28: Draco regresa
El martes por la mañana, mientras esperamos en el pasillo de las mazmorras frente al aula de Pociones, reina el silencio. Esa es una de las dos cosas que pueden pasar cuando juntas a Gryffindor con Slytherin para una clase que demora en comenzar. La otra opción siempre termina con gente en la Enfermería. Creo que el silencio está bien.
Cuando mi papá abre la puerta, casi todos inhalan, muchos creyendo que lo hacen por última vez. No es que Snape tenga mal olor (yo a veces tengo el pelo tan grasoso como él y juro que no apesta, simplemente se ve mal), pero uno siempre tiene la duda de si saldrá vivo de la clase o no. Todos van adentro y yo trato de recordar cómo me comportaba los años anteriores, cuando no sabía que la clase la daba mi padre.
No debería haberme preocupado. Como siempre, acabo sentada al lado de Neville, lo cual ya debería haber esperado: ayer le prometí ayudarlo con la clase de hoy a cambio de sus manos hábiles en Herbología.
Snape mira hacia donde estamos con desaprobación.
Harry y Ron están sentados en la mesa de adelante, por lo que me animo a declarar esta parte del aula como la zona roja. Snape no sacará los ojos de este lugar. Hermione llegó un poco tarde a la fila y tuvo que entrar al final, por lo que su lugar hoy es casi en el fondo.
—Al final de la clase les devolveré sus trabajos. No hace falta decir que fueron muy decepcionantes. —Mira a Harry y a Neville con cara de "les puse un 0 porque aún no existen las notas negativas"—. Saquen el libro y busquen las instrucciones de la poción escrita en el pizarrón. Tienen una hora para realizarla. Al final de la clase, todos los que no tengan una poción aceptable recibirán un merecido 0 y tendrán que entregar un trabajo la próxima clase titulado "Por qué no sé hacer pociones".
Neville está pálido y le tiemblan las manos al sacar su libro de Pociones. Yo saco el mío, y en cuanto puedo descifrar la letra del pizarrón, vuelo por las páginas hasta la sección 21.
—Párrafo dos —le susurro a Neville.
—Sin hablar —dice Snape sin mirar a nadie en especial.
Las puertas del aula se abren y muchos volteamos a ver. Draco está en el umbral, con el brazo vendado y cara de dolor. Pero no cualquier dolor. Es dolor de modelo. Dolor de "no me miren, soy demasiado perfecto, podría dejarlos ciegos... No quisiera verme al espejo...". Que es exactamente el contrario de mi razón para que no me miren demasiado.
—Ah, señor Malfoy, gracias por unirte a la clase. Siéntate.
—¿Te duele mucho, Draqui? —pregunta Pansy por lo bajo.
—Sí —dice él, sentándose a su lado y dejando caer la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados fuertemente—. Casi no me dejan salir de la Enfermería, pero hay que seguir adelante. No puedo dejar que una herida mortal acabe con todo.
Leyla, no debes golpearte la frente... No debes, no debes...
Zapateo un par de veces en el piso y descargo mi rabia. No puede ser más idiota. Ahora Hagrid será despedido, mandarán a Buckbeak al infierno, y Draco... oh... deberá usar una venda por su rasguñón. Pobre muchacho. Tan joven...
—Esas son mis raíces —me dice Neville. Recién me doy cuenta de que las estoy retorciendo en mis manos.
—Lo siento, ten las mías.
—Igual no podría hacer nada con ellas. Esta receta es imposible... ¿En qué forma se supone que hay que cortarlas? ¿Cómo corto esto de forma curva?
—Así. —Le muestro con el cuchillo.
—Profesor —dice Draco—. No puedo cortar con la mano así.
—Tienes razón. Potter, córtale las raíces al señor Malfoy.
Harry resopla mientras Draco va hasta su mesa y se sienta a su lado.
—Weasley, tú revuelve su caldero.
—¡Pero no voy a poder terminar mi poción!
—¿Quieres un 0, Weasley?
Ron frunce el ceño y comienza a revolver el caldero de Draco con fuerza, y Harry corta las raíces de mi primo por la mitad y derechas.
—Potter está arruinando mis ingredientes —dice Draco.
—Potter, cambia sus raíces por las tuyas.
—Pero...
—Y Weasley, dale tu caldero a Malfoy. Volcaste el líquido de él ya tres veces.
—No, está bien —dice Draco, con una mano en el corazón—, me quedo con mi caldero.
Snape se encoge de hombros y va a corregir a Zabini, que sacude el frasco al revés.
—Tu pobre caldero de segunda no me interesa —susurra Draco.
