19. Hasta una escoba nos trae problemas
Capítulo diecinueve
Hasta una escoba nos trae problemas
Hace unos días que Harry, Ron y yo, que estamos más unidos que de costumbre, coincidimos en que, sea lo que sea ese paquetito, está bajo el perro de tres cabezas y es muy importante, o bien muy peligroso. Neville y Hermione, por otro lado, no quieren saber nada sobre el perro ni sobre lo que podría estar custodiando. A pesar de mi interés en el tema, ambos siguen pasando mucho tiempo conmigo. Por suerte a Hermione se le pasó rápidamente el malhumor y la histeria de aquella noche y ya vuelve a ser la sabelotodo de siempre, pero ligeramente más soportable que en aquella ocasión. Mientras tanto, suelo pasar las noches con Neville charlando cerca del fuego de la chimenea en nuestra sala común.
Me alegro enormemente al enterarme que tengo muy buenos resultados en las pruebas de mitad de trimestre. Todo se lo debo a Hermione y a las largas horas de estudio en la biblioteca, que efectivamente dan su fruto. De acuerdo, tal vez no necesitara eso para la evaluación de Pociones, ya que parece que tengo un don natural para ellas (y Snape ya no tiene episodios extraños cuando estamos en el mismo lugar). La simbiosis hace efecto, claramente.
Sí, me he esforzado muchísimo con la parte del trato que me corresponde a mí, pero no estoy teniendo mucho éxito. Lo más cerca a un amigo que tiene Hermione ahora es Neville, que nunca está seguro de qué decir. Al menos logré que ella dejara de corregirlo cada dos palabras, así que ahora el pobre logra decir una frase sin temor a quedar como un tonto de nuevo. Ya tiene suficiente con las clases de Snape, quien sí parece tener aún algo contra Neville. Lo que ahora sé que será imposible es hacer que se amigue con Harry y Ron; sobre todo con Ron, ya que entre él y Hermione hay demasiada tensión. Debería empezar a tener en cuenta a Dean y a Seamus...
Como sea, estoy muy contenta con mi desempeño en las materias ; antes creía que no podría sobrevivir el primer año, pero ahora veo un poco de esperanza. Ya casi es Halloween y sigo en el colegio.
-Hermione, vamos -le digo a mi amiga, haciendo que cierre el libro de Historia de la Magia.
La materia de Binns es la única en la que aún no logro estabilizarme y mantener el ritmo, ya que hay clases en las que logro captar casi todo lo que el maldito fantasma dice, y otras en las que lo único que hago es limpiar la baba de mi banco cuando me despierto de mis siestas clandestinas. Normalmente lo que me despierta es un codazo de Hermione, seguido de una mirada de reproche por su parte, y una somnolienta de mi parte. Pero no todo se puede en la vida, y las clases de Binns son imposibles.
-Sólo un capítulo más -pide ella-. Estoy por llegar a la parte del Estatuto del Secreto, y es la más interesante.
-¿Es una broma? Ese libro tiene capítulos de cien páginas. Moriré de hambre esperando. Además, dudo mucho que algo de ahí pueda ser interesante.
-Bueno, entonces solamente una sección más.
-Está bien -resoplo. Abre su libro de nuevo en la página marcada y veo sus ojos moverse a toda velocidad mientras lee-. Pero deberás resumírmelo en el camino para desayunar.
-De acuerdo.
Al cabo de veinte minutos me canso y prácticamente la llevo de las orejas hacia la sala común. Hermione terminó la sección mucho antes de que yo me diera cuenta, y pensaba seguir leyendo a costa de mi distracción.
-Ahora tendrás una multa -le digo cuando empujo el retrato de la dama gorda y salimos al pasillo del séptimo piso.
-¿Cómo?
-Tendrás que tomar apuntes por mí en la clase de hoy.
-Oh, esto es ridículo.
Llegamos al Gran Salón con tiempo suficiente para desayunar tranquilas antes de la clase de Binns. En la mesa de Gryffindor me siento entre Ron y Hermione, tratando de actuar de pared mediadora entre ambos. Ambos fingen no verse uno al otro, así que no me resultará muy difícil mantener la paz esta mañana.
-Buenos días, Harry -digo-. Pásame el jugo.
-Aquí tienes.
-Oh, ahí está Flitwick -resoplo, mirando la mesa de profesores. Allí está sentado, entre McGonagall y una profesora muy delgada, con anteojos gruesos y cabello enmarañado. Luego comprendo que es Sybill Trelawney, y sonrío un poco al recordar que, la última vez que la vi, ella estaba con Flitwick haciendo algo secreto-. Lástima, esperaba que hoy no estuviera. No tengo ganas de tener clase luego de Historia de la Magia. Lo único que quiero hacer es dormir.
