69: La primera vida inocente
Capítulo 69
La primera vida inocente
Los pasos se oyen al otro lado de la puerta del armario y dejamos de respirar (no es que se pueda respirar mucho aquí dentro ni aunque lo intentemos). El silencio regresa. Cuando parece que se han ido, pregunto:
—¿Creen que eran Filch y su gata?
—No, éramos nosotros —dice Hermione, y tengo que admitir que parecería sarcasmo si no estuviésemos en esta situación—. Sí, estamos yendo a la cabaña de Hagrid.
—¿Qué diablos? ¿Cómo podemos ser nosotros? Si estamos aquí.
—Esos somos nosotros hace tres horas —dice ella—. Ya les dije que retrocedimos en el tiempo. Sigo oyendo los pasos... estamos poniéndonos la capa invisible... bajamos la escalera... Sí, no hay duda de que somos nosotros.
—¿De dónde sacaste ese reloj? —le pregunto.
—Es un giratiempo. La profesora McGonagall me lo dio para poder asistir a todas mis clases este año. Fue una locura, lo sé, pero quería inscribirme en todas las materias y ella habló con el Ministerio para darme un permiso especial, estuvo todo el verano escribiendo cartas para convencerlos. Los giratiempo son muy peligrosos y escasos, la profesora me hizo jurar que lo mantendría en secreto y que no lo utilizaría para ningún otro fin además de para ir a clase. Entonces yo al final de una clase giraba el reloj y podía ir a la otra que sucedía al mismo tiempo.
—Ah, con razón... —digo—. ¿Y qué pretende Dumbledore que hagamos ahora? Además de romper el acuerdo que tenías.
—No tengo idea —dice—. No sé cómo va a ayudar a Sirius que estemos aquí.
—Quizás ahora ocurrirá algo que podamos cambiar —dice Harry—, ¿pero qué puede ser?
Nos acomodamos un poco mejor en el armario y nos sentamos sobre tres baldes dados vuelta. Hermione enciende la luz en su varita y veo que todos tenemos el ceño fruncido.
—A ver, estamos yendo a la cabaña —dice Harry— para ir con Hagrid a la ejecución.
—Sí, ya debemos estar llegando —dice ella.
—Dumbledore dijo que podíamos salvar a más de una vida inocente, ¿verdad? —dice Harry.
Todos pensamos en silencio. Tengo el pecho oprimido y me siento sin energía al recordar en la ejecución. Volver atrás me ha hecho peor que quedarme en la situación horrible en la que estaba. El pobre Buckbeak...
Oh. Un segundo.
—¡Buckbeak! Chicos, salvaremos a Buckbeak.
—Eso es —dice Harry, chasqueando los dedos.
—¿Y eso cómo ayudará eso a Sirius? —dice Hermione.
—No tengo idea, pero debemos hacerlo.
—Ya sé —dice Harry—. Dumbledore ya nos dijo dónde está Sirius, en el séptimo piso y todo eso, y nos dijo la ventana que debemos buscar, no la puerta. ¡Tenemos que volar con Buckbeak para llegar hasta allí!
—Oh, ¿estás seguro? Estaremos en terribles problemas, es muy difícil que no nos vean y...
—Sé que podremos hacerlo. No habrá nadie en los terrenos de Hogwarts a esa hora, estarán todos adentro esperando a los Dementores. Es muy simple: tenemos que salvar a Buckbeak y simplemente esperar hasta que sea la hora de salvar a Sirius.
—Bueno, si lo pones así, no parece tan complicado —admito—. Pero no podemos perder tiempo.
Hermione pega su oreja a la puerta. Cuando es seguro salir, vamos al pasillo, pero no hacemos el mismo recorrido que hicimos hace tres horas. Eh, es decir, que hicimos recién. Pero lo hicieron nuestros otros-yo. Lo están haciendo ahora, en realidad.
Voy a terminar sin cerebro después de esto.
—Vamos por detrás de los invernaderos y luego nos quedamos al borde del bosque, ¿les parece bien? No deben vernos, para nada —nos recuerda Hermione.
Pasamos por los invernaderos, rodeamos el sauce boxeador y tratamos de medir la distancia que tenemos hasta la cabaña de Hagrid.
—No podemos quedarnos muy cerca de la puerta —susurra Hermione—, porque entonces nuestros yo pasados nos verían a nuestros yo presentes y eso sería un desastre.
—¿De verdad lo sería? —le digo y me mira con sorpresa—. Me refiero a que pasaron tantas cosas inesperadas y sin sentido en mi vida, que ya no sé si ver a mi gemela perdida asustaría a la pobre Leyla del pasado, después de recuperar tíos y padres perdidos cada dos por tres.
Hermione lo piensa unos momentos y luego me asegura que sí me espantaría.
