XXV. Their Hands Are Stained With Red


CAPÍTULO VEINTICINCO
SUS MANOS ESTÁN MANCHADAS DE ROJO

"That's the price you pay, leave behind your heartache, castaway, just another product of today. Rather be the hunter than the prey and you're standing on the edge. Face up because you're a natural"


—¿En serio? ¿Aún existen las llamadas a cobro revertido?—cuestiona Damon con confusión—

—Lo sorprendente es que podamos hacer una llamada conjunta—señala Arielle, cruzándose de brazos—

—Eso es porque mi móvil y el tuyo son muy buenos—responde su hermano al otro lado de la línea—

Arielle rueda los ojos, sujetando su teléfono contra su oído.

—Si, existen las llamadas a cobro revertido—suspira Stefan desde la tercera línea de la llamada—Damon, ¿sabes cómo te hubieras ahorrado esta llamada? Encontrándonos.

—En eso tiene razón—comenta Arielle—¿Cuánto tiempo hace ya?

—Cuatro días—responde Damon—

—¡Cuatro días!—exclama Stefan con indignación—¿Y no has podido localizarnos? ¿Que creías que estábamos en un balneario?

—Oye, oye, oye. Os he buscado las 24 horas del día, ¿vale?—asegura Damon—A lo mejor si fuerais dos replicas más espabiladas, no os habrían secuestrado.

El sonido de una ventana rompiéndose atrae la atención de él y Arielle.

—¿Qué ha sido eso?—cuestiona Arielle, preocupada—

—Nos drenaron la sangre y estamos practicando un poco de caza—explica Stefan—

—¿Elena participando en la matanza de la ardilla?—inquiere Damon con diversión—

—A ella le hace menos gracia que a mi.

—Te va a sacar un ojo—asegura Arielle—

—Ya, bueno. Damon, ¿quieres hablar con ella o seguirás fingiendo que no quieres oír su voz?—cuestiona Stefan—

—No me psicoanalices, Stefan.

—Yo tengo una amiga aquí en Nueva Orleans que es psicóloga—informa Arielle con una sonrisa—Puede que consiga ayudarte, Damon.

—Muy graciosa—se queja—¿Dónde estáis, Stef? Iré a buscaros.

—No tengo ni idea—suspira el menor de los tres—Estamos en medio de la nada. Escúchame. Volveremos a casa, pero Markos nos ha drenado mucha sangre. Y dada la clase de hechizos que es capaz de hacer con solo un poco...

—Si, ya sé—interrumpe Damon—Encontrar a Markos, matarlo, e impedir que Mystic Falls sea el nuevo hogar de los viajeros. Voy a tener un día muy ocupado, Stefan. Hora de ponerse el traje de superheroe.

—La devolveré sana y salva—le asegura su hermano, refiriéndose a Elena—

—Volved los dos—le ordena Arielle—Y dejad de perderos y meteros en líos.

—Gracias por el consejo, hermanita—suspira Stefan con frustración—Tú cuídate, ¿vale?

—Si. Adiós.

Se despide, colgando el teléfono y volviendo a guardarlo en el bolsillo de sus pantalones. Soltando un pequeño suspiro, Arielle se coloca al collar que las Bluemoon le habían regalado. Desde el incidente con Mikael, Olivia le había ordenado portarlo en su cuello el mayor tiempo posible. Aseguraba que era un amuleto protector. Arielle no la cuestionó.

Cuando se adentró en el estudio, Hayley y Elijah la esperaban allí. Este último caminaba de un lado a otro de la sala, el teléfono en sus manos marcando el número de su hermano.

—Si, hermano. ¿Qué ocurre?—cuestiona Klaus al responder su llamada—

—Al parecer, nuestros lobos se han perdido—informa Elijah—

—Deberían haber vuelto hace horas—señala Hayley con preocupación—

—Hay que encontrarlos.

—Va a ser complicado—declara Klaus—Hemos localizado su coche en una carretera en medio de la nada. Sospecho que están secuestrados.

