40: Victoria de Hufflepuff
Estoy publicándolo otra vez para ver si se arregla lo de los comentarios!
BMW.
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El sábado por la mañana todos se levantan tempranísimo y no tengo más remedio que seguir la corriente. No son las ocho y ya estamos abajo desayunando, y Harry ya estaba allí desde antes.
-No pude dormir por horas -dice él-, porque Peeves pensó que sería muy divertido soplarme aire al oído. Y luego Crookshanks estuvo insoportable y no paraba de querer entrar a nuestra habitación.
Hermione mira hacia otro lado y pone más mermelada a su tostada.
-Supongo que todos ustedes están guardando el ánimo hasta después del partido para celebrar nuestro éxito -dice George.
-Tienen cara de velorio -dice Fred.
Lavender los escucha y pone mala cara. Y yo debo tener cara de revelación, porque recién ahora recuerdo que es el día del partido.
-Mucha suerte, chicos -les digo.
-No la necesitaremos -dice Fred-, pero gracias igual.
Wood está más inquieto que nunca y no para de repetir que es su último año para obtener la copa. Hillary está un poco nerviosa y un par de sus amigas tratan de hacerla comer, pero ella se niega varias veces.
Cuando terminamos de desayunar enfilamos hacia el estadio y nos ponemos en la cola detrás de un grupo de Slytherin, entre cuyas caras tengo el placer de encontrar la de mi primo, que habla sin cesar.
-Si tan sólo mi brazo lo permitiera, jugaría hoy, pero ¡ay de mí!, no es tan fácil recuperarse de una herida como esta.
Pongo los ojos en blanco y al mismo tiempo la leve llovizna que está presente desde el amanecer se hace más y más fuerte. Todos sacamos nuestros paraguas, cada uno del color de su casa, y tratamos de no terminar con un paraguas de otro en el ojo.
-Pobre Harry, no es nada favorable este clima -dice Hermione-. Espero que no haya muchos accidentes.
-Es Quidditch, Hermione -dice Ron-, de eso se trata.
A las nueve y media estamos todos sentados, compartiendo paraguas entre dos o tres para no obstruir completamente la vista de la cancha. Maggie, sentada al lado mío, me saluda con alegría, y Janet y Nadine hacen un gesto de reconocimiento.
-¡Vamos, Angelina! -grita Janet a todo pulmón cuando salen los jugadores a la cancha. Varios chicos de Hufflepuff escuchan y aclaman entonces a sus propios jugadores. Con tanta lluvia apenas puedo reconocer a los gemelos, solamente por el cabello terriblemente naranja, pero no puedo saber cuál es cuál.
-Mira, ahí está Harry -dice Hermione-. No debe ver nada...
-Y eso que tiene los anteojos puestos -se ríe una chica de Slytherin. Yo, como persona muy madura, le saco la lengua.
Del otro lado, los siete jugadores de amarillo se hacen notar. Dos de ellas son mis hermanas, y un paso más adelante de todos está Cedric, no hay dudas de que es él. Estrecha las manos con Wood, y Madam Hooch, que hace de árbitro, dice algo que debe ser la indicación para que vayan a sus escobas. Qué tristeza ver esto desde lejos en vez de estar en la cancha viviendo todo, aunque sea bajo la lluvia.
Suena el silbato y todos suben a sus escobas. El viento parece estar en contra sin importar a dónde vayan los jugadores, y Harry por un rato parece una mosca que no se puede mover ni hacia delante ni para atrás. ¿Cómo va a encontrar la Snitch en estas condiciones? Las Bludgers vuelan de aquí para allá sin necesidad de la ayuda de los bateadores, y creo que no soy la única que teme que una se venga contra el público. Este partido va a estar loco.
-¡TANTO DE GRYFFINDOR! -se oye la voz de Lee Jordan desde algún lugar remoto en medio del cielo gris.
-Fue Angelina, ¡tiene que ser Angelina! -grita Nadine-. ¡BRAVO!
-¡VAMOS, JOHNSON! -grita Janet.
Hermione sostiene el paraguas y yo aplaudo con pocas ganas. Esto no puede seguir así. Ni siquiera veo lo que aplaudo.
Cuando el paraguas de Lavender se va volando, suprimo una sonrisa y trato de disimular mis intentos de mejorar un poco el tiempo. ¿Pero por dónde empezar...? Trato de recortar la forma de una nube en el mar gris que es el cielo y de enviarla lejos, lejos, pero podría estar así una hora sin saber si da resultado. Los primeros estornudos aparecen en la tribuna y es lo único que oigo aparte del agua cayendo furiosamente sobre los paraguas de los afortunados que todavía tenemos uno. Espero que a Lavender no se le ocurra meterse abajo del paraguas con nosotros, de verdad era un chiste cuando le dije que ella sería mi pareja en Hogsmeade.
Oh, ¿que cómo va el partido? Nadie sabe.