Nos escondemos en unos arbustos a pocos metros de la cabaña de Hagrid y oímos un golpe en la puerta. Hagrid sale a abrir y aparecemos los cuatro al levantarnos la capa de invisibilidad. Es tan raro verme desde lejos... ¿Así de mal me queda la túnica? ¿Y mi cabello siempre tiene esa montañita cerca de la nuca? ¿Por qué nunca nadie me avisó? ¿Y siempre llevo el cuello de la túnica enredado en un costado?
Hagrid nos hace pasar (a nuestros otros yo) y cierra la puerta. Miro a Hermione y a Harry, a quien casi se le salen de órbitas los ojos.
—Esto es tan extraño —dice con entusiasmo—. Vaya, qué divertido. Es la mejor cosa en la que me metí en mucho tiempo.
—No es divertido —dice Hermione—, es peligroso y muy difícil. Ahora tenemos que acercarnos de a poco a Buckbeak.
Rodeamos la cabaña, caminando casi gateando para evitar las ventanas, y llegamos al lugar donde está atado el hipogrifo.
—Pobrecito... ¿podemos soltarlo ya? —digo con las lágrimas en la línea de salida, esperando la señal para empezar a correr por mi cara.
—¡No! —dice Hermione y luego se tapa la boca. Nos tiramos al suelo esperando lo peor, pero nadie se asoma de la cabaña y Buckbeak no se altera—. No —repite en un susurro—, los del Comité tienen que verlo atado o se llevarán a Hagrid a Azkaban.
—Cierto —digo, decepcionada—. Lo siento, no lo pensé.
—Pero casi no habrá tiempo para hacerlo entre el momento en que nos vamos y el momento en que se asoman los malditos del Comité —dice Harry.
—Tenemos que intentarlo igual.
—Así nos llevan a todos a Azkaban —murmuro.
Se oye el ruido de una jarra haciéndose añicos.
—Scabbers —dice Harry—. Pettigrew. Ahora va a aparecer. Si entramos a la cabaña y lo matamos de inmediato...
—Pero no, Harry —dice Hermione—, estaríamos rompiendo las leyes del viaje por el tiempo, no podemos interrumpir así, sobre todo si estamos nosotros mismos allí.
—Yo entendería si viniera mi yo del futuro a interrumpir —digo.
—No lo harías. Ambos ya vieron lo extraño que es verse a sí mismo. McGonagall ya me habló de las tragedias que sucedieron por esto; el yo del pasado cree que se ha vuelto loco o que hay magia negra o que lo quieren engañar. Causa daños irrecuperables. Más de uno ha muerto.
—Bueno, era solo una idea —refunfuña Harry—. Es que me pareció que eso podía solucionar tantas cosas...
—Lo sé. Yo también entraría ahora —digo, y luego miro a Hermione—. Juro que no lo haré, Hermione, lo juro...
Me quedo callada. Fudge, Macnair, el viejito que "ya no es tan joven como antes" y Dumbledore salieron del castillo y vienen en nuestra dirección. Nos escondemos detrás de unas calabazas gigantes que Hagrid tiene en su huerto y esperamos que Buckbeak no nos ataque por parecer sospechosos.
—Silencio —nos advierte Hermione exactamente en el momento en que se abre la puerta trasera de la cabaña y nuestros otros yo salen con la capa en la mano.
—No temas, Buckbeak —dice Hagrid—, son amigos. No te pasará nada, no te... —Hagrid se traga sus palabras y sus ojos se llenan de lágrimas—. Váyanse —murmura.
—No, Hagrid, no te dejaremos aquí.
—Vamos a contarles lo que en verdad sucedió.
—Es totalmente injusto, no pueden...
Estoy subida a las ramas más bajas de un árbol y es tan raro verme allí al mismo tiempo. Aunque desde aquí no me veo tan mal. Hasta parezco linda cuando hablo y frunzo el ceño. Nunca me había visto hablando. Si hubiera sabido esto en el verano, me habría ahorrado unos tristes días y mucho llanto. Ahora ya sé por qué a Cedric le gusta que le cuente sobre cosas que me hacen enojar.
—Por favor —dice Hagrid—, tienen que irse ahora.
Nuestros otros yo retroceden y Hagrid regresa a la cabaña en el momento en que la procesión de hombres llega a la puerta delantera y llaman. Se oyen pasos y la voz de Fudge, pero oigo aún menos que la otra vez, porque estamos más lejos de la ventana.
—Qué familia maldita tengo —dice mi otro yo y Hermione pone una mano en su hombro. Ah, Leyla del pasado, si supieras que Sirius es inocente, no pensarías tan mal de tu familia...
—Vámonos, por favor —dice la otra Hermione—, no puedo ver esto.
Nuestros otros yo se echan la capa encima y desaparecen en dirección al castillo. El cielo ha oscurecido y hay un tinte rojo en él que me da escalofríos.
Harry, Hermione y yo (los que quedamos en los árboles, claro) agudizamos el oído y llegamos a oír a través de la puerta trasera entreabierta la voz del asqueroso Macnair.
