43: Viento helado
El mes de Natalie (como me gusta llamar al mes de diciembre, larga historia) empieza dentro de dos días y ya hay un chico de Hufflepuff con catarro. Espero que no le contagie la enfermedad a Cedric... y no, no lo digo solamente porque no quiero enfermarme si llego a besarlo. Me preocupo por él como un ser humano se preocupa por otro.
Aunque tampoco voy a NO besarlo si tiene un resfrío, porque me voy a terminar enfermando igual: Wood nos tiene practicando como locos. Afuera. Con este clima espantoso. Si fuera más hábil en la climagia, podría intentar subir un poco la temperatura, pero todavía no tengo un buen control de mis poderes y sería muy obvio que soy yo, algo que no me puedo permitir. Y no es la temperatura de un salón, ¡sino de todo el terreno de Hogwarts! Creo que ni mi abuela Eileen Prince podría haber logrado eso luego de años de entrenamiento.
A falta de un buen modo de combatir el frío, nos ponemos las bufandas al cuello y esperamos todos con ansias a la llegada de las vacaciones, porque los entrenamientos se interrumpirán hasta el 8 de enero. Wood promete seguir pensando tácticas en su casa durante el receso de invierno. Ayer nos quedamos hasta tarde afuera, con la compañía de los ronquidos de Madam Hooch, y por un milagro nadie se enfermó.
Después de clase, en la Sala Común, Harry le comenta a Ron (porque todavía no habla conmigo) que hay un montón de chicos amontonados alrededor del tablero de anuncios, y yo ya estoy temiendo que se trate de otro anuncio de los bailes privados de Selene. Siempre logra convencer a uno de sus admiradores de Gryffindor (no quiero saber quiénes son) para que peguen por ella los papelitos en el tablero de anuncios. Pero antes de que logre preocuparme por completo, escucho a Harry suspirar amargamente "Hogsmeade". Corro a apiñarme contra todos y entre los rulos de Dean veo que la próxima salida a Hogsmeade será el 18 de diciembre, en la primera semana de vacaciones. Faltan más de dos semanas, pero ya siento tanta emoción como si fuera mañana. Me encantaría ir con Cedric a algún lado que... bueno, que no sea Zonko. No conozco mucho de Hogsmeade, pero tiene que haber algún lugar para comer.
—¿Ya viste esto, Fred? —dice George—. Anótalo en nuestra agenda —dice, haciéndose el importante—. Recuerda que tenemos que buscar todas las provisiones que dejamos a medio camino.
—¿No pudieron buscarlas aún? —les pregunto en voz baja—. Creí que sabían cómo ir durante el año.
Me arrepiento de inmediato de haberles hablado. Tenía en práctica un plan perfecto que se trataba de ignorar a los gemelos y alejarme lo más posible de ellos para evitar el tema de Cedric. Pero siempre mi boca va más rápida que mi cerebro, para todo.
—Desde que Black se metió en el castillo, aumentaron la seguridad y vigilan más de lo que nos gusta —dice George, también en voz baja—, así que ahora hay menos caminos libres. Filch tapó unas cuántas salidas.
—Y tenemos que comprar una taza muerde-narices para el regalo de Navidad de Percy —dice Fred con una sonrisa y ojos brillantes—. La compra en Zonko será grande...
Yo comienzo a retroceder antes de que me pregunten si iré con ellos. Al menos tengo la certeza de que no se enteraron de que salgo con Cedric, porque si no, no me hablarían tan casualmente.
...
En la siguiente clase de Adivinación, Trelawney predice un montón de enfermedades para cada uno y nos recuerda que ella misma perderá la voz cerca de febrero, tal como predijo el primer día de clases. Espero que se cumpla como siempre y perdamos algunas clases, para tener un respiro de estos delirios de adivinanzas. Al principio era interesante escucharla hablar y me creía todo lo que decía, pero ahora parece una vendedora de predicciones baratas. Y todavía tengo que aprender cómo se aprueba esta clase. Si finjo Ver e invento al gran estilo Leyla, está mal. Si trato de Ver realmente, me mareo y solamente veo doble. Creo que Hermione está teniendo los mismos problemas que yo, así que la única alternativa que queda es preguntarles a Parvati y Lavender.
