12: Mi día
Estoy en mi habitación, con ropa seca en la mano, la ropa mojada aún puesta, y Hermione mirándome con cara de preocupación.
—Simplemente salía agua de todas partes —le digo—. No podía controlarlo. Lo único que se me ocurrió fue echarme la jarra encima para salir del momento.
—No fue tan mala idea —dice ella.
—Pero quedé como una inútil que se tira todo sobre ella. Encima todos vieron mi remera mojada. Se pega demasiado al cuerpo.
Las lágrimas corren por mis mejillas y colaboran con el jugo para seguir mojando la remera.
—Primero cámbiate, luego hablaremos. Es posible que te sientas mejor con ropa seca.
Asiento y me meto al baño. Me pongo una falda a cuadros y una blusa que alguna vez perteneció a tía Cissy y quiso regalarme antes de salir. Para entrar un poco en calor luego de ese baño de jugo me pongo también el suéter que la señora Weasley me hizo con tanto amor para Navidad.
Y es entonces cuando vuelve mi dolor de cabeza, siento que se me va la fuerza, y caigo sentada en el suelo.
—¿Estás bien? —pregunta Hermione del otro lado.
—Sí, sí...
El dolor baja por el cuerpo como las semillas dentro de una maraca, y el agua vuelve a salir por mis manos. Me saco los zapatos y las medias antes de que se vuelvan a mojar por mis pies, y comprendo todo en pocos segundos. Hago los arreglos necesarios de la situación, seco mis pies y vuelvo a vestirme, ya un poco más liviana en mi mente. Ahora lo entiendo.
Cuando salgo del baño y le cuento a Hermione, sus ojos se abren y sus manos se cierran en puños.
—¿Me estás diciendo que te vino? Eso es... increíble. Guau. Realmente yo... —Se sienta sobre la cama, se levanta, me abraza—. Oh, Leyla, eso es excelente, ¡felicidades! Yo siempre sospeché que te iba a tocar antes que a mí. Mira, solo tienes trece, y es posible que yo deba esperar hasta los quince, todavía soy una tabla.
Me río un poco y la abrazo. Hermione me mira con cara de "aplastaste tu no-tabla contra mí".
—Puede ser, pero eres linda, Hermione.
—Quizás lo sea, pero no me importa. Ser linda implica salir con chicos, y eso es demasiado trabajo. Nadie es realmente linda si no está arreglándose todo el día. Y los chicos, en cambio, son tan poco sofisticados... Todo el día bromas y comida.
—Eso parece una descripción de un día común para mí. Solo hay que agregarle un poco de sufrimiento por problemas femeninos.
—Pero tú eres diferente. ¿Alguna vez pudiste tener una conversación profunda con Ron?
—En general no tengo conversaciones profundas con la gente, excepto... A veces hablo bastante con Draco.
—¿Con Draco Malfoy? ¿Ese chico puede conversar con alguien? Siempre que lo escuché decir algo, era insultante.
—Paso los veranos en su casa, tengo que convivir con él de alguna manera. Sabes, puede sorprenderte. Cuando está relajado es bastante buena persona. Pero ahora tía Cissy teme que me termine enamorando de mi propio primo, o algo así, porque me prohibió ir a su cuarto y pide que siempre haya vigilancia cuando estemos juntos. Y cada tanto me pregunta si me interesan los chicos. No sé a qué va su pregunta.
Hermione pone una mueca de disgusto, que significa que me entiende.
Alguien golpea la puerta y ambas quedamos congeladas en el lugar como si el basilisco nos hubiera petrificado.
—¿Qui-quién es? —pregunto con un hilo de voz.
¿Por qué uso una falda en un día como hoy? ¿Qué hago si es George? ¿Dejé un corpiño en el suelo? ¿Vendrá a ver si sigo empapada?
