71: Una pequeña decepción

El capítulo de hoy está dedicado a todas las víctimas de la Batalla de Hogwarts del 2 de mayo de 1998.


Capítulo 71

Una pequeña decepción


—Tenemos diez minutos para regresar a la Enfermería —dice Hermione cuando Sirius se pierde de vista y comenzamos a congelarnos en la cima de la torre.

Luego de atravesar incontables pasillos y varios atajos parece que llegaremos a tiempo a la Enfermería, pero cuando estamos a solo unos cuantos pasos de la puerta, oímos las voces de mi papá y Fudge y nos escondemos detrás de un tapiz de un ogro dentro de un caldero. Me muerdo el labio para no maldecir en voz alta. No necesitamos más retrasos.

—Espero que Dumbledore no ponga trabas —dice mi papá—. Tienen que darle el Beso inmediatamente para poner fin a esto de una vez por todas.

—Macnair ya fue a buscar a los Dementores; apenas lleguen, el Beso se aplicará —dice Fudge, un poco nervioso—. Horrible tarde. Yo venía para presenciar la ejecución de un hipogrifo que terminó desapareciendo, y ahora aparece Black en el castillo y los Dementores demoran... No puedo esperar a decirle al Profeta que por fin lo hemos atrapado, para que la buena noticia tape este bache en la seguridad de Hogwarts. En fin, Snape, supongo que querrán entrevistarlo en el periódico, al igual que a los chicos involucrados. Potter no se librará de unas cuántas preguntas de los reporteros, de eso estoy seguro, cualquier cosa que haga es noticia...

Las voces se van apagando y los pasos se oyen más lejanos. Asomo la cabeza desde atrás del tapiz y veo que efectivamente el pasillo está vacío nuevamente. Vamos como un rayo hasta la puerta de la Enfermería y nos detenemos allí. Se oye la voz de Dumbledore del otro lado. Cuando Hermione levanta una mano para jalar de la manija, la puerta se abre y se cierra rápidamente, y Dumbledore aparece frente a nuestras narices. Hermione baja la mano.

—Ah, qué bueno verlos aquí —susurra el director con una sonrisa—. ¿Lo han logrado?

—Sí, todo fue muy bien —dice Harry también en voz baja—. Sirius se ha ido volando con Buckbeak.

—Excelente —dice Dumbledore—. Ahora... —Se acerca a la puerta y cierra los ojos para oír—. Sí, ustedes ya se han ido. Pueden entrar antes de que Madam Pomfrey note algo.

Entramos a la Enfermería, donde solamente está Ron, dormido. Cuando oímos a Dumbledore cerrar la puerta, nos metemos en las camas y Hermione esconde el giratiempo. Apenas termino de acomodar mi almohada y sale Madam Pomfrey de su oficina suspirando. Estuvo cerca.

—¿El director ya se ha ido? ¿Puedo ocuparme ahora de mis pacientes o necesitan que los entreviste también Godric Gryffindor, eh?

Nos da una nueva barra de chocolate a cada uno y comemos en silencio. Yo juego con los pedacitos de chocolate en mi boca y luego con una tirita de la sábana. Los tres tenemos los oídos atentos a lo que pueda pasar afuera.

Y entonces...

—¡NO PUEDE SER! —se oye desde afuera—. ¡ESTO NO ES POSIBLE!

—Ha desaparecido, Severus —responde aparentemente Fudge—. En realidad, tendríamos que haber dejado a alguien haciendo guardia en el despacho, pero no estábamos preparados para una ocasión semejante... Vaya, será un escándalo cuando la gente se entere de esto...

—¡NO, NO HA DESAPARECIDO! —sigue gritando mi papá—. NADIE PUEDE APARECERSE O DESAPARECERSE DE AQUÍ. YO SÉ MUY BIEN QUIÉN LO HA AYUDADO A ESCAPAR. ¡POOOOTTEEEEEEERRR!

—Por favor, Severus, toma un poco de aire fresco, ¿sí? Potter no puede haber sido, si ha estado encerrado todo este tiempo.

