63: Solo habrá un asesinato esta noche
Subo unas horitas antes... para que tengan dulces sueños.
Dedicado a MeliWeasley por su chiste en los comentarios. Me hizo reír de verdad.
Capítulo 63
Solo habrá un asesinato esta noche
Black es mucho peor en vida que en mi cabeza, si es que a eso que él es se le puede llamar algo vivo. Está pálido y huesudo como un cadáver, su cabello negro es largo y está enredado y sucio como el de un salvaje, y los ojos parecen salirse de su cara.
—¡Expelliarmus! —exclama él y nos apunta con la varita de Ron; nuestras varitas saltan a su mano y él las atrapa—. Me imaginé que vendrías tras tu amigo, Harry. No me sorprende. Tu padre habría hecho lo mismo por mí. Los tres fueron muy valientes al venir detrás de mí en lugar de buscar a un profesor.
Qué idiotas que fuimos.
—Muchas gracias —dice—, esto hará todo mucho más fácil.
Miro a Harry de reojo, pero él ya se está abalanzando sobre Black. Al instante, Hermione y yo lo sostenemos por detrás y lo alejamos de Black.
—No, no, espera —le digo.
—Oiga —dice Ron mientras se levanta del suelo—, si va a matar a Harry, deberá matarnos a nosotros primero.
Yo asiento y me paro un paso más adelante. Aunque me enfrenté antes solamente al Black de mi cabeza, eso me dio la oportunidad para pensar. No voy a dejar que llegue a Harry. No lo vamos a entregar.
Black mira a Ron.
—Quédate en el piso, será mejor para tu pierna —le dice.
—¿Me escucha? —dice Ron—. ¡Va a tener que matarnos primero a nosotros! ¡A los tres, antes que a Harry!
—No —dice Black—, solo mataré a uno esta noche.
Me estoy mordiendo el labio y aferro el brazo de Harry. Si suelto, me voy a caer, me voy a derrumbar.
—¿Y por qué esta vez le importa si somos cuatro o uno? —dice Harry—. Antes no le importó matar a todos esos muggles a la vez que a Pettigrew. ¿Azkaban le ablandó el corazón?
—Harry, no —dice Hermione.
—¡Él mató a mis padres!
Black hace un gesto con la cabeza y al instante Harry se nos escapa de las manos y se lanza sobre él. Por un segundo parece que Black atacará. Hay un libro polvoriento en la mesa de atrás; lo tomo y se lo lanzo a la cabeza. Eso detiene por un segundo a Black y deja que Harry le pegue en la mano que tiene las varitas y lo agarre de la túnica.
Hay algo tan extraño en esto. Todo parece un mal sueño. Lo que no puedo creer es que mi primer intento de enfrentarme a Black, al boggart Black, en la clase del profesor Lupin, fue exitosa cuando lo hice tropezar con unos libros. Esto debe ser un sueño. ¿Seguimos en el examen de Defensa? ¿Tengo que usar el hechizo Riddikulus? ¿Cómo recupero la varita?
—Déjame —dice Black—. He esperado doce años para esto.
Black levanta una de sus manos y toma el cuello de Harry, que empieza a perder el color.
—No, no, ¡suelte! —le digo, tratando de ver dónde tiene mi varita para recuperarla.
¿Es un boggart o no? ¿Por qué no cambia de forma? ¿Todos tememos a Black? Esto no puede ser de verdad, esto no puede estar sucediendo...
Harry está violeta. Agarro el brazo de Black y tiro para que suelte, pero es demasiado fuerte. Él me mira un segundo a los ojos, pero no dejo que me intimide y sigo haciendo fuerza para que suelte. Hermione se une y patea a Black, y Ron aplasta la mano que tiene las varitas. Black lanza un alarido de dolor y trata de soltarse de nosotros, dejando a Harry libre. Las varitas lanzan chispas y una cae sobre mi brazo y siento que me quema. Cuando vuelvo a entender qué sucede, Crookshanks se une a la pelea y todos caemos en una bola de cuerpos humanos y un gato.
—¡SALGAN! —dice Harry y todos retrocedemos.
Me lanzo tras las varitas y les doy a Ron y a Hermione las suyas. Ron parece que se desmayará en cualquier momento y lo ayudo a subirse a la cama, mientras que Hermione se seca la sangre del labio. Yo me toco la cara y no me sorprende ver sangre otra vez.
Harry también tiene su varita y pone la punta en el pecho de Black.
