42: Adiós cautela
En la siguiente clase de Defensa, estoy temblando en mi asiento hasta que veo que el profesor Lupin entra y nos sonríe. La tensión en el aula baja de inmediato y todos volvemos a respirar. Temíamos una nueva aparición de mi querido padre.
—Disculpen que me haya ausentado —dice Lupin, dejando su maletín sobre el escritorio—, no me sentía bien. El profesor Snape fue muy amable al reemplazarme.
No soy la única que pone los ojos en blanco.
—Perdón por tirar los modales por el piso —le digo—, pero fue una clase espantosa y sinceramente espero que usted goce de una muy buena salud el resto del año.
Varios me miran con sorpresa y, al ver que no se ha derrumbado el castillo luego de que dijera eso, se animan a abrir la boca.
—Es verdad, profesor —dice Dean—, nos trató mal a todos.
—Decía que íbamos atrasados —dice Lavender— y que éramos la peor clase de tercero que hubiese visto en su vida.
—Y nos dio de tarea escribir un ensayo sobre los hombres lobo solamente porque el tema está al final del libro —se queja Ron—. ¡Dos pergaminos!
—¿Le dijeron al profesor Snape que no habían visto ese tema? —pregunta Lupin con el ceño fruncido.
—Muchas veces, pero no quiso escucharnos —dice Parvati.
—Le habló mal a Hermione.
—Y castigó a Ron.
—¡Dos pergaminos!
—Entiendo que estén un poco molestos, los reemplazos siempre se salen un poco del plan de trabajo. Pero pueden estar tranquilos, hablaré con el profesor Snape. No hace falta que hagan el trabajo.
—¡Pero yo ya lo tengo listo! —dice Hermione.
—Y yo ya me estaba copiando su trabajo —le digo a Neville por lo bajo.
—Me lo puedes entregar, Hermione, y si está bien le daré diez puntos a Gryffindor.
Al final de la clase, todos nos sentimos tan bien que parece que nunca hubiésemos tenido esa espantosa clase con mi papá.
—Este Lupin es genial —dice Ron—, no sé cómo hicimos hasta ahora para vivir sin él.
—Tengo ganas de ir afuera —dice Harry, y sospecho que es para alejarse un poco de mí. No volvimos a hablarnos luego de que le dije lo de la Nimbus 2000. Ron lo acompaña a pedirle autorización a McGonagall para salir, pero yo me quedo atrás. Como Harry sabe, tengo absolutamente prohibido salir sin autorización firmada, y solo me la firmarían para ir a Herbología o Cuidado de Criaturas Mágicas, así que en el recreo merodeo un poco por los pasillos para pasar el tiempo. En realidad, no me molesta demasiado no poder salir; hay días en que aprovecho el tiempo para estudiar para cosas horribles como Historia de la Magia o para aprender poco a poco un posible horario de Cedric.
En el segundo recreo, guiándome por el esbozo del horario de Cedric que tengo en mi cabeza, lo encuentro saliendo de un aula y apuro el paso antes de perderlo de vista. Por suerte la clase que tuvo era con Slytherin y no con Gryffindor o Ravenclaw, así que no tengo que preocuparme por George ni Selene.
—Leyla —dice Cedric con una sonrisa. Cuando estamos un poco más lejos de la puerta, pasa su brazo por encima de mis hombros. Van dos segundos y creo que me voy a derretir. Apoyo mi cabeza en su hombro y siento su perfume y no puedo dejar de sonreír mientras me dejo llevar por el pasillo.
Los primeros días sentía demasiada vergüenza de mí misma como para estar tan abiertamente con él, pero ahora decidí que se enterará el que tenga la ocasión. (Aunque admito que sí me separaría un poco si pasara George, todavía no logro digerir esa parte). Pero por el resto, soy su novia (todavía se me acelera el corazón al pensarlo) y no voy a esconderlo, y tampoco voy a gritarlo. Esto puede sonar a una muy buena decisión que Hermione podría haber pensado para sí misma, pero en mi caso, creo que se trata más de mi cada vez más evidente cobardía que de otra cosa.
Cedric me mira y salgo otra vez a la superficie.
—Me han dicho que recuperaste tu puesto de cazadora, Leyla. Te felicito. Sabía que lo lograrías después de todo.
—Gracias, pero si te imaginas algo heroico, estás muy equivocado. Hillary McKinney salió corriendo y renunció. Y como yo era la mula de carga en lista de espera para cazadora, me tocó a mí. Eso fue todo.
