8: Hora de marcharse

Debo admitir que eventualmente tuve que bajar a comer con mis tíos. Las tartas no duraron tanto como había planeado: las lechuzas que volvieron con la carta de Harry zumbaron por la habitación y no tardaron en encontrar mi tesoro. No llegué a tiempo para evitar el desastre. La próxima vez las enterraré en la arena y les pondré una X ridícula encima como un verdadero pirata.

Tía Cissy solamente hizo una mueca cuando me vio bajar con la misma ropa con la que me había visto por última vez, quizás con algunas manchas más. Intenté sonreír simpáticamente. Para el futuro practicaré la famosa cara de perrito mojado, ya que las sonrisas en esta casa no consiguen nada.

Luego de que tía Cissy contara cuánto ha crecido Draco y cuánto más larga es ahora su túnica, tío Lucius me dirigió su gélida mirada. Seguramente se estaba preguntando si fui al lugar secreto donde el toro se daba contra el escritorio, pero, por suerte, jamás se me ocurrió pasar por ahí, y tampoco a mi pobre sentido de la orientación le pareció que ahí dentro estaba el baño.

Por suerte la cena terminó sin ningún herido. Siempre cabe aquella posibilidad. Vuelvo hacia mi habitación, caminando tranquilamente preguntándome por qué jamás vi a mis tíos comiendo una tarta de manzana, e incluso pensando que pueden tener una cámara secreta como en el colegio dedicada exclusivamente a comer tartas sin cesar, justo detrás del candado en la puerta que bloquea el lugar donde el toro luchaba contra la madera. Mientras yo trato aclarar estas grandes interrogantes, Francesca canturrea una canción que no conozco. Draco sale de las sombras como un clon de Snape. (Primero pensé que sería Greyback y pegué un grito de aquéllos, pero luego vi que está demasiado limpio como para ser Snape o el hombre lobo.)

—Silencio, Leyla, no queremos que venga todo el mundo —me reprocha.

—Lo siento. Pero no vuelvas a hacer algo así. Es desagradable que alguien salga de la nada.

—Estaba aquí parado hacía un rato. El problema es que andas siempre distraída.

Hago una mueca en burla.

—Bueno, si solamente querías asustarme, misión cumplida. Adiós.

—No, espera, en realidad quería hablar. Escucha, en el Callejón Diagon están todos locos, buscando a un prisionero por todas partes.

—¿Sirius Black? —dije tragando saliva con esfuerzo.

—Sí... ¿cómo sabías su nombre? Yo no me enteré hasta ayer.

—Lo dicen por todas partes. Lo leí en el diario. —Draco abre la boca con incredulidad—. Aunque te parezca extraño, Draco, soy una persona muy bien informada sobre los sucesos que acontecen... eh... ¿en el mundo?

Ya me hice un trabalenguas. Draco se ríe y pone una mano sobre mi hombro.

—Viste la foto en primera plana y luego solamente leíste el nombre, ¿o no?

—No pienso responder a tal acusación. ¿Terminaste?

Él sacude la cabeza.

—¿No sabes nada acerca de Black? No, no te ofendas, ven aquí. Lo que quiero decir, es si sabes algo que no se diga en los diarios... suponiendo que los has leído.

—Es suficiente.

Le doy una patada en el tobillo y Draco pierde el equilibrio. Me voy sin darme vuelta a mirarlo. Afuera el sol está por ocultarse. Me meto en la cama, me tapo hasta el mentón, y cierro los ojos con fuerza para dormirme. Pasan dos horas de pensamientos confusos, incluyendo prisioneros locos, Snape dándome un detergente anti-grasa como bienvenida a la familia, tartas comidas por las lechuzas y a George, leyendo la carta que no le mandé. Al final me duermo y no sueño nada en toda la noche.


...


Si la gente dejara de mencionar a Black cada dos por tres, quizás podría recuperar mi relativa cordura. Ya pasaron más de dos semanas desde que recibí la carta de Harry, pero sigue sonando en mi cabeza su post-data, y luego lo que dijo Draco, y la lechuza que entra todos los días con El Profeta...

Hablando de ella, ya ha llegado. No soltará el periódico hasta encontrar una buena presa para llevarse. Parece que habló/ululó/se comunicó de alguna manera digna de una lechuza con las otras dos que se comieron mi tarta, y ella espera también su parte.

—¡No tengo comida aquí! ¿Cuándo vas a entenderlo?

Vuela más y más bajo hasta llegar a mi altura y me picotea el brazo. Seguro que esto no le ha pasado a nadie antes que a mí. ¿Desde cuándo las lechuzas del correo atacan a la gente?