—No me matarías, ¿o sí, Harry?
Harry traga saliva.
—Usted mató a mis padres. —Su pecho sube y baja con cada respiración—. Usted...
—No lo niego. Pero si supieras toda la historia...
—No tengo que saber nada más que eso —lo interrumpe Harry—. Usted los entregó a Voldemort.
—No, no, escúchame, Harry, debes comprender... Lo lamentarás luego si no me haces caso.
Harry clava la varita en el pecho de Black y ambos se mantienen tensos, pero no dejan de mirarse a los ojos.
—Entiendo muy bien —dice Harry—. Usted dice eso porque no la oye, ¿o sí? A mi madre, muriendo, cada vez que los Dementores están cerca revivo su muerte. ¿Cree que lo dejaría con vida después de lo que me hizo?
Crookshanks se mete entre los dos y se acomoda en el pecho de Black, que intenta sacárselo de encima sin éxito. Hay un largo silencio y luego se oyen pasos abajo. Yo tomo mi varita más firmemente y Hermione grita:
—¡AYUDA! ¡ESTAMOS ARRIBA! ¡SIRIUS BLACK! ¡AYUDA!
Harry empuña la varita con más y más fuerza y pareciera que va a matarlo solamente con clavársela, pero luego se abre la puerta de un golpe y entra el profesor Lupin. Nos echa una mirada rápida, a Hermione con las manos sobre la boca, a mí cerca de Harry y Black, a estos dos tan cerca, a Ron en la cama...
—¡Expelliarmus!
Todas las varitas de la habitación saltan a su mano y él las atrapa. ¿Pero qué le pasó a este tipo? ¿No quería ayudarnos? ¿Él también cree que es parte de su prueba final y que hicimos trampa?
—Sirius —dice Lupin—, ¿dónde está?
Black está casi desvanecido, pero logra levantar un brazo y señala a Ron.
—¿Pero entonces...? ¿Por qué no se ha manifestado antes? A menos que —dice con los ojos dilatados y como si no hubiera nadie más que ellos dos en la habitación—, a menos que fuera él quien... pero de todos modos...
—Profesor Lupin, ¿puede explicarnos qué pasa? —se enfada Harry.
Lupin no contesta, sino que baja las varitas y le da una mano a Black para levantarse y luego se abrazan como hermanos. Como hermanos Weasley. Abrazar a Black así... Empiezo a sentir cómo me sube la temperatura en el cabello.
—¿QUÉ HACE? —le grito a Lupin—. ¿QUÉ CREE QUE ESTÁ HACIENDO?
—Leyla —dice Lupin, repentinamente alarmado, y al ver sus ojos siento que hay algo que no nos está diciendo. Estoy acostumbrada a que la gente tenga secretos, no siempre las cosas son lo que parecen. Hay que presionarlo para hablar.
Todos se mantienen en silencio por unos instantes y luego Hermione zapatea el suelo.
—No lo puedo creer —dice con los puños apretados y luego señala a Lupin—. ¡Yo confiaba en usted! Y usted... usted y él...
—Calma, Hermione —dice Lupin.
—¡Y yo, que no se lo dije a nadie! ¡Que guardé su secreto, que lo estuve encubriendo todo este tiempo!
—No, no, Hermione...
—Confié en usted —dice Harry lleno de odio— y en realidad usted estaba de su bando.
—No fui su amigo durante los últimos doce años —dice Lupin con las manos en el aire—, pero ahora sí, solamente deben dejarme explicarles...
—¡No lo escuches, Harry! —dice Hermione—. ¡Él ha ayudado a Black a entrar en el castillo! ¡Él también quiere matarte! Él... él... ¡es un hombre lobo!
Lupin suspira.
—No acertaste tantas esta vez, Hermione —dice—. Sólo una de tres. No lo ayudé a entrar al castillo y tampoco quiero matar a Harry. Pero no voy a negar que soy un hombre lobo.
—Eso no lo esperaba —digo.
—Pues yo sí, lo descubrí...
—¿Cuándo, exactamente? —pregunta Lupin.
—No tuve dudas a partir del día en que hice el ensayo para Snape —dice ella—. Todos los síntomas son obvios.
—Estará fascinado de saber eso —dice Lupin—. Snape dio esa tarea especialmente para delatarme, pero nadie la hizo.
