VI.

―El espejo perdido ―leyó Dumbledore.

―¿Qué espejo?

Dumbledore y McGonagall compartieron miradas aterradas.

A la mañana siguiente, Dana se despertó por Ara y Rose. Se levantaron y vieron a Albus y Scorpius, y Dana saludó a su primo y a Albus. Los cinco subieron las escaleras y caminaron hasta llegar al Gran Comedor. Ara les sonrió a los cuatro y se sirvió una taza de café.

―Típica mañana ―comentó Roseanne. 

A la media hora, tenían la primera clase. Fue divertida, aunque Ara parecía que a penas podía leer. Pasado el almuerzo, Cedrella Zabini les dijo a Dana, Rose y Ara que la siguieran, y así lo hicieron. 

―Mala idea ―dijo Lyra como si nada, ganándose miradas extrañadas de todos―. ¿Qué? Es imposible que sea algo bueno...

Llegaron al bosque prohibido, y unos niños de tercero aparecieron de la nada. 

―¿Ven?

Algunos rodaron sus ojos. 

―¿Ellas son las elegidas, Ella? ―preguntó el más alto de todos. 

―¿Qué?

―Sí, Alex ―contestó Cedrella con una sonrisa macabra. 

―¿Y Potter y Malfoy? ―preguntó Alex.

―Deben estar viniendo ―comentó Cedrella como si nada―. Les mandé una nota anónima acerca de este lugar, así que deben estar acá en cinco minutos. 

Alex miró muy mal a Cedrella.

―Eres una tonta, Cedrella Zabini ―se quejó finalmente Alex―. Espera... ahí vienen Albus y Scorpius.

―¿Por qué les tiene que pasar eso a mis hijos? ―se quejó Ginny.

Dana sintió miedo de verdad. Alex amarró a los cinco chicos y los amarró a un árbol, de modo que no se podían mover. 

―Ay no ―susurró Roseanne, abrazando de lado a Draco.

―¿Ustedes mandaron esa nota? ―preguntó Albus, mirando a las tres chicas.

―No, fue Cedrella Zabini ―contestó Rose, para luego soltar un gruñido.

―¿Qué podemos hacer?, me esta dando miedo ―se quejó Dana, para luego estremecerse visiblemente.

Albus y Scorpius se encogieron de hombros. Pero a lo lejos vieron una luz, que se hacía cada vez más fuerte.

―¿Nos vamos a morir? ―se quejó Rose.

―No ―respondió Ara con seguridad. 

―Ara es muy poderosa ―comentó Lrya.

Entonces, como si nada hubiese pasado, los cinco chicos se levantaron del suelo, y Albus se sorprendió al ver a sus atacantes desmayados en el piso. Dana les indicó que la siguieran, y así llegaron a las puertas de Hogwarts.

―¿Ven? Nada les pasó, ya puedes respirar con calma, Rose.

―¿No nos van a castigar? ―preguntó Dana.

―No si no nos ven ―sonrió Albus, sacando de su bolsillo su capa de invisibilidad―. Solo hay que agrandarla... Scorpius, ¿tú puedes, verdad?

El mencionado asintió con la cabeza y sacó su varita para agrandar la capa de Albus. Los cinco chicos se ubicaron debajo de la capa y entraron al castillo. No se puede negar, era muy difícil moverse todos muy juntitos, pero, a lo lejos oyeron la voz de Harry, el padre de Albus, y de la directora McGonagall, y se escondieron de tal modo que podían escuchar lo que decían.

―Uy, esto huele a problemas ―sonrió Lyra.

―¿Estás seguro, Potter? ―dijo la voz de McGonagall―. Es imposible que el espejo se te haya perdido en Hogwarts.

―El espejo ―susurró Dumbledore, algo nervioso. 

―No se me perdió, Minerva; lo traigo para que esté más seguro que en el ministerio ―corrigió Harry, con voz cansada. 

Los cincos oyeron a McGonagall suspirar.

―Bien, Potter, lo dejaré en donde tú ya sabes. ¿Lo tienes acá? ―preguntó finalmente McGonagall. 

―Sí ―contestó brevemente Harry.

Los cinco chicos se miraron antes se seguir caminando hasta llegar a la entrada de la sala común de Slytherin. Los cinco, sin poder evitarlo, tenían un plan para proteger Hogwarts.

―Fin del capítulo ―acabó Dumbledore.




okey gente, disculpa x tan corto capítulo, pero les aseguro que el prox capítulo va a ser más largo. sin más que decir, nos leemos

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