—¡Mis tíos ya pagaron el mes completo! No tengo nada que darte. Así que, shuuuuu, vete.

Juraría que la lechuza está haciendo una cara enojada. Esto da miedo. Lanzo mi almohada a los aires y finalmente se va.

Pero... se ha llevado el periódico.

—¡¡VUELVE AQUÍ!!


...


La lechuza parecía estar satisfecha con mi actuación ridícula, y hasta me pareció ver una sonrisa en ese rostro, en lugar de la cara furiosa. Me trajo el periódico de vuelta y se fue sin siquiera decir su típico uuuu-uuuu-uuuu. Pero ahora que estoy con las noticias en mis manos, quisiera haber dejado que se lo llevara de vuelta a los malditos editores.

BLACK SIGUE SUELTO

El Ministerio de la Magia confirmó ayer que Sirius Black, tal vez el más malvado recluso que haya albergado la fortaleza de Azkaban, aún no ha sido capturado.

"Estamos haciendo todo lo que está en nuestras manos para volver a apresarlo, y rogamos a la comunidad mágica que mantenga la calma" , ha declarado esta misma mañana el Ministro de la Magia, Cornelius Fudge. Fudge ha sido criticado por miembros de la Federación Internacional de Brujos por haber informado del problema al Primer Ministro muggle. "No he tenido más remedio que hacerlo", replicó Fudge, visiblemente enojado. "Black está loco, y supone un serio peligro para cualquiera que tropiece con él, ya sea mago o muggle. He obtenido del Primer Ministro la promesa de que no revelará a nadie la verdadera identidad de Black. Y seamos realistas, ¿quién le creería si lo hiciera?"

Mientras que a los muggles se les ha dicho que Black va armado con un revólver (una especie de varita de metal que los muggles utilizan para matarse entre ellos), la comunidad mágica vive con miedo de que se repita la matanza que se produjo hace doce años, cuando Black asesinó a trece personas con un solo hechizo.

Debajo agregan una foto de Black, muy parecida a la de la edición anterior. Paso las manos por mi cara y estiro la piel para un lado y para otro, que es lo que suelo hacer cuando siento que no puedo seguir más, que mi cabeza explotará.

Yo tenía tantas ganas de ya mismo largarme al Callejón Diagon y estar un tiempo con otra gente, luego estar con los Weasley y quizás Harry, quizás Hermione... ¡Pero no puedo andar sola por el mundo mágico, ni por el muggle, si mi tío loco anda por allí!

No. No dejaré que esto suceda otra vez. Pasé años y años sin hacer cosas que quería por culpa de mi familia, aunque fueran tan pequeñas como jugar al Quidditch. No dejaré que siga pasando.

Cuando miro hacia la derecha, veo en el suelo la temida carta para George. La había dejado bajo la almohada. Antes de que pase cualquier cosa poco conveniente, como que la lechuza decida que quiere hacerme un favor y le lleve la carta a él, la meto en un bolsillo interno en la tapa del baúl. Cosas así tienen que estar bien guardadas.

En el desayuno mi tío no aparece. Tía Cissy comenta que él se ha ido a Gringotts y que no regresará hasta la tarde. Draco rezonga porque no lo han llevado.

—No puedes ir a Londres cada dos por tres, Draco —dice su madre.

—¿Tía?

—¿Sí, Leyla?

—Emmm...

Vamos, Leyla, así no convencerás a nadie de nada. Habla con convicción. ¿Por qué hace poco estabas tan decidida a marcharte?

—Quisiera...

¡No dejes lugar al NO! ¡Cuenta tu plan! ¡Anuncia lo que harás en lugar de pedir permiso!

¿Qué te pasó, Francesca?

Lo siento, me entusiasmé. Últimamente estás tan indecisa y con tantos dolores de cabeza que se vuelve aburrido vivir aquí dentro. Entonces es lindo que al fin pienses hacer algo.

Sabes que puedes irte a otra cabeza y dejarme en paz.

No durarías nada sin mí.

—¿Qué sucede, linda? —pregunta tía Cissy—. ¿Ha ocurrido... algo... especial? —pregunta con una sonrisa que me da náuseas.

—Eh... Ah, sí —digo, confundida y sin saber lo que hago.

Ella hace un ruidito a ardilla hiperactiva que se ha tragado mucho helio.

—Discúlpanos, Draco —dice, retomando su dignidad y su voz grave—, pero tengo que hablar con Leyla sobre un tema privado.

—Como si ya no lo supiera —dice Draco—. Irán a hablar sobre los cambios y el crecimiento y las pociones contra el dolor del mes.

Mi tía levanta la mitad de la boca y abre un ojo más que el otro.

