67: Final agridulce

Subo unas horitas antes porque mañana es posible que ni me pueda acercar a la computadora, tengo un día larguíiiiiisimo. Es posible que a la noche o el sábado le dedique el capítulo anterior al usuario que propuso la mejor y más loca idea para Leorge jajaja, aunque tienen tiempo hasta bien entrado el día 7 de abril.

¡Disfruten!


Capítulo 67

Final agridulce

Nuestra extraña formación avanza por el túnel hacia el castillo. La parte baja del pasadizo es la más complicada, porque Ron no puede usar bien su pierna y está atado a Pettigrew, que apenas puede caminar, pero con la ayuda de Lupin pueden salir adelante. Pettigrew respira como si tuviera un ataque de asma y Lupin lo apunta con su varita todo el tiempo. Yo llevo a mi papá de la mano y tiro de él hacia abajo cada vez que puede golpearse la cabeza contra el techo. Sirius Black y Harry van delante de mí y Hermione va atrás, cerrando la marcha.

—Ah, aquí tienes —me dice Black, dándome la varita que tiene en la mano—. Es de tu papá —dice con un tono extraño y mirando a Snape.

Cuando llegamos a una parte más alta, Black vuelve a mirarme.

—Entonces somos familia —me dice—. Tú y yo... y él y yo —agrega con una mueca de asco—. ¿Pero dices que eres hija de Alesia? —Asiento—. ¿Mi prima con Snape? ¿Me perdí la boda o qué?

—No, no —le digo—. Mi mamá está casada con Joseph. A él sí lo conoces, ¿no? Joseph Blair.

—Pfff —dice—. Era Ravenclaw. Creo que solamente coincidimos un año en Hogwarts. No fui a la boda porque, ya sabes, me desheredaron y nadie se preocupa por las obligaciones familiares cuando te tachan del árbol familiar —se ríe—. Aunque creo que a tu mamá finalmente la desheredaron también, Bellatrix hablaba pestes de ella allá, cuando estábamos en celdas cercanas. Siempre me cayeron mejor tu mamá y Andromeda que las otras dos, me pregunto si la desheredaron por este tipo.

—Está desheredada, pero no sé bien por qué —digo—. Creo que estuvo peleada con la familia desde mucho antes de que yo naciera.

—Supongo que como no era una Slytherin, ya tenía todas en contra antes de hacer nada.

—A mí no me cae muy bien, trato de no estar con ella. Y él... —digo, mirando a mi papá de reojo— es mi papá. Soy la única hija que tiene y, disculpe que se lo diga así, pero nadie lo sabe y usted no debe divulgarlo. Y lo digo más por él que por mí.

—Oh, qué mal,ahora mismo iba a enviarle una carta a todo el mundo para contarles eso, me arruinaste el plan —me dice—. Seguramente todos estarían muy contentos de recibir una carta firmada por Sirius Black.

Me hace reír, algo que pensé que sería imposible una noche como esta.

—¿Y tus hermanas? ¿Medio-hermanos o como los llames? Una vez vi a Natalie y a Karla.

—Karen.

—Eso. Y a Leon. Y me enteré del nacimiento de la chiquita. Y luego supongo que naciste tú. En ese momento tu mamá estaba escondida (como muchos otros, durante el poderío de Voldemort) y me enteré de que estaba en Alemania por casualidad.

—Emm, bueno, nació un poco más de gente en ese tiempo —digo—. La siguiente que dices, la "chiquita", es Thais, pero ya tiene dieciocho años. —Black abre los ojos como platos y se pasa una mano por el pelo enmarañado—. Luego vinieron Paula, Selene, Violetta e Isabella, y recién ahí nací yo. Y tengo cinco hermanas más pequeñas.

Mientras Black procesa la información y piensa pestes de mi madre, me distraigo ayudando a mi papá inconsciente a pasar por un lugar muy estrecho y pienso lo que haría si pudiera oírnos hablar en estos momentos.

—Oye, Harry —dice Black... o Sirius... ya lo veo como Sirius—. ¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew?

—Quedarás libre —responde él.

—Y se limpiará mi nombre. No sé si alguien te lo dijo, pero soy tu padrino.

—Sí, algo oí.

—Tus padres me nombraron padrino tuyo por... por si algo les sucedía.

Harry se queda mirándolo.

—Por supuesto, sé que posiblemente quieras quedarte a vivir con tus tíos, pero... piénsalo. Si quieres cambiar de casa cuando sea oficialmente inocente...

