35: Parte del equipo
—Buenas tardes —me dice Snape, levantando la vista cuando me acerco.
—Yo aún no comí —suspiro—, siguen siendo buenos días por aquí. —Como no hay alumnos cerca, no debo preocuparme en ser cuidadosa—. Quería agradecerte otra vez por lo de Hogsmeade. Después de ver a algunos chicos que no pueden ir... Bueno, gracias.
Asiente en modo de respuesta.
—Ese día estaré muy ocupado —me dice—, no quiero que me busques ni me molestes. Tengo que hacer una poción bastante delicada antes de que acabe la luna llena.
—Claro —digo inmediatamente.
—Es una poción de alta prioridad, como verás.
—Sí, comprendo, no molestaré...
—Para alguien del personal de Hogwarts.
—Muy bien, no hay problema.
¿No me cree que no molestaré?
Vuelvo a echar una ojeada al pasillo casi desierto y él vuelve a sacar el pergamino.
—Una última cosa —le digo—. ¿Crees que podrías conseguirme un horario de quinto año?
Snape alza las cejas y me pongo un poco colorada.
—¿Por qué razón?
—Ninguna...
Silencio. Sigue examinando su pergamino. Luego...
—¿De qué casa?
—Gryffindor.
—No tengo acceso a eso. ¿Quieres un horario de Slytherin?
Me aclaro la garganta.
—No, señor, no es necesario. ¿Podría volver a hablar con usted el lunes?
Snape asiente y se marcha. Los alumnos de cuarto que miraban con curiosidad ya se han dispersado al escuchar una conversación tan aburrida. Me siento junto a Hermione en la mesa, esta vez lejos de Harry y Ron, y agradecemos a Merlín cuando Lavender y Parvati se sientan en la otra punta.
—¿Nos vemos a la tarde, Esfinge? —dice George al pasar por atrás. Por un segundo sueño con una cita, pero luego recuerdo el entrenamiento de Quidditch. De todos modos tengo una especie de cosquilleo en la nuca al escucharlo llamarme Esfinge.
Después de la última hora de clase del día, saludo a Hermione y le deseo que encuentre un lugar en la Sala Común lejos de Ron.
Cuando entro al estadio de Quidditch veo que, en efecto, los de Hufflepuff consiguieron el primer turno. Me siento en las gradas y saludo a Cedric con la mano, que me responde levantando los pulgares. Hay que tener permiso del capitán para estar durante los entrenamientos.
Abby y Debby reciben indicaciones de Cedric para volar. Es tan respetuoso y tiene tanta paciencia... Nada que ver conmigo.
Me corro unos centímetros para recibir la mejor luz del sol y saco otra vez mi tarea de Runas. Aparte de una Quaffle que me pasa muy cerca de la cabeza, no pasa nada notable hasta el fin de la práctica. Es entonces cuando Cedric me saluda con la mano y Abby y Debby me sonríen un poco antes de irse.
Luego entra el equipo de Gryffindor, y siento que debo conseguirme unos pulmones más grandes al ver a George en su túnica de Quidditch. Simplemente le queda tan bien...
Wood hace sonar el silbato y los otros seis jugadores se alinean y preparan las escobas. Después de unas indicaciones que no alcanzo a oír, todos salen a volar y Wood se acerca.
—¿Te quedas a ver todo el entrenamiento? —me pregunta.
—Sí, habías dicho que podía —le digo.
—Muy bien. Pero debes entrar las pelotas al castillo cuando termine la práctica.
—Qué bien —digo—, ahora puedo enorgullecerme de ser la primera mula de carga del equipo de Gryffindor.
Vuelvo a mi tarea cuando Wood se marcha. No sé por qué nunca le caí bien, sobre todo teniendo en cuenta que es mi cuñado. Quizás Karen le estuvo diciendo cosas horribles sobre mí y el pobre se las creyó.
A eso de las seis de la tarde, los chicos se toman un descanso, y George y Fred suben las gradas para verme.
—¿Haciendo tarea? ¿Eres Leyla o Hermione? —me preguntan.
—Runas Antiguas —lee Fred—. Ahora nos abandonaste por los intelectuales.
—¿Les molesta mucho que una chica pueda ser buena en deportes y en lo académico? —les pregunto.
—Bueno, no esperábamos llegar a una discusión tan profunda —dice George—. Pero ya que lo mencionas, no, no me molesta especialmente.
—Sigue así, Leyla.
—Pronto llegarás a ser Percy.
—Uggggggggggg —digo en mi idioma troll y sacudo los brazos, haciéndolos reír. Hacen una reverencia y finalmente se van. Hace mucho tiempo que no me permitía ser tan honesta y directa con ellos, y al parecer aún no se espantaron. Quizás la verdadera Leyla, la que sale de mí sin pensar, no sea tan terrible.
Ahora todos los del equipo están hablando y me pongo un poco roja cuando varios miran hacia mí, entre ellos Angelina. Tardaré en recuperarme de la situación de ayer. Ojalá sí lo pueda olvidar algún día...
—¡Ven, Leyla! —me llama George—. Haremos pases.
Camino hasta ellos y le respondo:
—No hace falta, no estoy enojada contigo de verdad.
Me mira con curiosidad mientras carga la Quaffle. Lo sigo en silencio.
