12: La Marca Tenebrosa

 ¡Feliz cumpleaños a EvelynRCordova!  

Capítulo doce

La Marca Tenebrosa



Se oyen pasos pesados cerca de nosotros y le aprieto la mano a Cedric.

—¡MORSMORDRE! —ruge una voz entre la espesura.

Un rayo de luz verde sale por entre las ramas directo al cielo. Entre las estrellas aparece una nueva constelación verde y luminosa con forma de una calavera de la que sale una lengua, una lengua con forma de serpiente que se enrosca varias veces sobre sí. De solo verla siento un escalofrío.

—No... —dice Hermione—. Las varitas, rápido.

Todos murmuramos Nox y las varitas se apagan. De todas partes se oyen gritos y pasos de gente corriendo en todas direcciones.

—Voy a buscar a mi padre —dice Cedric—. Váyanse de aquí ya mismo.

—¿Qué? —le digo.

—¿Por qué? —dice Harry.

—Por todos los cielos, ¡es la Marca Tenebrosa! —dice Hermione—. La marca del Innombrable. ¡Vamos!

Hermione, Harry y Ron se alejan, pero yo me quedo con Cedric.

—Ve con ellos —me dice—. No es seguro aquí.

—¿Y a ti no te pasará nada?

—No lo sé, pero tengo que ir...

—¡Cómo que no sabes!

—Leyla... ¿estás llorando?

—No, no. Lo siento. Ve.

—Volveré lo más rápido que pueda. Si te encuentro, quiero encontrarte sana, ¿sí? No en manos de ese loco. O directamente no...

Asiento un par de veces.

—Lo siento. Fui una tonta.

Lo miro una última vez y enciendo mi varita para correr en la dirección de mis amigos, mientras que Cedric se aleja. Los alcanzo a los pocos minutos, jadeando.

—Estamos juntos otra vez —dice Hermione casi sin aire—. Bien. Bien. Ahora en esa dirección...

—Merlín, dimos una vuelta en círculos —dice Ron—. Miren, aquí está la estatuilla de Krum...

Cuando se agacha a juntarla, se oye una serie de estallidos y una veintena de magos aparece a nuestro alrededor.

—¡AL SUELOOOO! —exclama Harry y tira de nosotros hacia abajo. Caemos como una montaña humana y los maleficios de los hombres nos pasan a centímetros de nuestras cabezas.

—¡MANOS EN ALTO! —gritan ellos.

Cuando se están preparando para la segunda ronda de conjuros, aparece el señor Weasley.

—¡Paren, paren! ¡Es mi hijo! ¡Mi hijo!

Algunos bajan las varitas, pero otros las mantienen en alto y nos miran con ojos entrecerrados. El señor Weasley se acerca a Ron y mientras examino los rostros de los magos. Uno de ellos es Amos Diggory. Apago mi varita para no llamar más la atención.

—Así que los atrapamos —dice él.

Por un costado Cedric aparece agitado, con el cabello despeinado y sangre en un brazo.

—Déjala, papá, Leyla no tuvo nada que ver.

Amos lo mira y me mira a mí. Nadie baja las varitas.

—Lo juro. No hizo nada. Yo estuve con ella cuando sucedió.

Yo estoy temblando, más por verlo aparentemente herido que por el peligro que corro. A falta de reacción, él viene hasta donde estoy y se para delante de mí para cubrirme en modo de protesta y alza su varita. Su padre baja la suya inmediatamente y trata de convencer a sus compañeros de que hagan lo mismo.

—Por seguridad... —murmura a sus compañeros.

—A un lado, Arthur —dice una voz fría. Todos volteamos y vemos al señor Crouch, tan aseado y peinado como siempre, pero con más cansancio en la cara que nunca. Nos fulmina con la mirada durante unos segundos y junta aire—. ¡¿Quién de ustedes hizo esto?!

—Nosotros no, nosotros no hicimos nada —dice Hermione—. Señor.

—No invocamos eso —se enfada Harry.

—No mientas, Potter. Te encontramos en la escena del crimen.

—Barty, son unos niños... —dice una bruja del círculo de ataque—. No vimos quiénes eran cuando los detuvimos.

—La edad no significa nada.

—Cuenten, muchachos, ¿de dónde salió la Marca Tenebrosa? —pregunta el señor Weasley.

—Alguien hizo un conjuro... desde allí —dice Hermione, señalando los arbustos.

—¿Un conjuro? —dice Crouch—. Usted parece bien informada sobre cómo se invoca la Marca, señorita.

—Pero ya se deben haber ido —dice la bruja—, ya pasó mucho tiempo.

—No lo creo —dice Amos—. Nuestros rayos aturdidores llegaron a los arbustos. Quien lo haya hecho, debe estar allí.

Crouch para en seco cuando Amos se abre camino para inspeccionar los arbustos. Estoy clavándole los dedos en el brazo a Cedric, que mantiene la varita en alto con su mano temblorosa.

