todos los días, ¿sabes?, igual que tú. El correo que trae el corredor todas las mañanas.

-Es el cartero. Viene de carta, no de correo.

-Eso. Ah, espera, ¿cómo crees que el cartero llegará a la casa de Cedric? No es una zona... residencial... habitual. Ya sabes...

-Solo inténtalo.

-¿Y si se pierde y mis dulces palabras quedan en manos de cualquiera? No, gracias.

-Bueno, mientras ideamos otra manera de enviarla, comienza a pensar cuándo harás tus deberes.

-Hay tiempo, Herms, ya te dije.

-Sabes que no podrás hacer tu tarea durante el mundial. Y menos si vas a estar con Cedric los días anteriores.

-Bueno, creo que tienes razón -digo con la vista baja-. Pero no te preocupes, seré responsable y empezaré mañana mismo. ¿Feliz?

Hermione continúa con su libro. A la media hora, la batalla campal se ha reducido porque los niños se cansaron de tanto correr y me doy una zambullida en la piscina y disfruto de estar rodeada de agua. Los muggles creen que el agua repele la magia y que los magos no pueden acercarse y no sé cuántas barbaridades más; Harry me contó una vez que sus tíos se fueron con él y su primo en bote hasta una isla pequeña y rocosa en el medio de la nada para evitar recibir las cartas de admisión a Hogwarts. Claro que no les funcionó y el mismo Hagrid apareció en la islita para llevar a Harry a su verdadero lugar, Hogwarts. Menuda sorpresa para los muggles.

Me sumerjo en el agua y cuento cuánto tiempo aguanto la respiración. Al poco tiempo salgo a respirar una bocanada de aire. ¿Seis segundos? Soy clímaga, no sirena.

-¿Te estabas ahogando? -me pregunta un chico de mi edad sobre una colchoneta flotante y con una sonrisa brillante.

Respiro un par de veces más y respondo que no, que gracias por preocuparse, que estoy bien.

-Creo que estás grande para hacer cosas así -sigue.

Yo alzo una ceja.

-Tú estás grande como para meterte en la vida de otras personas -le respondo, pero él sigue sonriendo y luego pienso si con lo de grande no se refería a otra cosa.

Levanto los brazos y es como si le vaciara un balde de agua en la cara. El chico cae de su colchoneta por el golpe de agua y la gente se alarma; espantada, vuelvo a sumergirme y trato de esquivar los pies de todos hasta que llego a la otra punta de la piscina.

Cuando estoy trepando la escalera para salir, escucho los gritos de las madres preocupadas y las risas de unos niños. No miro atrás. Busco a Hermione entre la multitud y le indico que junte sus cosas. Nos tapamos con las toallas y salimos del balneario lo más pronto posible, y cada pocos pasos miro por sobre mi hombro, esperando ver a una multitud muggle con antorchas y trinches persiguiéndonos. Pero no hay nadie. Aún no he revivido la quema de brujas en Inglaterra.

Qué alivio. Mira si ahora tenían que actualizar todos los libros de historia.

-Leyla, ¿qué es lo que hiciste? -pregunta Hermione entre dientes-. Por todos los cielos, estábamos solamente en la piscina, técnicamente nada podía fallar. Helados, agua, un poco de sol, libros. No había nada raro.

-Claro, porque yo no soy nada raro -resoplo-. Escucha, yo no hice nada, ¿sí? Un chico me molestó y luego me dijo obscenidades. Solamente me defendí.

No estoy tan segura del sentido de lo que dijo, pero si él no especificó, intencionalmente me dejó interpretarlo a mi manera. Puedo decir mi versión de las cosas, ¿verdad? ¿Verdad?

Antes de entrar a la casa, me escurro el cabello en el jardín y riego las plantas con el agua que cae.

-Lo siento, Herms. No quise gritarte.

-Yo tampoco.

-Te juro que no volverá a pasar algo así.

-Claro que no. No saldremos de la casa nunca más. Si mis padres se enteraran, nos matarían.

Pongo los ojos en blanco.

-O peor -le digo- nos expulsarían de Hogwarts.

...

Luego de tres días de revisar el periódico muggle a primera hora de la mañana y encontrarme siempre con las mismas noticias de política, vacaciones y el anuncio de que el año que viene habrá una nueva proyección muggle con movimiento sobre los viajes por el tiempo (si tan solo los muggles conocieran los giratiempos...), concluyo que el muchacho de la piscina no pudo haber sufrido nada grave, o de lo contrario habría aparecido en alguna parte de las noticias. Mi culpa se alivia y espero que ese susto le sirva de lección al muchacho y nunca más moleste a una chica.

Llega la lechuza con El Profeta, acompañada por una segunda lechuza con una carta. Abro el sobre y sonrío de tan solo ver la letra de Cedric. Me escribe que espera mi carta en francés (¡Merlín, hoy será mi primera clase, lo había olvidado!) y también escribió su número de te...léfono. Teléfono. Así se dice.

-Es un dulce -digo y Hermione asiente sin dejar de leer el periódico-. ¿Dicen algo sobre Sirius por ahí?