—¡HA SIDO ÉL! ¡YO SÉ QUE FUE ÉL!

La puerta de la Enfermería se abre de golpe y los tres nos tapamos con las mantas hasta la barbilla y fingimos dormir por tres segundos. Allí en la puerta están Fudge y mi papá, que tiene el rostro colorado y el dedo índice preparado para acusar a Harry.

—¡Confiesa, Potter! ¡Confiesa lo que has hecho!

—¡Profesor Snape! —chilla Madam Pomfrey—. Por favor, ¡esto es una enfermería, no un tribunal! ¡No corresponde este comportamiento!

—Snape —dice Fudge—, la puerta estaba cerrada con llave... como acabamos de comprobar...

—¡Yo sé que lo ayudaron a escapar! ¡Ustedes dos! —grita, señalando a Harry y a Hermione.

—Tranquilícese, por favor —pide Fudge—. Esto no tiene sentido.

—¡Usted no conoce a Potter! ¡Fue él, fue él!

—Severus —interviene Dumbledore, que acaba de entrar con la misma tranquilidad que tenía luego de la fallida ejecución de Buckbeak—, esta puerta ha permanecido cerrada con llave desde que me fui de la Enfermería, hace más de diez minutos. Madam Pomfrey, ¿han salido los alumnos de sus camas en algún momento?

—En absoluto, ¡si estuve con ellos desde que usted salió!

—Aquí está la prueba, Severus —dice Dumbledore—. A menos que creas que estos chicos tienen habilidades especiales para estar en dos lugares al mismo tiempo, me temo que no encuentro razones para seguir molestándolos. Los tres deben descansar luego de lo que sucedió hoy.

Su tono es incuestionable. En silencio, Madam Pomfrey asiente y Fudge saca a mi papá de la Enfermería, que todavía tiene un dejo de odio en el rostro y desde aquí se nota lo rápida que va su mente, tratando de entender qué diablos hicimos. Por supuesto que sabe que yo estuve metida en esto. No me salvaré de un interrogatorio cuando nos volvamos a ver.

Madam Pomfrey va a cambiar una de las vendas de Ron mientras Dumbledore y Fudge conversan en el umbral.

—El profesor Snape parece sumamente perturbado —dice Fudge—. Yo lo controlaría más de cerca. Lo rápido que ha acusado a estos alumnos...

—No es nada serio, solamente está muy decepcionado.

—Imagínese, la Orden de Merlín... Y no es el único con decepción. Al Profeta le parecerá muy divertido que Black se nos haya escapado otra vez de las manos. Espero que esta noticia tape un poco la desaparición del hipogrifo, porque de otro modo, seré el hazmerreír del mundo. En fin, debo irme e informar de esto en el Ministerio...

—¿Y los Dementores, Cornelius? Tengo la esperanza de que se vayan del colegio inmediatamente.

—Ah, sí, deberán irse. Jamás pensé que intentarían darle el Beso a niños inocentes. Estaban completamente fuera de control. Volverán a Azkaban esta misma noche. Quizás deberíamos poner dragones en las entradas del colegio.

—Hagrid estaría muy contento con ello.

Los dos salen de la Enfermería, Madam Pomfrey cierra inmediatamente la puerta con llave y se va a su despacho. Entonces suspiro y dejo salir las preocupaciones que me estuvieron ahogando desde que entré a la Casa de los Gritos.

De repente, Ron se sienta en su camilla y nos mira con los ojos como platos.

—¡Sirius! Chicos, ¿dónde está Sirius? ¿Y ustedes están bien? ¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está Lupin? ¿De qué hablaban recién? ¿Por qué hay dragones? ¡Pettigrew escapó!

Hermione toma una bocanada de aire y le comienza a contar, mientras Harry y yo acabamos nuestras barras de chocolate.

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Espero que les haya gustado :) Ya quedan tan solo dos capítulos, así que subiré el siguiente el sábado y el último el domingo.

Estamos llegando al final...

Saludos y hasta pronto.

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