—¿Y no has visto oportuno informarnos?—señala su hermano con molestia—

—He preferido no comunicaros el problema hasta que tuviera claro cómo afrontarlo.

Arielle rueda los ojos ante la explicación de Klaus. La realidad es que estaba preocupada por Jackson y Ander, aún sin apenas conocerles.

—Pues cuéntanos.

—Estoy estrechando el cerco—explica el hibrido—La única persona que se atrevería a retener a mis aliados los lobos es la que más tiene que perder.

—Marcel—asumen Arielle y Elijah a la vez—

—No. Él los matara—se lamenta Hayley, preocupada y asustada—

—Genevieve dice que Marcel ha conseguido un hechizo de encubrimiento—explica Klaus—Las únicas brujas que ayudaría a Marcel son Juliette y Davina. Pero gracias a Arielle, sabemos que Juliette no está ayudándole actualmente. Eso nos deja a Davina. Y para llegar a ella necesito conseguir una moneda de cambio.

—Asumo que hablas de Josh—señala Arielle—

—Bien asumido, amor—sonríe, terminado la llamada—

—Genial—suspira la rubia, sentándose en el sofá del estudio—

Elijah guarda su teléfono, apartándose de su lado.

—¿Y tú adónde vas?—cuestiona, confusa—

—A encontrar a Marcel—declara—

—Klaus está en ello—le recuerda—

—No me fío especialmente de sus métodos—se justifica—

—¿Y cómo esperas encontrarle? ¿Buscando por toda la ciudad?

—Conocemos a más brujas, ¿no es así?—señala, abandonado la sala—

Arielle suspira, cerrando sus ojos con cansancio.

—¿Estás bien?—cuestiona Hayley, sentándose a su lado—

—Si, estoy bien—asegura, soltando un bufido. Hayley la observa expectante, provocando que Arielle suelta un suspiro—Esta bien. Odio todo esto, ¿sabes? Estar aquí sentada sin poder hacer nada. Me siento completamente inútil.

Hayley asiente, dispuesta responder cuando otra voz la interrumpe.

—No lo entiendes, ¿verdad?—habla Genevieve, adentrándose en el estudio. Arielle abre los ojos, dedicándole una mirada molesta a la bruja—Tú eres la razón de todo esto. Si Klaus y Elijah están recorriendo la ciudad es por ti. Admito que siento un poco de envidia.

—Genial. Ahora me siento mejor—sonríe falsamente hacia ella—

Genevieve ignora esto, acercándose a ella.

—Preocuparte no va a servirte de nada—asegura—Quédate ahí sentada e intenta calmarte. ¿Necesitas algo?

—¿Qué tal un anillo de luna?—propone Hayley, cruzándose de brazos—

Genevieve había aceptado ayudar a Elijah y a Klaus con su plan para que los lobos pudieran controlar sus transformaciones, fabricando unos hechizados anillos de luna.

—El hechizo no puede hacerse hasta que la luna llena alcance su cenit—señala la bruja—Y, por supuesto, necesito las piedras, que estarán aquí a tiempo. Tened un poco de fé.

—¿Qué eres ahora? ¿Una asesora de la magia zen?—cuestiona Arielle, elevando sus cejas—

—El tratamiento de las embarazadas a avanzado muchísimo desde que era enfermera y está claro que esto es un caso especial porque eres un vampiro. Pero hasta yo sé que la tensión alta es mala para ti y para niña. Aún más apunto de salir de cuentas.

—Genial, Genevieve. Gracias por tus consejos—responde de forma condescendiente—¿Sabes lo que puedes hacer por mi?—la bruja la mira expectante—Irte a otro lugar a esperar a Klaus y a Elijah. La realidad es que la única que me está estresando aquí eres tú.

Borrando la sonrisa de su rostro, la pelirroja abandona la habitación. Hayley sonríe divertida, mirando a su amiga.