Buena esa, Leyla, se ríe Francesca.
Muy bien, entonces no tengo salida. Voy a fracasar en esta clase. A menos que...
—Hola, pa —le digo casualmente a mi papá en las mazmorras durante el recreo—, ¿crees que puedes amenazar... eh, hablar con la profesora Trelaw...?
—Adentro —dice, señalando su oficina, y cuando estamos adentro cierra con doble llave. Me siento y me hundo lentamente en la silla mientras él se pone del otro lado del escritorio y me mira con una de sus peores miradas, de esas que tiene reservadas para Harry o Lupin. Luego de un silencio incómodo y prolongado, empiezo a sentir el frío de las mazmorras en mi espalda.
—¿No hay algo que quieras contarme? —dice.
—¿Algo para contar? No, no, para nada —digo rápidamente—. Solo quería pedirte que hablaras tiernamente con la profesora Trelawney para que no me desapruebe el año.
Añade una sonrisa...
Sonrío ampliamente con todos mis dientes reluciendo. Espero que no me haya quedado comida del desayuno entre las paletas.
—No recuerdo haberte dado mi permiso para pasear con el señorito Diggory.
Me pongo roja hasta las orejas, pero no es vergüenza. Es enojo. Es que me rebalsó la paciencia. (Quizás sí hay un poquito de vergüenza mezclada...).
—Se llama Cedric —le digo—, y no necesito tu permiso para ser su novia.
Ay-ay-aaaaaaay, esa lengua, esa lengua...
—Me dijiste todo lo que tenía que saber —dice él—, gracias por no hacerme perder el tiempo.
—No puedes impedir que esté con él —le digo—. Además, me porto bien cuando estamos juntos. Hasta empecé a hacer mi tarea.
Mi papá me mira por un tiempo, pero parece que de verdad está satisfecho con lo que le dije, porque cambia de tema.
—Ven esta tarde a la torre de Astronomía.
—Va a llover —le digo.
—Entonces ve donde están las lechuzas, a las siete en punto.
Yo asiento y él se levanta a abrir la puerta. Ya me está echando. Antes de salir le digo:
—Bueno, si en algún momento tienes muchas, muchas ganas de hablar con Trelawney y decirle qué cosas horribles les pasaron a los profesores que no me aprobaron el año...
Él cierra la puerta y por poco mi túnica no se queda atrapada entre la puerta y el marco. Esto fue más rápido y menos doloroso de lo que creía. Me temo que pueda pasar algo inesperado con Cedric en clase, como que de repente sus ensayos desaparezcan o que su caldero se dañe y desapruebe la materia por la mente maligna de mi papá. Tendré que estar alerta para captar alguna señal de Cedric sobre esto, para pararlo a tiempo antes de que esto destruya sus notas.
Como siempre, miro a ambos lados del pasillo antes de seguir caminando, pero no hay nadie. Nunca hay nadie en las mazmorras.
Oh, excepto cuando tienes que ir a la sala común de Slytherin para robarle información a tu primo sobre la Cámara de los Secretos y te encierran en un armario y te ahogas con el agua que tú misma pones adentro y luego Percy y su novia creen que abriste la Cámara de los Secretos.
Y George me salvó...
Luego de la clase de Transformaciones, antes del almuerzo, Hermione corre a hablarme y pierde la mitad de sus libros en el camino, y se le cae una cadenita de la mano. Es lo primero que agarra, y parece muy nerviosa.
—¿Te sientes bien? —le pregunto—. Si quieres puedes ir a comer y yo guardo tus cosas por ti. No te ves bien.
—¿Serías tan amable? Gracias. Siento que no como hace horas. Puede ser que sea eso.
Hermione se va y yo recojo todos sus libros. No sé por qué cargaba el libro de Aritmancia si hoy no puede haber tenido la materia. Solamente tuvimos Adivinación y Transformaciones. En su libro de Runas hay unas notas que ahora recuerdo que jamás tomé en clase, y más me vale copiarlas ahora. Meto todo en el bolso de Hermione y cargo también el mío hasta el aula más cercana. Cuando apoyo todo en un banco y me siento a copiar, entra Lupin y me saluda.
