5. Compartimiento Compartido

Dedicado a @Lily_delPilar, autora de "Mi vida es un desastre", la primera novela que leí en Wattpad. 

Capítulo cinco

Compartimiento Compartido

Todos los “nuevos” en el tren comenzamos a empujar nuestras cosas delante de nosotros por los pasillos de los vagones. Miramos los compartimientos, algunos entran y cada vez quedamos menos. Veo a Natalie y Karen en uno de los compartimientos a la derecha e inmediatamente miro hacia otro lado. El día ya tuvo suficientes problemas sin su colaboración.

            Draco rápidamente me saluda y entra a un compartimiento donde hay dos chicos de nuestra edad increíblemente gordos. También hay una chica con cara de perro y otros alumnos más que no llaman mucho la atención. Todos hijos de los amigos de tío Lucius, supongo.

            Perdí a Neville de vista en cuanto subimos al tren, así que estoy sola. Veo que un compartimiento está lleno por la mitad, así que entro.

            —Hola, ¿puedo sentar…? Oh, Selene, tenías que estar aquí —me quejo al ver a mi hermana, sentada entre dos chicos.

            —Leyla, pensé que nunca llegarías a Hogwarts. Es más, creí que jamás lograrías pasar por la barrera. ¿Lucius Malfoy tuvo que llevarte en sus brazos para atravesar la pared? —se burla.

            —Estúpida —le digo, y siento una reconfortante y fresca brisa en el compartimiento. Varios miran hacia la ventana, herméticamente cerrada, y hacia el pasillo, donde no vuela una sola mosca. Selene me mira con odio, levantándose, y me doy cuenta de inmediato que lo mejor es correr.

            Salgo atropelladamente del compartimiento y me echo a correr por el pasillo, cambiando de vagón cada tanto. Selene me persigue, así que aumento la velocidad. Tengo miedo de que saque su varita y me embruje, ya que empieza tercer año y sabe muchísimos encantamientos.

            Pero parece que es más estúpida de lo que pensaba, porque por suerte no se le ocurre usar magia contra mí. Gano unos metros de ventaja cuando alguien se cruza entre nosotras y hace frenar a mi hermana, y aprovecho la confusión para lanzarme al primer compartimiento que veo. Hay dos chicos adentro, sentados uno en frente del otro, y me escondo detrás de uno de ellos.

            Ambos están extrañados y me miran.

            —¡Ustedes no me ven! —les digo un tanto acelerada—. ¡Hablen! ¡Conversen! ¡Todo aquí es normal!

            Por las dudas obedecen. Veo que Selene pasa corriendo, furiosa, y saltea el compartimiento. Dejo pasar un rato y luego me levanto y asomo la cabeza al pasillo. Perfecto, hermana engañada. Debe estar a dos vagones de distancia, preguntándose cuándo aprendí a correr tan rápido.

            Me doy vuelta y veo a los dos estudiantes, mirándome. Uno tiene anteojos y cabello negro, mientras que el otro es pelirrojo y tiene una nariz larga, con una mancha negra en la punta. Debe ser de la familia que vi antes en la plataforma.

            —Oigan, lo siento, tenía que huir de mi hermana. Supongo que me comprenderán.

            —Sí, sé lo que es escapar de hermanos mayores.

            —Creo que te vi con tu familia, en King's Cross.

            Noto que su ropa es de segunda mano.

            —Sí… Tengo más hermanos, dos ya egresaron de Hogwarts. ¿Planeas quedarte aquí?

            —Si no les molesta…

            —Claro que no, puedes sentarte —me dice el de anteojos. No sé al lado de quién sentarme, así que elijo el suelo, entre ambos asientos.

            —Bueno... Me llamo Leyla Blair-Black... y odio las presentaciones. Son algo incómodas, ¿no?

            —Tal vez… Soy Ron. Ron Weasley —se presenta el pelirrojo.

            —Harry Potter —dice el otro. No sé por qué, pero el nombre me suena. De todos modos no digo nada al respecto.

            —Creo que es un gusto conocerlos… Pero no los conozco, así que en realidad no lo es.