—¿Draco ya es señorita? —Trato de sonar ingenua.

—Draco no sabe lo que dice, ¿verdad, cielo? Leyla, ve al pasillo, ahora estoy contigo. Dejemos que Draco tome su desayuno y recapacite sobre lo que dijo.

Draco y yo nos unimos al club de caras extrañas, pero al final hacemos caso. En el pasillo, tía Cissy se asegura de cerrar bien la puerta detrás de sí y me mira con emoción.

—¿De veras ya te ha sucedido? ¿Ya es oficial?

Realmente, mi tía no deja de sorprenderme. Creo que le hace falta una hija. De todas maneras, me siento mal por no haber sido más comprensiva con ella y por no tratarla tan bien...

—Sí.

—¿Y por qué nunca me lo dijiste? Yo estaba alerta.

—Fue... fue el día en que se fueron al Callejón Diagon —invento—. No podía decírtelo.

—Jamás debí dejarte —dice mi tía.

—No, no te preocupes.

Lo último que necesito es que se ponga sobre-sobre-protectora justo ahora.

—¿Y has podido arreglarte bien?

—Sí. En Hogwarts una aprende, viviendo con chicas mayores.

—Bien. Sabes que, cualquier duda que tengas, me la puedes decir.

Sin pensarlo, la abrazo. Ella parece sorprendida, pero me abraza también. Jamás me había sentido tan cuidada. Hasta ahora no había podido apreciar lo que tía Cissy hace por mí, aunque me parezca demasiado pesada a veces.

Quizás exagero siempre sobre lo horrible que es mi familia.

El pensamiento dura como tres segundos, porque luego me acuerdo de mi madre, de Selene, de Karen y Nathalie, de Violetta e Isabella... y recuerdo los tormentos de la casa Blair-Black. Me estremezco pero echo los pensamientos a un lado. Tía Cissy es diferente. Ella me quiere y es lo más honesta que puede conmigo.

—Tía... Yo...

¿Cómo le digo que me quiero ir?

—...creo que no puedo vivir aquí mucho más este verano.

—¿No puedes vivir?

—No me refiero a que me vaya a morir, no, por favor... Quiero decir... que ahora Draco se ha enterado de algo un poco vergonzoso, y sería incómodo tener que vivir así... Luego lo veré todo el año en Hogwarts, quisiera tener un respiro para mí, para poder entrar en convivencia con mis hormonas.

No me gusta aprovecharme así de las preocupaciones de tía Cissy, pero creo que es mejor que crea que es por algo así.

—Entiendo, entiendo.

—Quisiera ir al Callejón Diagon. Me puedo quedar en el Caldero Chorreante, y luego irá una familia que conozco. Me dijeron que me puedo quedar con ellos.

—Bueno, no queda tanto tiempo hasta que comiencen las clases otra vez. ¿Estás segura de que estarán allí?

—Sí. Quizás no el primer día, pero sabes que es tranquilo allí.

Mi tía levanta una ceja pero no dice nada.

—Está bien. Puedes ir. Pero escríbeme antes de que terminen las vacaciones.

—Lo haré.

Nos abrazamos otra vez y luego me voy a hacer mi baúl. Tía Cissy prepara los polvos Flu mientras Draco trata de reclamar los mismos derechos de ir a Londres, pero ella no se da por aludida y sigue dedicada a mi viaje. Siguen así cuando regreso con todo listo. Llevo puesto el vestido gris que usé al comienzo de mi estadía aquí (solo que ahora está bien limpio otra vez).

—Le avisaré a los encargados del reparto del Profeta que te envíen la lechuza a Londres —dice mi tía, mientras Draco come su desayuno con disgusto.

—Gracias.

—Has crecido tanto... ¿Tienes todo listo?

Digo que sí con la cabeza.

—Adiós, Draco.

Draco me fulmina con la mirada y río por lo bajo.

—¡Al Caldero Chorreante!



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¡Actualicé más rápido de lo que esperaba! Espero que les haya gustado. Leyla al fin toma una decisión y lucha por ella. 

No olviden comentar lo que les pareció. Leo todos los comentarios que me llegan al mail, aunque no siempre los pueda contestar. Significan mucho para mí.

Los adoro.

BMW.


PD (como Harry): ¿Qué libro están leyendo, además de esta fabulosa novela?

Jajaja. No, en serio, ¿qué otras cosas leen?



PD 2: Me estuvieron preguntando sobre el vestido gris de Leyla, así que aquí encontré algunas imágenes que ayudan (un poco...) a imaginarlo.


Es una mezcla entre ambos: gris liso arriba, de cuello redondo, y falda a cuadros.

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