De cuando te quieres casar con una máquina

-Tengo hambre...- suspiré sin pensar.

-Yo también.- se unió Mick.

-¡Pero si acaba de regresar de un bar, al que por cierto: NO debieron ir!- regañó Rip, molesto.

-Bailamos, bebimos, peleamos, pero no comimos- explicó Leonard. De cualquier manera no tengo hambre. Pero Mick sí, casi siempre.

-Y bueno, yo...-me añadí, apenada, junto a ese hombre siempre hambriento yo parecía una enana -... mi metabolismo metahumano digiere la comida muy rápido.

-Bien, les explicaré.- dijo resignado caminando hacia la cocina.

Yo me di cuenta de cómo revoloteaban los bordes de su gabardina al caminar. Recordé que me gustaban mucho las gabardinas, y había considerado una al diseñar mi traje hasta caer en cuenta de lo estorbosa que sería.

Resoplé, esperando que este sujeto mentiroso no me arruinara el gusto por la prenda.

Nos explicó el funcionamiento de la máquina de comida y a mi me brillaron los ojos. ¿Podía entonces tener toda la comida que yo quisiera?

-Sí, indicando la procedencia de tiempo y lugar- sonrió Rip con orgullo -. Incluso introduciendo una receta si busca algo más específico.

-Es un sueño hecho realidad.- dijo Mick empezando a tocar botones, se formó un six pack de cervezas.

-¡Me gusta cómo piensas!- sonreí, y él me pasó una que destapé haciendo palanca con el pulgar.

-Metabolismo metahumano y destapador incluído en el pulgar- se rió Mick, pasándome otra cerveza para que se la destapara -. Creo que me agradas.

Me hizo gesto de brindar y lo hicimos, contentos.

-El inicio de una hermosa amistad- ironizó Leonard -. Pero tenemos un asuntito qué discutir, ¿no te parece?

-¿Has notado que no he pedido nada de comer?- lo bateó Mick tecleando algo en la máquina, pidió un sándwich enorme y salieron sin despedirse.

-¿También metaboliza rápido el alcohol?- me preguntó inquisitivo Rip al verme vaciar media botella de un trago, recargada en la barra de servicio.

-Sip- respondí con orgullo -. Es una gran ventaja, ¿quiere algo, Capitán?

-Después de todo esto, no me vendría mal algo dulce- aceptó apenado.

-¡Ufff, espera a que pruebes lo primero en que pensé!- dije contenta, empezando a teclear.

Aparecieron dos copas grandes de helado de yogurt, de una marca que había desaparecido hace unos 20 años.

-¡Síiiiii!-exclamé levantando los brazos, después del primer bocado -Felicidaaad, hoy te vuelvo a encontraaaar...

Me pareció escuchar que él se reía bajito mientras preparaba una cucharada. Se la llevó a la boca y abrió los ojos... me di cuenta de que eran unos ojos muy grandes... y expresivos.

-¡Esto es muy bueno!

-¿Puedo pedirle matrimonio a tu máquina?- pregunté, abrazándo el aparato -¡Oh, amor mío, si ahora te amo espera a que te pida hamburguesas de Burger Boy, y Frutásticas, y jaibas rellenas, y las recientemente fallecidas pizzas de Rústica, y...

-Hubo una iniciativa para casarse con máquinas en Japón del 2086, pero no procedió.- interrumpió Gideon, y no se oía tan calmada como hasta entonces me lo había parecido.

-Eeeeespera. ¿Gideon escucha todo?

-Sí, a menos que le pidan privacidad- explicó Rip -. Y creo que usted ya le agradó tanto que se está poniendo celosa de que le declares tu amor a otra entidad no orgánica.

-¡Ese vulgar electrodoméstico solo obedece lo que le teclean!- reclamó la I.A.

No pude evitar soltar una carcajada, y debió ser por la tensión que habíamos pasado, pero me seguí riendo hasta que me faltó el aire.

-Nunca había escuchado la risa de nadie más en mi nave- soltó Rip como una observación casual, mirando la cucharada de helado que iba a comerse.

-De cualquier manera, ¿qué es lo gracioso?- añadió Gideon, seguía sin sonar calmada.

-¿De verdad? ¿Tu esposa e hijo no venían aquí?

Él negó con la cabeza sin mirarme.

-¡Pues cuando los salvemos, podrán venir! ¿Oíste, Gideon?- declaré, determinada, mirando al techo donde suponía que estaban los sensores o lo que fuera que me escuchara -Y... ¿Jonas, verdad? Comerá este helado, porque contribuyó a la felicidad de mi infancia, y tengo que compartírselo.

-¿Va a quedarse?- preguntó sorprendido, mirándome con esos ojos, grandes, verdes, y que parecían mirar a través de ti. Su pregunta me hizo ver que en realidad no lo hacían.

-Desde que pisé ese terreno baldío empezó mi compromiso de esforzarme al máximo hasta el final- contesté, tratando de restarle importancia -. Y por supuesto que aceptaría salvar a tu familia, no tenías porqué engañarme. ¿Podrías no volver a hacerlo? Estaré aquí, haré lo que tú me digas, eres mi líder ahora...

Rip negó con la cabeza, mirando al vacío con esos ojos de tristeza infinita -Ahora entiendo lo mal que hice todo, pero no se me ocurrió otra manera. No me permitieron tener un equipo, nunca trabajamos en equipo. Vas a desilusionarte si piensas que soy un gran líder, porque no sé cómo serlo.

-Vas a desilusionarte si piensas que soy una gran salvadora del mundo- pensé que sincerarme de la misma manera en que él lo había hecho lo haría sentirse mejor, pero solo conseguí que dejara caer la cabeza, derrotado. No sabía qué hacer, me acerqué un poco, pero me detuve al pensar que si nunca tuvo compañeros no estaría acostumbrado a que alguien se acercara-. Estoy aquí, Capitán, lucharemos juntos. Seguramente encontraremos la manera de hacer las cosas bien en equipo, si nos volvemos un equipo. Aunque los demás se nieguen y quedemos solo tú y yo, seamos un equipo, por favor.

Me miró, sonriendo un poco, la sangre se me subió a la cabeza: lo había hecho sonreír, a los ojos más tristes de la Historia.

 -Oh no, mi helado se está empezando a derretir por estar platicando.- improvisé para hacerme la desentendida.

Nos sentamos en la mesa de la cocina, y comimos en silencio. Hasta que él soltó un gruñido.

-Había olvidado que debo hacer reparaciones.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

(Joder cómo extraño esos helados...)

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