Seguimos
De Leyla y la Cámara Secreta:
—No me digas que el muñequito de torta Diggory está también en el periódico escolar—dice George.
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—Puedes hacer la columna de la señora Norris —propongo yo, pero a Lavender no le causa mucha gracia.
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—Bueno...—afloja Hermione—, si quieres puedes unirte. Pero te aviso que los encuentros son en la biblioteca, y allí no puedes chillar ni hacer otros ruidos molestos.
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Querido Cedric, gracias por tu última carta, improvisa Francesca. Quería contarte que estoy pasando un tiempo fantástico encerrada en la cocina de los Malfoy porque he roto una tetera y no he dejado que Dobby limpiara el desastre. También me encuentro en esta hermosa estancia porque no aguanto estar en mi casa con mi madre, su esposo que no es mi padre, y los pensamientos que vuelan hacia mi verdadero padre, que es Severus Snape. Sí, nuestro profesor de Pociones que no se baña y tiene algo contra Harry Potter. Oh, y pronto me iré a vivir con los Weasley y el otro chico que me vuelve loca. Solo para que sepas.
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—Lo siento, Herms, se alargó un poco la... eh... ya sabes, la reunión en la cueva del murciélago.
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Hay una mano en mi hombro. Cedric está detrás de mí. Por suerte la mano es de Cedric, porque siempre está la posibilidad de que haya manos sueltas en Hogwarts, arrastrándose por el suelo y dejando un rastro de sangre detrás.
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—También ven que desapareces por largos ratos...
—Como si nadie fuera al baño durante un largo rato, también.
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—¡Todo me sale mal!
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—¿Crees que a ti no te sucedió nada?
—¿Por qué? ¿Tengo alguna herida? No tengas vergüenza, solo dime qué es lo que está mal, porque más de una vez me pasó que iba por la vida, alegre, y en verdad tenía un corte o un chichón en algún lado y no me daba cuenta. ¿Me ves algún chichón?
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Luna vuelve a la Torre y la puerta se cierra detrás de ella. Selene patea el suelo, frustrada.
—¿Y ahora quién resolverá el acertijo por mí?
—¿Siempre alguien lo hace por ti?
—¿Y qué esperabas? No entiendo una sola palabra de lo que pregunta esa puerta. Siempre hay algún nerd por aquí a quien convencer de que lo conteste por mí.
—Maldita sea, Selene. Es espantoso, pero tenemos al fin algo en común.
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—Respete la velocidad máxima, por favor —dice Madam Pince.
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Así que el futuro de Leyla Blair es ser Leyla la llorona. Debería saber cómo murió Myrtle, para ver si yo también quedaré de espíritu permanente en el baño de las chicas, donde Lockhart va cuando le da vergüenza usar el de profesores para sus días explosivos.
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—No, no, no me besé con Harry. —Lo único que necesito es que Cedric y George crean que ando con un tercero—. Tonterías. Ahora, a lo importante. Debby...
—Soy Abby.
—Lo lamento, no puedo diferenciar a ustedes tres a menos que estén juntas y pueda comparar el tamaño del ojo izquierdo.
—¿Qué hay de malo con mi ojo izquierdo?
—Nada...
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—Ahora ya entiendo por qué evitas a tus hermanas. ¿Ni siquiera un favor te hacen?
Niego con la cabeza.
—Ni uno solo. Ojalá se parecieran un poco a tu familia. Los Weasley son los mejores.
—Excepto Percy. Todos somos geniales salvo Percy.
—Sí, él se merece llevar el apellido Blair-Black.
—Ya te llamarás Weasley —me dice, y yo bajo la vista.
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Estoy encerrada en un armario de escobas en las mazmorras.
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Primero,terminé la poción y me deshice de Dumbledore, que espero que se haya ido a su oficina y no al baño de chicas.
