23. Una pista más

Capítulo veintitrés

Una pista más

 

Las sábanas están limpias y huelen a limón. Lástima que odio el limón, me trae recuerdos de mi casa, de aquel día caluroso en que mis hermanas me colgaron de cabeza a una rama del limonero. No me extraña que recién haya tenido una pesadilla.

Llevo un rato largo echada aquí sobre la cama, sin ánimos de nada. Hermione entró y salió varias veces de la habitación, siempre con preguntas nuevas por parte de los chicos, que por suerte no pueden subir. Le dije muchas veces que quiero estar sola, pero, como buena amiga que es, insiste en volver, y a veces hasta sale con alguna respuesta que no se basa en gemidos.

Lavender y Parvati llegaron hace unos momentos, y ahora están sobre la cama de Parvati, observándome.

—No saben disimular —les digo, y me sorprendo al escuchar cuán ronca está mi voz.

—Reconozco ese estado de ánimo —dice Lavender la experta—. Un corazón roto, ¿no es verdad?

—No.

—Claro que sí. ¿O no, Parvati?

Ella asiente y se levanta a buscar algo en su baúl.

—Ahora, cuéntanos, ¿Neville te engañó?

Pongo los ojos en blanco.

—No, Lavender. En serio no sucedió nada, no te preocupes —digo, bien sabiendo que en realidad se interesa por el chismerío—. Tuve un mal día en Pociones.

—Si fueras Hermione te creería, pero a ti no te interesa el colegio, eres más cool que eso. Parvati, ¿vas a dejar de hacer ruido con esas cosas que tienes ahí dentro?

—Oh, sí, lo siento.

Cierra el baúl de un golpe y deposita un montón de cosas sobre la cama, pero no puedo distinguir qué son por el adoselado. Las chicas me indican que me una, y por segunda vez en un tiempo muy corto me siento con ellas.

—¿Quieres? —me ofrece Parvati. Son palomitas de maíz, y tienen mucha manteca. Asiento y agarro un puñado, ya que en la cena no pude probar bocado. No, no es cierto; sí probé los ravioles, ahora recuerdo lo mal que sabían—. Oh, no sabes quién estaba hablando con Wood hoy.

—¿Mi Oliver Wood?

—El mismo.

—¡Dime!

Parvati agrega una pausa dramática, mientras parece que Lavender empezará a comerse las uñas en cualquier momento.

—Cho Chang —dice con desprecio, revelando el nombre.

—Oh, no, ¿esa Chang de nuevo?

—¿No es la buscadora de Ravenclaw? —pregunto, recordando a mis hermanas hablando de ella.

—¿La qué?

—Buscadora. Ya sabes, en Quidditch…

—Nosotras no vemos Quidditch, vemos jugadores. No tenemos idea de cómo se llaman los puestos, ni nos interesa.

—Como sea. Lav, tenemos competencia.

—Pero… ¿cómo puede preferir a ésa antes que a mí?

Bostezo. Me quedaré con ellas comiendo palomitas, y luego buscaré la manera de huir. A las nueve de la noche, Parvati decide que es hora de escribirle una carta de amor a Wood, así que decido que es el momento perfecto para salir de allí. Estoy descalza, pero sigo con la túnica puesta y no quiero perder más tiempo aquí arriba. La escalera caracol está helada bajo mis pies. Todos bien sabemos que andar sin calzado en noviembre no es lo más recomendable, a menos que quieras resfriarte.

En la sala común encuentro a Hermione y a Ron sentados en el sillón frente a la chimenea. Me dejo caer entre ambos y subo mis pies helados a la mesita ratona para que les llegue mejor el calor del fuego.

—Ron, ¿aún no aprendes que este hechizo no funciona para elementos líquidos? —dice Hermione y tacha sobre el pergamino que tiene en la mano—. Es solamente para los sólidos.

—Pues arréglalo y listo. Leyla, ¿cómo estás?

—Eh… bien —miento.

—¿Qué te pasó?