Cuando creo que estoy logrando que la lluvia no caiga con tanta fuerza, un rayo cae en las cercanías y casi todos damos un salto. Juro que la tierra se movió. Se oye un pitido lejano y todas las manchitas (los jugadores) bajan.
-Parece que detuvieron el partido -nos dice Ron.
-¿Habrá algún herido? -pregunto con miedo. ¿Hice lío? Nunca causé un rayo. No pude haber sido yo...
-¿Y dónde se metió Hermione?
Quizás, con el susto que me dio el rayo, hice que una corriente de viento se desviara y tiré a alguien de la escoba. Cruzo los dedos y trato de ver entre la gente y la lluvia a los jugadores. Frustrada, me pongo de pie para ver mejor a la vez que se oye otro pitido.
-Siéntate -se quejan unos chicos de la fila de atrás. El partido ha vuelto a comenzar, y Hermione se abre paso hasta nosotros.
-Usé el Impervius en los anteojos de Harry -nos dice- para que sean como el limpiaparabrisas de un auto. Ya sabes, esas escobitas que se mueven de un lado a otro para limpiar el vidrio del frente del auto.
-Ah, sí -dice Ron. Seguramente él recuerda el auto azul de su papá... demolido por el sauce boxeador el año pasado.
-Vamos ganando cincuenta a diez -nos cuenta Hermione-, y están todos empapados.
-No me digas -dice Ron mientras yo me escurro el cabello.
Cuando creo que al fin distingo a Harry entre la multitud, veo a Cedric yendo a toda velocidad hacia el otro lado. Luego todo se vuelve borroso, hay un nuevo relámpago y siento que la lluvia está más adentro de mí que afuera. Tengo el cabello empapado, al igual que los pies, y estoy empezando a temblar. Mis dientes castañetean. En el momento en que siento que voy a convertirme en un cubito de hielo, veo que Harry suelta su escoba y cae, cae, cae, a la vez que suena el silbato. Todos nos paramos de golpe y todos los jugadores se detienen. Un rayo de luz azul va hacia Harry desde la tribuna y lo hace descender más y más despacio, hasta que cae al barro con más suavidad que una pluma. En una esquina de la cancha hay un grupo de al menos cien Dementores encapuchados y veo que Dumbledore, que acaba de hacer el hechizo para impedir la muerte segura de Harry, hace salir una especie de bola plateada que los espanta de allí.
Las gradas tiemblan bajo nuestros pies mientras corremos hasta el pasto. Neville me ayuda a bajar cuando ve que resbalo por una de las tablas y le agradezco por salvarme de un show de ropa interior y de un golpe en la cabeza. Después de todo, Dumbledore no puede estar siempre para impedir las caídas de todos.
Es casi imposible acercarse a Harry, está rodeado de gente. Pateo el suelo y me doy la vuelta, y veo a Cedric hablando con Madam Hooch...
-Por favor, anulen en el partido, podemos repetirlo...
-No -dice ella-, ganaste de manera limpia. Ciento sesenta a cincuenta.
Él tiene la Snitch en la mano y busca alguien a quien devolverséla. Cuando me ve trata de acercarse a decirme algo, pero todo un grupo de alumnos se entromete, tratando de llegar a Harry, y eso me despierta. Doy codazos rápidos y me escabullo para que no vean quién es la que los regala, y Hermione me sigue. Llegamos al centro de la masa de gente y encontramos a Harry, en el barro, inconsciente.
-Maldita sea -dicen los gemelos. Casi todos los del equipo están pateando el piso o arrodillados a su lado.
-El pobre Potter se desmayó por los Dementores otra vez -se ríe Draco atrás, y yo me doy vuelta y me preparo para darle una piña, pero Crabbe y Goyle se interponen y abandono la tarea. No vale la pena meterse en problemas por romperle la nariz a alguno de ellos dos. O al menos por dar un puñetazo en algún lado de la cara, porque no confío tanto en mi puntería.
Dumbledore, con su varita, eleva a Harry por los aires y se lo llevan a la Enfermería. Muy a pesar de Madam Pomfrey, McGonagall permite que Hermione, Ron y yo nos quedemos al lado de la camilla de Harry, que aún no ha dado señales de vida además de respirar. El resto del equipo de Gryffindor insiste tanto en la puerta que al final consigue entrar, y pronto la estéril enfermería se vuelve en un lugar mojado, lleno de barro, túnicas rojas y transpiración. Y ocasionales gritos de enojo.
-Por suerte el terreno estaba blando -dice Angelina-. Se hubiera matado sin dudas en cualquier otro día.
Harry abre un ojo y todos respiramos aliviados.
-Hola, Harry.
-¡El partido! ¿Por qué están todos acá? -Hay silencio. Luego...-. No me digan que perdimos.
-Caíste como veinte metros -dice Fred-, y justo Diggory atrapó la Snitch. Hasta Wood admite que fue un juego limpio, y Diggory pedía que lo repitieran.
-Oh, no. No, no, esto...