            —Sí, tienes razón, se dice sólo por costumbre —comenta Ron—. ¿Tienes una sola hermana?

            —Ya quisiera. Somos catorce hermanos. Trece mujeres y un varón.

            —Vaya, y yo pensaba que éramos muchos en casa. Somos siete hermanos.

            —¿Tú tienes hermanos, Harry? —pregunto.

            —No... —me dice con cierto pesar.

            —¿No sabes lo que sucedió? —me pregunta Ron, dejándome desconcertada.

            —¿Qué?

            —Harry… Harry Potter, ¿no sabes?... es el… el niño que vivió.

            —Oh —digo como una estúpida—. ¡Oh! Lo siento, Harry, lo lamento mucho, tu nombre me sonaba pero no sabía de dónde... Ay, en serio no quise...

            —Está bien —me dice, como si en serio no importara que el Innombrable haya matado a sus padres e intentado eliminarlo también a él.

Nota mental: repasar historia mágica antes de hablar con la gente en el tren.

            —Eh, Ron —escucho una voz. Hay dos muchachos pelirrojos e idénticos entre sí en la puerta de nuestro compartimiento—. Mira, nosotros nos vamos a la mitad del tren, porque Lee Jordan tiene una tarántula gigante y vamos a verla.

            —De acuerdo —murmuró Ron.

            —Harry —dice el otro gemelo—, ¿nosotros nos presentamos? Soy Fred y él es George. Weasley.

            —Espera —interrumpe el otro—, tú no estabas aquí antes —me dice.

            —No, tuve que esconderme aquí. Me llamo Leyla Blair-Black.

            —¿Blair-Black? Oh, ¿eres hermana de Selene? Es compañera nuestra —me informa el mismo gemelo, llamado George.

            —Pobrecitos. ¿Deben aguantarla todo el año?

            —Al menos parece que tú no eres como ella. Es como…

            —…como un grano en el culo —completo—. Seamos sinceros.

            Ambos gemelos ríen, asintiendo.

            —Bueno, nos vamos a ver la tarántula. Tú… ¿quieres venir? —me pregunta George.

            —Gracias… pero creo que estoy más segura aquí.

            —No le temas a la tarántula.

            —Me refería a Selene.

            Ríen otra vez.

            —De acuerdo. Nos vemos luego, entonces.

            —Adiós, Harry. Leyla. Ron —dice Fred.

            —Hasta luego —respondemos los tres. Los gemelos salen del compartimiento y cierran la puerta.

            —Les caes bien —me dice Ron.

            —Supongo…

            —Eso es algo difícil. A mí me suelen molestar, aunque no como tu hermana te molesta a ti.

            —¿Ah, sí? Parecen buenos chicos. Supongo que serán bastante traviesos. Oigan, ¿ustedes ya se conocían?

            —No. Recién ahora.

            —Oh, pensé que eran amigos de toda la vida. Como mi primo y sus amigos… Se fue con ellos apenas subimos y quedé sola.

            Continuamos charlando durante un rato largo, contándonos sobre nuestra vida. Luego de comprarle a la señora del carrito unos dulces con un dinero que tía Cissy me dio, dejamos de hablar y nos dedicamos a comer ranas de chocolate. Harry encuentra a Albus Dumbledore en las figuras y lee:

Albus Dumbledore, actualmente director de Hogwarts. Considerado por la mayoría como el mejor mago del tiempo presente, Dumbledore es particularmente famoso por derrotar al mago tenebroso Grindelwald, en 1945, y por el descubrimiento de los doce usos de la sangre de dragón y su trabajo en alquimia, con su compañero Nicolas Flamel. El profesor Dumbledore es amante de la música de cámara y del juego de bochas.

            —Vaya, ¿todo eso es nuestro director? Yo me conformaba con un profesor con experiencia, nada más —comento, haciendo reír a los chicos.

            La puerta se abre de nuevo y aparece un rostro conocido.

            —¡Neville! —exclamo—. Pensé que te había perdido para siempre.

            —Ah, hola, Leyla —me dice con una sonrisa—. Veo que aún tienes a Barbas contigo.

