20. ¡Un troll en las mazmorras!

Capítulo veinte

¡Un troll en las mazmorras!

Nuestro día de Halloween empieza con la clase de Encantamientos más divertida en todo el año: levitación. El profesor Flitwick nos divide en parejas, así que me siento con Neville para practicar el encantamiento llamado Wingardium Leviosa. Me distrae muchísimo el olor a calabaza asada que inunda todo el castillo; deben estar preparándola los elfos domésticos en las cocinas. Como si necesitara más distracciones que estar tan cerca de Neville. Hace tiempo que no resuelvo mis líos emocionales.

De todos modos, sentarme con Neville está resultando bastante bien, ya que él quiere aprender, lo cual equilibra mis distracciones. Harry tampoco tiene problemas con su compañero, Seamus, pero Ron y Hermione fueron emparejados, y realmente no espero nada bueno de esta clase con respecto a ellos.

Mis presentimientos no me fallan.

-¡Wingardium Leviosa! -grita Ron, moviendo su varita brutalmente de un lado a otro como un animal, intentando apuntarle a la pluma que debe hacer levitar.

-Lo dices mal. Es Win-gar-dium Levi-o-sa -dice Hermione-. Debes pronunciar el gar más claro y más largo. Además, en cuanto sigas así le sacarás un ojo a alguien.

-¿Ah, sí? Hazlo tú si te crees tan lista.

Ron está enojadísimo, mientras que Hermione lo mira con superioridad. Estira los brazos para calentar antes de tomar su varita y decir el encantamiento. Obviamente, le sale a la primera con perfección: la pluma se eleva en el aire y alcanza los dos metros de altura antes de detenerse y quedarse allí, suspendida.

-¡Maravilloso! -exclama Flitwick desde su baja estatura-. ¡Todos observen atentamente! ¡La señorita Granger ha logrado el objetivo!

Yo, como es de esperar, no tengo mucha suerte. Neville decidió omitir todos sus turnos en la clase de hoy, así que tengo suficiente práctica como para lograrlo la semana que viene.

Cuando acaba la clase, Harry y Ron me esperan en la puerta del aula. Neville se queda dentro, ya que Flitwick quiere hablar con él en privado, así que termino de guardar y me uno a mis amigos de inmediato. Comenzamos a seguir el camino a la Torre para buscar nuestros libros para Transformaciones. Ron está enojadísimo.

-No es raro que nadie la aguante, es insoportable, una pesadilla -nos dice.

Yo no sé si replicar o no, recordando la negativa que mostró la última vez que mencioné que superaran sus diferencias, y antes de decidir nada siento que alguien me empuja para hacerse camino entre Harry y yo para pasar. Ambos miramos y vemos que es Hermione. Me sorprendo de que esté llorando.

-Eh, Ron, creo que te oyó -dice Harry.

-¿Y? -dice Ron, tratando de sonar despreocupado, aunque sé que se siente un poco incómodo-. Es la verdad, no puede ponerse así por eso.

-Ron -le digo-, la gente no siempre quiere oír la verdad.

En la clase de Herbología noto que Hermione no está con nosotros, y me preocupa mucho, porque ella jamás se perdería una clase. Por suerte Neville es buenísimo en Herbología y se ofrece a hacer el trabajo de hoy por mí, ya que soy incapaz de pensar bajo esta preocupación. Apenas comienza el recreo voy a buscarla al dormitorio de las chicas, pero no la encuentro allí, ni en el baño de la Torre. Mis ideas de lugares se acaban demasiado rápido y me quedo con la intriga de dónde se metió.

Por la tarde, ella sigue ausente y me doy por vencida por un rato. Me acuesto sobre el sillón y casi de inmediato me encuentro bajo una sombra que proviene de dos personas completamente iguales.

-Hola, chicos -digo en cuanto abro los ojos.

Los gemelos Weasley están en frente de mí, sonrientes. Cuando noto que no dicen nada, pregunto:

-¿Necesitan algo?

-Oh, no, nada.

-¿Por qué estaban mudos?

-Estábamos reflexionando sobre la vida. Deberías hacerlo de vez en cuando, es muy recomendable.

-De acuerdo, ya me están dando miedo.

-No te preocupes -dice George, sentándose al borde del sillón, y Fred se queda parado a su lado.

-Como quieran. ¿Tuvieron práctica anoche?

-Sí. Harry es sensacional.

