29: ¡Entradas para ver a Sirius Black en primera fila! ¡Las regalo!


El profesor Lupin llega con su túnica raída y su maletín desgastado y nos mira con una sonrisa.

—¿Listos para empezar la clase?

Asentimos sin mucho ánimo. Solo espero que nos deje dormir en su clase y que no nos quite puntos por roncar.

—Muy bien, entonces síganme.

Tomamos las mochilas y marchamos tras él, alejándonos cada vez más del aula de Defensa. Hermione consulta varias veces su horario y lee el número de aula.

—No sé a dónde nos lleva —me dice.

—Para esta primera clase vamos a ir a un lugar especial —dice Lupin, que la oyó—. Pero las siguientes veces nos encontraremos en el aula de siempre. Por aquí.

—Iujujuuuuuuuuuuuuuuy —escuchamos que alguien exclama desde una pared. Por un agujero en las piedras sale Peeves, flotando y riendo como si le hubiera hecho una broma a Filch—. Lupin, lunático Lupin, loco lunáticooooo...

Burlarse de Filch es algo que está al alcance de todos, ¿pero desde cuándo Peeves se burla de un profesor?

—Looooco, lunáaaatico, loquiiiiillo Luuuuupin...

—Hola, Peeves —dice Lupin sin inmutarse, pero Peeves nos traba el camino mientras pone chicle en la cerradura de una puerta—. No te recomendaría que dejaras eso así. El señor Filch no podrá sacar sus escobas.

—Mejejeje...

Neville está paralizado en su lugar, y yo lo estaría si no me picara la rodilla justo en este instante. Estoy bailando para intentar calmar la picazón y no tener que rascarme como una maleducada.

Peeves nunca desafió así a un profesor. Hermione está seria y mira a Lupin con los ojos como platos, pero él solamente sonríe y saca su varita.

—Por favor, observen con atención —dice, y extiende su brazo y dice Waddiwasi!

De inmediato, el chicle que Peeves ponía en la cerradura sale disparado hacia atrás y entra en una de sus fosas nasales.

—Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuu —dice Peeves, llevándose las manos a la nariz.

—Eso estuvo de locos.

—Gracias, Dean —dice Lupin.

Habiendo sorteado a Peeves, llegamos sin problemas hasta la sala de profesores, donde esperamos a que Lupin entre y hable con la gente adentro. Fue impresionante cómo se deshizo del espíritu que siempre nos da dolores de cabeza. De tan solo pensar que él fue quien llamaba a los gritos a Filch cuando estábamos a dos metros de Fluffy en primer año...

—No te preocupes, Lupin —oigo que dice mi papá desde la sala de profesores. Entorno un poco la puerta y veo que está sentado en un escritorio, doblando un periódico con furia—. No quisiera ser testigo de esto.

Se levanta y avanza con velocidad hasta la puerta, y su túnica ondea a su paso. Antes de salir, dice:

—Lupin, no sé si ya te han dicho: Neville Longbottom está en tu clase. No te recomiendo darle nada difícil, a menos que la señorita Granger le susurre indicaciones.

—Justo estaba pensando que Neville me podía ayudar en la primera actividad de la clase.

Snape entrecierra los ojos y se va dando un portazo.

—¿Entonces quieres empezar? —le pregunta Lupin a Neville, que asiente nervioso.

Lupin deja su maletín en la mesa y todos soltamos nuestras mochilas. De repente, uno de los armarios que están contra la pared se sacude bruscamente.

—No hay nada de lo que asustarse —dice el profesor al ver que todos pegamos un salto—. Es un boggart.

Un boggart... ¿Dónde había oído eso? ¿No había un boggart en la habitación de Natalie? ¿Mamá no había dicho eso hace unos años? Espero que no sea algo que muerde.

—A los boggarts les gustan los lugares oscuros y cerrados —explica Lupin—. Suelen estar en las casas y por eso no me sorprendería si alguno ya los conociera.

—Mi mamá una vez mencionó un boggart, pero no quiso explicar más —dice Seamus.

¿Y yo estuve con uno de esos en el armario de Natalie y jamás me di cuenta?

—¿Y alguien sabe qué es lo que hacen los boggarts? —pregunta Lupin y señala la mano alzada de Hermione.

—Se transforman en lo que uno más teme —responde ella.

—Yo no podría haberlo explicado mejor —sonríe el profesor—. Y creo que la mejor manera de enfrentarse a uno es en grupo, ¿alguien sabe por qué?