—¿Te he dicho alguna vez lo bien que me caes?—inquiere, colocando una mano sobre su hombro. Arielle sonríe—En serio, Elle, estos meses... has sido como una hermana para mi.

—Pienso lo mismo, Hayley—sonríe, agarrándole la mano con cariño. En ese momento Hayley forma una pequeña mueca de dolor en sus labios—¿Qué pasa? ¿Estás bien?

—Si. Es solo que... El otro día en el pantano, con las bombas, me hice una herida en el costado—explica—

—¿Qué?—Arielle abre sus ojos de par en par, preocupada—

—No quería decir nada, ni preocupar a nadie, pero... está empeorando y aunque sea una mujer lobo no parece curarse. No sé que es.

Levanta el lado derecho de su camiseta para enseñarle la herida.

—Hayley, tendrías que habérmelo dicho antes—se queja la rubia—Toma. Mi sangre debería curarte. Si la bomba tenía aconito es posible que eso esté frenando la curación.

—Si. Eso es lo que pensé—admite, viendo como Arielle muerde su muñeca, dejando caer la sangre hasta el interior de un vaso de cristal—

—Toma.

—Gracias.


Horas más tarde, la puerta del estudio fue abierta, revelando la llegada de unos heridos Ander y Jackson siendo ayudados por Elijah y Klaus.

—Menos mal que estáis vivos—suspira Hayley, abrazando a Jackson con alivio—

—Gracias a Dios—murmura Arielle, abrazando a Ander—

El chico sonríe levemente, aceptando su abrazo.

—Yo también estoy bien. Gracias por preguntar—comenta Klaus al ver el abrazo entre ambos—

Arielle rueda los ojos, acompañando a Ander hasta el sofá. Hayley hace lo mismo Jackson.

—¿Y las piedras?—pregunta Hayley con interés—

—Dispersas por todo el cauce del Misisipi, supongo—responde Elijah—

—Marcel no es tonto—admite Klaus, sirviéndose una copa—Sabe que un ejército reforzado de hombres lobo supondría el fin de los vampiros. La explosión en su forma de decir que les va a parar los pies, por la cuenta que le trae.

—Pues lo ha hecho bastante bien, ¿no os parece?—señala Arielle, observando las heridas de Ander y Jackson—

—Esto es culpa mía y debo arreglarlo—declara Jackson—

—No, Jack, estás herido, y nadie te está culpando—le dice Hayley—

—Yo te culpo—asegura Klaus, mirando al lobo—Esas piedras será difíciles de remplazar. Por suerte, siempre tengo un plan B.

Arielle frunce el ceño, observándole con confusión. Klaus sonríe, abandonado la sala. Hayley, Elijah y Arielle comparten una mirada antes de seguir sus pasos, dejando a los hermanos Kenner en la sala.

—No puedes referirte a ella, es una mafiosa—se queja Hayley al ver a Francesca Correa adentrarse en el complejo junto a otros hombres—

—En cualquier caso es capaz de obtener objetos excepcionales en poco tiempo—señala Klaus, bajando las escaleras hasta el patio principal—Saludos, señora Correa. Veo que viene acompañada.

—Son mis hermanos—explica la mujer—Siempre cuento con ellos para los asuntos delicados. Chicos, el señor Mikaelson.

—Por favor, llamadme Klaus—les pide el hibrido con una sonrisa—Mis amigos lo hacen.

—Yo no diría que somos amigos—declara Francesca, abriendo un maletín—Pero si Marcel y tú estáis al borde del enfrentamiento, prefiero que mi familia esté en el mismo bando del que será el futuro ganador.

—¿Me has traído lo que te pedí?

—No basta para un ejército con tan poca antelación—admite, entregándole un pequeño saco negro—Pero es un comienzo.

—Qué extraño—habla Elijah, situándose al lado de su hermano—No sabía que ella conociera nuestro plan.

—Para cerrar un trato exijo tener toda la información—explica Francesca—Tu hermano aceptó.