-Ya se fueron -dice Fred de repente.

George examina sus alrededores antes de acercarse a mí y susurrarme:

-Lee Jordan dice que encontró un nuevo pasadizo que lleva afuera del colegio. Estábamos diciendo cualquier cosa para no levantar sospechas.

Fred también se une a la revelación del plan:

-Como es Halloween, Hogsmeade está lleno de ofertas en Zonko, la tienda de chascos más famosa del lugar. ¿Vienes?

-Eh...

La perspectiva de salir con George (y Fred y Lee) y conseguir chascos suena espectacular, como un sueño fantástico. Pero no puedo hacerlo, no hoy.

-Chicos, lo siento... Me encantaría, pero Hermione no está por ningún lado y me preocupa mucho que le pase algo. Espero poder ir con ustedes en otra oportunidad.

Se ven decepcionados, y siento que estoy desperdiciando una gran chance. Pero ya decidí que Hermione necesita una amiga, y si esa amiga no soy yo, nadie lo será.

Comienzo un recorrido por el castillo en busca de Hermione, pero no tengo éxito. Mi búsqueda termina cuando veo a todos los alumnos bajando hacia el Gran Salón para el banquete de Halloween, y me lamento mucho no haber acompañado a los gemelos, ya que quedarme aquí fue totalmente inútil.

-Ven, siéntate con nosotros -me invita Harry en nuestra mesa.

El Gran Salón está decorado acorde a la fiesta de hoy: murciélagos aleteando, colgando del techo o volando sobre las mesas, y velas dentro de calabazas. La comida aparece de repente en nuestros platos, como de costumbre, pero hoy la calabaza asada que olí al principio del día es el plato principal.

Estoy llevándome una papa de tamaño considerable a la boca cuando las puertas del salón se abren de golpe, con enorme estrépito, y Quirrell entra corriendo desesperadamente, vociferando cosas ininteligibles. Su turbante esta ladeado, su cara roja, y sus ojos expresan terror.

-Un troll... en las mazmorras... -escucho que le dice a Dumbledore-. Pensé que debía saberlo -agrega antes de desplomarse sobre el suelo.

-¡UN TROLL EN LAS MAZMORRAS! -repiten varias chicas.

Miro a Ron y a Harry con terror. Un tumulto se produce en todo el salón, y todos estamos descontrolados. Nunca oí que algo así pasara en Hogwarts, ¿por qué tiene que suceder en mi primer banquete de Halloween?

-Prefectos -ruge Dumbledore desde su lugar-, lleven a los alumnos a sus respectivos dormitorios.

Percy está como loco, dando órdenes sin parar.

-¡Detrás de mí! ¡No tienen que temerle al troll! ¡Los de primer año reúnanse por aquí! ¡Sigan mis órdenes, por favor! Abran paso, debo avanzar. Por favor, ¡soy un prefecto!

No sé si me pone peor saber que hay un troll, o los gritos de Percy. No puedo creer que sea hermano de los maravillosos gemelos.

-¿Cómo hizo para entrar al colegio? -pregunta Harry.

-¿Quién? ¿Percy o el monstruo? -bromeo. Mala idea-. Lo siento, Ron.

-Bah, no te preocupes. Mira, Harry, dicen que los trolls son extremadamente tontos... Tal vez Peeves lo dejó entrar como una broma de Halloween.

En medio de todo el tumulto de alumnos, con Hannah Abbott y Lavender Brown chillando como locas, agarro a los dos chicos del brazo.

-¡Hermione! -digo, repentinamente acordándome de ella-. Ella no sabe sobre el troll. Oh, si tan sólo supiera dónde se metió...

-Yo escuché a Parvati diciendo que está en el baño de niñas del primer piso.

Ron gruñe.

-Será una lástima que no se entere hasta que se vaya -dice.

-¡Ron! Debemos advertirle.

Esta vez lo considera. Claramente le quedaron remordimientos por su comentario.

-Mmmm... De acuerdo, pero que Percy no nos vea -concluye.

Nos agachamos para pasar por debajo de los brazos de los confundidos alumnos de Hufflepuff, nos deslizamos por un corredor y doblamos hacia la izquierda para llegar al baño. Cuando frenamos, sentimos pasos detrás de nosotros, y nos escabullimos, pensando que es Percy. Para nuestra sorpresa, vemos que es Snape, corriendo con velocidad. Una vez que desapareció de vista, salimos de nuestro escondite.