—Para poder esconderse atrás de otra gente —digo, y varios sueltan una carcajada. Me pongo roja—. Lo siento, se supone que un Gryffindor no tiene que decir algo así.

—Está bien tener miedo, Leyla —dice Lupin—. Si nadie tuviera miedo, los boggarts no existirían. En fin, ¿alguien más quiere responder la pregunta?

Hermione levanta la mano, pero Harry dice:

—Es mejor en grupo porque lo confundiremos y no sabrá qué forma tomar.

Hermione aprieta los labios mientras Lupin asiente.

—Excelente. Ahora bien, ¿saben qué acaba con un boggart? La risa. Cuando uno ríe, el boggart ya no tiene poder sobre uno y se vuelve vulnerable. Por eso el hechizo para derrotarlo lo transforma en algo que nos da risa, y se llama Riddikulus. Ahora quiero que lo repitan y practiquen sin la varita.

—¡Riddikulus! ¡Riddikulus! ¡Riddikulus! —exclamamos todos.

—Muy bien, ahora saquen sus varitas. Neville, puedes venir al frente.

Le doy una palmada en el hombro. Él traga un par de veces y, varita en mano, camina hasta el profesor con la mirada baja.

—Neville, te voy a hacer una pregunta y quiero que intentes responderla.

Neville está pálido.

—¿Qué es lo que más te asusta?

Neville murmura algo inaudible.

—Lo siento, no te escuché bien.

—El profesor Snape —repite él, y varios chicos ahogan su risa. Pero yo siento que mi corazón cae en picada. ¿De verdad el peor miedo de Neville es... mi papá? ¿Siempre estoy destinada a familiares monstruosos? ¿Seguiría siendo mi amigo si se enterara de que soy su hija?

—Tú vives con tu abuela, ¿no?

—Sí, pero no quiero que el boggart se transforme en ella.

—No, no es eso. Dinos, ¿cómo suele vestirse tu abuela?

—Con un vestido, generalmente verde, y una bufanda de piel de zorro. También usa una cartera marrón y zapatos rojos.

—Quiero que te la imagines claramente y que la imagen quede en tu cabeza mientras haces el hechizo que practicaste.

Neville asiente y aprieta los ojos cerrados.

—Mientras, cada uno imagine qué forma tendría su boggart, y cómo harían que se transforme para que les dé risa.

Mi miedo... Realmente odiaría salir en ropa interior en público. Ya sentí que me pasaría eso en la Madriguera el día de mi cumpleaños, y por suerte no sucedió, pero tengo tan mala suerte que ya no sé de qué soy capaz.

¿Y si Pansy Parkinson se las arregla para quitarme algo y demostrar al mundo que soy una vaca a la que solo le falta mugir? Me daría tanta vergüenza... todos se reirían de mí...

Qué horror, ahora el boggart seré yo en ropa interior y todos lo verán de todas formas.

—¿Puedo ir al baño? —pregunto al borde de las lágrimas.

—No pueden ir en hora de clase —dice Lupin—. Lo siento. Pero cuando terminemos esto te puedo encargar que lleves algo a mi oficina y pasas por el baño en el camino.

Sé que es amable de su parte, pero no entiende que debo salir AHORA mismo del aula. Solo yo veo la catástrofe que va a ocurrir. Siento que en cualquier momento voy a gritar o me desmayaré, no puedo aguantar esta presión

—Le cortaré las patas... —dice Ron, pensando probablemente en Aragog, la forma que tomará su boggart.

Hermione está pálida a mi lado, mirando al suelo sin parpadear. El armario comienza a sacudirse con fuerza. ¿Cuál será el miedo de Hermione que la tiene tan paralizada?

—Está impaciente —dice Lupin—. ¿Todos listos? ¡Empezamos!

Lupin abre la puerta del armario y Neville se aferra a su varita. Mi papá sale del armario, vestido de negro y hasta más alto que de costumbre, y camina hacia Neville con paso veloz y el rostro furioso.

—¡Cero, Longbottom! ¡Cero! —brama—. Eres un inútil, tu abuela...

—¡Riddikulus! —grita Neville con furia. Snape abre los ojos con sorpresa y aparece vestido de verde, con un bolso, zapatos rojos y una bufanda de piel de zorro. Realmente se ve ridículo así, y tengo que taparme la boca para no morir de risa. No debería reírme de mi padre, pero no cuenta si es un boggart, ¿verdad?