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Fue todo muy ridículo, delirante, teóricamente imposible... pero sucedió. Y ahora estoy aquí encerrada, inútil, y Hermione, Ron y Harry están en el baño planeando todo.
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Cedric seguramente llegará en poco tiempo con las autoridades del colegio, incluso de todo el mundo mágico, quizás hasta con el primer ministro muggle, y allanarán el lugar. Harry, Ron y Hermione estarán en enormes problemas, descubrirán la poción ilegal, nos mandarán a Azkaban y...
Está bien, estoy exagerando un poco, pero tan solo un poco.
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Cedric planea entregarme a las autoridades porque cree que petrifico gente.
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Yo no hago tantas bromas. Simplemente digo tonterías que se me ocurren.
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A mitad de camino en mi viaje sin rumbo por el Gran Salón, que presumiblemente se trata de dar vueltas en círculos como un perro persiguiendo su cola, me encuentro con Fred y George.
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Corremos hacia la pista, y Madam Hooch nos pone en dos filas: los siete de Gryffindor contra los siete de Hufflepuff. Entre los jugadores veo a Cedric, tan apuesto, tan alto, tan... ahhh.
—A sus escobas —ordena Madam Hooch—. Cuando suene el silbato...
—Sí, ya sabemos —se impacienta Wood y se adelanta para estrechar la mano con Cedric, ambos capitanes.
Sí que se ve guapo.
—Tres, dos, uno...
—¡ALTO!
Algunos nos caemos de la escoba (los tramposos, que nos subimos antes de que sonara el silbato), y todosmiramos hacia McGonagall.
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de Leyla y el prisionero de Azkaban:
Oh, por Merlín... ¿Escuchaste, Francesca? Mis hermanas también saben. Ahora seguro George y Cedric y Pansy Parkinson y Angelina Johnson y medio mundo lo saben, ¿verdad? ¡Y YO SOY LA ÚNICA TONTA QUE CREE QUE ES UN SECRETO Y ESTÁ DESARROLLANDO UN COMPLEJO DE CABELLO GRASOSO HEREDITARIO Y SOBREPESO MIENTRAS QUE TODO EL MUNDO SE RÍE A MIS ESPALDAS...!
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—Así que ya sabemos por qué tenías tanto apuro por irte —dice George.
—En realidad yo...
—Por favor, ¡un prefecto! ¡De Hufflepuff! No hay nada más aburrido que eso.
—Pero tú no entiendes, Georgie... Es bello —dice Fred con ojos soñadores.
—No solo eso —dice George, uniéndose al juego—, me han dicho que lo nombraron capitán del equipo. ¿No es perfecto?
—Seguro que tiene músculos...
—Mmmm... Leyla, tú puedes confirmarnos eso, ¿no?
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Nos despedimos de Fred, George y Ginny, que desayunó sin decir una palabra, y los gemelos simulan cada uno abrazarse a un Cedric imaginario con cara de embobados.
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Cuando salgo del baño, mojada en gran parte por mi primer accidente, tengo el inmenso honor de encontrar al prefecto Cedric Diggory.
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¿Qué piensa hacer? ¿Dejar que me sonroje y se evapore el agua? Ahora que lo pienso, podría intentar algo con el viento para secarme, pero dudo que salga bien. Ya me imagino que se me levantará la túnica y todos apreciarán mi ropa interior.
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—Faltarle el respeto a un hipogrifo será lo último que hagan —dice Hagrid con seriedad.
Ahora temo que Draco comience a tener complejo de hipogrifo y pida que todos nos arrodillemos frente a él para ser aceptados. Eso sí sería el colmo.
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—Los hipogrifos son seres muy leales una vez que entras en confianza con ellos...
¿Habrá sido muy tonto de mi parte haber invitado a Cedric a... lo que sea que tengamos esta tarde? No me atrevo a llamarlo cita, pero de todos modos es algo. Y no sé si se supone que las chicas hagan eso.
—...vuelan muy alto y a gran velocidad...