-Ya tuviste tu tiempo para dormir -dice Hermione.
-Sí, pero hoy... No sé, debe ser el síndrome del vago.
-Por dios, no digas tonterías, eso no existe.
Le saco la lengua infantilmente y luego me echo a reír. Debo verme como una gigantesca estúpida, pero al menos no tengo la cara de amargada de mi amiga.
Unos minutos más tarde entran las lechuzas con correspondencia para los alumnos. Como siempre, no hay nada para mí, pero esta vez sí hay algo para Harry: un paquete largo y delgado, cargado por seis lechuzas vistosas. No hace falta decir que todos los ojos del salón están posados sobre Harry y su paquete.
-Guau -dice Ron-. Creo que sé lo que es... ¿Quién te lo envío, Harry?
-No sé... Nada que se me ocurra tiene sentido.
-Mira -digo-, allí hay una etiqueta pegada. Parece una nota.
Harry toma la nota y la coloca de modo que Ron y yo podamos leer. Por suerte decidió leer esto antes de hacer cualquier otra cosa, porque dice:
NO ABRAS EL PAQUETE EN LA MESA. Contiene tu nueva Nimbus 2000, pero no quiero que todos sepan que recibiste una escoba, porque también querrán una. Oliver Wood te encontrará esta tarde en la cancha de Quidditch a la siete para tu primera sesión de entrenamiento.
Profesora McGonagall.
-Harry -susurro-, ¿estás en el equipo de Gryffindor?
Él asiente.
-Luego te explico bien. No debe saberlo mucha gente.
-Oh, comprendo.
-¡Tienes una Nimbus 2000! -gime Ron, cuidadoso de no levantar la voz. Su envidia es clara a pesar de lo bajo que habla-. Yo jamás toqué una. Guau, Harry, debes estar eufórico.
-Vengan -nos indica, agarrando su paquete y llevándonos lejos de las miradas curiosas. Salimos del Gran Salón y acabamos en un aula vacía para desenvolver su largo paquete-. Esto... esto es genial... -dice, pasando una mano por la madera brillante y pulida de su escoba.
Ron se muerde el labio y trata de parecer contento por su amigo.
-¿Puedo tocar? -preguntamos los dos a la vez.
No es que el Quidditch sea mi pasión, pero algo me interesa, y más si tiene que ver con mis amigos. Harry asiente y Ron y yo comenzamos a toquetear la escoba como si estuviéramos probando el paraíso. Si yo fuera Harry, y estuviera en el equipo y toda la cosa, no cabría en mí de felicidad, así que intento imaginarme cómo debe sentirse.
-Oh, diablos, la campana -maldice Ron cuando oye el usual riiiing de las ocho y media.
Harry envuelve nuevamente su escoba, armando un paquete desprolijo aunque efectivo, ya que cubre todo. Apenas salimos del aula, nuestro camino se ve obstruido por Crabbe y Goyle. Creo que están más gordos que la última vez que los vi. Draco aparece por un costado y le quita a Harry su paquete.
-Ey, Draco, devuelve lo que no te pertenece -le digo.
Él me mira con una ceja enarcada.
-Leyla, no sabía que seguías juntándote con esta gente. ¿Es que nadie reconoce lo lastimeros que son los Weasley? Primero Potter, y luego tú.
Las orejas de Ron están más rojas que nuestras caras cuando huíamos de Filch y el perro de tres cabezas. Sus manos son ahora puños, y está listo para golpear a mi primo en la cara. No lo detendría si lo intentara.
-Es una escoba -dice Draco y le devuelve a Harry su paquete de forma brusca-. Ahora sí que no te salvarás, los de primer año no pueden tener sus propias escobas. Trata de ocultar esa vieja escoba ahora, eh.
-No es ninguna vieja escoba -dice Ron con odio-, es una Nimbus 2000. Aunque, claro, probablemente seas incapaz de reconocer una porque jamás viste algo de tanta categoría.
-Ja, mira quién habla, comadreja.
-¿Cuál dijiste que tenías en tu casa? ¿Una Cometa 300?
-Tú no eres capaz ni de comprar las ramas de la cola, Weasley.
Esto se estaba tornando insoportable, y la tensión en el aire era asfixiante.
-Chicos, por favor, cállense de una vez y vámonos -pido-. Ya no hay nada que discutir.
-La señorita Blair tiene razón -dice una voz chillona detrás de nosotros.