—¿Vivir contigo? ¿Y abandonar a los Dursley?

—Está bien, entiendo si no quieres, solamente era una idea...

—¡Por supuesto que quiero ir a vivir contigo! Ahora mismo iría a empacar. ¿Tienes casa?

—¿De verdad lo dices? —pregunta Sirius, riéndose.

—Claro.

Siento tanta emoción que me dan ganas de ir a abrazarlos a los dos, pero eso sería muy poco conveniente. Me quedo en mi lugar, esperando con mi papá flotante, a que la escena emotiva termine y salgamos de una vez de este túnel.

Una vez afuera, mientras Crookshanks aprieta el nudo del tronco que inmoviliza las ramas, nos alejamos lo más posible del sauce boxeador para evitar más heridos. La noche está fresca, la temperatura bajó mucho en las últimas horas, y estamos en una oscuridad total. Las únicas luces a la distancia provienen de las ventanas del castillo y sirven para vislumbrar al sauce y no perder un ojo por equivocarse de dirección.

Nada puede borrarle la sonrisa a Harry de la cara, mientras que Pettigrew se retuerce entre Ron y Lupin y chilla a través de la tela que le tapa la boca.

—Un paso en falso, Peter, y adiós —advierte Lupin, aún varita en mano. Todo lo que veo son penumbras, contornos de las siluetas. Espero que Pettigrew no moleste más y marche.

—Hoy le predije a Trelawney que iba a llover esta noche, porque vi una nube en la bola de cristal —le cuento a Harry, camino al castillo—. Seguramente ahora me va a desaprobar, porque no cae ni una gota.

Alzamos la vista y vemos las nubes cubriendo todo el cielo. Luego mi ojo sigue una nube que se está moviendo y se desplaza. Las otras la siguen, hasta que una luna llena y brillante aparece en el cielo y nos ilumina el camino.

—Oh, justo —digo, mirando otra vez el camino—. Poco más y caía en este pozo.

Cuando me doy vuelta para avisarles a los otros sobre el camino en mal estado, veo que se han detenido todos por una especie de choque. Lupin está delante de ellos, aún atado a Ron y Pettigrew, y está rígido y con la espalda doblada hacia adelante. Hermione vuelve a mirar al cielo.

—Maldición —dice—, ¡no tomó la poción hoy! ¡Va a transformarse y es peligroso esta vez!

—Corran, corran, váyanse ya —dice Sirius, empujándonos a un lado, pero estamos todos clavados al suelo.

—¡Ron! —dice Harry al verlo encadenado a Lupin y Pettigrew. Harry intenta acercarse para ayudarlo, pero Sirius lo echa atrás.

—Déjenme a mí, yo puedo arreglarme con él. ¡Váyanse al castillo!

Lupin gruñe mientras su piel se pone oscura y se llena de pelo. Su cuello se alarga, su cabeza cambia de forma y en las manos aparecen garras. Crookshanks retrocede con el pelo erizado.

Sirius desaparece y en su lugar hay un perro negro grande como un oso. El lobo rompe las esposas que lo atan y el perro se lanza sobre él y lo arrastra lejos de nosotros. Más allá, el lobo, Lupin, se libera de Sirius y ambos se pelean y se lastiman entre sí. Ya no entiendo quién es quién y de dónde salen los aullidos de dolor.

Busco a Ron con la mirada y veo a Pettigrew moviéndose con dificultad hacia la varita que Lupin dejó caer. Ron, con la pierna rígida y aún atado a Pettigrew, se desploma cuando Pettigrew salta y coge la varita. Se oye un estallido y hay una luz cegadora. Ron queda en el suelo, inmóvil. Otro estallido y Crookshanks sale volando hacia nosotros.

—Ron... Ron...

No contesta.

—¡Ron!

No puede haber muerto, no... Ron... Ron... ¿por qué no se mueve? Ron, vamos, Ron... levántate...

—¡Expelliarmus! —grita Harry, apuntando a Pettigrew. La varita de Lupin se eleva en el aire y desaparece en la oscuridad—. ¡Quédate quieto, maldito!

Pero Pettigrew se transforma en rata y se libra de las esposas. En dos segundos lo perdemos de vista. Corro para perseguirlo pero me tropiezo con el pozo de antes y me golpeo las rodillas. No lo alcanzaríamos ni aunque fuésemos animagos.

Oigo un aullido y vuelvo a mirar la pelea entre los dos animales. El hombre lobo huye al bosque y el perro está más cerca de nosotros, sangrando y cojeando.