—¿Dónde está la bestia? —pregunta.
—Alguien dele un espejo —murmuro, pero Hermione se lleva un dedo a los labios.
—Afu... afuera —dice Hagrid, casi sollozando. Me aferro a la rama sobre la que estoy sentada y me clavo la corteza en los dedos. Eso me distrae de la tristeza de Hagrid.
La cabeza de Macnair aparece en la ventana y por primera vez en mucho tiempo me alegro de que mi túnica y mi cabello sean negros.
¿Y mis zapatos? Me iré al infierno si me puse otra vez zapatos de diferente color...
Miro hacia abajo y vuelvo a respirar. Zapatos negros, uno en cada pie. Qué alivio que no me vine con las pantuflas rosa que Madam Pomfrey me suele dar.
—Tenemos que leer la sentencia antes de seguir, Macnair —dice Fudge—. Lo haré rápido, Hagrid. Usted y Macnair deberán firmar. Macnair, lo estoy incluyendo. Macnair, usted también debe escuchar, es el procedimiento.
Macnair resopla y lo oigo alejarse.
—Yayayayayaya —dice Harry y nos bajamos de los árboles. Hermione y yo esperamos en el borde del bosque, mientras Harry avanza y va a desatar a Buckbeak.
—La Comisión para Criaturas Peligrosas ha tomado la decisión de que el hipogrifo llamado Buckbeak, en adelante "el condenado", sea ejecutado el día 6 de junio a la puesta del sol...
Harry hace una reverencia ante el hipogrifo y no obtiene respuesta. Se queda con la cabeza gacha hasta que parece que se le partirá el cuello por el esfuerzo, y entonces Buckbeak se inclina y también baja la cabeza.
—Bien, vamos bien —murmuro.
Harry desata la soga que ata a Buckbeak a la valla y Fudge sigue leyendo.
—...sentenciado a muerte por decapitación, llevada a cabo por el verdugo nombrado por la comisión, Walden Macnair...
Harry le susurra algo a Buckbeak y tira de él. El animal camina lentamente y luego clava sus patas al suelo.
—...por los abajo firmantes. Hagrid, firme aquí. Macnair...
—Bueno, acabemos ya —dice el viejo—, estoy cansado. Hagrid, creo que lo mejor es que se quede adentro.
—No, quiero estar con él, no quiero que esté solo —dice Hagrid con la voz fina.
—Macnair, espere, usted también debe firmar.
Harry tira de Buckbeak, pero no se mueve. Yo también voy a ayudar. Hago una reverencia y el hipogrifo inclina la cabeza. Luego voy a tirar de la soga.
—Vamos, Buckbeak, tú puedes, ven con nosotros. Vamos, una pata... muévela... la pata, Buckie, la pata...
Dumbledore comienza a hablar y su voz se oye más y más fuerte. Buckbeak picotea el aire y camina con velocidad hacia donde queremos. Hermione se une a nosotros y entre los tres buscamos un lugar en el bosque donde ocultarnos, pero apenas nos internamos entre los árboles, se oye la puerta y pasos. Nos quedamos quietos y oímos.
Silencio. Luego...
—¡No está! ¡La bestia no está!
—No, no puede ser, estaba aquí, yo mismo la vi —dice Macnair.
—Qué extraordinario —se ríe Dumbledore—. ¿No les parece?
—¡Buckbeak! —grita Hagrid con la voz ronca—. ¡BUCKBEAK!
Me doy vuelta para ver a Hagrid y veo cómo Macnair alza el hacha en el aire y la lanza contra la valla, muy cerca de nosotros. Así que ese fue el ruido que oímos esta tarde. ¿O no? Pero entonces no habíamos retrocedido en el tiempo, no aún. ¿O lo que está pasando ahora ya pasó y...?
Me llevo una mano a la cabeza para detener mis pensamientos y veo que Harry tira de Buckbeak para ir más adentro en el bosque.
—Se ha ido —dice Hagrid—, que increíble, ¡qué inteligente eres, Buckbeak!
Buckbeak se detiene sobre sus pasos y trata de volver con Hagrid, y los tres tenemos que tirar de la cuerda para que no delate nuestro escondite.
—A mí no me engañan, ¡alguien lo ha soltado! —dice Macnair—. Tenemos que rastrear los terrenos ya mismo, y el bosque también.
—Macnair, ¿crees que alguien que se roba un hipogrifo se lo lleva a pie? —dice Dumbledore—. Puedes rastrear el cielo, si quieres. Mientras tanto, creo que tomaré una taza de té con Hagrid. O una buena copa de cognac.
Macnair gruñe un poco, pero todos los sonidos del Comité desaparecen y pronto el huerto queda desierto.
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Espero que les haya gustado el capítulo :)
Publicaré el próximo el viernes 28 de abril. Luego tengo planeado un capítulo para el 2 de mayo, ya se imaginarán por qué.
Hasta la próxima.
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