—¿Necesitabas hablar conmigo? —me pregunta.
—Eh, no... —digo sin entender—. ¿Esta es su aula? —Él asiente—. Oh, disculpe, solo soy una distraída. Ya me voy.
Harry entra detrás de él y desvía la mirada al verme. Yo junto todas mis cosas de inmediato y me levanto para irme, y Harry retrocede y pone un pie fuera del aula como si hubiera visto una serpiente a punto de atacarlo.
—¿Qué pasa? —pregunta Lupin—. Si mal no recuerdo, ustedes dos eran amigos.
Ninguno de los dos dice nada. Esta relación anda muy mal. Respiro profundamente y dejo que la lengua vuelva a quitarle el poder al cerebro.
—Harry perdió su escoba el otro día —digo—, y creo que los dos estamos de acuerdo en que fue mi culpa.
—Qué oportuno, justamente sobre eso quería hablar, Harry —dice Lupin y se sienta detrás de su escritorio y nos invita a sentarnos—. Qué bueno que estemos todos juntos.
Harry y yo seguimos sin mirarnos.
—¿No hay nada que se pueda hacer para que tu escoba vuelva a funcionar? —pregunta Lupin.
Harry niega con la cabeza.
—Voló hasta el sauce boxeador —dice él—. No quedan más que trozos de madera, y ni siquiera están todos.
—El sauce boxeador fue plantado en el año en que entré a Hogwarts —dice Lupin, mirando por la ventana—, y fue siempre muy peligroso. Un niño llamado David Grungeon casi perdió un ojo y se nos prohibió acercarnos. No es de sorprender que le haya pasado eso a tu escoba. Ahora, lo que me interesaría saber es cómo Leyla puede ser responsable de esto.
—Yo... simplemente no puedo explicarlo, señor.
—¿Oyó hablar sobre los Dementores del partido? —dice Harry.
—Sí. Nadie jamás vio al profesor Dumbledore tan enojado como en aquel día. Fue por eso que te caíste, ¿no? Por los Dementores.
Momento incómodo. No debería estar aquí. Por suerte Harry es un campeón en esto de ignorar a la gente y habla como si yo no estuviera aquí. Sigue así, Harry.
—Señor, ¿por qué me afectan tanto? ¿Por qué solo a mí? ¿Acaso soy...?
—No, no tiene nada que ver con la cobardía —dice Lupin.
—Sólo mírame a mí —digo por lo bajo—. Soy mucho más cobarde que tú y no me desmayo.
Eso sonaba mejor en mi cabeza. ¡Francesca!
Lo siento, lo siento, pasan tantas cosas aquí adentro que no llego a corregir todo...
—Los Dementores te afectan más que a las otras personas porque hay cosas en tu pasado, Harry —dice Lupin—, cosas horribles, que otros ni se imaginan. Son unas de las criaturas más nauseabundas del mundo. Infestan los lugares más oscuros y más sucios, disfrutan de la desesperación y la destrucción de los demás. Se llevan la paz y la esperanza de los que los rodean. Hasta los muggles se percatan de ellos, aunque no puedan verlos. Quien se acerca a un Dementor, pierde hasta el último sentimiento positivo y el último recuerdo feliz que tenga. Y, si puede, el Dementor se alimentará de él hasta convertirlo en uno de ellos, en un ser desalmado y maligno. Solamente le dejará las peores experiencias de su vida. Y el peor de tus recuerdos, Harry, derribaría a cualquiera de su escoba. No debes avergonzarte.
—Señor... cuando hay uno de ellos cerca de mí... escucho el momento en que Voldemort mató a mi madre.
Subo los pies a la silla y me abrazo fuertemente a mis piernas. Creo que estoy temblando. Me siento tan mal por Harry. Yo me preocupo porque Lavender se enteró de que salgo con Cedric, y, mientras, Harry revive la muerte de su madre. Además de cobarde soy tonta, tonta, tonta...
—¿Y por qué acudieron al partido? —pregunta Harry luego de un largo silencio.
—Tienen hambre —dice Lupin, y siento un escalofrío en la espalda, peor que el de las mazmorras—. Dumbledore no los deja entrar en el colegio, así que se quedaron sin presas humanas. Seguramente no pudieron resistirse a la multitud que había en el estadio... Toda aquella emoción... Para ellos, tenía que ser como un banquete.