—Tu brazo de segunda les arruina la nota —le digo, sin dejar de picar el tendón de lagarto.
—Ah, mi brazo —sonríe Draco—. Sí, quizás no me duela tanto. Pero quien lo cuestione puede ir a hablar con mi padre. Está metido en el caso en el Ministerio.
—¿Ya llegó hasta allá? —pregunto con horror y le paso los ingredientes a Neville—. Tíralos de a uno en tu caldero.
—Cortas como mi mamá —dice Ron.
—Cuando estoy furiosa sale mi parte culinaria —digo.
—Ese tonto Hagrid no tiene ni una oportunidad frente al Ministerio. Mi padre ya presentó el caso... Tiene influencia, ya saben.
Harry solamente pica y pica y no levanta la vista de sus raíces, tratando de volver a cortarlas de una manera aceptable.
—Solamente quieres que despidan a Hagrid, no tienes nada en el brazo —murmura Harry.
—Bueno, en parte esa es mi razón. Pero hay otras cosas que valen la pena. Sigan trabajando, muchachos, sigan trabajando...
—De a una, Neville —le digo.
—Lo siento —responde, temblando—. Cuando mira hacia aquí no puedo...
Comienza a salir humo de su caldero, y cuando voy a meter la cuchara dentro para ver si el fondo está viscoso o no, la suelto de inmediato al oír:
—¿Qué haces, Longbottom?
La voz de Snape nos hace dar un pequeño salto en el lugar. Está sobre el caldero de Neville, con la nariz casi metida en el líquido. Cuando alza la vista, Neville se toma fuerte de la mesa para no desmayarse.
—Color naranja, ¡naranja, Longbottom! La poción reductora debe ser verde. ¿No puedes seguir simples instrucciones?
Con un movimiento de su varita hace detener el hervor y el humo deja de salir.
—¿Qué hay que hacer para que hagas bien las cosas?
—Pro-profesor... yo...
—Quizás debamos probar unas gotas de tu poción en tu sapo, ¿no crees? A ver si al fin logras hacer una poción decente.
Neville baja la vista y Snape se da la media vuelta y se va. Si no supiera que es mi padre, yo ya me hubiera muerto del miedo.
Suspiro, apago el fuego de Neville y rápidamente vierto la mitad de mi poción sobre la suya.
—No quedará bien, pero al menos no matará a Trevor —le digo—. Ahora haz exactamente lo que te digo.
—Sí —dice de inmediato, y le indico cómo creo que se puede salvar la poción. Tengo miedo de que hasta el caldero salga herido.
—Si encontraron las instrucciones correctas, habrán leído al final que hay que verter jugo de borraja —dice Snape—. La profesora Sprout ya les hizo extraer el líquido. Finnigan y Thomas repartirán los frascos.
Dean viene cargando la caja hasta mi mesa y me da mi frasco.
—¿Leyla se escribe así?
—Sí.
—Siempre lo escribí diferente... Mira.
Toma mi pluma y escribe en mi pergamino Leila.
—Y también lo escribí de esta manera un par de veces...
Layla.
—Mmm, no, simplemente es E-Y —le digo con una sonrisa mientras me da mi frasco y me pregunto cuándo en la vida debió escribir mi nombre. Sería muy tonto creer que tiene un diario, los chicos no escriben cosas así, pero quizás me mencionó en alguna carta.
—Neville, aquí está el tuyo —dice Dean.
—Ron, tu letra es imposible de leer —dice Seamus, dándoles los frascos a Harry y a Ron—. Dean, ¿tienes el frasco de Malfoy?
Draco, que estaba reclinado en su asiento con los brazos detrás de su cabeza, se sienta derecho de golpe.
—Cuidado con sus manotas, no vayan a romper nada —dice, mirando a Dean revolver los frascos.
Seamus se apoya en la mesa y le dice a Harry:
—¿Viste las noticias? Vieron a Black cerca de aquí.
Harry deja todo lo que está haciendo y Ron también escucha con atención. Yo no dejo de medir las margaritas para la poción de Neville, que no tiene mucho tiempo para terminar
—¿Dónde?
—Cerca de Hogsmeade, según dicen.
—¿Y lo atraparon?
—No, todos nos habríamos enterado de eso —dice Ron.
—Llamó una muggle, que no tiene idea de quién es Black en realidad. Cuando los del Ministerio llegaron, ya se había ido.
—¿Y hubo algún incidente? —pregunto—. ¿No atacó a nadie?
—No. Al menos no lo han dicho —dice Seamus.
—Menos charla y más velocidad, señores —dice Snape, apareciendo detrás de Seamus, quien da un salto del susto, agarra su caja y se marcha a la otra punta del aula. Dean deja el frasco de Draco en la mesa y se va a toda velocidad.