—¿Y cómo se beneficia de todo esto la facción humana?—cuestiona, confuso—

—Solo quiero consolidar nuestra alianza con la clase dirigente. Es bueno para el negocio.

—Ojalá todos fueran tan razonables como ella—comenta Klaus—

—Por desgracia, no lo son—asegura Francesca—Marcel está siendo especialmente vengativo. Me preocupa que venga a por mi o a por mi familia por habernos reunido contigo. Nos convendría a ambos aunar esfuerzos.

—Me parece bien. Cuanta más gente para defender el complejo, mejor. Empecemos con esto.


Genevieve murmuraba el conjuro sobre las piedras lunares bajo la atenta mirada de Hayley, Elijah, Arielle y Klaus cuando Francesca Correa se adentró en la sala.

—Sabemos que Marcel se ha puesto en marcha y viene acompañado—informa la mujer—

—Que Arielle este a salvo—ordena Klaus hacia su hermano, abandonando la sala—

Elijah asiente y se acerca a la aludida.

—Ven conmigo—le pide, sujetándola del brazo con delicadeza—

—No. Alguien debe vigilarla—declara la rubia, mirando a Genevieve con desconfianza—

—Debes ayudar a Klaus—habla Francesca, mirando a Elijah—Mis hermanos y su equipo de seguridad no podrán contra un ejército de vampiros.

Elijah observa a Arielle con preocupación, pensado en sus opciones. Arielle le dedica una mirada, asegurándole con un pequeño asentimiento de que ella estaría bien en su ausencia.

—Yo estaré con ella—habla Hayley, atrayendo la atención del original—Cuando Genevieve terminé podré controlar mi transformación. La mantendré a salvo.

Elijah no estaba del todo convencido con sus palabras, pero aún así decidió confiar en ambas mujeres, abandonando la sala para acompañar a su hermano en la inminente pelea que se iba a llevar a cabo en el patio principal del complejo donde se habían reunido todos los vampiros fieles a Marcel.

Arielle podía oír la pelea mientras observaba cómo Genevieve terminaba el hechizo sobre las piedras.

En ese momento uno de los hombres de seguridad de Francesca se adentra en la sala, acercándose a ella.

—Señora Correa, tenemos que irnos—informa el hombre en un susurro—Sus hermanos ya están saliendo por detrás.

—Aún no—le responde ella, mirando a Genevieve—

El teléfono de Hayley comienza a vibrar, anunciando una llamada. Se trataba de Camille, pero en ese momento Hayley no podía responderle.

—Las piedras ya están listas—anuncia Genevieve, agarrando una de ellas entre sus dedos para observarla de cerca—Ya he cumplido mi parte, ahora te toca a ti.

—Las llevare al pantano—anuncia Hayley, agarrando la piedra en sus manos—

—En realidad, me lo decía a mi—declara Francesca, agarrando todas las piedras—

—¿Qué diablos es esto?—Arielle la observa confusa—

—Un acuerdo entre nosotras—responde Francesca, señalando a Genevieve—La cuestión es que me llevo las piedras.

—¿Te has vuelto loca? ¿Crees que los humanos podéis enfrentaros a Klaus?

—No, no lo creo—admite—Pero no soy humana.

Saca un cuchillo del bolsillo de su chaqueta y se lo clava en el abdomen al hombre de seguridad a su lado, activando su gen de mujer lobo.

—Soy como Hayley—declara, mostrándoles sus ojos de lobo—Y ahora voy a recuperar mi ciudad.

—Por encima de mi cadaver—declara Arielle, dispuesta a atacarla—

Genevieve estira su mano, produciéndole un gran dolor de cabeza con un hechizo. Hayley se dispone a protegerla, pero Genevieve le provoca el mismo dolor antes de mover su muñeca en un rápido movimiento, rompiéndole el cuello. Al ver esto la mirada de Arielle se endurece.

—Te matare—murmura Arielle, mirando a la pelirroja con odio—

La bruja se mantiene en silencio aumentando el hechizo hasta dejarla inconsciente.