Cedric está serio.
—¿Qué pasa? —le pregunto, inclinando la cabeza hacia arriba para poder verlo mejor. Todavía no puedo creer la vista privilegiada que tengo.
—No quisiera hablar mal de Oliver Wood... ni de nadie, en realidad, pero no me da una buena impresión como capitán. Creo que debería haber hecho mejor las pruebas y tratar mejor a los jugadores. ¿O me equivoco?
—En realidad, sí es un buen capitán. Ya sabes, arma buenas estrategias... pero a veces es insoportable. Es su último año para ganar la copa y está demasiado loco por eso. Daría mucho para que tú fueras mi capitán en su lugar.
¿Lo hice sonrojarse o solamente es la luz roja que refleja mi propio pelo? (Noticias: Andrés vino hace dos días y me dejó un mechón de color más ancho que las veces anteriores).
—Pero en las pruebas —digo— no quedó claro si yo volé peor de lo normal o si Hillary tenía un arreglo con Wood que acaba de romperse.
—Y además, hacerte cargar con todo a cada entrenamiento...
—Creo que sí te gusta hablar mal de la gente, después de todo —me río, y él sonríe.
—Eres una muy mala influencia —me dice—, creo que le quitaré puntos a Gryffindor por eso.
—¡No vale que puedas hacer eso!
De repente aparece mi papá frente a nosotros y clavamos los pies en el suelo. Doy un paso hacia el costado para separarme de él y trato de borrarme la cara de boba que debo tener. Cedric asiente con la cabeza en modo de saludo, pero mi papá nos mira con los ojos un poco entrecerrados y luego gira lentamente la cabeza hacia otro lado.
—Vámonos yaaaaa —le susurro en cuanto deja de mirar y apuramos la marcha.
—Eso fue rarísimo —se ríe—, ¿crees que me fue mal en el último en ensayo que le entregué? —Hago una mueca. —¿O te fue mal a ti?
—No, a mí no me va mal en Pociones, es la única materia donde no apesto. Supongo... supongo que solamente le molestó que una parejita tonta le haya cortado el paso.
—¿Y si se puso del lado de Gryffindor y ahora también me odia por el partido?
—¡Ja! Snape del lado de Gryffindor. Esa es buena. ¿Pero por qué lo dices?
Él se encoge de hombros.
—Todo Gryffindor me odia.
—No, no, no digas eso, Cedric. Por favor, jugaste bien y no fue tu culpa que lloviera y que los Dementores entraran y que todo saliera tan mal. Y ninguna chica de Gryffindor podría estar enojada contigo. —Él me mira y alza las cejas—. No te hagas el tonto, todas dicen que eres hermoso.
—¿Todas? —dice con una sonrisa.
Yo miro para otro lado por un segundo y luego lo miro otra vez. Sí, sigue siendo hermoso. Él me da la mano y está por decirme algo cuando el timbre suena.
—¿Te acompaño a tu próxima clase? ¿Qué tienes ahora?
Jaja, como si pudiera acordarme del horario cuando CEDRIC DIGGORY ME ESTÁ MIRANDO CON SUS OJOS DE MIEL.
Respira, respira.
—Eh, ¿hoy es lunes? Defensa.
—Leyla, yo tengo Defensa —me dice con una sonrisa.
¡Entonces el horario estaba bien! Tengo que anotarme esto en alguna parte...
Contesta rápido, creerá que vives en la luna.
—Quise decir Historia de la Magia —me corrijo rápidamente, pero necesitaría kilos de polvo blanco (o harina, en su defecto) para tapar mi cara roja.
...
"Jamás pasarás desapercibida si andas de la mano con Cedric Diggory" — Leyla Blair-Black
No se ve mal. La gente me recordará por este trocito de sabiduría. Ahora tengo que ver cómo hago para que lo agreguen a Historia de Hogwarts... aunque solo Hermione lo vaya a leer.
En fin, ¿a qué viene esto? Cedric me acompañó hasta la puerta del aula e incluso cargó mi mochila hasta ahí, y después me ayudó a colgarla en mi espalda.Yo ya sentía que estaba flotando por los pasillos, incluso con el peso de la mochila encima, y me sentí como la reina de Hogwarts y creí que estallaría de la felicidad o que me quedaría sin aire si tan solo agregaba un gesto como darme la mano otra vez. Tanto para bien como para mal, tuvo que irse a su clase de Defensa y entonces quedé sola en medio de las miradas de medio mundo.