—¡Ten cuidado, Amos! —le gritan.

Luego de revisar y revolver las ramas, sale un poco despeinado, pero triunfante.

—Encontramos a alguien... —dice. Lleva de la mano a Winky, que está dura como una estatua.

—No... —dice Crouch y esta vez se lanza él a los arbustos a revolver todo.

—Ejem —dice Amos—, creo que ya hemos descubierto quién era, Barty. No hay nadie más allí.

—Todos entendemos que esto puede sucederle a cualquiera —interviene el señor Weasley—, no es razón de vergüenza...

—No pudo haber sido la elfina —dice la bruja.

—En realidad, sí. Tenía una varita en la mano —dice Amos—. Eso va contra el código de criaturas.

Con un ruido reaparece Ludo Bagman.

—¡BARTY! —exclama—. ¿Dónde estabas? No fuiste al partido, dejaste el lugar vacío, tanto trabajo para perderse el juego...

—Estaba ocupado —dice Crouch amargamente.

Bagman mira al cielo y ve la Marca Tenebrosa.

—¡Por mi abuela! —dice—. ¡La Marca...! —Y vuelve a desaparecer.

—¿No es tu varita, Barty? —le preguntan.

—¿Parezco alguien que anda sin su varita, Jefferson? —dice él, sacando su varita y apuntándole al pecho.

—Ey —dice Harry, mirando la varita que Amos encontró en el arbusto y tocándose el bolsillo—. Esa es mi varita.

—Ay, no —digo.

—Se me cayó —dice Harry.

—¿Conque se te cayó? ¿O más bien la tiraste después de invocar la Marca Tenebrosa? —dice Amos, bastante sacado de sus casillas.

—Amos, por favor —dice el señor Weasley—, mira con quién estás hablando.

—Por supuesto, por supuesto... Harry Potter invocando la Marca... Qué tontería.

—Pero pudo ser alguno de los chicos —dice un mago del grupo.

—¡A un lado, a un lado! Mi hija no ha sido —se oye una voz que suena como el trueno. Una mujer alta y de cabello rubio con mechones negros aparece en el círculo—. Bajen ya mismo las varitas o los acusaré por interrogar a menores sin darles un respaldo. Parecen un rebaño de ovejas estúpidas.

—Alesia, disculpa, no sabía que era tu hija —dice la bruja—, pero están todos en una situación muy comprometedora.

—Entonces con más razón deben tener cuidado.

Mi madre me mira con los ojos chispeantes y luego mira a Cedric. Camina hasta mí y me tira del brazo para sacarme del círculo de sospechosos, y Cedric viene con nosotras y se planta a mi lado.

—Pero no se me cayó allí la varita, me faltaba ya cuando entramos al bosque —dice Harry—. Alguien me la quitó.

Todos miran a Winky otra vez, que sigue hecha una piedra.

—No fue ella —dice Hermione—, la voz de Winky es muy aguda y la voz que hizo el conjuro era grave, era un hombre.

—Tendremos que hacer la prueba infalible del último conjuro de la varita. Con permiso —dice Amos y apunta a la varita de Harry con la suya—. Prior Incantato.

De la punta de la varita sale una débil luz que forma una miniatura de la Marca Tenebrosa.

—Qué horror —masculla Hermione.

—Dame tu varita —me dice mi madre bruscamente al oído. Me está teniendo con fuerza del brazo. Se la doy y la esconde en su túnica—. ¿No te la revisaron?

Niego con la cabeza. Cedric se queda cerca para escuchar, pero no la mira a los ojos.

Reaniman a Winky, que se pone a llorar, y se arma un gran revuelo acerca de quién le enseñó el conjuro a Winky. Me cuesta escuchar con la presión que me hace mi madre y porque todos hablan unos sobre otros y en otra dirección, pero adivino que han sospechado de Crouch, quien se defiende magníficamente mientras todos guardan silencio al fin.

—Ya he dado pruebas suficientes de que aborrezco la magia negra y que pongo ante todo como prioridad la erradicación de la misma. Me encargaré yo de esta elfina irresponsable y le daré ropa.

Winky arma un berrinche y Crouch se la lleva lejos, pero sus sollozos se oyen a la distancia.

Cuando el grupo de magos se desarma, la bruja del grupo viene hacia nosotros.

—En serio discúlpanos, Alesia, claramente atrapamos a gente inocente.

—Me causa asco que hayan dudado de mi hija, sabiendo mi situación. Me alejé de mi propia familia por esto, mi hija no va a andar involucrada en la magia oscura.

—Lo sé, Alesia, hicimos lo que pudimos para atrapar al culpable.

—Excelente. Sigan así y la próxima vez se atraparán entre ustedes.

La bruja asiente y se va. Luego mi mamá me dice:

—Tú te vas conmigo. Nada de novios. Te quedarás en casa hasta el primero de septiembre.