—¡Excelente, Neville! —dice Lupin con una amplia sonrisa. Creo que no era el único que quería ver a mi papá en ridículo. Yo solamente espero que él no se entere y que no me haga contarlo—. Parvati, ¡tu turno!

Snape se transforma ahora en una momia apestosa con ojos rojos como la sangre, que camina hacia ella con los brazos extendidos. Parvati va a gritar. A último momento, cierra los ojos y dice:

—¡Riddikulus!

La momia se enreda en sus propios vendajes y cae al suelo.

—¡Muy bien, muy bien! Seamus, vamos.

La momia ahora se transforma en una mujer baja, con cabello negro y una cara verde y esquelética; cuando abre la boca comienza a chillar tan fuerte y agudo que todos nos tapamos las orejas. Es una banshee.

—¡Riddikulus!

La voz de la banshee se quiebra y ella se agarra la garganta sin poder proferir un sonido más. Luego Dean se planta delante de ella y aparece un gran ojo sangriento, que Dean transforma en un ojo ciego que se choca contra las paredes. Frente a Lavender aparece un grupo de ratas que quieren comerle los zapatos, y luego de gritar de horror ella hace el hechizo y las ratas se transforman en bollos de medias grises.

—¡Leyla!

Ay, no...

Doy un paso adelante y el boggart se vuelve hacia mí. Las medias se sacuden y toman forma humana. Seguramente soy yo, soy yo sin ropa, todos van a ver... Aquí están Dean, Seamus, Harry, Ron... ¡el profesor Lupin! Voy a morir...

Las chicas gritan. Cuando miro con fijeza la figura, veo que es un hombre alto vestido de negro, delgado hasta los huesos, de cabello negro despeinado y con ojos dominados por la locura. Y con mis mismas orejas. Él levanta la varita y me apunta.

Es Sirius Black.

—¡NO, TÚ NO! —exclamo, con el brazo temblando—. ¡Riddikulus! ¡Riddikulus!

De mi varita sale una luz brillante que le da en el pecho y su varita cambia a una pila de libros de clase que lo sorprenden y lo hacen caer. Está todo bien. Solo era un boggart. Sabemos que Sirius Black no se escondía en el ropero.

Sin embargo, nadie convence a mi corazón para que lata con normalidad. Él está preparado para que salga corriendo. Nunca pensé que lo vería tan de cerca.

—No se preocupen —dice Lupin bastante agitado—, solo es el boggart, sigamos, sigamos. ¿Quién sigue? ¡Vamos, Ron!

La figura de Black se deshace y aparece en su lugar una enorme araña, igual a Aragog. Ron da un paso hacia delante, traga saliva y hace el hechizo. Las patas de la araña se cortan y queda solamente el cuerpo redondo rebotando contra el suelo. Dean, que ama el fútbol (deporte muggle), corre hasta ella y la patea lejos; cae al lado de Harry, pero Lupin se pone al frente y la araña se transforma en una bola blanca que brilla como las bolas de cristal de Trelawney.

—¡Riddikulus!

El boggart de Lupin se pincha como un globo y vuelve hasta Neville, se transforma en Snape, me mira a mí, aparecen los ojos locos de Black, con ratas en las manos y pies de araña, con vendajes de momia en el torso y el trasero iluminado como la bola blanca.

—¡Lo confundimos! —dice Dean.

—Todos contra él —dice Lupin. Todos caminamos contra el boggart, cada uno varita en mano, y el boggart retrocede—. Neville, ¿quieres el gran final?

Neville da un paso más hacia delante. Snape aparece frente a él.

—¡Riddikulus! —grita él con fuerza, y vuelve a aparecer mi papá con el vestido verde y el gran bolso—. ¡JAJÁ! —se ríe Neville, y el boggart explota en mil pedazos. Se hace el silencio. Luego aplaudimos.

—Fue duro —digo con un suspiro.

—Ya lo creo —dice Dean—. Neville estuvo genial.

Neville sonríe. Está rojo, pero contento.

—¿Viste lo ridículo que se veía Snape?

—Le quedaba bien el vestido —dice Seamus, encogiéndose de hombros—. Quién sabe si no es Madam Pince disfrazada de hombre...

Lupin les echa una mirada y se lleva un dedo a los labios. Luego se dirige a toda la clase.

—Los felicito a todos —dice Lupin—, estuvieron excelentes. Veamos, son cinco puntos para Gryffindor por cada uno que se haya enfrentado al boggart. Diez para Neville por hacerlo dos veces. Y cinco para Hermione y Harry.