Cuando Elijah se despertó en el centro del patio del complejo, rodeado de vampiros muertos, corrió hacia la sala en la que Arielle y Hayley se encontraban anteriormente, preocupado por su estado. Debía admitir que no se esperaba el giro de acontecimientos que había ocurrido. La familia Correa en realidad eran parte de una antigua manada de Nueva Orleans, los Guerrera. Y, tras obtener las piedras lunares, le habían atacado, mordiéndole e infectándole con veneno de lobo.

Ese último echo no le importó en absoluto cuando no encontró ni rastro de Arielle y Hayley en la sala. Pero alguien más le estaba esperando allí.

—Olivia—murmura, agarrando el rostro de la chica entre sus ensangrentadas manos—Olivia. Hey. Olivia.

La chica se encontraba atada a una silla, completamente inconsciente. El color de su rostro se había palidecido. No parecía herida y Elijah podía oír como su corazón latía dentro de su pecho. Sin embrago este latido era demasiado débil para su gusto.

Golpeando suavemente sus mejillas, Elijah intento despertarla, llamando su nombre. Tras unos segundos, la chica abrió sus ojos azules, topándose con los color avellana del original. El tacto de sus manos y la calidez de su piel sobre sus mejillas provocó un pequeño escalofrío en su cuerpo.

—Olivia.

El tono de voz del original sonaba suave, dulce incluso. La realidad es que Elijah estaba usando toda su fuerza de voluntad por mantenerse tranquilo frente a ella. Dentro de él sentía miedo e ira por lo ocurrido. Arielle y Hayley habían desaparecido y la chica frente a él parecía enferma. No podía evitar culparse de esto último, sobretodo tras haber acudido a ella aquella mañana para encontrar a Ander y a Jackson.

—Olivia, ¿qué ha pasado?—cuestiona, agachándose para deshacer el nudo de las cuerdas que la mantenían atada—

—Ame... Amelia dijo que iría al pantano, a acompañar a la manada en su última luna llena. Quería protegerles. Dijo que avisaría cuando llegara. Nunca llamo—le explica antes de soltar varios carraspeos—Juliette... Juliette se fue a buscar a Davina. Y yo... yo... Las brujas.

—¿Qué ocurre con las brujas?—frunce el ceño, pero la chica no responde—Hey, Olivia. Necesito que mantengas los ojos abiertos, ¿de acuerdo? Dime lo que paso con las brujas.

—Quieren al bebé muerto.

Sus palabras atraviesan el pecho de Elijah como si de una puñalada se tratara. Él había jurado proteger a ese bebé, no podía dejar que nada le ocurriera.

—Fui tras Genevieve—continúa hablando la chica—Creí que podría pararla, hacer algo. Pero estoy muy débil. Monique Deveraux me hizo algo. No sé... no sé el qué.

—Está bien. Voy ayudarte a ponerte en pie—le informa, rodeando su cintura con uno de sus brazos, ayudándola a incorporarse, levantándola de la silla—

Sus piernas tiemblan, haciendo que pierda el equilibrio. Elijah la sujeta con firmeza, mirando su rostro con preocupación.

—No te duermas, ¿de acuerdo?—le pide—Te daría mi sangre, pero ahora mismo está algo infectada.

Olivia respira con dificultad, apoyando su cuerpo contra el de él, dejando caer su cabeza sobre su hombro.

Los pasos y las voces de Camille y Marcel atraen la atención de Elijah. Sujetando a la bruja Bluemoon junto a él, el original caminó, saliendo de la sala hasta llegar al patio principal del complejo.

—¡Marcel! ¡¿Dónde están?!—exclama Elijah, llamando la atención de la humana y el vampiro allí presentes—¿Dónde está Arielle?

Camille corre, colocándose frente a él.

—Él no la tiene. Por favor, aunque no confías en él, yo no te mentiría. Él no la tiene.—asegura la chica con firmeza—

Los ojos de Elijah viajan de ella hasta Marcel.