Pero no iba a sentarme a esperar a que él me invitara a algo, ¿o sí? A ese paso iba a tener cien años e iba a estar todavía aguardándolo.
—...este ejemplar es el más joven de todos...
Y tampoco es que estoy casada y no puedo andar saliendo con chicos / aceptando toallas cuando me explota el baño en la cara.
—Son muy orgullosos —dice Hagrid—, y ellos deben dar el primer paso. Siempre.
¿Los muchachos deben dar el primer paso?
—...o sería lo último que harían...
—Oh, no —digo, aturdida.
—¿Te sientes bien? —me pregunta Hermione—. ¿Estás escuchando lo que dice Hagrid?
—Sí, sí...
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Llegar en brazos de Cedric a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas... con el viento ondeando mi cabello (¡seco!) y el pasto mullido bajo sus pies... y todos admirando su fuerza porque puede levantar a la bolsa de papas.
Creo que te pasaste esta vez, dice Francesca.
¿Dices que me pasé de peso? Pues no hacía falta que lo dijeras.
Francesca a veces me pone furiosa.
Te pasaste en tus fantasías, dice ella.
Es verdad. Hay que agregarle un toque de realismo. Lo tengo: la escena anterior tal cual la describí, pero con un viento tan salvaje que, de nuevo, mi túnica se infla como un paracaídas muggle y toda la clase aplaude mi llegada en ropa interior.
Si sigo así, creo que Francesca se matará uno de estos días.
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—Parece que es un lugar habitual para parejas —dice él.
Yo miro al suelo y me entretengo enroscando el tallo de una planta alrededor de mi dedo.
Cedric se ríe, pero luego se pone serio.
—¿Sabes qué planta es esa?
—¿Mmm?
Se arrodilla a mi lado y me quita el tallo a toda velocidad y examina la piel. Mi mano está en su mano y se ven tan lindas juntas...
—¿Cómo dejan que esto crezca aquí?
—¿Crees que sea venenosa? —susurro. No puedo hablar más fuerte. No quiero sacar mi mano de la suya.
—Roble —dice asintiendo—, roble venenoso.
"Alumna de Hogwarts muere en MANO de un alumno, inmovilizada luego de tocar una hoja de roble venenoso". El Profeta venderá muchas copias con ese titular.
—Cedric... —murmuro—. Cedric, si muero... quiero que sepas que...
—No vas a morir —me sonríe él, agachado, con nuestros ojos a la misma altura.
Alguien carraspea y Cedric suelta mi mano y se incorpora. George y Fred están al otro lado del banco, con los brazos cruzados.
—Lamentamos interrumpir, pero pueden proponerse matrimonio más tarde —dice George.
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Hay silencio. Quiero sacarlas de aquí y no sé cómo. Luego siento unas patitas en mi mano. Es Barbas. De inmediato ya sé qué hacer.
—Dime, ¿te gusta Ced...? ¡AAAAAAAAHHHHHHHH!
—¿Qué pasa? —se alarma Parvati.
—¡QUÍTALO, QUÍTALO! ¡AHHHHHH!
Se escucha un golpe sordo y Lavender cae al suelo. Ambas salen de mi cama y se van al baño gritando. Parvati grita solamente por el miedo de Lavender, porque sé muy bien que puse a Barbas solamente en la cabeza de Lavender.
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—De nada. Ahora intenta comer algo antes de que venga la siguiente clase —digo con una sonrisa—. No hay nada más feo que tener hambre en Pociones.
—¿Cómo sabías que mi siguiente clase es Pociones?
—Intuición.
Claro, porque no intentaste aprenderte el horario de George de memoria...
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Luego entra el equipo de Gryffindor, y siento que debo conseguirme unos pulmones más grandes al ver a George en su túnica de Quidditch. Simplemente le queda tan bien...
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—¿Te quedas a ver todo el entrenamiento? —me pregunta.