—Pero no hice nada —dice Harry.

—Ambos respondieron bien mis preguntas —dice Lupin—. De tarea para la próxima clase, lean la sección sobre boggarts en el libro y escriban un ensayo sobre el tema.

Todos salimos de la sala de profesores con el ánimo por las nubes, riendo y contando sobre nuestros ridículos boggarts transformados. Todos menos Harry.

Ron viene a nuestro lado contando toda la clase otra vez, haciendo grandes gestos con los brazos y riendo cada tanto.

—Simplemente la mejor clase de Defensa que tuvimos —dice al final.

—Sí, es muy buen profesor —dice Hermione—, pero me hubiera gustado haberme enfrentado al boggart.

—Ja, ¿y qué hubiese sido? ¿Una materia en la que te sacaste un nueve? —se ríe Ron.

Hermione lo mira con el ceño fruncido.

—Leyla —me llama el profesor Lupin—, como te dije, aquí tienes. Puedes llevar mi maleta abajo.

—Oh, gracias. Ya vengo, chicos.

—Yo... voy con ella —dice Harry.

—Bueno —dice Hermione, sorprendida—. Nos vemos en la Sala Común.

Voy con Harry de vuelta hasta la sala de profesores y Lupin me da la maleta.

—No hace falta que la lleves, yo puedo cargarla —me dice—. ¿Ustedes dos son amigos cercanos?

—Sí —digo—. Uno termina siendo amigo de la gente que está en los mismos embrollos que uno.

—Eso lo puedo entender —dice Lupin—. Lo que en realidad quería era preguntarte si estás muy afectada por las noticias de Black.

—Um, bueno... Ya sé que debe asustar a otra gente que mi boggart sea Black.

—Si hubiera sabido que sería él, me encargaba de que no te llegara el boggart —me dice—. Pudiste deshacerte bien de él, pero Lavender y Parvati estaban pálidas. Del color de la muerte, si me entiendes.

Asiento.

—Yo tampoco estaba súper feliz de verlo, profesor, pero lo que realmente me preocupa de él... ¿le puedo decir la verdad? Usted ya sabe cosas sobre mí que muy poca gente sabe, así que no temo contarle esto.

Harry cierra la puerta de la sala de profesores y los tres nos sentamos en las sillas alrededor de la mesa central.

—Usted me parece un profesor excelente, y sospecho que se tomó la molestia de leer la lista de alumnos al menos una vez. Entonces sabrá que me llamo Blair-Black. El Black loco y asesino que todos conocemos es primo de mi mamá, o algo así. Es parte de mi familia. Y desde que empezó a aparecer en las noticias estaba preocupada, y ahora que lo vieron cerca de Hogsmeade y está loco y quiere matar a... a... bueno, seguro quiere matar a un montón de gente. Y me da... horror que tenga algo que ver conmigo. Y... bueno... por eso aparece como mi boggart. Si lo hubiera dejado más tiempo seguro apuntaba a... a... a uno de la clase.

Miro de reojo a Harry y espero que no se enoje por haberlo puesto como víctima de más locos asesinos.

—Entiendo —dice Lupin con seriedad—. Gracias por explicarme. Es más serio de lo que pensé.

Asiento y cruzo los brazos para cubrirme del frío que me dio hablar de Black.

—¿Y tú estás bien, Harry?

Harry asiente sin mirarlo. La puerta se abre y entra la profesora Sprout.

—Lo siento, ¿están en problemas? —pregunta ella—. Puedo regresar más tarde...

—No, ya terminamos. Gracias, profesora Sprout —dice Lupin, de vuelta con tono alegre, y nos acompaña afuera. Harry y yo volvemos a la Torre Gryffindor en silencio, y antes de decirle la contraseña a la Dama Gorda, Harry me dice:

—Lupin no me dejó enfrentarme al boggart.




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Espero que les haya gustado :)

Tengo muchos capítulos planeados, así que espero poder escribir bastante rápido y no tenerlos esperando de más. Tuve una semana muy complicada y recién ahora vuelvo a la normalidad, así que espero que no se me haya escapado nada muy grave en el capítulo y que lo hayan podido disfrutar como siempre.

Saludos y hasta la próxima.

BMW.


No sé si ya les había mostrado este cuadro de Renoir, pero lo pongo de todas formas. Me encanta.

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