Hermione levanta la vista y me mira, expectante.

—Tonterías —digo, y Hermione bufa. Esperaba que yo dijera la verdad—. Ey, ¿y Harry?

—Fue a pedirle el libro a Snape —explica Ron—. Estaba nervioso por el partido de mañana y quería leer sobre el tema para relajarse…

—¡Wingardium se escribe con g, Ron!

—Ni me avises, arréglalo directamente, ya te dije —dice con impaciencia. Luego resopla y se dirige nuevamente a mí—. Como estaba diciendo, fue a buscar el… ¡Oh, Harry, hola!

Harry está entrando por el orificio del retrato, con el cabello despeinado y los anteojos caídos hacia un lado.

—¿Lo conseguiste?

El niega con la cabeza y se sienta con nosotros en el sillón.

—¿Qué sucedió? —pregunta alarmada Hermione.

Harry está mudo por un rato, todavía agitado por la obvia corrida que hizo hasta aquí. Mira alrededor a la poca gente que hay en la sala y nos indica con la mano que nos acerquemos. Claramente, no quiere ser oído.

—Snape… —susurra—. Entré a la sala de profesores y vi su pierna lastimada…

—¿En serio?

—Sí, estaba hablando con Filch, y mencionó algo…

Repentinamente me olvido de toda mi preocupación por mis tontos asuntos amorosos. Esto es importante. Siento la adrenalina correr por mis venas, y recupero toda la energía que perdí mientras estaba como una morsa sobre la cama.

—¿Qué dijo?

—Algo sobre “vigilar tres cabezas al mismo tiempo”.

Me tapo la boca. Le estuve dando varias vueltas al asunto últimamente, pero dejé de hablar sobre eso con los chicos. Ahora el tema vuelve a surgir, y más grave que antes.

—¿Saben lo que significa? —dice Harry ya sin aire—. ¡Snape ha intentado burlar al perro gigante! Fue el día de Halloween, y seguramente él dejó entrar al troll para crear una distracción.

Snape, burlando al perro… en el tercer piso. Ahora recuerdo lo que vi hace un tiempo, a Snape y a Quirrell en el tercer piso mientras yo cumplía mi castigo, parecían estar haciendo algo prohibido… Seguramente Quirrell había intentado detener a Snape, y él quería persuadirlo para que lo dejara pasar… Si no hubiera hecho el desastre de siempre aquel día, me hubiera enterado qué sucedía.

Siento que mi alma se desinfla cuando recuerdo con quién estuve aquella noche. No hay manera que mis pensamientos no se dirijan constantemente hacia George. Debo recordarme la escena del beso que tuvo con Dala, porque ya he dicho que soy masoquista, para dejar de distraerme.

—Chicos, lo dudo mucho —dice Hermione—. Entiendo que Snape no les caiga bien, pero sospechar de él como un ladrón simplemente es inaceptable. Y no tiene lógica; es un profesor de Hogwarts, ¿por qué querría robar algo…?

—En serio, ¿tú crees que los profesores son todos unos santos? —se desespera Ron.

—¡Es exactamente lo que le dije yo! —digo.

—Lo vimos subir al tercer piso el día del troll —dice Harry—. Apuesto mi escoba a que fue él, estoy seguro.

—Estoy de tu lado, Harry —dice Ron—, pero no tengo idea de qué puede estar buscando bajo la puerta trampa…

Alguien baja por la escalera caracol, y los cuatro levantamos la vista. Es Neville, y mira para otro lado cuando me ve. Largo un suspiro y me cubro el rostro con ambas manos.

Demasiados problemas. George, Neville, Snape, el perro de tres cabezas, la nota… Todo está dando vueltas en mi cabeza, y no lo soporto más. Pronto me duermo en el sillón. No paso una buena noche, pero al menos aquí no hay olor a limón.

-------

Al fin actualizo más seguido, ¿no? Ámenme <3 ¡Gracias por votar! ¡Y celebremos los casi 13,000 leídos!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top