No exageres, eran como diez personas.
No arruines mi cuento.
Como iba diciendo, entré al aula y me senté en mi lugar de siempre junto a Hermione, y Binns apareció y comenzó a hablar, y ni siquiera el haber estado con Cedric dos segundos antes me ayudó a mantenerme despierta. A la mitad de la clase, abrí un ojo y mis oídos volvieron a activarse y entonces escuché a Lavender hablando. No entendí bien lo que decía, pero sí entendí el nombre de Cedric y algunas palabras me indicaron que hablaba de mí. Y no me estaba halagando. Me di la media vuelta y la miré con los ojos entrecerrados y ella cerró la boca de inmediato.
Es un alivio cuando suena el timbre. Salgo lo más rápido posible del aula y casi atropello a Neville en el camino, y solamente dejo de marchar como loca cuando llego a la puerta de la biblioteca. Como no pude oír nada de lo que dijo Binns en toda la clase, ahora copiaré los apuntes de Hermione mientras ella hace su tarea de Aritmancia.
—¿Estás segura de que hablaban sobre ti? —me pregunta Hermione cuando me alcanza y la pongo al tanto de la malvada compañera de habitación que tenemos.
—Claro que sí. No me preocupa mucho, en realidad. Estar con Cedric es una de las cosas más lindas que puedo decir de mí. Pero te aseguro que si... no sé, si Ron estuviera saliendo con una chica que a todos les parece linda, los otros chicos no estarían hablando mal de Ron a sus espaldas.
Hermione hace una mueca pero luego asiente. Dentro de la biblioteca, Madam Pince me llama la atención.
—No voy a dañar nada, vengo a acompañar a mi amiga —le explico a la amable y comprensiva mujer, luego de gastar en voz baja todas mis reservas de maldiciones.
—La profesora McGonagall dice que tienes que pasar los recreos aquí dentro —dice Madam Pince—. Lo sé, a mí también me parece horrible —dice, al ver mi cara.
Me voy con Hermione, y cuando Pince deja de mirar, le saco la lengua con furia.
—"A mí también me parece horrible" —la imito y luego me río porque no hay nadie más que quiera festejarme el chiste. La biblioteca no invita a reír.
Hermione me da sus notas y empiezo a copiarlas lentamente. Soy muy lenta escribiendo y se me cansa la mano cada pocos minutos, así que en uno de mis recreos paso por la sección de Quidditch y veo a Cedric sacando un libro de la estantería. Estamos solos. Camino en puntas de pie y cuando estoy exactamente detrás de él digo con la voz más gruesa que me sale:
—Diggory.
Él deja caer el libro de la sorpresa.
—Profesor... Ah, eres tú —dice con alivio—. Disculpa.
Me agacho a juntar el libro y él lo recibe con una sonrisa.
—No esperaba verte aquí —me dice.
—Sí, todos se sorprenden cuando me ven cerca de un libro —digo—. Y tienen razones para ello. Oye, Cedric...
—Dime —dice, apoyándose contra los libros y golpeándose la cabeza contra un estante. Se pasa la mano por el golpe mientras le pregunto:
—Tus amigos... ¿creen que estás loco por salir conmigo?
—No, para nada.
—¿Al menos se lo dijiste a alguien?
—A algunos sí. Y... A otros no. Pero no tienen problema con eso.
—Entones es más fácil ser mi novio que ser tu novia —digo con un intento de sonrisa—. A lo sumo te dirán que estás chiflado por salir conmigo, pero eso no se compara con lo que se vive de este lado. No es que me afecte demasiado, pero la noticia no cae bien entre las chicas... y ahora tengo que fijarme en cada esquina por si me tiran algo —me río.
Madam Pince asoma su cara entre dos paneles de la biblioteca y se lleva un dedo a los labios. Nosotros asentimos y nos separamos, y finjo estar leyendo el libro de Herbología que encontré hasta que la vieja se va.
—¿Tienes que hacer tarea? —me pregunta Cedric.
—Tengo que copiar un par de cosas.
—Me sentaré contigo. Claro, si no le molesta a tu amiga.
Hermione nos recibe en la mesa con naturalidad, como si fuésemos Harry y yo: hola, qué tal, disculpen, tengo que seguir con mi trabajo. Realmente es un alivio tener una amiga que pueda concentrarse tanto en una sola cosa.