            Ron y Harry me miran con curiosidad.

            —Mi lagartija. Se llama Barbas de Merlín —explico, mostrándoles a mi mascota azulada—. Le puse ese nombre hoy, deben acostumbrarse.

            —Al menos no la perdiste de nuevo. Yo no encuentro a Trevor, mi sapo. ¡Se me pierde todo el tiempo!

            —Ya aparecerá —dice Harry.

            —Sí, por supuesto... Bueno, si lo ven...

            Y se va, dejando la frase incompleta.

            —Pobre Neville, es muy tímido. Lo conocí hoy en la estación, es muy buen chico, no se dejen llevar por sus… nervios… cuando habla con la gente.

            La conversación se transformó en una charla sobre mascotas. Harry tiene una lechuza llamada Hedwig, y Ron una vieja rata llamada Scabbers. Está por hechizarla con su varita cuando la puerta se abre otra vez. Neville está de vuelta, esta vez con una niña de cabello marrón y enmarañado que tiene los dientes de adelante bastante largos.

            —¿Alguien ha visto un sapo? Neville perdió uno —dice con su voz mandona.

            —Ya te dijimos que no lo vimos —dice Ron, pero la chica está concentrada en su varita.

            —Oh, ¿vas a hacer magia? Entonces me quedo para ver.

            La presencia de la chica es un poco incómoda. Ron intenta embrujar a Scabbers para que cambie de color y, como esperaba, fracasa.

            Luego de que la niña dude de la habilidad mágica de Ron, y de la existencia del hechizo que usó, vuelven las presentaciones. Resulta que se llama Hermione Granger y se sabe cada maldito libro de memoria.

            Eso me recuerda por qué no tengo amigas, y no sólo porque no conozco chicas de mi edad aparte de mis hermanas. No me gusta estar entre chicas, me parecen insoportables. Tal vez yo también lo sea, pero al menos no voy alardeando y armando lío donde quiera que vaya.

            Bueno, al menos no a propósito. Lo de King’s Cross fue totalmente accidental.

            Finalmente se va, con Neville siguiéndola de cerca, y los tres quedamos solos de nuevo.

            —Cualquiera que sea la casa que me toque, espero que ella no esté.

            —Yo no me preocuparía mucho, Ron; estará en Ravenclaw, ya verás. No es que esté diciendo que no seas inteligente, pero no creo que sea tu casa. Yo estaré seguramente en Slytherin.

            —Dicen que es la casa de la que salieron más hechiceros oscuros.

            —Rayos, nada me viene bien. Con suerte quedaré en alguna casa, si es que no me envían de vuelta a Londres. Sólo espero que la prueba de selección no sea muy difícil.

            —George me dijo que es dolorosa. Ojalá haya estado bromeando.

            —Bueno, no quiero que Neville se quede sin su sapo. Iré a colaborar, espero que Hermione Granger se haya cansado y ya no esté con él. Disfruten de la paz mientras no estoy —les digo y salgo del compartimiento.

Alcanzo a Neville, y veo que Hermione sigue con él. Resoplo y me repito mentalmente que lo hago por mi amigo, y que por qué esa chica no se calla más. Luego de ayudar a Neville y charlar un buen rato con él, tratando de convencerlo de que no tiene por qué tenerle miedo a cosas que yo misma temo, vuelvo al compartimiento con Hermione para ver cómo Draco y sus dos amigos gordos salen corriendo de él.

            —¿Qué sucedió? —preguntamos las dos a la vez. Diablos, Hermione me está contagiando.

            —Esos chicos vinieron a sacarnos la comida.

            —¿En serio? ¿Draco? Qué raro —digo.

            —¿Lo conoces? —me pregunta Ron—. ¿Cómo es que todos lo conocen menos yo?

            —Es mi primo —explico con algo de vergüenza. ¿Qué le pasó a Draco? No es que sea un santo, pero no sabía que va por la vida molestando a todos.