—Soy Ginny, y es mi propio cuarto —dice ella al entrar—. Golpeé solamente por darte privacidad, pero veo que estás con Hermione. —Cierra la puerta y nos mira con sospecha—. ¿Te sientes mejor? ¿Ya te cambiaste?
Asiento con la cabeza.
—¿Pueden decirme qué pasó?
—Me tiré la jarra encima.
—Eso lo sabe hasta Tom. Me refiero a lo que pasó hace poco aquí dentro. ¿Se estuvieron pintando el cabello?
La miramos sin comprender, pero Ginny insiste en señalar mi pelo. Me miro en el espejo y veo un mechón rojo entre todo el cabello negro. Cuando lo toco, noto que está más caliente que el resto.
—Juro que no lo pinté.
—Entonces te estás convirtiendo en una Weasley —dice Ginny a mi lado, mirando el rojo con intriga.
—Debe ser parte de todo esto —digo.
—Es probable, en alguien como tú... —dice Hermione.
Ginny frunce el ceño.
—Hay algo que me están ocultando —refunfuña.
—No es nada, Ginny. —Sigo examinándome en el espejo. Me sorprende que no haya olor a cabello chamuscado—. ¿Cada... cada cuánto tengo que... cambiarme? Si lo sabes —pregunto con un poco de vergüenza a Hermione. Tengo miedo de manchar la ropa. ¿Cuánto tiempo ha pasado ya? ¿Una hora?
—Bueno, eso depende mucho de cada persona. Trata de ir cada una hora a... husmear.
Se pone roja y ambas miramos a Ginny, que tiene una sonrisa en el rostro y se ríe.
—Son más tontas de lo que pensaba —dice—. Sin ofender. Pero, por favor, no me digan que a Leyla le vino y que no saben cómo hacer.
Ambas estamos boquiabiertas.
—Ginny... tú...
—¿Ya lo...?
—¿Cómo...?
Ella se ríe.
—Ya sé cómo es la cosa y, no, no me vino todavía. Tengo doce, los cumplí hace poco.
Respiro con alivio.
—Bueno, Ginny, entonces podemos contarte más. Creemos que el cabello rojo es por eso. Ya sabes que soy clímaga, ¿no?
—¡Con razón ahora está lloviendo! Estaba muy lindo el cielo esta mañana, pero luego de que te fuiste hubo una lluvia bastante fea.
Miro por la ventana y veo que, en efecto, la calle muggle se ha llenado de paraguas abiertos.
—Obviamente yo tenía que arruinar un buen día —suspiro—. Lo siento. Realmente hay cosas que salen de mi control. ¿No tengo nada más que sea raro? ¿No tengo un lunar en la nariz de color rojo? ¿O un cartel en la espalda que diga todo lo que me ha pasado con letras bien grandes?
Las dos se ríen y corren a abrazarme, haciéndome el relleno de un sándwich humano.
—Oh, no, ¡tu no-tabla otra vez, Leyla! —dice Hermione.
—Mejor ten cuidado si abrazas a alguno de los chicos —aconseja Ginny.
—¿Crees que estoy todo el día abrazándolos?
Ella se encoge de hombros.
—Una nunca sabe qué esperar de ti. Pero olvidemos eso, ¿cómo quieres celebrar este día? Es tu día, y de nadie más.
—Mi día —digo con una sonrisa—. Suena bien. Anótenlo en el calendario para conmemorarlo todos los años. No habrá clases nunca en este día.
—Cae en vacaciones todos los años —dice Hermione.
—Por eso. Nadie se atreverá a desafiar el supremo día feriado de Leyla.
—Ya se te subieron las hormonas a la cabeza —dice Ginny. Hermione comienza a explicar cómo funcionan las hormonas, que en realidad muchas provienen de la cabeza, pero pronto acepta que no es necesaria una lección de biología en un día así.