-¿Qué diablos...?

-¿Por qué no está en las mazmorras, con el resto de los profesores? -pregunta Harry con mala cara.

Los tres nos escurrimos sigilosamente por el pasillo, siguiendo sus pasos.

-¡Miren! -susurra Ron-. Va al tercer piso...

Lo tomo del brazo para frenarlo.

-No, primero Hermione.

-Cierto, el baño... -dice Ron-. Oye, ¿no sientes un olor extraño?

Harry y yo olfateamos el aire, y un vaho nos voltea la nariz: una mezcla de medias sudadas y baño público que nadie limpia. Diug.

Ahí lo escuchamos: un chillido agudo y terrorífico, proveniente de algún lugar detrás de nosotros. Nos damos la vuelta inmediatamente, justo a tiempo para ver una enorme cosa moviéndose al final del pasillo. Lo único que ilumina el pasillo es la débil luz de la luna, pero es suficiente como para adivinar que ése es el troll.

Es un troll enorme y espantoso, con cara de estúpido, y es obvio que el olor emana de él. En la mano tiene un terrorífico bastón de madera que arrastra por el piso, ya que sus brazos son demasiado largos. Está frente a una puerta abierta que tiene la llave en la cerradura.

-Podemos encerrarlo allí dentro -propone Harry, y Ron y yo asentimos con aprobación.

El monstruo sigue avanzando hasta introducirse de todo en la habitación, y es entonces cuando nos apresuramos a correr hasta allí y cerrar la puerta antes de que el troll cambie de idea y nos aplaste al salir. Cerramos con llave y, una vez seguros de que la puerta no se abrirá, volvemos a respirar con normalidad.

-Buen trabajo -digo con alivio.

Estamos volviendo tras los pasos de Snape cuando oímos otra vez aquel grito desgarrador... proveniente del lugar que acabamos de cerrar con llave. Diablos, ahora entiendo, ¡es el baño de las chicas! Comienzo a correr de vuelta hacia aquel lugar, y Harry y Ron me siguen, comprendiendo sin que deba decir una palabra. Desearía ser más atlética, ya que pronto Ron me gana en la carrera y llega antes que yo a la puerta. Sin embargo, dudo mucho que vaya a abrirla.

-Vamos, no nos queda otra opción. Iré yo, y los llamaré si los necesito. Estén atentos.

-No te dejaremos entrar sola.

-¡Pero es el baño de las chicas!

-¿Y desde cuando te preocupa eso? Más de una vez entraste al baño de hombres con Neville.

No tengo tiempo de replicar; Harry gira la llave en la cerradura y yo pateo la puerta para que se abra. Entramos corriendo y nos golpea de nuevo el horrible olor que identificamos antes.

Estamos justo a tiempo para ver cómo Hermione tiembla, rendida, en el piso de la pared opuesta. El troll avanza hacia ella con andar amenazante, y en estos momentos la admiro por no haberse desmayado aún. En su camino, el monstruo derriba lavabos y rompe espejos.

Harry se lanza a uno de los lavabos y comienza a inspeccionarlo.

-¡Distráiganlo! -ordena a la vez que arranca una canilla y la lanza contra la pared a nuestra izquierda.

El troll gira la cabeza para ver de dónde proviene el ruido, así que gano tiempo para avanzar hacia mi amiga. De todos modos, esto no es mucho, ya que el monstruo se encuentra a pocos pasos. Debo avanzar sin hacer ruido, aunque sea por una vez en la vida. Estoy casi en la misma posición del monstruo cuando éste divisa a Harry y comienza a avanzar hacia él.

Sé que debo concentrarme en Hermione, ya que esto es solamente una distracción, pero no puedo evitar preocuparme por Harry.

Concéntrate, Leyla. Atención. Mente centrada.

Corro sigilosamente (o al menos lo intento) hacia Hermione y me arrodillo a su lado.

-¿Herms? ¿Estás bien? ¿Te hiciste daño?

Ella sacude la cabeza, y no sé a cuál de todas las preguntas está respondiendo, así que su situación puede ser tanto buena como mala.

-Vamos, levántate, salgamos de aquí -le digo, pero ella sigue en shock y no reacciona. Debo utilizar mi último recurso-. ¡Nos han expulsado del colegio!