Nos volteamos y vemos a Flitwick, bajito y con el ceño fruncido. Un profesor enojado nunca es algo bueno... Como sea, ¡me dio la razón! Toma eso, primo.
-¿Qué es lo que sucede, muchachos?
-Potter tiene una escoba.
-Ah, sí, eso está muy bien. Estoy al tanto de los permisos especiales del señor Potter. Ya que estamos, ¿qué modelo es?
-Una Nimbus 2000, señor -dice Harry, reprimiendo una sonrisa al ver la estupefacción en la cara de Draco-. Último modelo.
-Oh, sí, ya veo.
-Y es solamente gracias a Malfoy que la tengo, en realidad. Si no fuera por él...
Draco parece a punto de explotar.
-Ya nos íbamos, profesor. ¡Crabbe, Goyle, vengan! Tenemos mejores cosas que hacer.
Mi primo y sus dos gorilas se alejan de una vez. El profesor Flitwick nos guiña un ojo cariñosamente antes de irse. Luego de que suene el segundo timbre, avisando el comienzo de la maldita clase de Historia de la Magia, entramos al aula y nos sentamos. A un lado tengo a Hermione, que debe tomar apuntes por mí gracias a mi ingeniosa multa (bueno, tal vez no tan ingeniosa), y al otro lado está Hannah Abbott, una chica muy amigable de Hufflepuff. Por suerte, Ron y Harry están considerablemente lejos de nosotras, ya que no puedo actuar de pared por siempre. Diablos, en algún momento el odio entre ellos tiene que acabar, y no sé por dónde empezar para lograrlo, ya que tanto Ron como Hermione son unos cabezotas. Además, cada uno tiene sus razones para no soportar al otro.
Esta vez puedo dormir toda la clase, ya que Hermione no se molesta en despertarme, y entonces tengo que limpiar toda la saliva del banco una vez que termina la clase y abro los ojos por primera vez en dos horas. Jamás había babeado tanto un banco desde la primera clase del año con Binns.
El resto del día es también muy aburrido, pero Harry está muy despierto. Supongo que debe estar nervioso por su primer entrenamiento en el equipo de Quidditch. Para no molestarlo ni ponerlo más ansioso decido preguntarles a los gemelos Weasley sobre su puesto como buscador. Además, nunca viene mal una excusa para hablar con George.
-Es el jugador más joven en un siglo -me dice él-. Creemos que es excepcionalmente bueno.
-Aún más que Charlie, nuestro hermano.
-Sí. Estamos seguros de que este año ganaremos la Copa de Quidditch, aunque aún no lo hemos visto jugar. Confiamos en el entusiasmo que tiene Wood, nuestro capitán.
-¿Y hoy practicarán todos juntos?
-Oh, no, no. Harry tendrá... eh... como una clase específica para él.
-Sí, el pobre aún no conoce nada del Quidditch...
Luego de clase, y una vez que Hermione considera que cumplimos con nuestras horas diarias en la biblioteca, me siento con Ron en la sala común para matar el tiempo mientras Harry se encuentra en su práctica. Cuando regresa ya es bastante tarde, y Hermione ya me amenazó varias veces por no subir, pero yo sigo aquí y escucho todo lo que tiene para contarnos. Está entusiasmadísimo, y nos informa con alegría que tendrá entrenamientos con el equipo tres veces a la semana.
-Menos mal que no está la sabelotodo oyendo -dice Ron-. Si no ya hubiera dicho algo sobre dejar de ir para hacer los deberes, porque ocupará mucho de tu tiempo para los deberes y blablabla.
-¿No crees que ya es hora de dejar todo el tema con Hermione y hacer las paces de una vez? -me atrevo a preguntar.
Me echa una mirada fulminante.
-Jamás. Además, ella es la entrometida que arruina todo y luego viene a quejarse de que nosotros la metemos en problemas. Si alguien debe hacer algún cambio, es ella.
-De acuerdo... Como sea, Harry, algún día dejaré que me des lecciones de Quidditch. Estoy convencida de que serás el mejor jugador que Hogwarts haya visto.
Lo que digo hace que Ron se retuerza como cuando hablamos sobre su fabulosa Nimbus 2000, y creo que esta vez se lo merece por ser tan obstinado. Hermione no es tan mala.
Creo.
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Hola lectores :D Gracias por votar y comentar. Estoy subiendo más seguido, ¿vieron? Deben amarme (?. Como sea, en serio no olviden hacerme saber qué les pareció, es importante para mí.
Saludos,
vuestra Madame.
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