—Sirius... —dice Harry—. Sirius, Pettigrew se escapó, ¡se transformó y huyó!

Sirius, aún como un perro, se da la media vuelta y se lanza a correr por los terrenos de Hogwarts. Lo perdemos de vista inmediatamente. Nos acercamos a Ron y vemos que respira, gracias al cielo, pero aunque tiene los ojos abiertos, no nos ve.

—¿Qué le hizo? —pregunta Hermione.

Harry y yo negamos con la cabeza.

—Hay que llevarlo al castillo y avisarle a alguien —dice Harry.

La única persona que nos queda es mi papá, inconsciente y flotando a mi lado. Cuando empezamos a enfilar hacia el castillo, oímos el aullido de un perro desde la oscuridad y siento que los pelos se me ponen de punta.

—Sirius —dice Harry, mirando hacia todos lados sin ver nada.

Los aullidos de Sirius siguen oyéndose. Harry mira a Ron en el suelo y a mi papá, flotando, y sale corriendo en dirección a los aullidos. Suelto a mi papá y lo sigo con Hermione. Corremos en dirección al Lago Negro y allí me dan unos escalofríos terribles. La temperatura ha bajado demasiado.

Seguimos el sonido de los aullidos hasta que se detienen. En el suelo, a orillas del lago, está Sirius, ya como persona, sosteniéndose la cabeza y gritando.

—¡NO! —exclama—. ¡Por favor, noooooo!

Miramos a ambos lados para ver de qué se protege y entonces vemos la razón del frío que hace: está rodeado de Dementores, al menos cincuenta de ellos, todos avanzando más y más con cada grito que él da.

Empiezo a sentir que el aire me falta. Siento que me ahogo y veo cada vez menos. La misma sensación que tuve en el tren desde Londres. Me sostengo de Hermione, que está bastante débil a mi lado.

—Chicas, vamos, piensen en algo feliz —grita Harry sacando su varita y sacudiendo su cabeza para no caer en los pensamientos de los Dementores. Busco mi varita y Hermione la suya, pero lo miramos a Harry sin saber qué hacer.

Veo puntos negros mezclados con lo que hay a mi alrededor. El agua sube, sube, va a llegarme hasta la pera...

¡Expecto patronum! —exclama Harry—. ¡Expecto patronum!

Piensa en algo feliz, algo alegre, algo positivo...

Cedric. Veré a Cedric después de esto. Estaré con él y nada malo podrá pasarme. Solos él y yo.

—Ayúdenme, chicas —pide Harry, con una mano en la frente—. ¡Expecto patronum!

¡Expecto...! —llego a decir—. ¡Expecto pat...!

¡Expecto...! —murmura Hermione.

Sirius rueda en el suelo y se tapa la cabeza.

—¡Vamos! —dice Harry—. ¡Expecto patronum! ¡Expecto patronum!

¡Expecto...! —digo, pero siento que no puedo hablar más Siento que estoy dentro de un balde, un balde enorme y lleno hasta el tope, y yo me hundo y me hundo... Arriba, en la superficie, veo a mi mamá. Abajo, hundido, a mi papá. Y yo sigo bajando. Los oídos me van a explotar por la presión.

¡EXPECTO PATRONUM!

El grito de Harry me saca de mi pozo y vuelvo a ver lo que está sucediendo. Los Dementores están a centímetros de Black.

Nada de lo que vi sucedió, no me ahogo, iré con Cedric, con Cedric...

Ya no tengo la varita en la mano y busco la de mi papá, pero me pongo a llorar al verla y vuelvo a caer en la imagen del balde.

Los Dementores se cierran a nuestro alrededor, extienden sus brazos hacia nosotros y empiezan a levantarse las capuchas. En el último momento veo en el aire la cara de mi tía Bella, encerrada en Azkaban, a punto de ser besada por los Dementores. Se acercan, se acercan... pero ya no es Bella, soy yo. Estoy gritando. Grito y grito. Los Dementores están a pocos centímetros, siento que estoy tras los barrotes y en el balde a la vez, y los Dementores están del mismo lado de la reja que yo.

Luego siento un golpe terrible en la cabeza y no veo nada más.



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Ojalá les haya gustado. El próximo capítulo lo publicaré el viernes 14 de abril.

Mucha suerte a todos los que tengan exámenes esta semana y feliz cumpleaños a todas las personitas que cumplen entre estos dos capítulos :)

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