—Sí, habías dicho que podía —le digo.
—Muy bien. Pero debes entrar las pelotas al castillo cuando termine la práctica.
—Qué bien —digo—, ahora puedo enorgullecerme de ser la primera mula de carga del equipo de Gryffindor.
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—Todos los alumnos pasarán la noche aquí dentro —dice Dumbledore—. Nadie debe salir sin autorización, y para ir al baño deben ir en grupos con un prefecto.
Leyla, nilo pienses, me retaFrancesca.
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Neville me ayuda a bajar cuando ve que resbalo por una de las tablas y le agradezco por salvarme de un show de ropa interior y de un golpe en la cabeza. Después de todo, Dumbledore no puede estar siempre para impedir las caídas de todos.
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Yo tengo otro ataque de estornudos (evidencia de culpabilidad) y me disculpo y salgo antes de que Madam Pomfrey me recete unasemana de reposo y jarabes feos.
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Su cara se ilumina y toma la mano que estaba tontamente flotando en el aire. Siento un cosquilleo que va desde los dedos por todo mi brazo y sonrío más y más y siento que en este castillo jamás puede hacer frío estando con alguien como él.
Y luego estornudo.
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Doy vueltas como una nena por todo el dormitorio, me paro en mi cama, bajo, corro a la ventana y vuelvo a la cama. Si dejo de moverme, voy a explotar... o a incendiar algo. Pero cuando veo cuántas cosas derrumbé en mis volteretas, me detengo y junto un poco para que no crean que Sirius Black entró a buscar a Harry aquí adentro.
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"Jamás pasarás desapercibida si andas de la mano con Cedric Diggory" — Leyla Blair-Black
No se ve mal. La gente me recordará por este trocito de sabiduría. Ahora tengo que ver cómo hago para que lo agreguen a Historia de Hogwarts... aunque solo Hermione lo vaya a leer.
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—Este tipo está demasiado deprimido —dice George, sacudiendo la cabeza hacia Wood—. Ni siquiera nos reta por huir del entrenamiento.
—Solo dice "la copa, la copa..." —dice Fred, y Harry se pone más serio.
—Yo creo que fue a consultar el futuro de nuestro equipo con Trelawney y por eso lo ve todo tan negro —digo, y ellos lo aprueban.
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¿Lo hice sonrojarse o solamente es la luz roja que refleja mi propio pelo? (Noticias: Andrés vino hace dos días y me dejó un mechón de color más ancho que las veces anteriores).
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—¿Te acompaño a tu próxima clase? ¿Qué tienes ahora?
Jaja, como si pudiera acordarme del horario cuando CEDRIC DIGGORY ME ESTÁ MIRANDO CON SUS OJOS DE MIEL.
Respira, respira.
—Eh, ¿hoy es lunes? Defensa.
—Leyla, yo tengo Defensa —me dice con una sonrisa.
¡Entonces el horario estaba bien! Tengo que anotarme esto en alguna parte...
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Me agacho a juntar el libro y él lo recibe con una sonrisa.
—No esperaba verte aquí —me dice.
—Sí, todos se sorprenden cuando me ven cerca de unlibro —digo—. Y tienen razones para ello.
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—Mira, tengo que copiar las notas que me perdí en clase —le digo por lo bajo a Cedric, para que Hermione pueda estudiar y Madam Pince no vuelva a meter su cara. ¿Qué pasaría si Cedric por algún milagro quisiera darme un beso y apareciera la cara de Madam Pince entre los dos?
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—Cada unoes diferente. Sinceramente, no puedo decirte si me gusta más andar corriendo por ahí o estar aquí sentada. Lo que te aseguro es que al menos aquí, comotengo que quedarme quieta y caminar despacio, no me choco contra las paredes
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Pero siempre mi boca va más rápida que mi cerebro, para todo.