—Alguien la tiene. Y a Hayley—señala—

Camille baja la mirada sin saber que decir. Entonces su ojos se fijan en la chica que el Original sujetaba contra su cuerpo, manteniéndola en pie.

—¿Qué ha pasado? ¿Está bien?—inquiere, observándola con preocupación—

Elijah no quería dejar a Olivia sola, ni con Marcel, no tras todo lo que la chica había ayudado a Arielle. No podía dejarla con alguien en quien no confiaba, pero algo en Camille le hacía saber que podía dejarla a su cuidado.

—¿Puedes cuidar de ella?—le pide. Camille asiente rápidamente, dispuesta a sustituirle, sujetando a Olivia—

Un quejido de dolor y de malestar abandonó los labios de la bruja al sentir como la mano de Elijah se deslizaba por su cintura hasta perder el contacto. La firmeza de su cuerpo se vio sustituida por la de Camille.

Tras dedicarle una rápida mirada a la bruja, asegurándose de que se encontraba bien y se mantenía despierta, Elijah camina, pasando junto a Camille para acercarse a Marcel.

—¿Dónde está mi hermano?—exige saber—

—Le dejé en la calle. Iba a matarme y se quedó anulado por el hechizo de una bruja—le explica—

—Genevieve—deduce con rapidez—


—No—se queja Arielle, siendo arrastrada por las brujas hasta al interior de la Iglesia de Saint Anne—¡Soltadme!

—Dejarla en el suelo—ordena Genevieve—

—Deberíamos ir a la ciudad de los muertos—habla Monique Deveraux, caminando tras ella—

—No hay tiempo, el bebé va a nacer ya—declara Genevieve—

—No, es muy pronto—se lamenta Arielle al quedar tumbada sobre el suelo, sus ojos observando como dos hombres arrastraban el cuerpo sin vida de Hayley hasta déjala a pocos metros de ella—

Entonces una punzada de dolor recorre su cuerpo, provocando que suelte un grito de dolor.

—Debía nacer cuando el sacrificio estuviera listo—le recuerda Monique a Genevieve—

—Tuve que someterla a ella y a su amiga la loba. Ahora Arielle ha sufrido un desprendimiento de la placenta—explica Genevieve—El bebé va a nacer ya, tendremos que adaptarnos.

—¡Soltadme!—insiste Arielle—

—Tienes que calmarte, Arielle—le pide Genevieve, agachándose a su lado—

—¡Acabo de ver cómo matáis a Hayley delante de mi, ¿cómo voy a calmarme?!—exclama, enfadada—Te juro que te matare.

—Renacer supone sacrificios—declara Monique—

—¡¿Y eso que demonios significa, zorra psicopata?!—se queja, intentando zafarse de su agarre—

—Los ancestros piden una ofrenda a cambio de poder—explica Genevieve—

Arielle frunce el ceño.

—Tu hija será la ofrenda perfecta—añade Monique—

—¡No! ¡No! ¡No os llevaréis a mi bebé! ¡Os mataré a todas!—exclama llena de ira—

Odiaba que su cuerpo se encontrara débil, ya no solo por el dolor del parto, si no por la verbena que le habían inyectado.

—No, no lo harás—asegura Monique—Y tampoco lo harán Klaus ni Elijah. Cuando nazca tu bebé lo ofreceremos a nuestros predecesores.

—No os conviene meteros conmigo, no conocéis a mi familia—asegura, mirándola con frialdad—Si no os mato yo, lo harán mis hermanos. No están solo Klaus y Elijah. Suplicaréis por piedad, eso os lo puedo asegurar.

—Lo siento, Arielle, pero así es como debe ser—se lamenta Genevieve—

—No—solloza—¡No!

Continúa gritando e intentando zafarse de su agarre, tanto que sus gritos no tardan en llegar a los oídos de un herido y débil Klaus, quien gritaba con desesperación en medio de las calles de Nueva Orleans.




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