Sus ojos dan un brillo de terror y su cabeza se gira hacia la mía. Su expresión facial sube seis veces en la gama de rostros de terror.

-¿Quéeeeee?

-¡Vamos!

Ambas nos ponemos de pie y salimos corriendo hacia otra parte del baño. Harry ya cumplió con su parte, y ahora Ron está en acción.

-¡Eh, cerebro de guisante! -grita él justo cuando el troll comenzó a darse vuelta en nuestra dirección-. ¡Toma esto! -exclama, tirándole un pedazo de metal que le golpea la espalda, aunque el monstruo no parece notarlo. El ser repugnante camina ahora hacia Ron.

-¡Corran, chicas! -aúlla Harry, sacándonos de la ensoñación, y corremos hacia la puerta, pero tropiezo con el caño que lanzó Ron.

Hermione se detiene y da la media vuelta.

-¡Leyla, vamos!

Su llamado atrae la atención del troll, que se cierne sobre nosotras. Mi pierna no quedó perfecta desde mi último accidente, y ahora, tras este golpe, me duele el doble de lo que debería.

Miro hacia arriba y veo que el troll, que se estaba agachando para acercarse a mi altura, tiene ahora dos brazos delgados alrededor del cuello. Harry está colgando de él, aunque él no parece darse cuenta.

-¡Harry, bájate y huye! -le digo.

En ese momento, noto algo que había pasado por alto antes: Harry tiene un caño menor en la mano, y procede a clavárselo en un orificio de la nariz de un solo manotazo.

Intento arrastrarme lejos, pero no voy más rápido que un caracol. Cada tanto me doy vuelta para ver qué sucede allí arriba, cómo peligra la vida de Harry.

-Maldita sea -digo-. ¡Troll espantoso! ¡Ven aquí y combáteme!

El troll no sabe para qué lado ir, si mirar hacia abajo o hacia atrás, si aplastar a Harry o a mí... Agita su enorme bastón en el aire, siento la sombra del garrote cubriéndome por completo, y lo veo bajar hacia mí...

-¡Wingardium Leviosa!

El hechizo proviene de un costado. Como si no estuviera en peligro de muerte, giro la cabeza esperando ver a Hermione. Me sorprendo al ver a Ron empuñando su varita y apuntando al bastón, que ahora levita en el aire y golpea en la cabeza al monstruo, que cae redondo sobre el piso. Por suerte cae hacia atrás, sin aplastarme con su fofa barriga.

Harry está de pie a mi lado, jadeando, y me ayuda a incorporarme. Tengo que apoyarme en él para mantenerme en pie, ya que toda la pierna derecha se retuerce en dolor bajo mi peso. Ambos volteamos hacia la derecha, porque no puede darse vuelta uno solo de nosotros, y vemos a Ron ayudando a Hermione a incorporarse.

Awwww, dice mi tonta interior. Mi tonta exterior pone los ojos en blanco.

-¿Está... muerto? -es lo único que se anima a preguntar Hermione.

-Eh... No lo creo. Debe estar desmayado -dice Ron, ligeramente incómodo por haber ayudado a su archi-enemiga. Aún tiene la varita en la mano.

Hay algo parecido a una atmósfera de tranquilidad, que es interrumpida por un súbito portazo. Tras él entran McGonagall, Snape y Quirrell. Los primeros dos están simplemente agitados, mientras que Quirrell, el valiente profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, se desmaya nuevamente apenas ve al monstruo tendido en el suelo. Al lado de un inodoro, por supuesto. No sé si reír o temer por nosotros.

Snape se arrodilla a un costado del monstruo y lo examina con la vista. McGonagall nos mira a Harry, a Ron y a mí, pasando de la cara de uno a la del otro, y juro que jamás he visto un rostro tan furioso como éste. Ron aún tiene la varita levantada, lo cual no ayuda mucho a nuestra situación.

-¿Qué creen que estaban haciendo? Por todos los cielos, ¿en qué pensaban? Tienen suerte de no haber muerto. ¿Por qué no están en sus habitaciones?

Snape levanta la vista repentinamente y la dirige hacia Harry, quien retrocede un paso y luego lo vuelve a dar hacia delante. Sin embargo, deja su vista baja. Ron también está muy incómodo, y yo... no sé qué hacer.

Diablos, si la profesora tan sólo comprendiera lo que sucedió...

Y entonces oímos una vocecita tímida, pero a la vez segura, decir:

-Profesora, por favor.... Ellos sólo me estaban buscando... a mí.