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—Y tenemos que comprar una taza muerde-narices para el regalo de Navidad de Percy —dice Fred con una sonrisa y ojos brillantes—. La compra en Zonko será grande...
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Sonrío ampliamente con todos mis dientes reluciendo. Espero que no me haya quedado comida del desayuno entre las paletas.
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—Bueno, si en algún momento tienes muchas, muchas ganas de hablar con Trelawney y decirle qué cosas horribles les pasaron a los profesores que no me aprobaron el año...
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Me temoque pueda pasar algo inesperado con Cedric en clase, como que de repente sus ensayos desaparezcan o que su caldero se dañe y desapruebe la materia por lamente maligna de mi papá.
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Dejamosde caminar cuando estamos cerca del sauce boxeador. Un lugar muy romántico.
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En cuanto vuelva de las vacaciones tengo que decirle la verdad sobre Snape o creerá que quiere matarlo porque sí. Siempre es mejor saber por qué lo matan a uno.
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—Un placer conocerte —le digo—. Supongo que si tienes clase con Cedric, también tienes con mi hermana. Lo lamento mucho.
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Para el desayuno bajo con el suéter Weasley y la boina de Cedric, y además de que parezco un pajarraco de colores, no hay nada interesante para comentar.
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Y hoy no sirvieron huevos fritos. Ningún día promete ser bueno si no hay huevos fritos a la mañana.
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Al día siguiente me levanto con una horrible crisis de granos.
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—¿Te pusiste maquillaje?
—Ah, sí, yo... Eh. Ah.
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—Sí, estábamos yendo a Hogsmeade y venía caminando justo atrás... Pero a ti no te gustan los chicos, ¿no? —me dice Dean.
Si hubiese estado tomando mi chocolate, lo habría escupido en su cara.
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Las mañanas y yo no somos amigas.
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Llego tarde a la clase de Adivinación y trato de escabullirme por el fondo del aula para que no se note tanto. (No me importa que Trelawney ya sepa desde ayer que iba a llegar tarde).
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—¿Y bien? —dice, haciéndome sobresaltar—. ¿Cuál es el gran secreto? ¿Tienes granos en los brazos?
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—¿No te espanta salir con la hija de Snape? Sé que es un profesor que da miedo y trata mal a todos, y que nadie lo quiere y que todos maldicen a su madre aunque no la conozcan.
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Que no mencione el cabello grasoso, que no mencione el cabello grasoso...
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Luego suena el timbre y los dos levantamos la cabeza y nos chocamos, mi nuca contra su frente.
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La puerta del aula se abre, la luz se enciende y entran dos personas. Veo que son Lupin y Harry y ellos ven que somos nosotros dos.
Cedric se levanta de inmediato y yo finjo estar buscando algo.
—Oh, aquí está, al fin —digo—. Gracias por prender la luz, profesor. Había perdido un broche y no iba a encontrarlo en la oscuridad.
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—Sí. Nos besamos.
—¿De verdad?
Yo asiento.
—¿Una vez o más?
—Más de una vez —digo con la cabeza alta y con cara de Lady Leyla.
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—¿El Beso? ¿Qué significa eso? ¿Solamente la gente que besó a alguien puede ver lo que hay debajo?
—No, no. El Beso del Dementor. Te quita el alma cuando lo hace. Quería avisarte lo que sucede.
—No tratas de decirme que Cedric es un Dementor, ¿verdad?
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—Harry —digo—, ¿dejas que Cedric la observe?
—Si quieres no la toco —dice Cedric de inmediato—, con verla basta.
—Sí, no la toques —dice George por lo bajo, y luego me mira a mí.
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Luego de admirar mis dudosas habilidades en Quidditch, nos vamos al castillo a tomar una buena taza de chocolate caliente antes de la fiesta en la Torre Gryffindor.
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—Cedriiiic —susurro como una loca asesina que aparece en las noches en la cabecera de tu cama. Vaya, quizás sí termine siendo como Black.
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