—Azkaban debe ser horrible —dice Harry.
—Lo es. Está en una pequeña isla perdida en el mar, pero no necesitan muros altos ni agua para mantener encerrados a sus prisioneros. Todos están atrapados en sus propias cabezas. La mayoría enloquece al cabo de unas semanas. —Lupin me mira y se levanta de un salto—. Lamento haber hablado sobre esto. ¿Estás bien, Leyla?
Estoy temblando, sin dudas, aunque no siento nada. Sólo frío.
Tía Bella, mi tía... Merlín, ¿qué hizo Bella para merecer esto? ¿Yo creía que ella era una gran persona? ¿Yo quería ser su hija?
—¿Y cómo logró escapar Sirius Black?
Ahora Lupin se pone pálido y se apoya con una mano sobre la mesa.
—Black... debe haber descubierto la manera de enfrentarse a los Dementores. Todos lo creíamos imposible. Teóricamente los Dementores quitan al mago todos sus poderes si están con él el tiempo suficiente. Y luego de tantos años... debería ser imposible que siguiera teniendo la capacidad...
—Pero usted espantó a uno en el tren —dice Harry en voz más alta. Recordar la luz que salió de la varita de Lupin y el chocolate que nos compartió más tarde me hace recobrar un poco la estabilidad y puedo bajar los pies al suelo.
—Hay algunos métodos para defenderse, ciertamente —dice Lupin, pensativo—. Pero solamente había un Dementor en el tren. Cuantos más haya, más difícil será defenderse.
—¿Y usted no puede enseñarme?
—No soy un experto, Harry. Más bien lo contrario.
—Por favor —le digo yo—. Harry... Harry debe saber cómo hacerlo. ¿Puede ayudarlo?
—¿Qué haré si aparecen otra vez en un partido de Quidditch? Tengo que tener algún arma contra ellos.
Lupin asiente pero no parece para nada contento.
—Muy bien, te enseñaré, Harry. Pero no podremos empezar hasta después de las vacaciones, o quizás más tarde... Tengo mucho que hacer, elegí un mal momento para enfermarme.
—Puede consultarle a Trelawney cuándo se enfermará de vuelta, ella estará encantada de predecir cada instante de su vida —digo.
—Creo que eres muy valiente, Leyla —dice Lupin—, no sé por qué piensas que eres cobarde.
—Cosas. Cosas que lo demuestran.
—¿Hay algo que quieras decirme?
—Yo... señor... tengo miedo. Sirius Black es mi tío. Y mi tía... ella también está en Azkaban. Siento que todo esto cae sobre mí.
—¿Tu tía?
—Bella.
—¿Sabes su apellido?
—Black. Era Black, al menos, no sé si está casada.
Lupin frunce el ceño. Luego cierra su maletín y camina hacia la puerta.
—Vayan a almorzar, se sentirán mejor —dice. Yo tomo mi bolso y el de Hermione y espero con Harry en el pasillo mientras Lupin cierra el aula—. Hasta luego.
—Adiós, profesor.
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Capítulo extra por Halloween :) Si me acompañan las calabazas, les traigo el capítulo 44 el viernes.
¡Espero que les haya gustado! No olviden comentar y votar.
Para los que preguntan por Lisa Cimorelli, les explico: Vanessa Marano es la que más se parece físicamente a Leyla en mi cabeza, pero Lisa es muy parecida a Leyla en personalidad. Solamente hay que ver las caras que hace. xD
Ustedes se pueden imaginar a Robbie Coltrane como Leyla, si les gusta, lo que digo yo son solamente guías para que sepan cómo se vería.
¡Hasta el viernes!
(Es una hermosa firma que me hizo @iamanunicweirdgirl)
PD: Voy a agregar un Cast personal al final de la novela para que sepan cómo se ve cada uno, o voy a hacer en tumblr una cuenta para subir fotos de los personajes. Hay varios actores de las películas que no son los mejores para los personajes como yo me los imagino, así que les quiero mostrar cómo se verían si yo hiciera una película con LEH jajajaja.
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