—Mira, tengo que copiar las notas que me perdí en clase —le digo por lo bajo a Cedric, para que Hermione pueda estudiar y Madam Pince no vuelva a meter su cara. ¿Qué pasaría si Cedric por algún milagro quisiera darme un beso y apareciera la cara de Madam Pince entre los dos?
—Muy bien, yo tengo que hacer este ensayo para Lupin —dice él, sacando libros de su mochila, y en silencio nos ponemos a escribir, cada uno por su cuenta. Cada tanto miro su pergamino y su letra un poco desprolija, que me hace sentir un poco mejor por la mía. Sí se entiende lo que escribo, no es como cuando Ron está cansado y hace esos garabatos de chico de seis años, pero se ve bastante feo en la página. No es la letra que alguien espera de una chica. En cambio la letra de Hermione es perfecta. PERFECTA.
—¿No te mueres de aburrimiento estando conmigo? —me pregunta Cedric.
—No, claro que no.
—Sé que a ti te gusta hacer otro tipo de cosas. Los gemelos Weasley no van a la biblioteca.
Así que no soy la única que tiene un pequeño conflicto interno con este tema.
—Cada uno es diferente. Sinceramente, no puedo decirte si me gusta más andar corriendo por ahí o estar aquí sentada. Lo que te aseguro es que al menos aquí, como tengo que quedarme quieta y caminar despacio, no me choco contra las paredes.
Cedric se ríe y Madam Pince nos lanza su mirada de advertencia. Es raro que no nos haya echado ya. Pero, claro, ¡no puede echarme! Estoy obligada a pasar los recreos aquí desde ahora. Debería dejar de preocuparme por esa mujer.
—Me encanta cuando hablas así, Leyla.
—¿Así cómo? —le pregunto, poniendo las manos en las mejillas para comprobar si de verdad queman tanto como se siente.
—Como si nada te importara. Poca gente es tan sincera o despreocupada. Mira, yo... siempre le doy mil vueltas a lo que voy a decir. Y jamás diría algo así delante de ti. Me haría sentir como un tonto.
—Muy bien, digamos que es una virtud mía. Sospecho que en realidad se trata de un grave caso de alguien que no piensa mucho antes de hablar.
—Sea como sea, es un alivio estar con alguien así. Hufflepuff parece que es todo sonrisas y abrazos, pero no sabes lo hipócritas que pueden ser a veces para mantener esa imagen.
—¿De verdad?
—Nadie siente que pueda pensar mucho en sí mismo, todo tiene que ser en equipo y para el bien de los otros. Y eso está bien la mayoría del tiempo, pero... lo que me preguntaste hace un rato... simplemente no puedo ir y contarles a mis amigos que al fin estoy saliendo contigo. Si no es un tema del que queramos hablar todos, no se considera amable y entonces siempre termino quedándome callado.
—Vaya. Jamás hubiera imaginado algo así de tu casa. De verdad que actúan bien.
Hermione estuvo tratando de seguir estudiando mientras hablábamos, pero ahora volvemos a trabajar. La pobre ya se estaba tapando los oídos para poder seguir adelante. Cedric se sienta del otro lado de la mesa para que quedemos enfrentados, y cuando empieza a escribir tomo la mano que tiene libre, y cuando levanta la vista me pongo a copiar a toda velocidad como si jamás hubiera abandonado mi tarea. Y así, con las manos juntas y en silencio, intento meterme otra vez en la primera reunión de duendes en Hogsmeade, en 1612. La próxima vez que vayamos a Hogsmeade le propondré a Hermione que visitemos ese lugar, para compensar por todas las tonterías por las que la hago pasar.
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¡Espero que les haya gustado!
Ya sé que hay muchos shippers de Leorge, pero Ledric también es asdfghjklñ. Cedric es un amoooooor. Y no solo Leyla lo dice, ¡lo dice Madame! Solo falta saber la opinión de Francesca.
El próximo capítulo lo voy a subir el lunes, porque es Halloween y en el mundo mágico no puede no celebrarse un día así. Para los estándares de publicación que tengo yo, esto es una maratón, jajajaja.
(El viernes que viene también voy a actualizar, no se preocupen).
BMW.
PD: ¿Qué piensan de Vanessa Marano como Leyla? (Imaginen que tiene una lagartija azul en lugar de un hámster*)
*La gente que sabe me dice que es un conejillo de Indias. Lo respeto. Pero yo le digo hámster xD
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