-¡Señorita Granger!

Ahora Hermione está de pie, afrontando a McGonagall.

-Yo vine a buscar al monstruo... Es culpa mía que esto haya sucedido. Vine porque yo... pensé que podía vencerlo, porque, ya sabe, he leído mucho sobre el tema.

Ron suelta su varita en sorpresa, y Harry también está helado (lo noto por la rigidez del hombro en el que trato de apoyarme).

-No sé qué sería de mí si ellos no me hubieran encontrado. Seguramente estaría muerta ya. Los tres lo combatieron, no había tiempo de pedir ayuda. Estaba por matarme cuando ellos llegaron para salvarme.

-Bueno... -comienza a decir McGonagall, dubitativa por primera vez en lo que viene del año-. En ese caso... En ese caso, Hermione Granger, eres una tonta -dice ella para sorpresa de todos, con un tono de voz cortante-. Si creíste que ibas a derrotar tú sola a un monstruo semejante...

-Profesora -digo, pero, por el rostro de Hermione, entiendo que es mejor callar.

-Por esto, Gryffindor perderá cinco puntos. Tu conducta ha sido decepcionante. Ahora, si no resultaste lastimada, te ordeno que vuelvas ya mismo a la sala común. Todos los alumnos están terminando la fiesta en sus casas.

Hermione se marcha con la cabeza gacha. No puedo creer lo que está sucediendo. ¿Cómo se cree McGonagall que Hermione rompería una regla? Me siento mal conmigo misma; yo debí haber tomado la responsabilidad de lo sucedido. En parte sí es mi culpa, porque debí haber encontrado a Hermione antes del banquete en lugar de darme por vencida tan pronto.

La profesora se vuelve hacia nosotros y, antes de que yo pueda dar mi versión de los hechos, dice:

-En cuanto a ustedes tres, tuvieron mucha suerte, aunque creo que fue algo aparte de eso. No muchos alumnos de primer año podrían derrotar a esa montaña. Ganaron diez puntos por el logro, porque, aunque no apruebo este comportamiento, mostraron la valentía que Gryffindor busca. El director será informado de esto. Ahora, pueden irse.

Salimos como una estampida del baño, yo rengueando y apoyada en Harry, sin mirar atrás. No hablamos hasta llegar al cuarto piso, y eso sí que toma tiempo, gracias a mi pierna.

-En realidad, debimos obtener más de diez puntos -opina Ron. Yo no puedo creer que en un momento así piense en los puntos.

-Cinco, querrás decir -agrega Harry-. Recuerda los que le quitaron a Hermione.

-Yo creo que estuvo más que muy bien al sacarnos de ese aprieto -digo.

-Nos lo debía -dice Ron-. Nosotros la salvamos.

-No hubiera necesitado rescate sin nuestra intervención. Nosotros encerramos al troll donde estaba ella, si lo olvidaste.

Ya en frente al retrato de la dama gorda, Ron dice la contraseña:

-'Hocico de chancho'.

-¿Otra vez agitados? ¿En qué andan ustedes tres? -nos pregunta la entrometida de la dama gorda. Al no recibir respuesta, deja abrir el retrato y pasamos por el orificio para entrar a la sala común.

Tal como dijo McGonagall, todos están continuando el banquete aquí dentro. Los alumnos están todos sentados en grupos, comiendo calabaza. Todos excepto Hermione, que se encuentra sola en un rincón, mirándonos.

Pausa incómoda. Nos miramos entre nosotros, y todos murmuramos un "Gracias" lleno de vergüenza antes de salir corriendo a buscar comida para librarnos del mal momento.

A pesar de todo lo malo, creo que al fin logré algo: Hermione está comiendo cerca de Harry y Ron.

Parece que al fin la simbiosis está dando verdadero resultado.

........

¡Hola! Miren qué hermoso capítulo que les traje: es largo, completo, ¡y llega rápido! Por favor, no olviden votar y comentar.

Aparte, aquí tengo algo que todos ustedes pueden responder:

¿Hay algún personaje en particular que quieren que aparezca? ¿Tal vez alguien que hace mucho que ni siquiera abre la boca hasta ahora? Díganme sus propuestas, ya que quiero que esta historia sea algo que les encante, que tenga todo lo que les guste. <3

Nos vemos en el próximo capítulo,

Madame Weasley.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top