Lávate las orejas, dice Francesca, no dijo "haremos las paces".
En un costado de la cancha me dan una escoba del colegio y nos ponemos en fila para volar.
—¿Wood los ha dejado practicar conmigo?
—¡Comienza! —dice Fred—. Ahí va, hermano.
No hay tiempo para preguntar, el segundo tiro es hacia mí. Y no me la hacen fácil. La Quaffle casi se va de los límites del estadio, pero logro atraparla al fin y al cabo. En venganza, le devuelvo a George un lanzamiento que queda fuera de su alcance. Entre risas logro acostumbrarme a la escoba y recuerdo los partidos de Quidditch de verano en la Madriguera. Tras lo que parece un minuto, Wood hace sonar el silbato indicando que el tiempo acabó, y recién noto lo agotada que estoy.
Bajamos a tierra y Wood llama a Hillary.
—Tendrás que practicar... Salgan de aquí, espías —nos dice Wood antes de que podamos seguir oyendo la conversación.
—Parece que a Hillary no le está yendo tan bien —me dice Harry mientras recojo mi mochila—. Quizás puedas entrar al equipo.
—No lo sé...
—¡Leyla! —me llama de vuelta Wood, como si cambiara de idea, y Fred y George suben los pulgares. ¿Me dirá que le cambie el puesto a Hillary? ¿Lo impresioné volando con Fred y George?—. Leyla —me dice cuando estoy cerca—, no olvides entrar las pelotas.
—Creo que nos equivocamos —ríe Fred cuando me ve volver con la pesada caja de pelotas—, pero no por mucho. Ya verás cómo se te hace un lugar en el equipo.
—Yo ya dije que tengo mi lugar de mula de carga.
—No por mucho —dice George—, Wood ya verá que nosotros somos mejores mulas que tú.
Me saca la caja de las manos y la carga con Fred hasta el castillo. Aunque las esperanzas de que entre al equipo con un verdadero puesto de jugadora sean muy bajas, estoy bastante conforme con estos dos cerca.
Después de la cena, casi todo el equipo de Quidditch está en el mismo sector de la Sala Común; estamos todos cansados y el tema de conversación dominante es el partido contra Slytherin, que iniciará la temporada del año. Hermione está en un sillón junto al fuego leyendo un gordo libro de la biblioteca, y Ron está en la otra punta de la Sala con Scabbers en las manos. No hay rastro de Crookshanks.
Cuando veo a Lavender subiendo las escaleras a los dormitorios, siento un retorcijón en el estómago. Me acerco a Hermione y le digo:
—No quiero dormir cerca de ella, aún no me animo. Mira si a la noche me hace algo...
—Lo dudo mucho.
—Duda todo lo que quieras, yo no quiero subir. ¿Qué me recomiendas?
—Que enfrentes tus miedos de una vez.
—Y decir que tú eres la sensata... Buenas noches, yo me quedo aquí.
Y lo hago hasta que casi no queda nadie en la Sala Común. Solamente Katie y Angelina siguen abajo, aún hablando de Quidditch y probablemente chusmeando sobre Hillary y su futuro en el equipo. Cuando me ven, Angelina me pregunta si estoy bien y yo me encojo de hombros.
—Lo intento.
—¿La del problema del baño es la chica que estuvo llorando todo el día?
—Sí. —Se me escapa un bostezo.
—No se ve tan fiera como pensé.
—No sabes de lo que es capaz —le digo—. Prefiero volver a dormir aquí antes que estar en la misma habitación que ella.
—Mira, si quieres puedes venir a nuestra habitación. No somos muchas y te aseguro que allí nadie hará cosas raras.
—Gracias, pero...
—Insisto. Esta noche te vienes con nosotras. Pero mañana vas directo a la habitación de tercero.
Esta chica tiene más actitud que McGonagall. Pronto me encuentro subiendo la escalera detrás de ella y dentro de la habitación de Quinto.
—Muy bien, ella es Leyla y esta noche dormirá aquí —dice. Dentro hay tres chicas en pijama que me saludan con la mano—. Maggie, Nadine y Janet —las presenta.
Maggie y Janet arman un colchón de almohadones sobre el suelo y me dan unas mantas que tienen de más.
—¿Roncas? —me pregunta la que creo que se llama Janet.
—Eh, no, no que yo sepa.
—Entonces la chica que ronca es de cuarto —dice Maggie—. La oímos desde aquí, sobre todo los jueves.
—Cada jueves —dice Janet, y todas reímos.
—¿Y te quedas solo hoy? —pregunta Nadine.
—Eso espero. Tuve una pelea con una compañera de cuarto y quisiera esperar a que las aguas se calmen antes de regresar.
Sé que es muy tonto temer a Lavender, sobre todo en un día en el que está tan débil. Pero no pienso volver a vivir algo como lo de ayer. Por suerte estoy tan agotada que caigo dormida apenas apagan la luz, sin poder comprobar si la chica que ronca se hace notar.
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2 capítulos en 2 días. Récord para Madame Weasley. (Todavía estamos viviendo los efectos post-huelga). 🌂🌂🌂🌂🌂🌂
Espero que les haya gustado y esto colabore con su buen fin de semana.
Muchas gracias por leer, y espero sus comentarios divertidos. ❤❤
BMW.
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