-Nada, por suerte.

-Espero que esté bien.

-En estos casos, el silencio es la mejor noticia. Los genios del Ministerio habrían estallado de felicidad si hubieran visto siquiera un cabello que se pareciera al de Sirius; sabes que exageran con lo más mínimo.

-Pues qué mal que no me puse una gorra en la piscina, ahora creerán que Sirius Black estuvo nadando en una piscina pública de un suburbio muggle de Londres.

Hermione me mira sobresaltada.

-Es un chiste. Hablando en serio, es un milagro que lo hayamos ayudado a escapar, sin morir y sin ser atrapados. O expulsados, claro -agrego y ella pone los ojos en blanco-. No quiero pensar cómo sería mi vida ahora si no lo hubiésemos logrado. Mi papá quería entregarlo, eso es imperdonable, sabes...

Pero Dumbledore ya nos habló a finales del curso acerca de cómo Sirius tampoco se comportó como un inocente. Ahora ya está a salvo y no debo darle más vueltas al tema. Mi padre no es exactamente un héroe o un santo, pero tampoco es tan malo. Resulta que todas las veces que supuestamente intentaba matar a Harry, solamente quería salvarlo. Y además me da sus sándwiches siempre que se lo pido.

Durante el resto de la mañana me dedico a pintar con los pasteles que me regaló Cedric. Los primeros tres esquemas para pintar un paisaje me salen mal porque no puedo visualizarlos bien en mi cabeza, pero en el cuarto termino dibujando Hogwarts y creo que me sale bastante bien. Cuando termino de pintarlo, es el mediodía y Hermione acaba de terminar sus deberes de la semana.

-Qué bonito -me dice.

-Pues qué bien, es para ti -le digo-. En casa de mis tíos me arriesgaría a ponerle un hechizo de animación, pero aquí el Ministerio lo notaría.

-Está perfecto así como está -me asegura para que ni siquiera considere tocar mi varita.

Hermione cuelga el dibujo en su pared y bajamos a almorzar. Luego, la señora Granger saca de la nada unos libros.

-¿Qué tal una horita de francés, Leyla? Hermione, puedes ir a practicar escalas al piano.

-Claro, mamá. Está en mi horario. Buena suerte, Leyla, te irá bien. Puedes usar mis marcadores de colores para marcar los errores que hagas...

-Está bien, está bien, gracias, suerte, adiós -le digo.

El señor Granger se va al jardín a cortar el césped, Hermione cierra la puerta de la sala de estar para que no se oiga tan fuerte su piano, y nosotras... nos sentamos a la mesa. La señora Granger abre el libro de clase.

-Aquí tienes para anotar.

Click click click.

-Ahora, ¿sabes cómo suele escribirse tu nombre en francés?

-¿No se escribe igual? -le pregunto.

-Yo diría que no. Mira.

Escribe Leïla.

-Sería la forma más correcta en francés-agrega.

-Guau, acabo de tener un déjà vu. Un día un compañero escribió mi nombre de dos o tres maneras diferentes y nunca le dio a la forma correcta.

-¿Sabías que déjà vu es una expresión en francés?

-¿Ah, sí?

-Significa "ya visto". Algo que ya has visto antes. Por eso se usa en esos contextos.

-¿De verdad?

Ella asiente con una sonrisa perfecta de dentista.

-Usted sabe un montón, señora Granger.

-¿Ahora quieres saber cómo presentarte? Mira, Je suis madame Granger. Mon prénom est Hélène. Comment tu t'appelles?

Es increíble, pero al cabo de una hora, esta mujer realmente logra enseñarme algo. Hermione termina de tocar su instrumento y se sienta con nosotras y mira mis notas.

-Trabajaron mucho. Um... ¿Te molesta si te corrijo? Aquí te faltó una L...

La dejo ser feliz y ella marca con diferentes tonos de rojo cada uno de mis malditos errores. El señor Granger entra para cambiarse la ropa de jardinería y Hermione salta de su asiento al verlo.

-¿Estuviste cortando el césped? -le pregunta, dejando caer el marcador. Él asiente.- ¡Ven, Leyla! -Me lleva de la mano hasta el jardín y allí toma grandes bocanadas de aire-. Amo, amo, amo el olor del césped recién cortado.

-Vaya, en verdad sí que huele bien.

Hermione sigue admirando el césped y los señores Granger están en la cocina, hablando pacíficamente acerca del piano. Esta vida es irreal. Y me encanta.

----

Espero que les haya gustado. Hoy viernes tengo examen, deséenme suerte :)))))

Pude escribir bastante esta semana, y el pronóstico para la siguiente es muy bueno, así que seguramente pueda subir otro capítulo el viernes 15 de septiembre.

¡Saludos y buen fin de semana!

PD

Les recomiendo a todos que se pasen por "Guía de escritura para novatos" (y no tan novatos, creo que es para todos) de Astridvegamr. Es excelente. Y no, nadie me pidió que lo recomendara, lo encontré hace diez minutos y casi me lo leí todo, ¡es muy recomendable!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top