            —¿Los Malfoy y tú son familia? —pregunta Ron con algo de desconfianza—. He oído hablar de sus padres... ¿Y, Harry? ¿De dónde lo conoces? —dice para cambiar de tema. No sé que le habrán contado sobre tía Cissy y tío Lucius, pero parece que no es nada bueno. Y lo peor es que él lo sabe y yo no.

            —Lo conocí en el Callejón Diagon. Pero parece mucho más interesado en mí ahora que sabe mi nombre —cuenta Harry.

            —Ah, así que tú eras el chico de la tienda de Madame Malkin. Draco me había hablado de ti. No se dejen guiar por cómo es él, no somos muy parecidos.

            —Mi primo también es insoportable, no te preocupes —me dice Harry—. Y vivo con él.

            —¡Yo también vivo con él! Paso gran parte del verano con mis tíos. No me gusta mucho estar en mi casa, así que me voy con ellos. Aunque mi primo a mí sí me trata bien. Tal vez solamente está nervioso por empezar Hogwarts. Como todos nosotros. Oigan… ¿les quedó algo de comida? Tengo hambre.

            —Y dices que no eres como tu primo —se ríe Ron, alcanzándome una rana de chocolate.

            —Mejor que se apresuren y se cambien de ropa; recién estuve adelante y le pregunté al conductor y me dijo que ya casi estamos llegando —nos dice Hermione, quien se cambió hace horas. Espero no haber olvidado la mía en casa de mis tíos por habérmela sacado a la mañana—. No estuvieron peleando, ¿verdad? ¡Se van a meter en problemas antes de que lleguemos!

            —Entonces romperemos un récord —comento, haciendo que la chica frunza el seño con desaprobación. Ésta se va a arrugar demasiado pronto.

            —Scabbers estuvo peleando, no nosotros.

            —Qué ratita más valiente —digo, acariciándola. Está profundamente dormida.

            —Ahora, ¿te importaría salir para que nos cambiemos? —le dice Ron con tono enojado.

            —Hermione y yo nos iremos, ¿verdad? Ven, ayúdame a buscar mi baúl, lo dejé por algún lado —le digo, haciendo que desapruebe cada cosa sobre mí. Río y la tomo de la mano para irnos del compartimiento, dejando a los chicos descansar de nosotras.

            Para cuando termino de cambiarme ya el cielo está completamente oscuro. Como quiero separarme un rato de Hermione, entro a un compartimiento donde sé que no puedo aburrirme.

            —¡Leyla! —me saluda George. Supongo que es él, porque es el que más me habla. Fred y unos chicos más, todos de tercer año, me saludan con la mano.

            —Veamos, ¿dónde está la famosa tarántula?

            —Que nuestro hermano no te oiga —me dice Fred—. No te hablará más si sabe que te gustan las arañas.

            Paso un buen rato con ellos. Lee Jordan y los gemelos son de lo más divertidos. Hasta me animo a tocar la tarántula gigante, que es muy peluda, y luego hablamos de Quidditch.

Cuando una voz anuncia que estamos por llegar a Hogwarts y que debemos dejar nuestro equipaje en el tren para recibirlo en el colegio, mis nervios hacen que mi estómago se retuerza. Las luces de nuestro compartimiento empiezan a titilar, y los estudiantes se miran extrañados.

—En el pasillo funcionan bien —observa una chica llamada Angelina.

—Lo siento, creo que soy yo.

—¿Tú puedes hacer eso? —me preguntan los gemelos con mucho interés—. ¡Enséñanos!

—No creo poder hacerlo —explico—. No sé cómo lo hago, y no siempre lo controlo. Es extraño.

—En cuanto lo sepas ven y cuéntanos. Debemos probar hacer cosas así durante clase, ¿no crees, Fred?

Alguien golpea el vidrio de la puerta y veo a Hermione haciendo gestos e indicándome que salga. Me despido de los chicos de tercero y salgo.

—Vamos, Leyla, estamos por llegar y los de primero debemos ir por otro lado. Mejor deja tu baúl con los nuestros, así será más fácil de encontrar.

Así que así empieza mi año en Hogwarts. La mandona de Granger y yo.

 Creo que podría ser peor.

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