Las chicas salieron de la habitación durante el día un par de veces, principalmente para traer más dulces, y ahora los comemos durante la tarde. Yo no me muevo de la alfombra en el suelo, excepto para ir al baño incontables veces. En parte fue por eso que pedí no salir del cuarto. Nadie quiere andar muy lejos del baño en su primer día.
—Dime, ¿por qué crees que justo hoy fue el día, y no ayer? —pregunta Ginny—. No me quejo, no hubiésemos estado ayer y me perdía de esta diversión. Dame otra rana de chocolate.
—En realidad —digo, dándole la bolsa de dulces—, tengo una teoría muy estúpida y vergonzosa. ¿La quieren oír?
—Por supuesto —dice ella. Hermione también asiente mientras mastica.
—No se rían demasiado fuerte, o los chicos vendrán —pido—. En fin... Ustedes saben que me gusta George, ¿o no?
Hermione asiente y Ginny pone los ojos en blanco.
—Ey, Ginny, a ti no te lo había contado. ¿Soy tan obvia?
—Hay algo entre los dos. Noté que mirabas bastante a George en Hogwarts, y en casa te divertías con él. Y eres una de las pocas chicas con las que andan que es graciosa.
—Mmmm, gracias, supongo. No me des grandes esperanzas.
—Trataré de no hacerlo. Una nunca sabe cómo es con mis hermanos.
—Exacto —digo con un suspiro—. No me estás levantando el ánimo, tampoco. Recuerda que hoy es mi día.
Me da unos caramelos y dice que son especiales para ser feliz. En momentos así, las tonterías son buenas para mejorar las caras largas.
—Lo que quería decir es que... todo se alteró cuando George vino a la mesa. Salía agua de mis dedos. De mi cabello. No como sudor, sino realmente agua. Ya sabes, como el año pasado, que creé la barrera de agua —le digo a Ginny, y ella asiente de inmediato—. Y luego vine aquí y me había venido, y mi cabello se pintó... Siento que fue todo por volver a verlo.
Hermione tiene los labios tan apretados que parecen pegados y Ginny sonríe mientras come.
—Es una linda teoría —dice al fin—. Es más linda que tonta y vergonzosa.
—Pero no te preocupes, no creo que haya sido por eso —dice Hermione.
—Puede ser algo parecido, ¿no crees? —digo—. Quizás ver a George sí me hizo perder el control de la climagia, y eso activó lo otro.
—Así me gusta más —dice Hermione—. No me gusta que un chico pueda regular el mensual, pero sí creo que lo que pienses de él puede hacer que tu poder se salga de control.
—Es que George es tan...
Hay golpes en la puerta. Me tapo la boca y Ginny va a abrir.
—¡Chicas, está nevando! —dice Harry desde la puerta.
—¡En agosto! —dice Fred.
—Esto no puede ser natural —dice Hermione, y se asoma a la ventana. Los gemelos entran, seguidos por Harry y Ron. Pronto la vieja de al lado también se unirá a la caravana. Vuelvo a inspeccionar la habitación en busca de ropa interior inapropiada, pero todo está en su lugar.
Todos vemos que, en efecto, nieva, y la nieve se vuelve más y más cuando George está a mi lado viendo hacia afuera. Parece la peor tormenta en años. Ya ni siquiera hay gente en la calle.
—Clima de locos, ¿eh? —me dice George con una sonrisa.
—Clima de Leyla, sin duda.
---
¡Aquí está la actualización adelantada que prometí!
Leyla ha dicho demasiado al final, ¿no lo creen? ¿Y qué piensan sobre el gran suceso? ¿Alguna vez hicieron algo así de, digamos, inteligente por el mismo tema?
Les deseo un feliz lunes y que la espera al capítulo del viernes no sea tan larga. :)
BMW.
(Si tienen un momentito, les recomiendo buscar a Jonas Kaufmann en YouTube, preferentemente cantando "Nessun Dorma", pero lo que encuentren estará bien. Solo escúchenlo. Y véanlo. Y comenten. Es probable que conozcan lo que canta.)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top