—¿Qué? ¿Qué tienes que ver con todo esto? ¿Qué haces aquí?

—Te salvo la vida, nada menos. Ahora mantente callada y camina detrás de mí.

—No.

—Leyla.

—No. Primero dime qué haces aquí, tú no estabas aquí.

—¿Te parece que vine a pasear? Recibí un pedido urgente de tu padre para que te sacara de aquí antes de que te llevaran presa o te secuestraran. Que es lo mismo. Me tuve que venir desde la casa a las dos de la mañana. Y ahora llego y te encuentro bajo la Marca, acorralada por el Ministerio y con esto en la mano. Ahora pórtate bien y camina.

—No me iré con ustedes. Odio estar con ustedes. Y ustedes me odian a mí.

—¿Y con quién te vas a ir? ¿Con Narcissa, que no es capaz de mantenerte lejos del peligro? Jamás pensé que mi hermana podía ser tan inútil.

—¿De qué hablas?

Luego recuerdo que me llamaba en la tribuna. No era para alejarme de Hermione. Era porque sabía que esto iba a suceder.

—¿Él sabía que... que esto iba a pasar? —le pregunto, y ella sabe de quién le hablo.

—Lo sospechaba. Hay maneras de saberlo. Se suponía que ibas a pasar el verano con tus tíos como siempre y les indicó que te cuidaran de esto, pero al parecer una cierta persona no siempre está donde dice estar.

—Nunca te importó dónde estoy o dejo de estar.

—No hables de lo que no sabes. ¿Qué es eso de irte a la casa de tu novio? ¿Qué haces tú con un novio, para empezar?

—Si no me crees capaz de gustarle a un chico, no te culpo, siendo hija de gente así —digo con rabia—. Pero Cedric me quiere a pesar de todas las porquerías de mi vida y no puedes culparme por querer estar con él en lugar de con una familia que nunca me cuenta nada y me mueve como un títere.

Cedric se acerca y traga un par de veces.

—Ejem... Perdón por interrumpir, pero estaba escuchando la conversación y me pareció correcto avisarle, señora.

Mi madre lo mira como si hubiese hablado en chino.

—Soy Cedric Diggory —dice, tendiéndole la mano—. A su servicio.

Mi madre alza una ceja y se cruza de brazos.

—Es mi novio —digo—, del que recién hablabas.

Cedric insiste con la mano tendida y ella acepta.

—Tú ahórrate esa sonrisa que igual no te doy permiso para estar con mi hija. Eres demasiado grande.

—Cedric es la persona más buena que existe en el planeta y no hay nadie que se preocupe más de mí que él, así que puedes dejar tus esfuerzos de mandarme con familiares que tienen misiones secretas y dejarme vivir mi vida con personas a las que les importo.

Me alejo y llevo a Cedric de la mano. Hermione, Harry y Ron me están mirando con los ojos como platos.

—¿Tanto se escuchó la conversación? —les pregunto.

Asienten.

—En parte, al menos —dice Harry.

—Perdón por mi madre. Fuiste valiente —le digo.

—Parecía que iba a golpearme en la cara en cualquier momento —dice.

Mi madre ha agarrado ahora al señor Weasley y al cabo de unos pocos segundos de conversación, ambos se acercan.

—Adiós —me dice ella—. No hagas tonterías.

—¿Entonces no voy contigo?

—No, vienes con nosotros —dice el señor Weasley—. Son solo unos días hasta tomar el tren a Hogwarts. Espero que no te moleste.

—Molesta o no, no tienes otra opción —dice ella—. Trata de que nunca más me deba despertar a las dos de la mañana y viajar quinientos kilómetros, ¿sí?

—Por mí, no aparezcas más.

Ella mira al señor Weasley y veo que con los labios dice "Cuídela". Me mira por última vez.

—Adiós. Cuídate porque no quiero nietos ahora.

Y con un movimiento de varita desaparece.

—Gracias, señor Weasley —le digo mirando el suelo—. ¿Tú estás bien con tu brazo así? —le pregunto a Cedric.

—Sí, mi mamá me puede curar en pocos segundos.

—Disculpa a mi madre. Está loca.

—Creo que solamente estaba muy preocupada.

—Tiene un carácter horrible y es una de las personas más egoístas que conozco.

Cedric hace una mueca y me da un beso en la frente.

—Es hora de ir a las carpas —dice el señor Weasley— e intentar dormir. Nos iremos con los primeros trasladores mañana a la madrugada.



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Espero que les haya gustado. La madre de Leyla se portó como un ángel...

Me queda un solo examen el miércoles próximo y luego:

Será un día glorioso.

Ojalá pueda subir otro capítulo el sábado luego de mis exámenes (o sea, el 16). Atentos al Twitter (MiChiamanoLucia) porque voy a ir avisando allí.


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