—¿Por qué tanto interés en Black, Potter? —pregunta Draco cuando mi papá vuelve a su escritorio—. ¿Quieres atraparlo con tus propias manos?
—No te importa —dice Ron.
Draco se encoje de hombros.
—Es normal querer vengarse. En tu lugar, yo ya estaría tras sus pistas, Potter.
—¿De qué me voy a vengar? —pregunta Harry con fastidio.
—Ah, ¿no lo sabes? —se ríe él—. Bueno, no seré yo quien te lo diga. Eres tan delicado que seguramente evitan decírtelo para que no te desequilibres.
—Está inventando —dice Ron.
—Leyla, creo que son muchas margaritas —murmura Neville, y me detengo a ver el desastre que hice. Perdí completamente la noción de lo que hacía.
Neville y yo vaciamos nuestros frascos en cada caldero. Mi poción cambia de tono y se vuelve verdosa, pero la de Neville...
Doy un suspiro y Neville se deja caer rendido en el asiento.
—Faltan cinco minutos para que termine la clase —dice Snape, de pie al lado de su escritorio—. Guarden sus pociones en un frasco con su nombre. Todos menos Longbottom.
Me muerdo el labio mientras todos obedecen y Snape se acerca. De un manotazo cambio el caldero de Neville por el mío, tirando parte del contenido en el suelo. Cuando Snape llega a la mesa, todos los ojos están sobre Neville, y no ven que seco el suelo con la mochila de Draco. Ni siquiera él se da cuenta.
—¿Y bien, Longbottom? ¿Listo para ver a tu sapo reaccionar a tu creación?
—Solamente le falta agregar las margaritas... —digo con falsa preocupación, tomando las flores en mis manos.
—No, señorita Blair. Y usted, señorita Granger, quédese sentada.
Hermione refunfuña y vuelve a su lugar. Ya estaba lista para evitar el fracaso inevitable.
Neville saca a Trevor de su bolsillo y Snape toma al sapo de una manera extraña, pero que impide que se escape. Debe trabajar con muchos animales pequeños para las pociones. Con su otra mano toma una cucharada de la poción y la pone en la boca de Trevor, que se retuerce al tragarla e intenta saltar lejos de aquí. Cuando Snape lo suelta, Trevor se queda quieto y todos dejamos de respirar por unos segundos, hasta que da un paso y se escabulle nuevamente en el bolsillo de su dueño.
—Terrible poción —dice Snape—, pero al menos lograste no matar a tu mascota. Cinco puntos menos para Gryffindor por no seguir las instrucciones.
—Pero... —dice Hermione.
—Y otros cinco menos por la señorita Granger, a quien nadie invitó a meterse y quien seguramente susurró formas de evitar que la poción fuera mortal.
—Estoy en la otra punta del salón, ¿cómo voy a...?
—Otros cinco puntos menos para Gryffindor.
La campana suena y todos salimos en silencio.
—Maldito Malfoy —dice Ron—. Me duelen las manos de revolver su caldero.
—Gracias por salvar a Trevor —dice Neville.
—No es nada —digo después de un rato. Siempre distraída.
Hermione llega corriendo desde el piso superior y, por poco, con la lengua afuera. Pero ya nadie pregunta cómo hizo para salir por otro lado.
—Tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras —dice ella—. Vamos, vamos, vamos...
Es la única con energías luego de la clase de Pociones. ¿Cómo hará? Recién estaba furiosa por lo de Snape y Neville, y ahora parece una chispita de alegría. Nos sentamos a esperar en el pasillo frente al aula y ella se pone a ordenar sus libros en la mochila, mientras Ron agranda el agujero en su mochila de puro aburrimiento, y Harry y yo quedamos cabizbajos y sin decir ni mu.
Realmente espero que Black no haya matado a nadie.
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Bueno, quién lo diría... estoy actualizando cada jueves. Accidentalmente. Sigo actualizando en las mismas condiciones que antes, ¡solamente esperemos que siga siendo así de rápido!
Espero que les haya gustado. :) Ya se viene la clase con Lupin, qué intriga...
En fin, no olviden dejar sus comentarios, siempre los leo.
Saludos y gracias por leerme.
BMW.
PD1: Sueno un poco a dementor, pero no se dejen engañar, a veces me pasa cuando acabo de escribir. Hace diez minutos terminé el capítulo, todavía no salí del modo escritora.
PD2: Veamos qué belleza de cuadro les traigo hoy...
Es un buen dormitorio al estilo Weasley. Lo que daría Leyla por tener algo así en la Madriguera...
Nuevamente, BMW.
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