Ahora entiendo... Cuando mi papá le hacía ese brebaje maldito a Lupin, me recalcaba algunas palabras. Quería que me diera cuenta de qué era lo que le pasaba a Lupin, que buscara la poción... por eso me dejaba estar sola en su oficina cuando era obvio que podía revolver sus papeles.
—Además, supongo —dice Lupin— que seguiste el calendario lunar y te fijaste que mi boggart era la luna llena.
—Por supuesto —dice Hermione.
—Nunca conocí a una hechicera de tu edad tan inteligente —dice Lupin.
—En nuestra clase no hay muy buenos ejemplares para comparar —resoplo.
—Sí, no soy tan inteligente —dice Hermione para mi sorpresa—, porque si lo fuera, ¡les habría avisado a todos inmediatamente!
—Ya se sabe —dice Lupin—. Al menos el personal de Hogwarts lo sabe.
—¿Dumbledore lo contrató sabiendo que era un hombre lobo? —se espanta Ron.
—¡Dumbledore confía en usted! —dice Harry—. ¡Y mientras, usted ayuda a Black!
—No, Harry, no ayudé a Sirius.
A Sirius.
—¿Y cómo sabía que estaba aquí? —dice Hermione.
—Por el mapa —dice.
—¿Usted sabe usarlo? —le pregunto—. Un momento, ¿usted es el señor Remus Lupin o su gemelo malvado? Nada de esto tiene sentido.
—Soy yo —nos asegura Lupin—. Ahora, si me dejan explicarles... —Lupin nos devuelve a cada uno la varita, y veo que Black, que se echó sobre la cama, observa la mía. Yo lo miro con los ojos entrecerrados y aprieto mi varita, pero él desvía la vista y se tapa la cara. Ron se arrastra por el piso para alejarse de él.
Lupin guarda su varita.
—Ahora que ustedes están armados y nosotros no, les pido que me escuchen. Necesito que comprendan.
—Explique lo del mapa —dice Harry.
—Estaba mirándolo en mi despacho. Sí, sé cómo usarlo. Yo mismo ayudé a hacerlo. Soy Lunático, por si no lo habían adivinado por la canción de Peeves en la primera clase.
Merlín, ¿hasta Peeves me echaba la verdad en la cara y no lo noté?
—Mi razón para verlo esta noche era que sospechaba que ustedes cuatro iban a escaparse para ver a Hagrid —dice—. Y al parecer no estaba equivocado. Usaron la capa de tu padre, ¿no, Harry?
Harry, Ron y Hermione me miran como para fulminarme.
—¿Qué? Nadie me vio cuando la fui a buscar hoy. Me escondí bien.
—Yo ya sabía de ella —dice Lupin—, no es culpa de Leyla.
—¿Pero cómo? —dice Harry.
—¡No sabes cuántas veces vi a James desaparecer debajo de esa capa! Incluso yo la usé en algunas ocasiones. Y la capa no impide que aparezcan en el mapa. Entonces los vi ir a la cabaña de Hagrid, y luego regresar. Pero cuando volvían, no eran cuatro, sino cinco.
—¿El ministro? —pregunta Hermione—. Lo sentía muy cerca.
—No digas tonterías, Hermione —dice Ron—, éramos cuatro.
—No podía creer lo que veía —dice Lupin—, estuve un largo rato decidiendo si no me engañaban mis ojos... ¿Como podía estar con ustedes?
—No había nadie más con nosotros —dice Harry muy serio.
—Y luego apareció otro punto en el mapa, "Sirius Black", que se les acercaba cada vez más. Se chocaba con uno de ustedes y arrastraba a dos al interior del sauce...
—¡SOLO A RON!
—No. A dos.
—¡Le juro que no había nadie más conmigo! —dice Ron.
—¿Puedo mirar un poco mejor a tu rata? —pregunta Lupin.
—¿Scabbers? ¿Pero qué tiene que ver?
—Mucho. Préstamela un segundo.
Ron toma a Scabbers en su mano con fuerza, porque quiere escaparse, y Lupin se acerca a mirarla y hace una mueca.
—¿Qué? ¿Qué tiene? Es una pobre rata, déjenla en paz.
—No es una rata —dice Black.
—Es un mago —dice Lupin, asintiendo.
—Un animago —dice Black— llamado Peter Pettigrew.
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¡Espero que les haya gustado! No se preocupen, tengo un stock de problemas para agregar. Calculo que, en total, LEH 3 tendrá 73 o 74 capítulos, así que quedan al menos diez.
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