-No te sientas mal, Harry -digo, y luego me callo para dar lugar a una serie de estornudos que todos respetan en silencio-. Ya terminé, pueden seguir.
-¿Dónde está Wood? -pregunta Harry.
-No sale de las duchas -dice George-, creo que se quiere ahogar. Fue bastante desastroso. Y Hillary perdió tres veces la Quaffle, creo que no la dejará jugar de nuevo -dice, mirándome de reojo.
-No es justo que su primer partido haya sido con una lluvia así -digo.
-¡Y los Dementores! -dice Ron-. Dumbledore parecía que iba a matarlos a todos.
-Vamos, Harry, no te sientas mal -dice George-, es la primera vez que no atrapas la Snitch.
-Tenía que pasar un día -dice Fred-. Y recién estamos al principio de la temporada, todavía podemos ganar.
-Eso es solo si en el próximo partido Hufflepuff pierde -dice Katie.
-Claro, si pierde ante Ravenclaw... y nosotros ganamos a Ravenclaw... -dice Fred- quizás lleguemos a la cima otra vez.
-Pero Hufflepuff debería perder por doscientos puntos, para eso Ravenclaw debería anotar cincuenta puntos antes de atrapar la Snitch.
-Y solo si Hufflepuff no hace ningún punto...
-Oigan, ¿dónde está mi escoba?
Todos guardan silencio y se miran entre sí. Ahora yo también tengo intriga.
-Verás, con el viento... -dice Fred- se fue lejos y costó mucho volver a encontrarla.
-Creo que pudimos juntar todos los pedazos -dice George-. Terminó en las ramas del sauce boxeador.
Ay ay ay, ¡espero no haber sido yo! Esto de andar metiéndose con el viento justo a la vez que pienso en el auto del señor Weasley y su trágico final...
Harry parece que ha perdido todo y sacude la cabeza varias veces. Yo tengo otro ataque de estornudos (evidencia de culpabilidad) y me disculpo y salgo antes de que Madam Pomfrey me recete una semana de reposo y jarabes feos. Afuera, en el pasillo, me encuentro a Cedric, mojado y bastante preocupado, pero su rostro se ilumina al verme.
-Hola -dice-, ¿estabas adentro? ¿Está todo bien allí?
-Sí, no te preocupes. -Vuelvo a estornudar.
-Salud. ¿Te mojaste mucho?
-No más que tú. Yo tenía un paraguas.
Él sonríe y siento que me derrito un poquitito. El frío no tardará en irse si sigue así.
-Leyla... espero que lo de hoy no te haga pensar peor de mí.
-Pocas veces pensé mejor de ti. Fue una victoria limpia y jugaste bien.
Aunque casi ni pude verte.
-Entonces... bueno, no me parece tan mal momento para decirte que me gustas mucho y que lamento los momentos malos que tuvimos el año pasado. Prometo que no se repetirán. Prometo que siempre respetaré todas las decisiones que tomes, incluso si ahora me dices que no. -Respira hondo y me mira a los ojos, y siento que poco a poco se me encienden las mejillas-. ¿Quieres ser mi novia?
Me llevo una mano a la boca y con la otra trato de agarrarme de algo, pero solo hay aire a mi alrededor. Siento que la cara se me enciende y que me cuesta respirar.
-Sí -digo-, sí, Cedric. -Miro a otro lado, luego vuelvo a mirarlo y sonrío-. Sí.
Su cara se ilumina y toma la mano que estaba tontamente flotando en el aire. Siento un cosquilleo que va desde los dedos por todo mi brazo y sonrío más y más y siento que en este castillo jamás puede hacer frío estando con alguien como él.
Y luego estornudo.
-Salud -me dice con una sonrisa y sin soltar mi mano. Estoy más roja que un tomate, y él también se sonroja.
-Yo también estoy enamorada de ti.
Aún de la mano damos un par de pasos hacia una de las ventanas del castillo y vemos el deprimente cielo gris.
-Espero que esto no me haga ganar aún más el odio de Gryffindor -dice él-. Les quito la Snitch y una cazadora al mismo tiempo.
Yo sacudo la cabeza.
-A ambas te las ganaste siguiendo las reglas -me río.
Él me besa la mano y estamos un rato así hasta que me despido finalmente para ir a la Torre de Gryffindor a ponerme ropa seca.
-Y tú deberías hacer lo mismo -le digo-. No quiero un novio enfermo -digo con un pie en la escalera, y luego me voy a toda velocidad para que no vea que me pongo más y más roja y que en cualquier momento empezaré a derretir cosas con la mano. Creo que explotaré de felicidad.
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Bueeeeeeenooooooooooooo...
Creo que ya vieron la sorpresa. :)
*se retira lentamente para evitar los paraguazos Leorge*
Jajaja, espero que les haya gustado.
BMW.
De regalo con este capítulo vienen dos dibujos de @heyitzdoraaa sobre los poderes demoníacos de Leyla.
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